Los funcionarios estadounidenses mintieron al afirmar que habían tratado de refrenar a Etiopía para que no invadiera la vecina Somalia a finales de 2006.
Documentos dados a conocer recientemente demuestran que “el gobierno de Bush presionó a Etiopía para que invadiera Somalia a fin de aplastar a la Unión de Cortes Islámicas”, que había establecido una relativa paz en gran parte del país. EE.UU. también trató de reunir una “coalición de los dispuestos” para derrocar el gobierno de Robert Mugabe en Zimbabue.
A mediados de 2007, los 50.000 soldados etíopes que invadieron Somalia a finales de 2006 se vieron ante un cenagal al encontrar una resistencia mucho más enérgica de la esperada porque somalíes de todas las opiniones dejaron temporalmente de lado sus diferencias para unirse contra el invasor extranjero.
Cuando la incursión militar se vio ante crecientes dificultades, la entonces Subsecretaria de Estado de EE.UU. para África, Jendayi Frazer, que fue profesora en la Escuela Korbel de Estudios Internacionales de la Universidad de Denver en los años noventa, insistió en que, antes de la invasión, EE.UU. pidió precaución y advirtió a Etiopía de que no utilizara la fuerza militar contra Somalia.
Frazer era una estrecha colaboradora de la ex Secretaria de Estado Condoleezza Rice, la cual tiene también una fuerte conexión con la Universidad de Denver. Frazer ciertamente trató de distanciar a EE.UU. de la responsabilidad por la invasión etíope en una serie de entrevistas que dio a los medios en esos días.
Sin embargo uno de los cables publicados por WikiLeaks sugiere otra realidad en la cual Frazer tiene que ver con la presión sobre el presidente de Etiopía Meles Zenawi para que invadiera a su vecino. El contenido del cable se discute ampliamente en los medios africanos. Saca a la luz un acuerdo secreto cerrado entre EE.UU. y Etiopía para la invasión de Somalia.
Si es exacto –y no hay motivos para creer lo contrario– el cable sugiere que Etiopía no tenía intención de invadir Somalia en 2006 pero que Estados Unidos la alentó/apremió para que lo hiciera presionándola en secreto. Atollado entonces en las guerras de Iraq y Afganistán, el gobierno de Bush empujó a Etiopía para que invadiera Somalia a fin de aplastar a la Unión de Cortes Islámicas, que aumentaba su influencia en Somalia.
Cuando sucedió la invasión hubo pocas dudas de que la incursión militar etíope se había "fabricado en Washington”. Como tantos otros cables de WikiLeaks, éste sólo puso un punto sobre la “i” en lo que ya era del dominio público, aunque suministra información específica sobre la profunda participación de Jendayi Frazer en el asunto.
Según el cable, Frazer, en su calidad de principal representante del Departamento de Estado de EE.UU. en África, jugó un papel clave, encabezando junto con el Pentágono lo que equivalía a una guerra por encargo dirigida por EE.UU. Mientras presionaba a los etíopes para que atacaran, Frazer creaba el fundamento del ataque en los medios estadounidenses y para su encubrimiento, al afirmar que aunque EE.UU. no apoyaba la acción militar de Etiopía, ésta podía comprender “la amenaza somalí” y por qué Etiopía podía considerar necesario ir a la guerra.
Frazer propagó rumores sobre una posible toma del poder yihadista en Somalia que amenazaría la seguridad etíope. Su actuación ante los medios fue poco más que una cortina de humo. Los militares estadounidenses habían estado preparando a Etiopía para la invasión, suministrando ayuda militar y entrenamiento a los soldados etíopes.
Entonces, el 4 de diciembre de 2006, el comandante de CENTCOM, general John Abizaid estuvo en Addis Abeba para lo que se describió como una “visita de cortesía”. En realidad sirvió para finalizar los planes para la invasión.
Cuando tuvo lugar la invasión somalí, Zenawi tuvo problemas.
Se vio ante crecientes críticas por la ola de represión que desencadenó contra los críticos etíopes de su régimen, ola que incluyó arrestos masivos, masacres de cientos de manifestantes y el encarcelamiento de prácticamente todos los dirigentes de la oposición.
Al llegar la primavera de 2006 se presentó una ley ante el Congreso de EE.UU. para que se cortara la ayuda a Zenawi a menos que mejorara su situación con respecto a los derechos humanos.
(A propósito, su historial relativo a los derechos humanos no ha mejorado desde entonces.
Debido a la visión de EE.UU. y la OTAN del papel estratégico de Etiopía en la “guerra contra el terrorismo” y la rebatiña por los recursos minerales y energéticos de África, el apoyo occidental a Zenawi sólo ha aumentado en los últimos años).
En 2006, por su dependencia del apoyo de EE.UU. para mantenerse en el poder ante una decreciente base política en su país –una situación en la que se encuentran muchos aliados de EE.UU. en el Tercer Mundo– y a sabiendas de que cometía un error, Zenawi aparentemente cedió a la presión de Frazer.
Tampoco era la primera vez que Frazer había tratado de instigar una guerra por encargo de EE.UU. en África.
Anteriormente, como embajadora de EE.UU. en Sudáfrica, había tratado de reunir una “coalición de los dispuestos” para derrocar el régimen de Mugabe en Zimbabue, iniciativa que no fue bien recibida por el gobierno post-apartheid de Sudáfrica y no llevó a ninguna parte.
La guerra de 2006 en Somalia tampoco dio buenos resultados a EE.UU. o Etiopía. Hace poco, un portavoz del Departamento de Estado, Donald Yamamoto, admitió que toda la idea fue “un gran error”, admitiendo de refilón la responsabilidad de EE.UU. en la invasión.
Causó 20.000 muertes y, según algunos informes, dejó sin viviendas a unos 2 millones de somalíes. La fuerza de invasión etíope de 50.000 soldados, que había esperado un paseo fácil, se encontró frente a una violenta resistencia somalí que la paralizó y pronto se retiró con la cola entre las piernas.
El resultado político de la invasión era previsible: la Unión de Cortes Musulmanas, generalmente más moderada, fue pronto reemplazada en Somalia por grupos islámicos más radicales y militantes, con un programa más abiertamente antiestadounidense.
Al deteriorarse la situación, en un intento de encubrir el papel de EE.UU. y el suyo propio, Frazer se volvió contra Zenawi, tratando de distanciarse del fiasco utilizando un truco diplomático antiguo y manido: la mentira categórica. Al avinagrarse la invasión, cambió su historia y argumentó en los medios que tanto ella como el Departamento de Estado habían tratado de retener a los etíopes, desalentándolos con respecto a la invasión en lugar de impulsarlos al ataque.
El cable de WikiLeaks cuenta una historia bastante diferente. En 2009, las fuerzas etíopes se retiraron, dejando a Somalia en un lío peor y con menos estabilidad que antes de que sus soldados invadieran tres años antes.
¿Será la historia de siempre?
Rob Prince es editor de Colorado Progressive Jewish News
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