Maria Galindo (MUJERES CREANDO - ARTEMISA)....
Nunca nos sorprendió la doble moral de la derecha de penalizar el aborto y de haber usado esa causa fundamental para las mujeres de la sociedad boliviana como una simple cortina de humo sobre sus políticas. En aquella ocasión grafiteamos: 'si goni tuviera útero, el aborto sería capitalizado y privatizado'.
Han pasado más de 15 años de aquel tiempo llamado 'neoliberal', vivimos un supuesto proceso de cambio impulsado por el gobierno de Evo Morales, pero estas cuestiones relacionadas con la condición de las mujeres como sujetos parecen a históricas.
Parecen ser parte de un círculo vicioso absurdo donde los argumentos solo se repiten. La Asamblea Plurinacional ni siquiera ha agendado el tema, las declaraciones de varios asambleístas del movimiento al socialismo son las mismas que las emitidas por los hombres de la derecha y la iglesia y nos vemos obligadas a grafitear como si el tiempo no hubiera transcurrido: 'si evo se embarazara, el aborto seria nacionalizado y constitucionalizado'.
La penalización del aborto de ninguna manera frena el aborto, sino que únicamente facilita un doble discurso hipócrita respecto del aborto por parte del estado, la iglesia y la sociedad en su conjunto. Las mujeres bolivianas abortamos con o sin penalización.
La diferencia es que en condiciones de penalización las mujeres que cuentan con 400 dólares pueden gozar de un aborto seguro que no atenta contra la seguridad de sus vidas y que no será en condiciones de intimidación.
Penalizar el aborto es condenar a las mujeres más jóvenes, a las mujeres más pobres y especialmente a las mujeres indígenas a buscar desesperadas un aborto que no es seguro. Un aborto expuesto a infecciones, hemorragias y en muchas casos inclusive violaciones por parte del abortero que se permite hacer firmar documentos donde deslinda toda responsabilidad.
Aborteros de la Buenos Aires o el Cementerio que se permiten cínicamente emitir un discurso culpabilizador de la mujer que quiere abortar justamente para que ella suba a la camilla en condiciones de stress y autoculpabilizacion. Penalizar el aborto es manifestar el desprecio por la vida de esas mujeres jóvenes, pobres e indígenas.
Yo aborté para Evo: firma cocalera de Chapare
Es inaceptable que organizaciones de mujeres como la Federación de Mujeres Cocaleras o la Federación de Mujeres campesinas Bartolina Sisa no defiendan el derecho al aborto. Ellas ven y han visto abortar a sus propias compañeras inducidas por dirigentes que acosan sexualmente a las mujeres jóvenes que se incorporan a las organizaciones sociales.
Por eso hemos grafietado: 'yo aborte para Evo, firma: Cocalera del Chapare' en las paredes del Museo Nacional de Arte en plena Plaza Murillo. Ese graffiti no va dirigido al presidente, sino a la actitud de socapamiento del machismo en la que han caído los movimientos sociales de mujeres que acompañan este proceso gubernamental.
No se puede descolonizar sin despatriarcalizar
Además de los contundentes argumentos sobre el valor de la vida de las mujeres, están también los argumentos directamente políticos que tienen que ver con el supuesto tiempo de descolonización que vivimos. La penalización del aborto es una forma de colonización del cuerpo de las mujeres por parte del estado patriarcal.
La maternidad como imposición y como mandato cultural tiránico de reproducción es una forma de sometimiento inaceptable venga del capitalismo, del socialismo o venga de la comunidad indígena.
Es doblemente grave y contradictorio que un gobierno cuya bandera fundamental es la descolonización pretenda entender este concepto político dentro los límites de los intereses masculinos de ejercicio de poder patriarcal.
Despenalizar el aborto es descolonizar nuestros cuerpos y restituir para las mujeres el derecho de decidir. Despenalizar el aborto es convertir la maternidad en una elección libre y soberana y no en un mandato cultural de reproducción.
Es abrir la posibilidad para que las mujeres podamos poner condiciones para vivir una maternidad que garantice para los niños y las niñas que el Estado y el padre asuman la responsabilidad que les corresponde.
Si no hay espacio ni para discutir, ni para revisar estas cuestiones básicas, entonces ¿de qué proceso de descolonización nos están hablando?