“Mi hermano fue víctima de un complot internacional, en la que se encuentren numerosas personas que al saberse investigados por el Ministerio Público, huyeron del país y en la actualidad se encuentren protegidos por el gobierno de Estados Unidos”, denuncia Lourdes Suarez Anderson, hermana del Fiscal venezolano Danilo Anderson,
En entrevista desde Caracas, la abogada señaló como “pese a las innumerables solicitudes que hizo la Fiscalía en el sentido de traerlos a Venezuela”, varios sospechosos han encontrado refugio y protección en el país que denuncia, según su conveniencia, a los demás como “patrocinadores del terrorismo”.
De hecho, con la “desaparición” en Estados unidos del banquero estafador Nelson Mezerhane, uno de los primeros individuos en ser relacionados con el crimen, son ahora cerca de una docena los individuos vinculados de una forma u otra al asesinato del fiscal que radican en territorio estadounidense.
“Mi hermano, profundamente convencido de lo que hacía, asumió con mucha seriedad y valentía la investigación de los hechos del golpe de estado contra el Presidente Chávez, los 11 y 12 de abril del 2002”, recuerda la abogada.
“Se convirtió desde ese momento en un enemigo y un blanco perfecto del odio de un grupo de personas que durante años hicieron lo que quisieron en el país y eran "los intocables" -así los llamaba mi hermano-, logrando asesinarlo de la manera que lo hicieron”, añadió la mujer que también tuvo que enfrentar amenazas de muerte.
“No conforme con lo que hicieron, lo atacaron salvajemente después de su asesinato, con el propósito de desviar las investigaciones y el interés de la colectividad… pero ya veremos, confío en la justicia,” dijo.
“No pierdo las esperanzas de ver tras las rejas hasta la última persona que participó en ese asesinato”, concluyó.
MIAMI, EDEN DEL TERRORISTA
Ya en diciembre de 2004, los investigadores tenían resuelto en gran parte el caso desde el punto de vista material. Los hermanos Otoniel y Rolando Guevara, organizaron el crimen pagando más de medio millón de dólares a los ejecutores, por el intermediario de su primo José Guevara, radicado en Miami.
En la metrópoli de la Florida, José Guevara se beneficia de la protección del FBI con quién conspiró en el caso Montesinos.
Según la investigación, el ex agente de la inteligencia venezolana Pedro Lander elaboró la bomba, mientras otro, Johán Peña, colocó el explosivo bajo el carro. Peña y Lander, solicitados por la justicia venezolana, se encuentren en territorio norteamericano.
Una lista de los autores intelectuales del asesinato fue entonces constituida, muchos de ellos vinculados a la mafia cubanoamericana de Miami.
En noviembre de 2005, el Fiscal general ordenó el arresto de Mezerhane, de la periodista Patricia Poleo, el abogado cubano Salvador Romaní, y del general golpista Eugenio Áñez. El general Jaime Escalante también estuvo investigad por presuntamente haber participado en el homicidio.
Encabezaba esta lista de sospechosos el policía asesino Henry López Sisco, un ex comisario torturador de la “DISIP” con el terrorista de origen cubano Luis Posada Carriles- Ambos participaron en numerosos hechos represivos contra la izquierda venezolana en los años 70.
Durante el Golpe de Estado de Abril 2002, Henry López Sisco encabezó el asalto a la Embajada de la República de Cuba, junto al Alcalde del municipio Baruta, Henrique Capriles Radonski, Salvador Romaní Jr. y Roberto Alonso. Todos han conspirado de una manera u otra en el caso.
Terroristas cubanos que radicaron durante décadas en Venezuela están activos en esta telaraña conspirativa, entre ellos Nelly Rojas, que actúa de secretaria de Posada Carriles, su marido Pedro Morales y Francisco Pimentel que fue cómplice de varias acciones terroristas de esta red.
Mezerhane, el financista estafador, accionista de Globovision, que aparece entre los principales sospechosos del asesinato del fiscal, se encuentra ahora en Miami por ser el principal responsable de la quiebra del Banco Federal venezolano. Desapareció de Caracas robándose 7 millones de dólares.
Otro socio de Posada Carriles, el general retirado Ernesto González González, se encuentra en Miami, donde se estableció con la evidente protección de organismos de inteligencia estounidenses. Ahí conspira con otros golpistas refugiados en el edén del terror, entre los cuales ex-dirigentes del partido Copei y del Partido Acción Democrática (AD).
El 12 de abril del 2002, Gonzalez pue quién secuestró al presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, huyó luego del país para consagrarse a la organización de acciones contrarrevolucionarias.
En la lista de sospechosos que buscaron en Miami un santuario, está también otro ex “DISIP”, Joaquín Chaffardet, que, como López Sisco fue formado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos en la famosa Escuela de las Américas (SOA).
El arresto de Alejandro Peña Esclusa, el "líder" fascista, con 900 gramos de C-4 y detonadores, y la detención en Caracas del salvadoreño Francisco Chávez Abarca, un especialista de este explosivo formado por Posada, han aumentado las sospechas en torno a una red terrorista radicada en Miami.
El automóvil del fiscal Anderson fue destruido por una bomba compuesta de explosivos C-4 y de un potente imán, un tipo de artefacto usado en numerosas oportunidades por terroristas cubanoamericanos.
En entrevista desde Caracas, la abogada señaló como “pese a las innumerables solicitudes que hizo la Fiscalía en el sentido de traerlos a Venezuela”, varios sospechosos han encontrado refugio y protección en el país que denuncia, según su conveniencia, a los demás como “patrocinadores del terrorismo”.
De hecho, con la “desaparición” en Estados unidos del banquero estafador Nelson Mezerhane, uno de los primeros individuos en ser relacionados con el crimen, son ahora cerca de una docena los individuos vinculados de una forma u otra al asesinato del fiscal que radican en territorio estadounidense.
“Mi hermano, profundamente convencido de lo que hacía, asumió con mucha seriedad y valentía la investigación de los hechos del golpe de estado contra el Presidente Chávez, los 11 y 12 de abril del 2002”, recuerda la abogada.
“Se convirtió desde ese momento en un enemigo y un blanco perfecto del odio de un grupo de personas que durante años hicieron lo que quisieron en el país y eran "los intocables" -así los llamaba mi hermano-, logrando asesinarlo de la manera que lo hicieron”, añadió la mujer que también tuvo que enfrentar amenazas de muerte.
“No conforme con lo que hicieron, lo atacaron salvajemente después de su asesinato, con el propósito de desviar las investigaciones y el interés de la colectividad… pero ya veremos, confío en la justicia,” dijo.
“No pierdo las esperanzas de ver tras las rejas hasta la última persona que participó en ese asesinato”, concluyó.
MIAMI, EDEN DEL TERRORISTA
Ya en diciembre de 2004, los investigadores tenían resuelto en gran parte el caso desde el punto de vista material. Los hermanos Otoniel y Rolando Guevara, organizaron el crimen pagando más de medio millón de dólares a los ejecutores, por el intermediario de su primo José Guevara, radicado en Miami.
En la metrópoli de la Florida, José Guevara se beneficia de la protección del FBI con quién conspiró en el caso Montesinos.
Según la investigación, el ex agente de la inteligencia venezolana Pedro Lander elaboró la bomba, mientras otro, Johán Peña, colocó el explosivo bajo el carro. Peña y Lander, solicitados por la justicia venezolana, se encuentren en territorio norteamericano.
Una lista de los autores intelectuales del asesinato fue entonces constituida, muchos de ellos vinculados a la mafia cubanoamericana de Miami.
En noviembre de 2005, el Fiscal general ordenó el arresto de Mezerhane, de la periodista Patricia Poleo, el abogado cubano Salvador Romaní, y del general golpista Eugenio Áñez. El general Jaime Escalante también estuvo investigad por presuntamente haber participado en el homicidio.
Encabezaba esta lista de sospechosos el policía asesino Henry López Sisco, un ex comisario torturador de la “DISIP” con el terrorista de origen cubano Luis Posada Carriles- Ambos participaron en numerosos hechos represivos contra la izquierda venezolana en los años 70.
Durante el Golpe de Estado de Abril 2002, Henry López Sisco encabezó el asalto a la Embajada de la República de Cuba, junto al Alcalde del municipio Baruta, Henrique Capriles Radonski, Salvador Romaní Jr. y Roberto Alonso. Todos han conspirado de una manera u otra en el caso.
Terroristas cubanos que radicaron durante décadas en Venezuela están activos en esta telaraña conspirativa, entre ellos Nelly Rojas, que actúa de secretaria de Posada Carriles, su marido Pedro Morales y Francisco Pimentel que fue cómplice de varias acciones terroristas de esta red.
Mezerhane, el financista estafador, accionista de Globovision, que aparece entre los principales sospechosos del asesinato del fiscal, se encuentra ahora en Miami por ser el principal responsable de la quiebra del Banco Federal venezolano. Desapareció de Caracas robándose 7 millones de dólares.
Otro socio de Posada Carriles, el general retirado Ernesto González González, se encuentra en Miami, donde se estableció con la evidente protección de organismos de inteligencia estounidenses. Ahí conspira con otros golpistas refugiados en el edén del terror, entre los cuales ex-dirigentes del partido Copei y del Partido Acción Democrática (AD).
El 12 de abril del 2002, Gonzalez pue quién secuestró al presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, huyó luego del país para consagrarse a la organización de acciones contrarrevolucionarias.
En la lista de sospechosos que buscaron en Miami un santuario, está también otro ex “DISIP”, Joaquín Chaffardet, que, como López Sisco fue formado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos en la famosa Escuela de las Américas (SOA).
El arresto de Alejandro Peña Esclusa, el "líder" fascista, con 900 gramos de C-4 y detonadores, y la detención en Caracas del salvadoreño Francisco Chávez Abarca, un especialista de este explosivo formado por Posada, han aumentado las sospechas en torno a una red terrorista radicada en Miami.
El automóvil del fiscal Anderson fue destruido por una bomba compuesta de explosivos C-4 y de un potente imán, un tipo de artefacto usado en numerosas oportunidades por terroristas cubanoamericanos.