Mohammad Mosaddeq, transcrito también Mossadeq, Mossadegh, etc. (persa: محمد مصدق) (19 de mayo de 1882 - 5 de marzo de 1967) fue el democráticamente electo Primer Ministro de Irán entre 1951 y 1953 . Se destacó por haber decretado la nacionalización del petróleo el 20 de marzo de 1951, medida que llevó a la intervención de Estados Unidos y Gran Bretaña que financiaron un golpe de estado organizado por la CIA en 1953, que derrocó a Mosaddeeq y estableció una dictadura monárquica en cabeza del Sha Mohammad Reza Pahlavi.
En 1943 fue elegido como diputado en representación de Teherán al XIV Parlamento. Por entonces Mohammad Reza Pahlevi ocupaba el trono. Fue elegido nuevamente diputado en el XVI Parlamento, participando primero como miembro y luego siendo elegido presidente del Comité del Petróleo.
La nacionalización del petróleo
En 1951 el Primer Ministro Sa’ed firmó con Gran Bretaña un Anexo al Tratado del Petróleo de 1933 (Tratado Gas-Golshayan). Cuando el XV Parlamento se negó a ratificar el acuerdo, las cláusulas que afectaban los intereses iraníes fueron conocidas por la población y Sa'ed debió renunciar. Lo sucedió 'Ali Mansur, quien siguió la misma suerte al insistir en la ratificación. Asumió entonces como Primer Ministro el Jefe del Ejército, Razmara, quien volvió a insistir en la ratificación frente al XVI Parlamento. Fue entonces que Mosaddeq, a la sazón Presidente de la Comisión del Petróleo del Parlamento, quien declaró a la prensa que los tratados de d’Arcy, de 1933 y el Anexo a éste último era nulos.
La nacionalización del petróleo
En 1951 el Primer Ministro Sa’ed firmó con Gran Bretaña un Anexo al Tratado del Petróleo de 1933 (Tratado Gas-Golshayan). Cuando el XV Parlamento se negó a ratificar el acuerdo, las cláusulas que afectaban los intereses iraníes fueron conocidas por la población y Sa'ed debió renunciar. Lo sucedió 'Ali Mansur, quien siguió la misma suerte al insistir en la ratificación. Asumió entonces como Primer Ministro el Jefe del Ejército, Razmara, quien volvió a insistir en la ratificación frente al XVI Parlamento. Fue entonces que Mosaddeq, a la sazón Presidente de la Comisión del Petróleo del Parlamento, quien declaró a la prensa que los tratados de d’Arcy, de 1933 y el Anexo a éste último era nulos.
Varios sectores apoyaron entonces la voluntad de nacionalizar el petróleo que se desprendía de las declaraciones de Mosaddeq. Gran Bretaña reaccionó entonces buscando asfixiar económicamente a Irán, amenazando con impulsar la independencia del Juzestán iraní, cerrando dos bancos británicos y exigiendo la devolución de una deuda de un millón de libras y los créditos otorgados a los comerciantes iraníes. Por su parte la compañía petrolera británica sacó de circulación su capital.
En esas circunstancias Razmara murió en un atentado terrorista ejecutado por Jalil Tahmasbi, un fidaí del Islam, impulsando una insurrección general contra la influencia británica. En esa dinámica el Tratado Gas-Golshayan fue derogado y Mosaddeq elegido Primer Ministro.
Una de sus primeras medidas fue decretar la nacionalización del petróleo el 20 de marzo de 1951, aprobada por la mayoría parlamentaria y ratificada cinco días después por el Senado.
Ante la decisión de Irán sobre su petróleo Gran Bretaña escaló el conflicto prohibiéndole vender el crudo y amenazando con enviar la flota de guerra. Cuestionó también la nacionalización del petróleo ante la Corte Internacional de La Haya y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Mosaddeq hizo ante el Consejo de Seguridad una histórica defensa de los derechos de Irán sobre su petróleo, que llevó a la indefinición del organismo internacional para esperar la decisión del tribunal internacional. En junio de 1952 Mosaddeq volvió a defender personalmente los derechos de Irán sobre su petróleo ante la Corte Internacional, que se pronunció el 20 de julio resolviendo que no tenía competencia para entender en ese conflicto. El triunfo iraní fue atribuido a la habilidad personal de Mosaddeq, que ese mismo año de 1951 fue considerado como hombre del año por la revista estadounidense Time.
Ante la decisión de Irán sobre su petróleo Gran Bretaña escaló el conflicto prohibiéndole vender el crudo y amenazando con enviar la flota de guerra. Cuestionó también la nacionalización del petróleo ante la Corte Internacional de La Haya y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Mosaddeq hizo ante el Consejo de Seguridad una histórica defensa de los derechos de Irán sobre su petróleo, que llevó a la indefinición del organismo internacional para esperar la decisión del tribunal internacional. En junio de 1952 Mosaddeq volvió a defender personalmente los derechos de Irán sobre su petróleo ante la Corte Internacional, que se pronunció el 20 de julio resolviendo que no tenía competencia para entender en ese conflicto. El triunfo iraní fue atribuido a la habilidad personal de Mosaddeq, que ese mismo año de 1951 fue considerado como hombre del año por la revista estadounidense Time.
En julio de 1952, enfrentado con el Sha, Mosaddeq presentó su renuncia, desencadenando grandes movilizaciones en su apoyo que obligaron al Sha a restituirlo en su cargo el 21 de julio. Mosaddeq pidió al Parlamento facultades para realizar profundas transformaciones en todos los campos, que fueron implementadas por medio de unas 80 leyes sobre seguridad, corrupción, justicia, presupuesto nacional, vivienda, salud, fuerzas armadas, justicia social, y libertades civiles.
El 15 de diciembre nacionalizó el servicio telefónico y la actividad pesquera, que se encontraba entonces concesionada a la Unión Soviética.
El 15 de diciembre nacionalizó el servicio telefónico y la actividad pesquera, que se encontraba entonces concesionada a la Unión Soviética.
Derrocamiento
El 18 de agosto de 1953 se produjo el golpe de estado organizado por la CIA y alentado por el MI6,6 derrocando a Mosaddeq y restableciendo al Sha en el poder. Mosaddeq fue enjuiciado por la justicia militar condenándolo a tres años de prisión.
Cumplida la condena debió permanecer confinado en su villa de Ahmad Abad, prácticamente hasta el día de su muerte. El 4 de febrero de 1967 falleció por un cáncer.
La nacionalización y la estrategia norteamericana
Afectada en lo más íntimo pero consciente de su debilidad, Gran Bretaña demostró que ya no podía manejar aquella situación. Tras reiteradas amenazas de intervención militar para proteger la compañía, fue finalmente persuadida de que debía abandonar la zona. Con los norteamericanos convencidos de que una intervención británica podía significar "una invitación abierta para los soviéticos", decidieron, en primera instancia, mediar en el diferendo.
Más allá del significado que el acto en sí mismo poseía en el marco de la Guerra Fría, el interés norteamericano por el país se había ya traslucido en varias ocasiones. El Secretario de Guerra James Byrnes había afirmado en 1945 que el mantenimiento de misiones militares norteamericanas en el Irán era un elemento de "interés nacional" puesto que la estabilización de ese país constituía una pieza fundamental para el "desarrollo de los intereses comerciales, petrolíferos y aéreos norteamericanos en Oriente Medio". Poco tiempo más tarde, la revista Time advirtió, comentando el célebre discurso de Harry Truman enunciando la doctrina de contención, que si bien las palabras presidenciales habían mencionado los casos de Turquía y Grecia, "las murmuraciones detrás de esas conversaciones se encuentran en el océano de petróleo que existe más al sur".
En concordancia con ello, tras la nacionalización decretada, los norteamericanos se ofrecieron para mediar en el diferendo entre las partes. Sometido al arbitraje internacional, Mossadegh viajó a Nueva York para defender la nacionalización en el seno de la ONU. Fue allí donde los norteamericanos (que lo rodearon en todo momento) evaluaron distintas fórmulas conciliatorias. Y fue también allí donde se percataron de que, contrariamente a lo que expresara el británico Anthony Eden, con Mossadegh se podía negociar. Persuadidos de que el nacionalismo y la aparente férrea posición de Mossy (así le llamaban) respondían más que a un convencimiento ideológico a condicionantes internas muy fuertes, intentaron acercar cifras. Entonces Mossadegh hizo llegar su respuesta: 50 millones de dólares de préstamo directo a cambio de flexibilizar la nacionalización. Los norteamericanos, sabiendo de que lo que Mossy no podía tolerar era participación británica directa (pues de ser así corría serio peligro su vida), persuadieron a éstos a aceptar el convenio que preveía la participación norteamericana y, detrás de una fachada, también la británica. Era fines de 1952 y todo parecía indicar que el acuerdo estaba cerrado cuando Mossy cambió de postura esperando obtener una mejor recompensa de la administración republicana ganadora de las elecciones con D. Eisenhower a su frente.
Sin embargo, Mossy había cometido un serio error pues el republicano llegaba a la Casa Blanca en estrecha relación con grupos poseedores de fuertes intereses petroleros. Oliver Nathan subrayó la obviedad: "la elección (…) había sido financiada por la industria petrolera norteamericana; y entre los amigos íntimos del presidente se contaban numerosos petroleros, inversores bancarios y otros titanes del mundo empresario". Presiones y vinculaciones advertidas en su mismo momento y desde dentro del Partido por el senador Tobey cuando en un artículo en el Providence Journal (1/3/53) declaró saber de "las presiones a qué estamos sujetos nosotros los republicanos, por parte de los intereses petroleros y del gas". En consonancia con ello, Eisenhower conformó un millonario gabinete de prominentes figuras del mundo del petróleo que, al decir del mismo presidente saliente, Truman, conformaban una verdadera "camarilla petrolera".
Si a éstos elementos agregamos el creciente rol del petróleo de Oriente Medio (mientras durante la Segunda Guerra esta zona aportaba 100 millones de barriles anuales, en 1952 lo hacía con 762) puede echarse luz respecto de por qué una vez arribado Eisenhower a la Casa Blanca, Foster Dulles (Secretario de Estado) prohibió que los funcionarios del Departamento de Estado siguieran adelante buscando una negociación con Mossadegh. De allí en adelante, la construcción simbólica se abrió paso descontextualizando los hechos porfiadamente. Dulles entonces subrayó que veía con "honda preocupación" lo que entendía como "crecientes actividades" del Partido Comunista Tudeh, detrás del cual estaba el comunismo internacional rodeando a Mossadegh. Reunido el Consejo de Seguridad de EEUU para discutir la situación iraní, Dulles realizó el siguiente comentario: tras dar como seguro que se avecinaba un golpe de estado soviético en el país, declaró que con tal usurpación "no solamente el mundo libre se verá privado de los enormes activos que representan la producción y las reservas petrolíferas iraníes (…) sino que, además, los rusos obtendrán estos activos y por lo tanto se verán libres de la preocupación de sus recursos petrolíferos. Y aún peor, si Irán sucumbe (…) no habrá ninguna duda de que en breve plazo las otras zonas de Oriente Medio, con un sesenta por ciento de las reservas petrolíferas mundiales, quedarán bajo control comunista". Alarmado, el presidente norteamericano preguntó si acaso había alguna salida, fue respondido afirmativamente. Fue entonces cuando se barajó el naipe que faltaba, el de la CIA, instrumento ágil, discreto y económico para deshacerse de gobernantes molestos o poco proclives a aceptar los lineamientos de EEUU.
El "Plan Ajax"
Decidido que Mossy "tenía que irse", según Allen Dulles (director de la CIA y hermano del secretario de Estado) el plan entró en su "fase activa".
Destruido de forma deliberada el grueso de la documentación relativa a la operación encubierta durante los 60 (elemento importante, pues parece reflejar cuanto tenía la CIA por esconder), poseemos igualmente los detalles de la misma gracias al libro que publicara en 1981 Kermit Roossevelt (Contercoup: The Struggle for the control of Iran). Pese a no ser la visión de un historiador neutral sino la del agente que la dirigió, es igualmente reveladora en muchos de los aspectos concernientes al detalle mismo, e importante por cuanto sirvió de modelo a la operación que un año más tarde depuso a Jacobo Arbenz de la presidencia de Guatemala (BRECHA, 25/10/02).
A la sombra de una constante prédica de Foster Dulles, fiel a su visión bipolar y maniquea según la cual todo se reducía a la lucha del bien (EEUU) contra el mal (URSS), la estrategia consistió en hacer aparecer a Mossadegh estrechamente ligado al comunismo y su país, cada vez más de prisa deslizándose hacia la línea de Moscú.
A la sombra de una constante prédica de Foster Dulles, fiel a su visión bipolar y maniquea según la cual todo se reducía a la lucha del bien (EEUU) contra el mal (URSS), la estrategia consistió en hacer aparecer a Mossadegh estrechamente ligado al comunismo y su país, cada vez más de prisa deslizándose hacia la línea de Moscú.
Sin embargo, tal visión contrariaba abiertamente los informes de los analistas de la misma CIA en el lugar de los hechos. Dos de ellos, hoy desclasificados, son claros respecto a que el "Partido Comunista Tudeh no es probable que consiga la fuerza suficiente para derrocar al Frente Nacional mediante medios constitucionales o por la fuerza". Más allá de que según el analista, el Tudeh continuaría "beneficiándose del actual deterioro económico" y posiblemente intentando "instigar a los provocadores y a los desórdenes de los campesinos y los trabajadores urbanos", parecía claro que no "tendrá garantizado el status legal durante 1953 y no desarrollará la suficiente fuerza para ganar el poder por medios parlamentarios o por la fuerza". Todo ello complementado con la definición de las relaciones bilaterales entre Irán y la URSS como "frías y cerradas".
Sin considerar tales circunstancias, la retórica diaria de Dulles era apocalíptica: Mossadegh constituía un peligro pues daba pie a la acción del comunismo internacional y por ello se plasmaba como un hecho que de no actuar, el país caería en manos soviéticas. Todo ello servía de base para una intervención urgente de EEUU en pro de su derrocamiento y a nombre de contener el "avance comunista". Decididos a que la forma fuese encubierta (pues el gobierno norteamericano no estaba dispuesto a correr con los costos de una intervención militar, ni tampoco la situación lo ameritaba, como en efecto lo sabían) se programaron los detalles de la operación bautizada con la clave secreta de "Ajax".
Kermit Roosevelt, nieto del ex presidente norteamericano y calificado agente de la CIA en Oriente Medio fue designado como jefe. Este, relató en su libro que la CIA seguía los episodios iraníes muy de cerca desde su misma creación y que, en 1950 él había incluso viajado a Irán para contactar allí a elementos de la oposición al Frente Nacional cuando Mossadegh era sólo un político prometedor. De ahí en más, diariamente informado sobre lo que acontecía en el país, Roosevelt revela que fue en el correr de 1952 cuando fue abordado (en oportunidad de una visita a Londres) por directivos de la petrolera AIOC ansiosos de "deshacerse" del nacionalista iraní.
Con la operación en marcha, Roosevelt (ya conocedor de la realidad persa) elevó su estrategia convencido: en el caso de una "confrontación entre el Sha y Mossadegh, el ejército y el pueblo iraní apoyarán al Sha", pues "si se decía al pueblo y a las fuerzas armadas que Mossadegh les obligaba a elegir entre su monarca y una figura revolucionaria respaldada por la Unión Soviética, la elección sería unánime" a favor del Sha.
Sobre esta base la CIA (apoyada por el servicio secreto británico), envió a "Kim" Roosevelt y Norman Schwarzopf (el organizador de la policía secreta del Sha) por carretera desde Irak a mediados de julio de 1953. Ya en Teherán, la tarea consistía en convencer al Sha y al general Zahedi (el elegido para sucesor de Mossy) de la viabilidad del plan. Para ello, Kim, sigiloso y no menos discreto, consiguió adentrarse en el mismo palacio del Sha (de madrugada y tapado con una manta en la parte trasera de un automóvil) donde reunido con este, lo logró convencer de la efectividad de su fórmula. Realizado esto, los agentes de la CIA comenzaron a buscar y pagar ("gastando dinero como si no tuvieran que dar cuenta de ello -como no tenían que hacerlo-", señalaba el historiador norteamericano Ambrose) a los agitadores que habrían de cercar la casa de Mossy para obligarlo a dimitir. Así, la fase final comenzó a mediados de agosto de 1953 tras sortear una infidencia que casi lo arruina todo: alertado Mossadegh de que algo se tramaba destituyó a importantes generales y, asustado, el Sha se exilió fuera del país. En vistas de lo citado, la madrugada del 18 de agosto de 1953 Roosevelt (que dirigió la operación desde un sótano sin parar de entonar WLucke be a lady tonight", en ese entonces un clásico de Broadway) telegrafió a su país que lo proyectado había fracasado. Sin embargo, y durante el transcurso de aquella madrugada de aparente derrota, los hechos tomaron un giro sorprendente cuando finalmente las frenéticas turbas pagas por la CIA atemorizaron y forzaron a Mossadegh a dar un paso al costado. Kennett Love, un periodista del New York Times que cubría los sucesos desde el frente de la residencia de Mossadegh, en medio de la confusión que reinaba aquella noche y tras escapar a las balas disparadas desde dicha casa (a la que los manifestantes se proponían entrar por la fuerza) se refugió (sin quererlo) en una estación de radio donde también se encontraban opositores a Mossadegh. Transmitiendo en vivo y por esa onda (única que había pues las demás habían sido cortadas por Mossadegh) los sucesos, el general al mando de las fuerzas contrarias al líder atrincherado (que había dado por fracasada la operación) acudió al lugar para colaborar en el esfuerzo opositor. Una vez allí y reforzada la oposición, la presión incesante surtió efecto: Mossadegh, pese a lograr escapar, renunció.
Enterado Zahedi (y de acuerdo con la planificación de la CIA) convocó para la mañana siguiente a una conferencia en la que anunciaría formalmente la dimisión del primer ministro saliente y se presentaría como sucesor tras el llamado del Sha. No obstante esto, y también según la estrategia de la CIA, una manifestación de apoyo al exiliado Sha y rechazo a Mossadegh comenzó a ganar las calles de Teherán hasta alcanzar a ser una gran multitud. Convertidas las calles en centro de violencia y confusión, las fuerzas policiales y el ejército actuaron en la disuasión de los seguidores del depuesto Mossadegh. Silenciados éstos y enterado el Sha ("sabían que me querían" se limitó a decir desde Roma) la operación encubierta había sido un éxito.
Terminado el contragolpe, el Sha retornó a su trono y Mossadegh vio la prisión acusado de "conspiración" tras ásperos debates en un Tribunal al que acudió vistiendo sus clásicos pijamas. Liberado en 1956 de allí en más se dedicó a su familia hasta morir el 5 de marzo de 1967.
Instalado Zahedi (moderado simpatizante del nazismo) en el gobierno, la inestabilidad política siguió siendo la característica esencial a nivel interno, amén del presuroso reconocimiento y los 45 millones de dólares otorgados con rapidez.
Terminado el contragolpe, el Sha retornó a su trono y Mossadegh vio la prisión acusado de "conspiración" tras ásperos debates en un Tribunal al que acudió vistiendo sus clásicos pijamas. Liberado en 1956 de allí en más se dedicó a su familia hasta morir el 5 de marzo de 1967.
Instalado Zahedi (moderado simpatizante del nazismo) en el gobierno, la inestabilidad política siguió siendo la característica esencial a nivel interno, amén del presuroso reconocimiento y los 45 millones de dólares otorgados con rapidez.
Independientemente de esto, el desarrollo posterior de los acontecimientos dentro del Irán resultó revelador de qué se escondía detrás de la estrategia norteamericana ("gran dragón", para tomar la expresión de Mossadegh): un nuevo acuerdo petrolero y el desplazamiento de Gran Bretaña de la que hasta ese momento había sido una privilegiada posición. Así, y a un año de los acontecimientos, un nuevo consorcio internacional se hizo cargo de la extracción del petróleo iraní, y en él, los empresarios norteamericanos pasaron a controlar un 40% del preciado "gran dragón".
Se torcía entonces, el moderado nacionalismo de una nación desgarrada por la miseria. Y tal vez más importante, demostraba su eficacia una vía encubierta que de allí y hasta hoy mismo, es moneda corriente de la política exterior norteamericana.
fuente 1
fuente 2