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El capitalismo contra los Beatles

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(Dedicado a mis hermanos en Cuba) 
En el 45 aniversario de las dos únicas actuaciones en España del cuarteto de Liverpool

Carlos Tena

          Los mayores ataques contra el fenómeno del rock y los Beatles, no vinieron únicamente desde los gobiernos comunistas más ortodoxos de la Europa oriental o de los revolucionarios cubanos más radicales, que se limitaron a denostar del fenómeno beat, (creyendo que de esa forma se protegía la música local), a no importar los entonces carísimos discos para sus maltrechas economías o a vetar (de manera oficiosa) las canciones de los grupos más en boga; es ya hora de recordar que las mismas actitudes y diatribas provinieron también de la rijosa maquinaria capitalista, encabezada por decenas de políticos, sacerdotes, obispos, miembros de diferentes sectas religiosas, ultraderechistas, sionistas y demás illuminati del fascismo imperante en los USA. 

          En el llamado primer mundo, la mayor parte de las cadenas de TV, diarios y emisoras de radio, se negaban a admitir una confrontación pública, de índole moral y costumbrista, entre la influyente, poderosa y rancia derecha y una potente empresa discográfica como la EMI, debido, en primer término, al inmenso dinero que generaba el fenómeno de los chicos de Liverpool; ya se sabe que cuando la plata entra por la puerta, las creencias religiosas salen por la ventana, al menos durante unos años.  

          La quema en hogueras y otro tipo de destrozos públicos de miles de discos del cuarteto (álbumes, sencillos, fotos, etc.), que se sucedieron en miles de pueblos y ciudades de medio mundo, no tuvieron como escenario La Plaza Roja de Moscú, la de la Revolución en La Habana o frente al Muro de Berlín, sino en las calles y plazas más céntricas de Nueva York, México, Boston, Roma, Chicago o Washington, antes y después de aquella rotunda y certera frase de John Lennon, en la que más o menos vino a ratificar que la popularidad de The Beatles a finales de la década de los años 60, era tanta o más que la de Jesucristo*.   

          Es obvio que a los sistemas socialistas, esa afirmación resultaba tan cierta como la persecución implacable (que hoy mismo se aprueba en la Polonia del siglo XXI) de todo atisbo ideológico que apuntara al comunismo y toda su simbología. Resulta paradójico que el capitalismo se encargara de asesinar (vía FBI y la CIA, utilizando a un pobre psicópata llamado Mark Chapman*) al cerebro del cuarteto, catorce años más tarde de producidas aquellas declaraciones.  

          No es ningún secreto que a Lennon lo mataron, entre otras razones, porque fue declarado enemigo público del régimen de los USA; un asesinato que yo mismo denuncié, al día siguiente de conocer el crimen, en las páginas de la revista La Calle, sustituta de aquel inolvidable semanario llamado Triunfo, que tanta satisfacción proporcionó a los españoles antifranquistas.  

          A ninguno de los dirigentes de la extinta URSS, Cuba, Hungría o la RDA, se le ocurrió pronunciar frases como las de David A Noebel, eminente sociólogo yanqui, pastor de la Cruzada Cristiana Anticomunista (idéntica, insisto, a la que hoy asola Polonia, Chequia, Dinamarca, Suecia, etc.), quien en el colmo del alarmismo advertía: "Asegurémonos de que eso melenudos beatniks anticristianos no destruyan América". El corajudo hitleriano se erigía así en paladín de una supuesta moral norteamericana, arremetiendo contra la perniciosa influencia del rock and roll entre los jóvenes de la nación.   

          El mentado líder religioso, aún activo, escribió  dos libros* dedicados a la música popular, a cual más delirante, que vendieron miles de ejemplares entre el jolgorio y la condena hacia el cuarteto más famoso de la historia; su contenido dejaría en pañales cualquier articulo acerca del mismo tema que se hubiera publicado en el campo socialista, precisamente porque a mediados de los años sesenta, Noebel y los suyos, agazapados en el Partido Republicano, se habían convencido de que los Beatles encarnaban un Caballo de Troya musical, que el comunismo soviético había lanzado contra la civilización europea; ni Rubalcaba lo habría explicado mejor.  

          En una jugosa entrevista para Newsweek, Noebel asegura que "Los Beatles están llevando a la juventud norteamericana a un estado de excitación y alienación tal, que podrán llegar a hacer cualquier cosa que les pidan. Incluso, llegado el momento, los comunistas harán que los Beatles salgan por televisión para hipnotizar a la juventud y llevarles a la revolución"   

          No crean los lectores que esas palabras cayeron en el olvido, no. Un año después, tras aquella declaración de Lennon sobre los Beatles y Jesucristo, antes citada, las palabras y panfletos del líder religioso se utilizaron para convencer a la población de que lanzaran a la hoguera pública los discos de los músicos británicos. Fueron vetados en casi todas las emisoras de radio y TV, en decenas de estados de la Unión, y hasta el Ku Klux Klan les amenazó de muerte. Los Beatles, en su última gira por USA, declararon con su típico humor sardónico: ¿Pero cómo vamos a ser comunistas, si somos los mayores capitalistas del mundo entero?  

          Podría llenar Kaos con datos sobre los vetos, prohibiciones, quemas y condenas acaecidas bajo el capitalismo en el tema Beatle, pero baste citar lo acontecido en Filipinas, donde reinaba una pareja asesina formada por Imelda y Ferdinand Marcos, íntima de los Franco y los Borbón; los Beatles declinaron una invitación para cenar con los mandatarios, negativa que provocó la ira de estos, cuya policía trató de impedir que los cuatro británicos llegaran sanos y salvos al aeropuerto de Manila, para tomar el avión de regreso a Londres. 

          Las calles fueron ocupadas por el ejército; había soldados en las intersecciones y las vías estaban cerradas. Finalmente, el chófer filipino que les llevaba pudo encontrar un camino secundario para llegar a la terminal. Ya dentro del aeropuerto, los de Liverpool vieron a un grupo de manifestantes que se acercaba hacia ellos en actitud amenazadora.

En el trayecto hacia el avión, aunque protegidos por una decena de guardaespaldas, unas 300 personas les insultaban y escupían ante las mismas caras de la policía filipina, mientras gritaban "Beatles, go home!". El más afectado fue Ringo, que recibió un puñetazo en pleno rostro y fue pateado tras caer al suelo. Hasta uno de los pilotos tuvo el noble gesto de descender del aparato, para ayudar a que los cuatro jóvenes llegaran al interior del avión. Ningún crítico de Falsimedia ha hablado jamás de esta lamentable anécdota, ilustrativa del comportamiento de los dictadores protegidos por USA, sus policías y sicarios. 

          Es verdad que en Cuba, la Unión Soviética, China o Albania las autoridades se negaron a difundir aquellas canciones durante casi cinco años, o a estrenar las películas que Richard Lester dirigió sobre los de Liverpool, pero también es rotundamente cierto que al igual que en lo acaecido en cientos de ciudades de EEUU y Europa, debo decir que en el mismo Madrid, en la sede central de la Radio Nacional de España y en otras muchas emisoras, se rompían los discos del grupo en los despachos de los directivos (cosa que jamás sucedió en el campo socialista), que se mofaban de sus melenas y canciones, mientras que varios profesionales aún activos, censuraban mi debilidad por el beat sound, tachando de pandilla de maricones a John, Paul, Ringo y George.  

          Gracias a aquella lamentable dosis de hipocresía, tuve la inmensa fortuna de asistir a su único recital en Madrid, y un día antes a la rueda de prensa en el Hotel Fénix (en una de las esquinas de la Plaza de Colón), dado que uno de aquellos ejecutivos, un perfecto Torquemada del Ritmo, me entregó su acreditación y ticket de entrada a la madrileña Plaza de las Ventas, para disfrutar del concierto (poco más de media hora, con la Policía Nacional mirando desafiante hacia el tendido para que nadie se moviera)* y de la previa rueda de prensa, en la que se puso de manifiesto la estupidez profesional de las estrellas mediáticas de entonces, que no tenían nada que envidiar a los Gabilondo, Wyoming, Buenafuente, Calleja o Losantos, formulando preguntas que giraron en torno a temas tan fundamentales como si a los autores de joyas como A Hard Day’s Night les gustaba el vino tinto, si habían comido paella, si sabían algo de flamenco, si tenían asegurado sus cabellos o qué les parecía la España de entonces.   

          Hace unas horas, una amiga me llamaba para recordarme que en pocos días se cumplirá el 45 aniversario de los dos únicos recitales de The Beatles en España (2 y 3 de Julio de 1965)*, así que me ha parecido oportuno complacerla y dejar sentado que, si bien bajo los sistemas políticos de la órbita comunista se cometieron errores, en forma de vetos y censuras varias, fue bajo los regímenes capitalistas donde mayores bestialidades, prohibiciones, restricciones, amenazas, chantajes, intimidaciones, ataques e insultos se vertieron contra el grupo, coronando el escenario, años más tarde, con el infame asesinato de John Lennon, orquestado, urdido y aprobado por las más altas autoridades del gobierno y las agencias de espionaje de USA.  
          El capitalismo es experto en explotar la violencia y el terror, los asesinatos en masa, la tortura, las invasiones, para venderlas al mejor postor, encerradas bajo un atractivo envoltorio en forma de revistas, películas, videojuegos y programas de televisión que, a su vez, manipulan las emociones de los ciudadanos ingenuos. Crímenes con sabor inequívocamente americano. 
 
Notas.-
 
(1) "Nosotros somos tan famosos como Jesucristo. Aunque él fuera una gran persona, sus discípulos lo echaron todo a perder…" (John Lennon, durante una entrevista en 1966) 
(2) EEUU contra John Lennon, es el título del documental sobre la década 1966-1976, que conmovió al público asistente en una de las ediciones del Festival Internacional de Cine de Venecia, dirigido por  David Leaf y John Scheinfeld 
(3)  Communism, hypnotism and the Beatles: An analysis of the Communist use of music (The Communist Master Music Plan, 1965)
Rhythm, riots, and revolution: An analysis of the Communist use of music
(The Communist Master Music Plan, 1966) 
(4) En el libro Los Beatles en España, escrito por José Luis Álvarez, (Editorial Lobo Sapiens), el autor aclara ciertos aspectos de aquella visita, asegurando que “La Policía impidió acceder al recinto a los que tenían mala pinta”. Según el autor de este libro, la llegada de Los Beatles a España no fue bien recibida por la prensa, no solo del régimen, si no en general.

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