NAIROBI (AP) – Luego que tres adolescentes y un niño le dijesen a la policía en junio que un sacerdote católico italiano había abusado de ellos sexualmente desde hacía años en un albergue para menores pobres, el máximo prelado de la iglesia en Kenia anunció que se iniciaría una investigación.
Diez meses más tarde, nada ha sido investigado por la iglesia, dice su propio abogado, y el Vaticano no ha sido informado.
El cura acusado, el padre Renato Kizito Sesana, continúa administrando el albergue y otros similares en las afueras de Nairobi.
La policía keniana dijo que no ha encontrado evidencia y que cree que Sesana es inocente. Sesana ha negado las acusaciones, diciendo que algunos de sus acusadores pudieran haber sido sobornados o coaccionados como parte de un plan para arrebatarle a la iglesia propiedades valoradas en hasta 5,3 millones de dólares.
No estaba claro si el abuso ocurrió o no, pero la respuesta de la iglesia _o la falta de respuesta_ ha causado un furioso debate en Kenia.
El caso está siendo seguido muy de cerca en medio de cuestionamientos de la capacidad de la iglesia católica para lidiar con los agresores sexuales entre sus fieles en todo el mundo, luego de que autoridades eclesiásticas hiciesen caso omiso o encubriesen reportes de abusos en Europa y América.
“La iglesia no era uno de los lugares a los que prestamos mucha atención cuando examinábamos los asuntos de abuso sexual de menores”, dijo Millie Odhiambo, directora de Cradle, un grupo de derechos infantiles y miembro del parlamento. “Siempre existía la presunción de que la iglesia era un lugar seguro. Ahora estamos concentrados en la iglesia”, agregó.
Odhiambo no está satisfecha con la pesquisa de la policía, que es considerada generalmente inepta y corrupta, y dice que la iglesia debería haber realizado una investigación independiente. Agrega que se necesita más investigación policial.
El fiscal general ha prometido más pesquisas, pero no estaba claro si se había tomado alguna acción en ese sentido.
Sesana, que actualmente vive fuera de Kenia, no respondió a mensajes electrónicos ni llamadas telefónicas de The Associated Press para hablar sobre las acusaciones.
Sesana se ganó la admiración de muchos donantes por sus trabajos con los pobres y luego de conocerse las acusaciones muchos partidarios hablaron públicamente cómo la ayuda del clérigo había cambiado sus vidas. Desde 1995 hasta el 2001, el sacerdote escribió una columna semanal llamada “El cuaderno del padre Kizito” en el Sunday Nation, uno de los periódicos mayores en el este de Africa.
El caso ocupó los titulares en junio cuando los cuatro acusadores acudieron a la policía, diciendo que los abusos habían comenzado cuando ellos tenían 11, 13, 14 y 16 años.
Las acusaciones desataron indignación pública y el cardenal John Njue prometió en una conferencia de prensa que se iniciaría una investigación.
Las presuntas víctimas dijeron que el sacerdote les solía pedir que se quedasen a lavar platos luego de sus cenas regulares para grupos de niños en su casa en los terrenos del albergue. Dijeron que Sesana escogía a uno de ellos y abusaba sexualmente de él.
“Luego del incidente perdí mi fe en la iglesia católica y ya no voy a misa. Pienso que es una pérdida de tiempo. Estoy pensando en sumarme a otra iglesia”, dijo una de las presuntas víctimas, que ahora tiene 17 años, a la AP.
El y otro acusador entrevistado por la AP pudieron que no se revelasen sus nombres, por temor a represalias. Otro de los acusadores, que ahora tiene 25 años, dijo que Sesana comenzó a abusar de él hace 10 años y que el abuso culminó en 2008, cuando el cura salió brevemente del país.
A una pregunta de por qué permitió que los abusos siguiesen cuando él ya era adulto, el joven dijo que fue coaccionado porque el sacerdote había amenazado con suspender los pagos de cursos que él estaba tomando y más adelante amenazó con cesar pagos por trabajos mecánicos que estaba realizando en el albergue.
Poco después de acudir a la policía, tres de los cuatro acusadores, incluyendo el de 17 años, se retractaron, diciendo que habían sido forzados a hacerlas por estafadores que planeaban apoderarse de propiedad de la iglesia, pero el joven de 17 años le dijo a la AP este mes que solamente se retractó porque él y su madre recibieron mensajes de texto en los que fueron amenazados de muerte.
