EEUU: La Doctrina Trump y el Nuevo Imperialismo MAGA

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Nicaragua: Compañera Rosario presenta proclama a mujeres en su día


Las mujeres nos estamos reencontrando, reencuentro de dignidad, nuestra identidad de mujer se suscribe con la valentía de nuestra lucha diaria, porque queremos respeto, tenemos capacidad, nos sobra fortaleza y por lo tanto convertimos nuestro derecho y necesidad de justicia en conciencia y batalla cotidiana. 

El discurso no basta. La retórica suele ser vacía, falsa, cosmética pura, cada 8 de marzo nos medimos las costillas a ver si encontramos fracturas, a ver cuántas hemos dejado en el camino, cuántas costillas, encumbrando a Adán y empujando a Eva. 

Cada 8 de marzo las derechas internacionales organizadas e institucionalizadas pasan cuenta y factura a la izquierda; cada 8 de marzo el capitalismo “perfecto” levanta el dedo acusador contra el socialismo, que por supuesto para ellos jamás va a ser bueno ni mejor y mucho menos modelo o ruta de perfección.

Cada 8 de marzo el examen y el auto examen, una rutina aburrida y un desfile de máscaras y mentiras revestidas de amargada autoridad matriarcal, ese desfile surca el escenario del teatro manipulador donde adversarios políticos disfrazados de corte y jueces de género juzgan y se atreven a condenar. 

Las y los auto elegidos abusan del derecho, necesidad y demanda de millones de mujeres a quienes su modelo explotador, destructivo y depredador ha reducido a objetos sexuales, publicitarios, económicos, políticos, ideológicos y culturales perpetuando el dominio del capital, libre empresa, libre mercado.

 Ese libérrimo y fracasado modelo de liberación total tiene el descaro de venderse como felicidad, como propuesta liberadora y democrática frente a las mayorías empobrecidas y esquilmadas que poblamos la Madre Tierra... de los espantos y muertos, líbranos Señor.

Cada 8 de marzo las mujeres quisiéramos, sobretodo, ver florecer e iluminarse la conciencia, conciencia para asumir, plena, eficaz y cualitativamente el derecho y los derechos, conciencia para asumir y protagonizar con calidad y efectividad los espacios que a golpe de corazón hemos venido abriendo en este mundo y en esta llamada civilización, conciencia para destacar avances y precisar desafíos, para profundizar avances y enfrentar desafíos, para defender avances y apropiarnos de cada desafío como nos apropiamos de la libertad, la independencia y el patrimonio cultural e ideológico que nuestros próceres, maestros y maestras de las inmensas batallas nos han legado como bandera y como ruta.

Crecer conciencia para librar las batallas, para dar la pelea, para batirnos a duelo con la pobreza, lacra capitalista, miseria capitalista, infierno capitalista, terreno de batalla permanente donde nos toca afilar el corazón para asestar dardos y golpes demoledores que vayan arrinconando el modelo caduco y alumbrando el Alba, el camino, la pagina todavía en blanco de la historia que por obligación y decencia, por compromiso imprescindible, por urgencia humana debemos hacer mejor.

No podemos ceder a la tentaciones de escribir paraíso o infiernos con la intuición, arma femenina, la intuición propia de la conciencia despierta como mágico polo a tierra y a cielo abierto, debemos decir que muy poco, relativamente, está hecho, que no hemos deshecho el daño catastrófico del capitalismo neoliberal, que todo o casi todo está pendiente, que somos jefas y todavía esclavas, promotoras, constructoras, albañiles, obreras y muchísimas similares.

Que somos al mismo tiempo todavía esclavas y ya líderes, que hemos vivido las grandes marchas, las tremendas batallas, andado las encrucijadas y desplegado alas en todas las victorias y que sin embargo, al examen del recorrido, la luz de la conciencia parece adormecerse y pierde la dimensión de grandeza, propiedad mérito, justicia, pierde el concepto de derecho puro, la luz de la conciencia creo que sin saberlo se atenúa y vuelve opaco el pasado, enturbia las aguas del presente y, ojo, podría incluso oscurecer o empañar el espejo del porvenir.

La conciencia, hermanas, regla de oro, asumir, asumir, asumir, ver, prever, descubrir lo invisible, hacer posible lo imposible, frase de Juan Bautista Arríen, me la dijo el sábado, yo la hago mía y la propongo para todas.

Trabajar con la lámpara encendida, ver hacia atrás para encontrar fortaleza, ver el entorno, el presente, para encontrar fortaleza, ver el futuro con fortaleza, la mujer la paradoja, femenina palabra, mujer, Nicaragua, revolución todas en femenino, todas inmensas, todas en género humano, todas cualidades, sutilezas, sensibilidades, solidaridades, intensidades, potencial increíble con piel y manos de mujer.

Una perspectiva de generosidad ingenua podría diluirnos el paisaje. Necesitamos conciencia despierta para tomar el pulso a éxitos y reveses, alerta temprana para recoger y relanzar la esperanza, para impedir que la rutina y el vértigo hundan las banderas o describan prioridades que no incluyen el género.

La MUJER debe estar presente en todas las rutinas y todos los destinos, como prioridad absoluta, como protagonista absoluta, como valor, como visión, como pasión, como creación y como sueño. La mujer concibiendo y pariendo mundos que nunca dejan de girar porque son la vida real y debemos hacerla mejor aunque la compresión de esa mejoría aparezca aún contradictoria, difusa, complicada, difícil según la particularidad del quehacer y el manoseo inclemente de la ajada agenda política, porque padecemos la inflada femeninocracia profesional que no tiene nada del feminismo revolucionario, humanista, compasivo y verdaderamente radical, porque el feminismo revolucionario propone cambiar el mundo, no dejarse cambiar por el sistema que domina el mundo.

Pero al fin y al cabo el 8 de marzo es un día más, ángeles, demonios, se ven infiernos, un día más o un día especial entre tantos días especiales. Tal vez un día para encontrarnos, tal vez un día para trascender ópticas, intereses y límites propios de la gastada y estrujada política de ópticas e intereses, tal vez un día para querernos, tal vez recogernos y enfocar horizontes hundiendo la mano en la distancia, atrás y adelante, antes de volvernos ciegas, sordas, mudas, antes de incomunicarnos, antes de perder los contornos, antes de invisibilizarnos, antes de sepultarnos en maremotos de términos incomprensibles e inútiles para las mayorías. Antes de perder el momento, la oportunidad, la puerta abierta en la historia. Antes de perdernos. 

Venimos y vamos, todo ordinario y todo extraordinario. En el trayecto partícipes y audiencias, todo es bueno y todo es malo, todo realidad, todo también humildad, para reconocer que tanto está por delante, valentía para comprometernos a seguir adelante, alegría, optimismo para reconocer que el vaso no está vacío ni vaciándose, que viene de a poquito en llena, valor para asumir la esperanza, llenar el vaso es llenar la vida y cuanta dificultad sin embargo, hermanas para el encuentro solidario de las voces, reclamos, urgencias para la construcción.

Pero la democracia es la suma de todas esas voces, y de todos esos desencuentros, la democracia como la entendemos es el debate y el encuentro del interés común, de los objetivos y las metas comunes, los objetivos y las metas que siempre cambian porque cada día somos las mismas y somos diferentes. Pensar, investigar, estudiar, aprender, abrirnos al universo en cada una de sus circunstancias, su posibilidad, su sendero, abrirnos al cambio y a la transformación, así nos vemos queriendo ser, así, espero, vamos siendo.

A más ilustración, más compromiso de comunicación, entrega, vigencia y vivencia de organización, de organización que transmita vitalidad, a través de la enseñanza, compartir enseñanzas, aprender para distribuir aprendizajes. Cada mujer planta semillas, abre surcos, siembra, cultiva, abona y vamos recogiendo cosechas aunque todavía son insuficientes. 

Conciencia de insuficiencia entonces, conciencia de carencia, conciencia de urgencia, cerrar las puertas a la complacencia y a la comodidad, abrir las compuertas al entendimiento y al crecimiento. Saber que hemos diseñado el mapa y urge caminar derecho, restitución de derechos, acuerdos y desacuerdos, cuotas, acciones afirmativas, 50% y más en todos los espacios, claro que lo queremos, claro que lo proponemos, claro que lo exigimos, pero más claro aún, compañeras, nos toca a nosotras asegurar que no sean espacios nominales, ni publicidad política barata o rendición de cuentas a desprestigiados organismos internacionales.

Acción afirmativa, cuotas 50% y más en todos los espacios de la vida política, vida social, vida económica, de la vida pluricultural, del renaciente protagonismo económico y afrodescendiente de las jefaturas institucionales, estatales, de las listas partidarias de elección interna, popular, local y nacional.

Cincuenta por ciento y más quiere decir, equidad construida si desde nuestra propia experiencia de batalla y debemos llenar los espacios con presencia y trabajo real, sin guerra entres los sexos, sin guerra entre nosotras, pero sí asumiendo los combates, las trincheras, las batallas, las banderas, las ideas y prácticas de una lucha justa, real que nada obliga a ser silenciosa o clandestina. Una batalla legal, jurídica, cultural, política, ideológica, una batalla en los espacios de la economía por tierra, trabajo, vivienda, crédito, propiedad. Por liderazgo pleno en el Estado, el gobierno, los partidos, el partido Frente Sandinista de Liberación Nacional, la juventud, sindicatos, movimientos y organizaciones sociales y laborales, por liderazgo pleno en el modelo en desarrollo de Poder Popular que sin la participación equitativa de la mujer nunca será revolucionaria.

Cincuenta por ciento y más y no del diente al labio, no como condescendencia, dádiva, regalo, limosna o manipulación electorera. 50% y más no como maña o truco para tranquilizar o engañar, 50% y más en todo, pero desde nosotras, conociéndonos, reconociéndonos actrices de los decretos, ordenanzas, resoluciones, artífices y ocupando, ejerciendo con absoluta noción y práctica de derechos los cargos, el desempeño, el desarrollo, la ejecución de las agendas por las cuales estamos obligadas, compañeras, a rendir cuentas en igualdad de condiciones también ante una nación que se construye nueva, que se quiere nueva, que propone unida, que se busca cohesionada en la comprensión íntegra del bien común.

Queremos una agenda social donde la salud sea patrimonio y responsabilidad de hombres y mujeres, donde temas aparentemente tabú como la salud reproductiva, sexual, el azote del VIH/Sida, el aborto terapéutico, la defensa de la vida de la mujer, de la madre, del hombre, de el y la adolescente, del niño y la niña, la responsable e indispensable educación sexual de la juventud sean parte de una reflexión y un debate nacional despolitizado que deje de ser manipulado, con fines de clientelismos políticos y financieros por movimientos y organismos que no cuentan con autoridad o representatividad necesarias para juzgar y condenar, movimiento y organismos que además no toman en cuenta la cultura, las creencias, la tradición, los valores y las prácticas sociales, familiares y comunitarias del pueblo nicaragüense.

Movimiento y organizaciones encadenados a su propia dependencia del negocio, del vicio o de la espectacularidad mediática, ellos lo saben y nosotras también lo sabemos.

Queremos una agenda social donde la educación sirva a todas las mujeres y abra oportunidades a todas, oportunidades y derechos sin excepción, más allá de su situación o condición de vida. Una educación que restituya en su enfoque integral el reconocimiento, el derecho, la condición de protagonistas a las mujeres en respeto y equidad. Una educación que forme las nuevas generaciones en el entendimiento en que el mundo ha sido habitado y construido por mujeres y hombres, que la cultura y la ciencia han sido desarrolladas por hombres y mujeres y que el aporte de las mujeres en la historia, en la memoria, en el presente y en el futuro deben ser rescatados, visibilizados, reconocidos e incorporados a la narración, a la HISTORIA, al patrimonio, a la cultura, a la identidad humana.

Queremos una agenda social donde las mujeres decidamos sobre políticas, programas y acciones que nos garanticen igualdad de derechos y condiciones para habitar la vida.

Queremos una agenda laboral que nos reconozca como sujetas económicas activos en todos los campos, que nos equipare en derechos y hechos, queremos una agenda jurídica que derogue las leyes que todavía nos lesionan y diputadas y diputados que propongan las leyes que tomen en cuenta nuestras realidades y procuren dignidad, respeto e inclusión para las mujeres de todas las condiciones y todos los orígenes.

Queremos una agenda natural y ambiental que contribuya a la salvación de la especia humana, una agenda que respete los derechos de la Madre Tierra, madre, mujer, tierra, naturaleza, todas en femenino. Ambiente y entorno en género humano, en género humanidad, queremos una agenda ambiental en donde las mujeres lideremos junto a los hombres el conocimiento y la apropiación de la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra y del Bien Común de la Humanidad. Encontramos, en esta declaración, cubiertas todas nuestras demandas, aspiraciones y derechos, la respaldamos, nos adherimos, daremos por ella la madre de todas las batallas, lucharemos por la vida como siempre.

Queremos una agenda de la familia que asegure que hombres y mujeres seamos compañeros y acompañantes en relaciones justas y solidarias, queremos compartir la solidaridad de conservar nuestras mejores tradiciones familiares, nuestras prácticas culturales, de respeto y cariño a los mayores, de respeto y cuido amoroso a niños, niñas y adolescentes, de búsqueda de armonía en un núcleo que representa la diversidad humana, la familia representa la diversidad humana y los vínculos de tolerancia y entendimiento entre unos y otros, en la particularidad y la unidad.

Queremos una agenda de familia que nos ayude a identificar y practicar la democracia, una familia micro cósmica, sana, fuerte en valores, incapaz de transmitir a las prácticas sociales comunitarias esos valores aprendidos en el amor, la convivencia, la solidaridad y en saber compartir y aportar unos y otros para el bienestar de todos. Una familia desde la cual vayamos construyendo la sociedad, la comunidad del bien común.

Queremos una familia con valores, que prevenga desde la conciencia, enseñanzas y prácticas la violencia entre sus miembros, el maltrato verbal y físico, la crueldad entre hombres, mujeres, niños y niñas, una plaga que debemos responsablemente rechazar, combatir y erradicar.

No ganamos mucho sólo criminalizando, persiguiendo, penalizando o castigando, debemos a la par prevenir, enseñando y aprendiendo, transmitiendo valores, consolidando conciencia de respeto humano, es lo más inteligente y eficaz, lo urgente además.

Queremos una agenda de comunicación donde la publicidad, los espacios de entretenimiento, debate, noticia, farándula, opinión, difusión no descalifiquen, denigren, disminuyan ni perpetúen patrones culturales que discriminan y excluyen y que en síntesis aborrecen a las mujeres.

Queremos una agenda de medio que no manipule con fines de clientelismo político las batallas pendientes de las mujeres. Queremos agendas y medios de comunicación que cuenten la verdad sobre los avances y dificultades en el proceso de restitución de derechos de género y derechos del pueblo todo que venimos protagonizando los y las nicaragüenses. Y lo hemos venido haciendo en un mundo en crisis de valores, económica, ambiental, laboral y en exclusión de sistemas que ya no pueden sostenernos ni sostenerse. La comunicación, creemos debe servir para respaldar y acompañar críticamente los proceso protagónicos de cambio no para torpedearlos o dinamitarlos, nunca para entorpecerlos.

Queremos sobre todo una agenda nacional que tome en cuenta el tránsito de la vulnerabilidad en que el sistema capitalista neoliberal sumió a las mujeres y las mayorías nicaragüenses, el tránsito de la vulnerabilidad de la dignidad, a la equidad y conciencia rota, responsabilidades y derechos que propone el gobierno de del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

En esa agenda nacional la mujeres vemos con claridad que nuestra principal tarea sin menoscabo de la urgencia de asumir con valentía todas las demás es para nosotras preservar la paz social, la paz en justicia, defendiendo este proceso revolucionario que nos garantiza derechos para todas y todos.

Nuestra prioridad es defender la continuidad del Frente Sandinista en el gobierno desde la ruta electoral, defenderlo con nuestros votos, con el 51% de las mujeres nicaragüenses votando para que nuestro gobierno y nuestro modelo democrático sigamos garantizando un porvenir de derechos plenos para todas y todos.

Debemos destacar que hemos venido ocupando roles dirigentes, en el modelo de democracia directa que construimos desde la comarca, la cañada, el barrio, la comunidad. Un modelo de desarrollo que nos permite afirma que en Nicaragua el pueblo está gobernando, a través de nuestros gabinetes territoriales, ministras, ministros, directores, directoras, delegados, delegadas, alcaldes, alcaldesas, pueblo mujer, pueblo hombre, pueblo joven.

Damos seguimiento a planes, programas, acciones y  tomamos decisiones sobre cómo hacer más con lo mismo, a través de las alianzas y la justa responsabilidad compartida que hemos venido forjando, fortaleciendo y que nos forma y fortalece a todos y todas en una nueva cultura de consenso y paz.

Defender nuestros proyectos sandinista y revolucionario es defender la tranquilidad y el bien común. Por eso las mujeres nicaragüense conscientes de nuestras cualidad, fortalezas y sensibilidades especiales, conscientes de nuestra capacidad de visión, intuición, pasión y compromiso, conscientes de nuestra firmeza en las luchas, las batallas, de nuestra cuota en las victorias, nuestro paso largo en la vanguardia de la esperanza, conscientes por supuesto también de los retos que tenemos por delante y conscientes sobre todo que la gran batalla es la batalla por la conciencia nos proclamamos en batalla permanente, en campaña permanente por afirmar y desarrollar identidad cultural, espiritual, valores y creencias de nuestros pueblos y nosotras las mujeres como más de la mitad de Nicaragua.

Nos proclamamos en batalla permanente por la unidad y el bien común en nuestra patria y para la humanidad. Unidad de mujeres y hombres, unidad de mujeres y mujeres, unidad de la juventud, unidad de las familias, unidad de las comunidades, unidad, unidad, unidad por el bien común, por vivir bien, por mejorar la vida, por cambiar la vida, por cambiar el sistema, por el poder de los y las ciudadanas en todas sus dimensiones, por profundizar los mecanismos del poder popular, de la democracia directa, por continuar haciendo revolución en paz, revolución tranquila, revolución en evolución, revolución que viene de largo y que va para largo, revolución que moviliza, construye, crea, propone y logra reunir, armonizar los intereses más dispares y representar a la sociedad en su conjunto, una sociedad que piensa, habla, escribe, ama y reza en español.

Una sociedad que se ve, se refleja con orgullo en sus privilegiados países y recursos naturales, en el espejo y la grandeza de Rubén Darío, de Augusto Sandino y de las mujeres sabias, heroínas, lideres, jefas, reducidas al anonimato por una historia escrita por hombres, una sociedad que con todas y todos solo puede ir adelante, salir adelante porque ya va adelante, con el aporte, la inteligencia y la inspirada acción de un pueblo que todo conoce.

Sabemos de luchas, alegrías, lágrimas, honores y dolores. Sabemos de glorias, somos un pueblo con memoria, un pueblo de hombres mujeres que ha escogido por ello un singular camino de encuentros para construir y habitar el nuevo día, el tiempo de la paz y el bienestar.

Las mujeres como mayoría en Nicaragua hoy, 8 de marzo del 2010, Año de la Solidaridad, decretamos nuestra confianza en ese mañana que el Frente Sandinista quiere, de unidad para el bien y la dignidad de las mujeres, los hombres, las familias, la juventud tesoro divino y de toda la comunidad nicaragüense.

Que vivan nuestros triunfos, que vivan nuestras batallas.

Mujeres del sol, del Alba, de los pueblos unamos fuerzas, unamos las victorias.

08 de marzo, Día Internacional de la Mujer, 2010, Año de la Solidaridad.

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