

Apolinar Díaz – Callejas (especial para ARGENPRESS.info)
El próximo domingo 14 de marzo de 2010, en Colombia comienza una larga jornada electoral para elegir nuevo Congreso de la República, integrantes colombianos del Parlamento Andino, y presidente de la nación como conclusión del proceso electoral.
Ahí acabó el esfuerzo revolucionario de los petroleros de Barrancabermeja. Comenzó un esfuerzo de acercamiento que no fue capaz de impedir la continuación de la violencia ni de imponer un nuevo orden social y democrático. Por eso, ahora, Colombia sigue de nuevo al borde del abismo y el caos con negras perspectivas de regímenes autoritarios y corrompidos, que impulsan y riegan la violencia a todo lo largo y ancho del país. ¿Podremos parar este rumbo?
Solo mirar esas cifras y hechos por ocurrir en el campo electoral, da espanto. Las clases gobernantes colombianas no han sido capaces de estabilizar las instituciones políticas creadas en la Constitución de 1991 como producto y logro de los acuerdos de paz conquistados por el presidente Virgilio Barco y un grupo notable de negociadores colombianos y extranjeros que buscaron las fórmulas y caminos para lograr la paz, y la marcha democrática de la República. Aquel fue un momento admirable para ganar la salvación de la República y del régimen democrático. Yo mismo, por la edad, estuve al frente de la parte política que me correspondió para obtener la paz y darle a Colombia un rumbo nuevo que nos sacara de los estragos de la violencia y la corrupción que habían tomado asiento en el Estado colombiano.
El presidente Virgilio Barco, con la colaboración de hombres notables, rectos y enérgicos como el actual candidato liberal a la presidencia de la República, el Ex ministro y abogado Rafael Pardo Rueda, comprometió toda su inteligencia y poder político en poner fin a la violencia que azotaba el país en todas las regiones y direcciones, el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán destapó en una expresión fuerte y beligerante de protesta por el crimen, y de búsqueda de nuevos caminos. Fuimos miles y miles los colombianos de todas las edades que nos incorporamos a la lucha por la paz y el fin de la violencia, para tomar en nuestras manos las riendas del nuevo rumbo de la República de Colombia que solo era noticia internacional de crímenes monstruosos a todo lo largo y ancho de la República. Solamente en algunas partes de Colombia, como algunas regiones de los departamentos del Tolima, Huila, Cundinamarca, el pueblo terminó creando nuevos organismos de poder para reconquistar el orden y la tranquilidad. A mí me tocó en suerte estar en la ciudad de Barrancabermeja en su aeropuerto, para viajar en avión a la una de la tarde de ese día a Bogotá. Me acompañaban los dirigentes sindicales de la Unión Sindical Obrera, USO, cuya libertad yo había obtenido con mi actuación jurídica y política ante los jueces penales correspondientes.
Cuando esperábamos que me informaran de la salida del avión para Bogotá las autoridades del aeropuerto informaron de que había sido suspendido el vuelo porque habían asesinado al doctor Jorge Eliecer Gaitán, desde entonces candidato liberal a la presidencia de la República para las elecciones que estaban por realizarse.
El espanto, el trueno, la tempestad estalló en toda Colombia como protesta por el crimen. Lamentablemente la falta de organizaciones revolucionarias no pudo darle a la nación un rumbo de acción positivo a la protesta popular. El robo de licores y mercancías sirvió para distraer al pueblo del hecho de fondo del asesinato de Gaitán. En Barrancabermeja, por el contrario, la Unión Sindical Obrera, USO, junto con todo el pueblo de Barrancabermeja asumió la dirección de la protesta y la organización de un nuevo gobierno y poder político. El pueblo de Barrancabermeja eligió una Junta Revolucionaria de Gobierno para dirigir los hechos y asumir el poder. Yo mismo fui honrado por la confianza de ese pueblo, que me eligió como uno de los miembros de la Junta Revolucionaria de Gobierno. Asumimos el cargo y el poder y dictamos todas las medidas de gobierno para crear nuevas autoridades y otro tipo de Estado. Fuimos el único centro político y obrero de Colombia en que asumimos la totalidad del poder y pusimos en funcionamiento todos los servicios públicos y sociales, con la particular participación y eficacia del alcalde de Barrancabermeja que nombramos, el ciudadano liberal y gran militante gaitanista Rafael Rangel Gómez, que se destacó como un gran organizador, hombre serio, con poder de mando y de ejercicio de la autoridad. Rafael como alcalde de Barrancabermeja fue uno de los elementos claves de éxito y la responsabilidad con que actuamos los directores del movimiento Revolucionario.
Pero, bueno. En el país hubo saqueo y desorden. El pueblo fue inducido al robo y al consumo de licores. El 9 de abril de 1948 en Colombia fue el más grande fracaso de un intento revolucionario. Solamente Barrancabermeja se mantuvo en el ejercicio pleno del poder durante 20 días continuos, cuando hubo que negociar una solución con el gobierno nacional, ya presidido por el notable conductor liberal, doctor Darío Echandía.
Ahí acabó el esfuerzo revolucionario de los petroleros de Barrancabermeja. Comenzó un esfuerzo de acercamiento que no fue capaz de impedir la continuación de la violencia ni de imponer un nuevo orden social y democrático. Por eso, ahora, Colombia sigue de nuevo al borde del abismo y el caos con negras perspectivas de regímenes autoritarios y corrompidos, que impulsan y riegan la violencia a todo lo largo y ancho del país. ¿Podremos parar este rumbo?
Yo he creído siempre en el pueblo y creo en la capacidad del pueblo y los trabajadores para ejecutar los cambios sociales que requiere Colombia, pese a la nueva amenaza que se nos vino encima: es que el nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, es de pura extrema derecha y militarista.