ANÁLISIS
Fuente: Fernando Heller (dpa) | 20/02/2010
La Haya, (dpa) – Era sólo cuestión de horas, de minutos incluso. La ruptura en mil pedazos del gobierno de coalición tripartito de Holanda, víctima de las fuertes desavenencias por la presencia militar en Afganistán, se concretó en las primeras horas de la madrugada de este sábado, tras un agónico debate en el consejo de ministros más tenso de la historia reciente del país.
Fue la noche más complicada -y triste- para el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, de la formación demócratacristiana CDA, quien intentó un desesperado pulso político con el líder de los laboristas del Pvda (Partido del Trabajo) y viceprimer ministro, Wouter Bos, reacio a que Holanda siga, hasta 2011, con sus 1.600 soldados en Uruzgan, en el sur de Afganistán, como le solicitó la OTAN a principios de este mes.
Ambas formaciones integraban, hasta esta misma madrugada, la coalición de Gobierno de La Haya, junto a la minoritaria Unión Cristiana, favorable -al igual que la CDA- a seguir en el “polvorín afgano”, para “cumplir con los compromisos internacionales” de Holanda, según argumentó Balkenende.
Pero Wouter Bos aseguró a principios de semana que se atendría a sus promesas electorales, según las cuales antes de que acabe 2010 no debería quedar “ni un solo militar holandés en misión activa” en Afganistán.
La cercanía de las elecciones municipales, el próximo 3 de marzo, no le hizo dudar ni un segundo. Para su partido, la apuesta segura era mantenerse fiel a su electorado antes que salvar la piel del gabinete “Balkenende IV” (como se le conoce por haber asumido el mando del ejecutivo de La Haya en cuatro ocasiones).
No le faltaba razón a Bos, a quien la prensa holandesa bautizó en su día como el “Zapatero holandés”, en referencia a que comparte color político y juventud con el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. Según una encuesta publicada ayer, viernes, su Partido del Trabajo ha subido en intención de voto, tras su negativa a seguir en Afganistán.
De acuerdo con una encuesta “express” dada a conocer por el instituto demoscópico “Synovate”, si se celebraran hoy elecciones en Holanda, el Pvda subiría “entre uno y dos escaños” en el Parlamento de La Haya. Por el contrario, el CDA de Balkenende, bajaría dos escaños. La CDA cuenta en la actualidad con 41 escaños y el Pvda con 33.
Otros sondeos apuntan que ambas formaciones perderían entre un tercio y un cuarto de sus asientos parlamentarios y apuntan que el Partido de la Libertad (PVV), del populista Geert Wilders -que también se opone a la misión en Afganistán y es crítico con el Islam y la inmigración- podría sin duplicar su número de escaños y convertirse en la segunda fuerza política del país.
Las 21 víctimas mortales holandesas, caídas en diversas acciones terroristas de los talibanes en varios puntos de Uruzgan, cuna del mulá Omar, colmaron definitivamente la paciencia y la resistencia de la población holandesa, que según las encuestas divulgadas en los últimos días, no quiere que sus soldados sigan “ni un solo día más” en el “avispero afgano”.
De acuerdo con otra encuesta recogida a mediados de semana por el rotativo “De Volkskrant”, el 66 por ciento de encuestados apoyaba claramente la postura de Wouter Bos de mantenerse inflexible en su rechazo a seguir en el volcán afgano hasta agosto de 2011, como había pedido el secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen.
Por ello, opinan los analistas, la estrategia de Bos al dejar caer el gabinete ha sido calculada con la maestría propia de quien pisa las arenas, siempre movedizas, de la política.
Ha sido una jugada en clave interna. Poco le ha importado al líder del Pvda que Balkenende le hiciera un “llamamiento a la responsabilidad”, cuando afirmó esta semana que no atender la petición de la OTAN dejaría a Holanda, aliado tradicionalmente fiel de la Alianza Atlántica y miembro fundador de la misma, en 1949, “aislada del mundo”.
Aunque las extrapolaciones no sean siempre totalmente exactas, se podría decir que Holanda acaba de tener su propio “Vietnam político”. Las enormes tensiones motivadas por su presencia militar en Afganistán le han pasado una abultada factura.
Pero la caída del gabinete casi no ha sorprendido a nadie. Se daba por descontado que los laboristas no cambiarían ni un ápice su postura y que tampoco el CDA de Balkenende daría un paso atrás.
Lo cierto es que Holanda no podía dilatar el “expediente afgano” más allá del 1 de marzo, cuando debe responder al secretario general de la OTAN si sus efectivos permanecerán en el país centroasiático.
Así las cosas, Uruzgán, con cerca de 350.000 habitantes, y una de las regiones más explosivas, junto con Helmand y Kandahar, probablemente dejará de ser terreno de operaciones principal para los militares holandeses de “Camp Holland”, base Holanda, en agosto próximo.
Holanda mantiene desplegados en el país centroasiático a 2.000 militares, 1.600 de ellos en Uruzgán, además de cuatro aviones de ombate modelo F-16, estacionados en la base de Kandahar.