Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti |
Vergüenza.
Es lo que sentimos todos aquí en el hospital del Emergency en Lashkargah, Afganistán, tras el comienzo de la enésima "gran operación militar", que siempre es la más grande...
Un profundo sentido de vergüenza por lo que la guerra, cualquier guerra, provoca. Destrucción, muertos, heridos. Sangre, trozos de carne humana. Gritos feroces y desesperados. No provoca nada más.
Sin embargo, hay quien sigue pensando que es una buena manera de exportar "paz y democracia".
De hecho, a Said Rahman, conocido "insurgente" de la zona, fue paz lo que le llevaron, pero paz eterna. Le hirieron con un proyectil en pleno pecho, a primera hora de la mañana, mientras estaba en su jardín.
No estaba patrullando la zona, no estaba combatiendo, no estaba mirando a nadie.
Ni siquiera vio de dónde le llegaba el proyectil que tiene todavía en el cuerpo y que le ha perforado el pulmón derecho. Sólo sintió como una gran quemadura y luego se desmayó de dolor.
Lo trajeron en helicóptero hasta Lashkargah los mismos helicópteros que antes habían disparado, luego lo condujeron en ambulancia hasta nuestro centro quirúrgico para víctimas civiles de la guerra. Estaba bastante inestable, pero tenía un nuevo osito de peluche, recién estrenado, regalo de la democracia.
Parecía que tuviera una joroba, de toda la sangre que se le había acumulado en la espalda.
Fue operado inmediatamente, se le pusieron dos drenajes torácicos casi más grandes que él.
Y es que el conocido "insurgente" tiene siete años.
Siete.
Esta es la "gran operación militar". La más grande.
Un profundo sentido de vergüenza por lo que la guerra, cualquier guerra, provoca. Destrucción, muertos, heridos. Sangre, trozos de carne humana. Gritos feroces y desesperados. No provoca nada más.
Sin embargo, hay quien sigue pensando que es una buena manera de exportar "paz y democracia".
De hecho, a Said Rahman, conocido "insurgente" de la zona, fue paz lo que le llevaron, pero paz eterna. Le hirieron con un proyectil en pleno pecho, a primera hora de la mañana, mientras estaba en su jardín.
No estaba patrullando la zona, no estaba combatiendo, no estaba mirando a nadie.
Ni siquiera vio de dónde le llegaba el proyectil que tiene todavía en el cuerpo y que le ha perforado el pulmón derecho. Sólo sintió como una gran quemadura y luego se desmayó de dolor.
Lo trajeron en helicóptero hasta Lashkargah los mismos helicópteros que antes habían disparado, luego lo condujeron en ambulancia hasta nuestro centro quirúrgico para víctimas civiles de la guerra. Estaba bastante inestable, pero tenía un nuevo osito de peluche, recién estrenado, regalo de la democracia.
Parecía que tuviera una joroba, de toda la sangre que se le había acumulado en la espalda.
Fue operado inmediatamente, se le pusieron dos drenajes torácicos casi más grandes que él.
Y es que el conocido "insurgente" tiene siete años.
Siete.
Esta es la "gran operación militar". La más grande.
Qué vergüenza.
Matteo Dell'Aira es enfermero jefe del hospital de Emergency en Lashkargah, Helmand.
Fuente: http://it.peacereporter.net/articolo/20260/Vergogna