Pablo Gonzalez

Virginia E. Johnson.


La muerte de Virginia Johnson el 24 de julio de 2013 en St. Louis, Missouri, en la residencia de ancianos The Altenheim (1), puede ser ocasión de repasar algunos de sus logros, tratando de deslindarlos de los de William Masters, con quien firmó todas sus obras.

Lo habitual, en efecto, ha sido hablar de Masters y Johnson -a pesar de su carácter bicéfalo- como una sola entidad (2), y no sin buenas razones: no se pueden entender sus obras sin la cooperación de ambos. 

Esto, que puede sonar a cliché, encierra una verdad más profunda que Masters y Johnson, justamente, destacaron: el objeto de la intervención sexológica no es uno ni otro, sino la relación misma (3). Otrosí: una obra de dos no es la suma de uno y otro sino el resultado de la interacción de ambos, transformados el uno por el otro y viceversa.

Con esta aclaración en mente, y a riesgo de incurrir en una simplificación premasterjohnsiana, no podemos resistir la tentación de ensayar, al hilo de la reciente biografía (4) que Thomas Maier (2009, 2013) ha dedicado a Masters y Johnson -curiosamente (5), la única existente hasta la fecha-, una perspectiva distinta, delineando la personalidad de Virginia Johnson y William Masters, y subrayando lo que parecen haber sido sus aportaciones individuales a la obra conjunta. 

En este breve escrito no pretendemos, claro está, un análisis de toda la obra firmada por Masters y Johnson. 

Nos conformamos con apuntar algunas claves deinterpretación de su obra, apoyándonos en los tres textos suyos que nos parecen fundamentales: Respuesta sexual humana, Inadecuación sexual humana y El vínculo del placer.

En 1957 empieza la relación entre Gini y Bill, como eran popularmente conocidos. Divorciada tres veces y con dos hijos (Scott y Lisa) del último matrimonio con un rockero, George Johnson, del que se separa el año anterior, a los 32 años deja atrás sus aspiraciones musicales (como mezzosoprano y cantante country en la radio) así como su trabajo de escritora de negocios para entrar a trabajar en la escuela médica de la Universidad de Washington en el puesto de secretaria del hospital maternal de la universidad. Su labor consiste en rellenar los seguros médicos de un médico del departamento de obstetricia y ginecología; ni siquiera tiene un despacho propio: trabaja en el pasillo (6).

Ese médico es William Masters, ginecólogo y prestigioso cirujano. Se había ido especializando en ayudar a parejas infértiles, motivado en parte por las dificultades de su mujer para quedarse embarazada (7). Razón por la cual adquirir un mayor conocimiento de la fisiología genital le resultaba crucial.

La tarea no iba a ser fácil. Como posteriormente dirá Masters: “En la investigación médica siempre ha habido un territorio prohibido. Primero fue el cerebro, luego el corazón. Hoy el territorio prohibido es el sexo” (8). El riesgo al que se enfrenta Masters es claro: el suicidio profesional.

Comienza estudiando a prostitutas, pero abandona al comprobar que son una muestra demasiado atípica por su congestión pélvica crónica. También se convence de que para comprender mejor la sexualidad de las mujeres necesita a una como pareja de investigación. 

Una médica está fuera del alcance: resultan tan escasas y excepcionales que ninguna se habría arriesgado a poner en peligro su estatus vinculándose a una investigación tan potencialmente problemática. Así es como acaba dando con Virginia Johnson, que solo había iniciado estudios de sociología (9), y con la que Masters realizará una labor, como dice Maier, de Pigmalión, enseñándole anatomía y fisiología para que pudiese estar a la par (10).

La contribución de Virginia Johnson en esta fase parece haber sido fundamental. Sin avances en la investigación durante casi un año desde el parón con las prostitutas, es Johnson quien convence a estudiantes, enfermeras, secretarias y hasta esposas de médicos de la Universidad de Washington para que colaboren por una módica suma y, sobre todo, por el bien de la ciencia, que podrá sustituir las creencias erróneas por hechos. 

Su don de gentes y su manera de ser sencilla, afable, cálida, cercana y segura inspiraban confianza y tranquilidad a los candidatos, dos tercios de los cuales acabaron siendo sujetos de investigación (11). La idiosincrasia de Masters (antisocial, riguroso, parco en palabras, con un fino sentido del humor, pero no muy sonriente) habría dificultado notablemente conseguir ese grado de colaboración (12).

¿En qué consiste la investigación que dará lugar a su primer libro, Respuesta sexual humana (1966)? Básicamente, en medir las variables fisiológicas que acompañan la excitación hasta el orgasmo, a solas o en pareja. Tras una presentación preliminar de los resultados a colegas del departamento de ginecología, se generaron recelos y animadversión, que acabaron causando la renuncia de Masters a su cátedra en la Universidad.

Organiza entonces, fuera del ámbito universitario, una Fundación para la Investigación en Biología Reproductiva (nombre que no incluye la palabra ‘sexo’ para evitar más problemas, y que en 1978 se convertirá en el Instituto Masters y Johnson). En la nueva Fundación, Masters asciende a Johnson de asistente a investigador asociado (13).

Tras los estudios fisiológicos, en 1959 empiezan otra etapa: cómo intervenir con parejas que tienen dificultades. Si en la investigación sobre anatomía y fisiología Masters partía de una sólida base, ahora ninguno de los dos tenía formación terapéutica. Eso acabó resultando más bien una ventaja, pues les permitió experimentar con libertad. Al parecer, la aportación de Johnson, con su comprensión de los entresijos de la pareja y su sensibilidad hacia el punto de vista de las mujeres, fue decisiva. “Al menos el 70% de la terapia fue idea suya”, dijo Masters (14).

Con la publicación en 1970 de Inadecuación sexual humana (15) darán a conocer supropuesta de intervención. Acogida con entusiasmo por la prensa (16), la mayor popularidad de Masters y Johnson vendrá con esta obra, hasta el punto de que la revista Time les dedica su portada.Inadecuación sexual humana presentaba un modelo de terapia sexual breve, con una tasa de éxito del 90%, lo cual suponía un cambio radical respecto de la escasa eficacia de la terapia psicoanalítica y su larga duración (17).

En 1971, Johnson se casa con Masters, que se había divorciado de su primera mujer, Libby, con la que tuvo dos hijos. El matrimonio duró hasta 1993; Masters, ya aquejado de Parkinson, se casó ese mismo año con un antiguo amor de la infancia (18).


Progresivamente, Johnson va convirtiéndose en la figura principal de la Fundación y Masters se centra más en el análisis de datos para otras publicaciones (19). Finalmente, y como modo de acallar las críticas de que su enfoque era muy mecanicista (20), publican un libro muy diferente, pensado esta vez para el gran público: El vínculo del placer(1974).

Dada la irrefragable necesidad de que los estudios fuesen aceptados como rigurosamente científicos, so pena de oprobio profesional y descalificación personal, tanto la Respuesta sexual humana como laInadecuación sexual humana fueron redactadas con terminología médica y lenguaje rebuscado, evitando a toda costa que el lector pudiera en modo alguno sentirse excitado (21). El vínculo del placer, por el contrario, se escribió para ser entendido por la gente de la calle, en una línea educativa por la que cada vez estaban más interesados (22).

El vínculo del placer trata -este es el subtítulo- de un “nuevo enfoque del compromiso sexual”. ¿En qué consiste este compromiso? Aunque muchos no se hayan enterado (23), no se puede decir más claro:

[…] un hombre, no menos que una mujer, desea creer que su pareja le valora y le necesita y le desea.

(El vínculo del placer, p. 13.)

Lejos, pues, de la caricatura pornográfica a que se los ha querido reducir (24), con el énfasis en las erecciones, lubricaciones, orgasmos y demás elementos de la mal llamada “función sexual” y su concomitante disfunción, la intervención sexológica de Masters y Johnson propugna el valor del encuentro con el otro en las relaciones entre los sexos:


Estar juntos les proporciona satisfacciones, incluido follar, que refuerzan su decisión de vivir juntos como pareja; estas satisfacciones, que son muy valoradas, deben defenderse. Cada miembro, para proteger su propia felicidad, intenta mantener la felicidad del otro para que la relación se fortalezca; y estos esfuerzos recíprocos intensifican las satisfacciones que encuentran viviendo juntos, lo cual refuerza más su deseo de seguir siendo una pareja. Viven de acuerdo con un compromiso de interés mutuo, y el placer es el vínculo entre ellos.

(El vínculo del placer, p. 294.)

El habitual desinterés por la historia de la sexología, más acusado si cabe en Estados Unidos y especialmente por aquello que sucedió más allá de sus fronteras (25), así como la creciente promoción de la multidiscipinaridad, ha dado lugar a una lectura de Masters y Johnson basada preponderantemente en otras disciplinas, como la medicina o la psiquiatría y la psico(pato)logía, ignorando la centenaria tradición disciplinar de la sexología, que Iwan Bloch ya presentó a principios del siglo XX como el resultado de centrarse en un punto de vista: el sexo (26).

Merece la pena detenerse en este punto para tratar de entender las distintas interpretaciones y valoraciones que han recibido las tres obras citadas de Masters y Johnson, dependiendo de la procedencia disciplinar.

Así, desde la medicina se afirma que la sexología se refiere básicamente a la fisiología genital, pues se ha interesado fundamentalmente por la Respuesta sexual humana.Desde la psico(pato)logía se afirma que la sexología se refiere básicamente a la conducta, pues ha leído la Inadecuación sexual humana en clave conductista y patologizante. 

Esto nos resulta especialmente llamativo pues, para definir la sexología desde Masters y Johnson, se diría que dichas disciplinas no han utilizado todas las publicaciones de estos autores, ni tan siquiera las más actuales, sino que cada una se ha valido de la publicación que más se acomodaba al conocimiento previo o histórico de su propia disciplina. Visto con la perspectiva de la obra entera, resultan chocantes esas lecturas mutiladas.

Por último, y en marcado contraste, la sexología sustantiva, amezuana o, en nuestro criterio, sencillamente, la sexología, plenamente consciente del legado de la primera generación de sexólogos europeos de principios del siglo XX (27), ha entendido El vínculo del placer como quicio de la obra de Masters y Johnson, donde expresan que no es la fisiología, la disfunción o la conducta el objeto de la intervención sino el ars amandi(28).

Pues bien, si William Masters centró su interés especialmente en los aspectos fisiológicos (29) pensamos que la aportación clave con la incorporación de Virginia Johnson al tándem Masters y Johnson en la intervención sexológica ha sido justamente el centrarse en la atracción que los sexos sienten entre sí, como tales hombres y mujeres, y no en los genitales y sus funciones. En este sentido, la aportación literal y figurada de Virginia Johnson al incorporarse a la investigación con Masters fue, precisamente, que Masters y Johnson pensaron el sexo en clave de dos, pensaron los sexos.

La terapia sexual, como dispositivo que promueve que los sexos encuentren entre sí un nuevo ars amandi íntimamente satisfactorio para ambos, en coherencia con sus peculiares modos de estar como pareja, tiene una deuda de gratitud con la sexóloga Virginia Johnson.


Juan Lejárraga y Samuel Díez Arrese

Notas

1. Proud y Lippmann, 2013.

2. Paul Robinson (1976, pp. 122-123) llegó a preguntarse cuál pudo haber sido la contribución de cada cual, pero al final, en su análisis de la obra de Masters y Johnson, los consideró como un solo autor.

3. “Se considera que el paciente es la relación marital”, Inadecuación sexual humana, p. 3. Tal vez no sea ocioso recordar la aclaración que Robert Levin, editor de El vínculo del placer, realiza en el prefacio: “(…) la palabra ‘matrimonio’ significa algo más que la existencia de una licencia matrimonial. En este libro, un hombre y una mujer se consideran unidos en el verdadero sentido de la palabra, tengan o no una licencia para vivir juntos, siempre y cuando estén comprometidos el uno con el otro. No están comprometidos porque se hayan casado; están casados porque están comprometidos” (El vínculo del placer, 1975, p. xiii).

4. En 2013 Maier le añadió a la biografía un sucinto epílogo con motivo de su reedición tras conseguir que el libro se convirtiese en una serie televisiva, Masters of sex. La biografía de Maier no es -ni pretende serlo- una biografía intelectual que analice la obra de Masters y Johnson, salvo del modo más superficial y rimbombante (“su visión de la sexualidad humana fue simplemente revolucionaria”, p. 167), no exento de errores básicos (como, por ejemplo, en la descripción de la focalización sensorial, p. 182, según ha señalado Weiner, 2010). Maier ha pretendido más bien una etopeya, un retrato moral y psicológico. Solo queremos añadir, para alivio de mitómanos románticos, que si en 2009 Johnson daba a entender en sus entrevistas con Maier que se casó con Masters poco menos que por razones de trabajo y sin haberle querido nunca, en la edición de 2013 el entuerto queda deshecho: en la última entrevista de Maier con Johnson, en 2011, Johnson afirmó que seguía enamorada de Masters (Maier, 2013, p. 379).

5. Las biografías de los sexólogos han despertado en general bastante interés. Así, contamos con cinco biografías de Havelock Ellis (Goldberg, Collis, Calder-Marshall, Brome, Grosskurth), cuatro de Magnus Hirschfeld (Wolff, Herzer, Dose, Mancini), una de Norman Haire (Wyndham) y cuatro de Alfred Kinsey (Christenson, Pomeroy, Jones, Gathorne-Hardy). Para una comparativa de las biografías de Kinsey, véase Capshew et al. (2003); para una reflexión más general sobre los límites de las biografías como historia, véase Brennan, T y Hegarty, P. (2009).

6. Maier, 2009, p. 87.
7. Maier, 2009, pp. 48, 59.
8. Medical Tribune, 1965, May 26, cit. En Ferguson, Genoa G.; Brandes, Steven B. (2007).
9. Las exigentes jornadas de trabajo, sin fines de semana libres y escasas vacaciones, impidieron que Virginia acabase la titulación (Maier, 2009, p. 92). Tampoco estudió Psicología, en contra de lo que es frecuente leer.
10. Maier, 2009, p. 92.
11. Maier, 2009, pp. 105-107.
12. Maier, 2009, pp. 48-9, 238, 266.
13. Maier, 2009, pp. 144-145.
14. Maier, 2009, p. 179.
15. Traducido incomprensiblemente al español como Incompatibilidad sexual humana. En matemáticas, de donde procede el término, un sistema es incompatible si las ecuaciones no tienen solución; esto es, si dos líneas nunca se cruzan. Así que si dos son incompatibles, no hay nada que hacer. Por el contrario, si se da una adecuación insatisfactoria, entonces hay espacio para el ajuste y la búsqueda un nuevo ars amandimás satisfactorio. De ahí la importancia del concepto de compartibilidad -que no compatibilidad- en la teoría de los sexos (Amezúa, 1999, pp. 209-210).
16. Maier, 2009, p. 213.
17. Kolodny, 2001, p. 274.
18. Keene, 2008.
19. Maier, 2009, pp. 247-251.
20. Maier, 2009, p. 262.
21. En una entrevista, Masters comentó irónicamente: “Debe recordar que al publicar este libro estábamos interesados fundamentalmente en la aceptación; esa es la razón por la que, para empezar, no lo escribimos en inglés” (Maier, 2009, p. 174).
22. Ya en el prefacio de la Inadecuación sexual humana (p. v) escriben: “Esperamos que la inadecuación sexual humana, tanto el concepto como el libro, queden obsoletos en la próxima década. Esperamos contribuir a este proyecto”. De hecho, consideran que “gran parte de la terapia es un proceso educativo sencillo y sin rodeos” (Inadecuación sexual humana, p. 15). Pensamos que este tipo de frases, a las que apenas se presta atención, junto con el análisis de lo que realmente hacían en su intervención, según plantea Amezúa, son las que permiten entender la terminología médica patologizante de su obra como un mero disfraz con el que ganarse la legitimación del estamento médico.
23. La falta de interés de la comunidad científica por este libro parece confirmar sus sospechas de que la presencia de tablas, números y lenguaje técnico es la condición de posibilidad para que algo empiece a ser considerado científico y digno de discusión. (EnGoogle Scholar [acceso el 29 de septiembre de 2013], El vínculo del placer arroja 155 citas frente a las 4661 de la Respuesta sexual humana y las 3883 de la Inadecuación sexual humana.)
24. Clásicos en esta distorsión son El nuevo desorden amoroso (1977) de Bruckner y Finkielkraut, Sex by prescription (1980) de Szasz y “El poder de los sexólogos y la democracia sexual” (1982) de Béjin. Son innúmeros los que han seguido repitiendo acríticamente estos tópicos hasta nuestros días.
25. Sobre la americanización de la sexología oficial en España, véase “La sexología española del siglo XX”, Anuario de sexología, 0, 1994, p. 16.
26. “El nombre y el concepto de una ‘Sexología’ abarcadora fue formado por mí en el año 1906 e introducido en la ciencia, donde ha conquistado rápidamente derecho de ciudadanía y ha sido reconocido por parte autorizada como la expresión más acertada para una ciencia propia absolutamente independiente, más allá de las nacientes hasta ahora del marco puramente médico” (Bloch, 1912, p. v, cit. en Llorca, 1996a, pp. 156-157).
“El autor del presente trabajo… está… convencido de que la consideración puramente médica de la vida sexual… es todavía incapaz de hacer plena justicia a las relaciones polifacéticas entre el campo sexual y todos los otros campos de la vida humana. Para hacer justicia a la importancia entera del amor en la vida del individuo y de la sociedad y en lo referente a la evolución de la civilización humana, esta rama particular de la investigación tiene que ser tratada en su propia subordinación como una parte de la ciencia general de la humanidad, la cual está constituida por una unión de todas las otras ciencias de Biología General, Antropología y Etnología, Filosofía y Psicología, la Historia de la Literatura y la Historia entera de la Civilización… Hasta ahora no ha existido ningún tratado integral de la vida sexual completa… El tiempo es, de hecho, completamente maduro para una tentativa de tamizar… la cantidad enorme del material disponible y presentar el resultado desde un punto de vista centralizado” (Bloch, 1907, prefacio; traducimos de la versión inglesa de Paul Eden, cit. por Haeberle, 1985).
27. Amezúa, 1992; Llorca, 1995, 1996a, 1996b, 1996c, 1997; Oosterhuis, 1999; Wettley, 1990.
28. Efigenio Amezúa (2000) es quien de manera más sagaz ha visto la obra de Masters y Johnson en su continuo histórico y la ha situado en el marco de la teoría de los sexos.
29. “Eso no es mi fuerte: eso es tarea de Gini, no mía”. “Soy un científico investigador interesado en la conducta física. El reajuste de actitudes sexuales no me interesa”, ha dicho Masters (Maier, 2009, p. 265).

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N.B. Indicamos, cuando existe, la versión castellana de las referencias. No obstante, hemos preferido traducir y referenciar directamente de la versión original inglesa.


Para citar:
Lejárraga, J.; Díez, S. (2013) Virginia E. Johnson, 1925-2013, sexóloga. Sexología en redes sociales, 

[blog] 30 de septiembre. Accesible 

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