Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

USA: Angela Davis, mujer, negra y comunista.



Ser mujer ya es una desventaja en esta sociedad siempre machista; imaginen ser mujer y ser negra.

Ahora hagan un esfuerzo mayor, cierren los ojos y piensen, ser mujer, ser negra y ser comunista.

¡Vaya aberración! Eso ya es pensar mucho. Birmingham, Alabama, fue la cuna de una de las mujeres más notorias de finales del siglo pasado: Angela Davies.

Y es que cómo no serlo, si la miembro del grupo Panteras Negras sufrió los embates de Estados Unidos contrario a la triple carga que caracteriza a esta revolucionaria siempre vigente, siempre al combate.

Es harto sabido que el sitio donde se crió Angela Davies era llamado Dynamite Hill (Colina Dinamita), debido a que el por Ku Klux Klan dinamitó un gran número de casas afrodescendientes, algo que marcó su percepción sobre la igualdad en un mundo que consideraba injusto.

Quisiera que siguieran con el ejercicio mental de ubicarse en las plataformas de esta mamá África.

El 26 de enero de 1944 nació Angela Yvonne Davies, en Birmingham, Alabama, hija de un mecánico automotriz y una profesora de escuela. 
Su madre fue una activista a favor de los derechos civiles y había estado activa en el Asociación Nacional por el Avance de Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés), antes de que dicha organización fuera prohibida en Birmingham. Además la Sra. Davies decidió estudiar para obtener una maestría en arte en la Universidad de Nueva York, cuestión que provocó la mudanza de estas dos mujeres a la gran manzana.

Angela asistió a una escuela progresista en Greenwich Village, donde varios de los profesores estaban en la lista negra durante la era Mc Carthy. Pero antes había vivido en un Birmingham repleto las leyes racistas. Las escuelas, los cines y todos los lugares públicos estaban segregados y los negros debían sentarse en los asientos posteriores de los autobuses urbanos ¿Podemos acaso meternos en sus zapatos? Las minorías pueden y están sumergidas en zapatos apretados desde siempre. Tal es el caso de las mujeres –que, aunque no son minorías poblacionalmente, si lo han sido desde las riendas de poder-, esta lucha no puede separarse y este ha sido el estandarte de Angela Davies.

En 1961, Davies fue a estudiar francés a la Universidad Brandeis en Waltham, Massachusetts. Su carrera incluía un año en la Sorbona, en París. Poco después de volver a los Estados Unidos pudo rememorar la lucha por los derechos civiles que se estaba llevando a cabo en Alabama cuando cuatro muchachas que conoció fueron asesinadas en la explosión de la Iglesia Bautista en septiembre de 1963.

Después de graduarse de la Universidad Brandeis pasó dos años en la facultad de filosofía en la Universidad J.W. Goethe de Frankfurt, en Alemania (Occidental) antes de estudiar bajo la tutela de Herbert Marcuse en la Universidad de California. Davies, recibió una gran influencia de Marcuse, especialmente su idea de que era un deber del individuo rebelarse en contra del sistema.

Activismo

Los primeros contactos de Angela Davies con el activismo político se produjeron a raíz de la aparición del movimiento por los derechos civiles de los años 60. Además, Davies participó en el movimiento contra la guerra de Vietnam, pero fue como miembro de los Black Panther donde Davies comenzó a desarrollar su pensamiento político.

El movimiento pacífico que se creó para acabar con la segregación racial en el Sur de EEUU, liderado por Martin Luther King, sufrió una gran represión y parte de ese movimiento vio necesario tomar las armas para defenderse. Los Black Panther tomaron una posición radical de autodefensa que estuvo estrechamente relacionada con el avance de su teoría política. Mientras que otros grupos hablaban del fin del racismo en abstracto, los Black Panther relacionaban la explotación capitalista con la racista.

Davies declaró en una ocasión que “el único camino verdadero para la liberación de la gente negra es el que trabaja hacia la total desaparición de la clase capitalista en este país”.

Esta luchadora llevó la perspectiva de clase al centro de cualquier debate sobre explotación. Lo que diferencia a Davies de otras activistas feministas es que ella supo discernir con magnífica clarividencia que la explotación racista y sexista son intrínsecas al sistema capitalista.

En 1967 Davies se unió al Comité Coordinador No violento Estudiantil (SNCC, por sus siglas en inglés) y al Partido de las Panteras Negras. Al año siguiente se involucró con el Partido Comunista Estadunidense. Davies empezó a trabajar como catedrática de filosofía en la Universidad de California en Los Angeles. En 1970, cuando el FBI le informó a los jefes de Davies, el Consejo de Regentes de California, que ella era miembro del Partido Comunista Estadounidense, terminaron su contrato.

Davies participó en la campaña para mejorar las condiciones en las cárceles. Se interesó especialmente en el caso de Jorge Jackson y W. L. Nolen, dos afroamericanos que establecieron una sucursal de las Panteras Negras mientras estaban en la prisión Soledad en California. El 13 de enero de 1970, Nolan y otros dos prisioneros negros fueron asesinados por uno de los carceleros. Unos días después el Jurado del Condado de Monterrey determinó que el guarda había cometido un “homicidio justificable”.

Cuando después, un guarda fue encontrado asesinado, Jackson y otros dos prisioneros, John
Cluchette y Fleeta Drumgo, fueron acusados de su muerte. Se argumentó que Jackson buscaba vengarse de la muerte de su amigo, W.L. Nolan. El 7 de agosto de 1970, el hermano de Jorge Jackson, Jonathan, de 17 años, irrumpió en la corte del Condado Marin con una ametralladora y tras tomar como rehén al juez Harold Haley, demandó que Jorge Jackson, Juan Cluchette y Fleeta Drumgo fueran liberados. Jonathan Jackson fue herido de bala y asesinado cuando se alejaba de la corte en automóvil. En los meses siguientes, Jackson publicó dos libros Cartas desde la prisión (Letters from Prison) y Soledad Brother.

El 21 de agosto de 1971, Jorge Jackson fue ametrallado en el patio de la prisión de San Quintín. Llevaba una pistola automática 9mm y los oficiales dijeron que trataba de fugarse. También se dijo que la pistola había sido metida de contrabando en la prisión por Davies.

Davies se dio a la fuga y el FBI la nombró como una de las “criminales más buscados”. Fue arrestada dos meses después en un motel neoyorquino, pero en el juicio fue absuelta de todos los cargos. Sin embargo, debido a sus actividades de militancia, el gobernador de California, Ronald Reagan, pidió que a Davies no se le debiera permitir dar clases en ninguna de las universidades estatales.

Davies trabajó como conferencista de estudios Afroamericanos en el Colegio de Claremont, de 1975 a 1977, antes de convertirse en catedrática en estudios de etnia y de la mujer en la Universidad Estatal de San Francisco. En 1979, Davies visitó la Unión Soviética donde recibió el Premio Lenin de la Paz e hizo un profesorado honorario en la Universidad Estatal de Moscú. En 1980 y 1984, Davies fue candidata a la vicepresidencia del Partido Comunista. En las elecciones presidenciales de 1980 se presentó como candidata a vicepresidenta. Actualmente es profesora de la Universidad de California en Santa Cruz y sigue activa en el campo político y social. La reforma de los regímenes penitenciarios es su principal objetivo.

Publicaciones

A través de 13 ensayos Angela Davies traza un recorrido tanto por los mitos como por las lagunas históricas de la experiencia de las mujeres negras. Aborda el sexismo en las luchas por la abolición de la esclavitud, el racismo en el movimiento sufragista y la articulación de la raza y la clase en los primeros momentos de la lucha por la emancipación de las mujeres. También los significados específicos de la emancipación, de la explotación sexual y de clase, las experiencias organizativas autónomas de las mujeres negras. Todos estos avatares están vertebrados por una continuidad histórica y política que, según Davies, es preciso analizar para entender las dinámicas de explotación y las estrategias de liberación, no sólo de las mujeres negras sino de todas las mujeres.

Los libros que ha publicado incluyen: If They Come in the Morning: Voices of Resistance (1971), Angela Davies: An Autobiography (1974), Women, Race and Class (1981) and Women, Culture, and Politics (1989).

Esta obra, Mujeres, raza y clase, se publicó por primera vez en 1981 y, aunque no usa en ningún momento el término, supone uno de los primeros análisis sobre la interseccionalidad de los ejes de opresión. Es, además, una de las principales aportaciones al black feminism, junto con el manifiesto del Combahee River Collective o las obras de bell hooks, Audre Lorde o Barbara Smith.

Asegura Angela Davis que liberar a los Cinco es luchar contra el terrorismo

Tomado de www.aldia.cu. Sitio de la televisión cubana el Holguín. “Luchar por la libertad de los Cinco es un deber de todas las fuerzas que están contra el terrorismo en cualquier parte del mundo…” declaró Angela Davis este sábado en Berlín, al recibir el Premio por los Derechos Humanos del 2004, otorgado por la Sociedad para la Protección de los Derechos Civiles y la Dignidad Humana.

Igualmente la célebre luchadora por los derechos civiles argumentó que su deber es también
“luchar por la causa de muchos otros presos, que al igual que los Cinco, cumplen condenas injustas en cárceles de EE.UU” y a quienes no se debe olvidar, informó el sitio www.antiterroristas.cu

Al argumentar el Premio, Wolfgang Richter, Presidente de la institución, significó la resistencia mostrada por Angela a favor de las causas justas desde su salida de prisión con la ayuda de a solidaridad mundial. Las demostraciones solidarias tuvieron lugar durante una conferencia por el aniversario 86 del asesinato de Rosa Luxemburgo, luchadora símbolo del movimiento comunista internacional.

La lucha que mantiene el pueblo cubano por su independencia, su soberanía, y a favor de alcanzar nuevos logros, tanto económicos, como en el orden social y educativo, precisó Antiterroristas.cu, fueron expuestos por el representante cubano, quien también se refirió a la resistencia ejemplar, que mantienen cinco prisioneros políticos cubanos contra las injusticias de que son objeto por parte de las autoridades norteamericanas, con el servicio de la mafia cubano-americana desde Miami.

Canción para Angela Davis

(Pablo Milanés)Cuatro niñas negras como tú,seres como tú, te hicieron pensaren buscarte doblemente para comenzar.

Te enseñaron de la vidala ciencia puesta en un altar,que rompiste al estrellarse con tu realidad.

Y el león de leyenda despertó,y su grito en la noche provocónuevas voces, un nuevo color,para este tiempo de dolor;te marcaron: era muy fuerte tu clamor.

No descartes la existencia,la posibilidad,de mil formas de callarte sin siquiera hablar.

Mejor sería que vivieras,Hermana de la Soledad,de los hombres que te esperan para echar a andar.

Tú conoces la historia y mucho más,y esto no te lo pueden perdonar.Es posible que se manchen más,no les importa tu verdadante el riesgo de oír tu voz en libertad.

La palabra nos espera:pide su lugar.(1971)

Angela Davies: “tengo grandes esperanzas en los jóvenes antiglobalización. En ellos está el fuego”

Tortuga Antiglobi. Lunes, 30 de mayo de 2005 Iba para icono pop, pero terminó siendo reconocida como el principal símbolo femenino de la causa social y política afroamericana de la última mitad del siglo XX. Comunista, líder de los Panteras Negras, profesora de Filosofía, feminista y referente estiloso a su pesar, estuvo en la lista de los 10 criminales más buscados del FBI, acusada de asesinato, secuestro y conspiración. 
Encarcelada, el movimiento por su liberación dio la vuelta al mundo. 
Absuelta sin cargos, 35 años después sigue luchando contra la opresión, la globalización del capital, la violencia racial y de género y el sistema penitenciario. 
Y aunque sea a destiempo, acaba de pasar por España para celebrar la traducción al castellano de uno de sus ensayos, “Mujeres, raza y clase”. “Black Power” para siempre.

El Mundo

Entré en el hotel de lujo con el vestíbulo más feo del mundo buscando a Cleopatra Jones y me encontré con Whoopi Goldberg. Qué esperaba. 
Casi 40 años después de que su aguerrida imagen diera la vuelta al mundo -ficha policial mediante-, aquel emblemático crepado granítico se ha relajado en un casco de rizos que emiten reflejos peroxidados, coquetería capilar de dama madura, y aunque debajo sigue fulminando con intensidad la mirada de pantera, ahora abunda la sonrisa (y hasta la risa) cómplice. 
“Es un hueso duro de roer. Tendrás que ganártela”, advierte su agente de prensa española.

De negro riguroso -camisa, pantalón, zapatos anchos y planos-, la imagen actual de Angela Davis no desdice a la venerable profesora universitaria, conferenciante y ensayista que es, pero tampoco informa de la muy comprometida activista política y social que sigue siendo. Hace una década aún se permitió unos largos dreadlocks rastafaris, pero hoy, a sus 61 primaveras, lo último que desearía es que su gloria se la llevara un peinado. “En realidad no sé por qué la gente me reconoce. 
A finales de los 60 éramos muchos, hombres y mujeres, con el pelo afro, ¡y sólo a mí se me recuerda por eso! No es que me importe, es sólo que creo que sería mucho más provechoso para todos si nos quedáramos con la sustancia de las cosas. 
El hecho de que el estilo de peinado se haya disociado del discurso ideológico y que haya sido un hito de peluquerías lo que ha sobrevivido de aquella época me resulta terriblemente descorazonador”.

La profesora Davis siempre termina remitiéndote a la memoria histórica de las cosas porque para eso tiene púlpito vitalicio en el departamento de Historia de la Conciencia en la Universidad de Santa Cruz (San Diego, California) y porque en eso ha consistido casi todo su trabajo desde que fuera absuelta de los cargos de secuestro, asesinato y conspiración que le valieron la cárcel en 1972: desempolvar, testimoniar y mantener vivas las causas por la libertad, los derechos humanos y civiles, la conciencia de clase y la institucionalización de la política racial de la Historia afroamericana, en especial por lo que les toca a las mujeres.

Autora de títulos como Women, Race & Politics (1989), Blues Legacies & Black Feminism (1999) o Are Prisons Obsolete? (2003), la no muy prolífica escritora -apenas una docena de títulos en 35 años, la mayoría refundidos de sus artículos y charlas- ha venido precisamente a España a dar cuenta de ello en una conferencia, aprovechando que sus rugidos de pantera negra por fin han sido traducidos al castellano. Mujeres, raza y clase (Akal), su muy riguroso ensayo de 1981 sobre las experiencias revolucionarias de las féminas de su raza desde una perspectiva histórica, es el libro a celebrar (aunque silenciosamente, en realidad apareció el año pasado), un clásico instantáneo del feminismo más allá de su color a pesar de que el tiempo no ha terminado de hacer buenos algunos de sus postulados. 
Quizá porque, en realidad, Davis nunca se ha considerado lo que se dice una feminista…

R.Bueno, puede que ahora sí… Lo cierto es que cuando escribí este libro no me tenía por tal, y mucho menos en los años 60 y 70, cuando intentábamos distanciarnos a toda costa de aquel feminismo blanco de clase media tan racista. 
Ahora creo que el feminismo no es un movimiento o una línea de pensamiento monolítica, prefiero definirlo como un marco radical dentro de la política social en el que la lucha contra la supremacía masculina se une con iniciativas contra el racismo y la homofobia.

p. No lo dirá por las mujeres de color que tienen más predicamento en la actualidad… Me refiero a las estrellas del hip hop y el r&b…

R. Se podría elaborar un argumento más complicado al respecto, pero sí, es cierto que hay mucho de acomodaticio y burgués en sus actitudes que expresan la cultura machista dominante, donde aún abundan las imágenes de la mujer como accesorio, igual que cuando se utiliza una chica para vender un coche [ríe].
Pero, al mismo tiempo, también existen artistas femeninas de rap, e incluso hombres, que luchan por romper ese estereotipo. 
p. Pues poco les luce el pelo, con perdón…

R. Puede que la cosa esté difícil, pero no imposible [más risas]. En cualquier caso, la sexualidad es una de las temáticas más recurrentes e importantes del feminismo. Es algo de lo que me di cuenta cuando investigaba el trabajo de cantantes como Gertrude Ma Reiney, Bessie Smith o Billie Holiday. 
Resulta muy interesante la manera en que evocan el sexo en sus blues, a menudo incluso con metáforas muy gráficas, como hacen las raperas ahora. 
Piensa que la sexualidad ha sido una cuestión específicamente relevante para la gente de color desde los tiempos de la esclavitud: a los negros se les podía negar la libertad económica o política, pero no la sexual. 
La posibilidad de mantener relaciones sexuales dependía de sus propios deseos, no de la exigencia de sus amos para que se reprodujeran y trajeran al mundo más esclavos. 
Para los que no eran libres, el sexo se convirtió en una de las expresiones de libertad más tangibles. Y eso me permite vincular sexualidad y liberación.

p. Creo que esa teoría le va a gustar a mucha gente….R. [Carcajadas] ¡Seguro! ¡Hay que liberarse!p. ¿Cuál es la fórmula para ser radical hoy?

R. Reinventar el término, reconstruirlo, pensar en nuevas formas de radicalismo. Por ejemplo, ejercer la crítica, en el pensamiento, en la política, en la cultura… Necesitamos activistas, pero también intelectuales y estudiantes y, desde luego, la voz de los artistas y los músicos. También es muy importante contar con la visión de los jóvenes. Los de mi generación debemos aprender a vivir en el presente y a olvidarnos del pasado, que es a lo que te aferras cuando te vas haciendo viejo.
 Con eso no quiero decir que haya que descartar la Historia, en absoluto, porque en ella está la inspiración. Fíjate, en cualquier parte del mundo, la gente aún se enardece cuando oye hablar de aquellos que vinieron a España a luchar contra los fascistas en la Guerra Civil. 
Eso ayuda a mantener el sentimiento, el deseo de construir un mundo mejor. Pero, al mismo tiempo, es muy importante pensar en el momento, en el presente y el futuro. p. Me alegra su confianza en los jóvenes, cuando otros sólo hablan de su apatía.

R. Es que no debemos despreciar a la juventud porque en ella está el fuego, el espíritu que promueve el cambio. Lo peor es dormirse en los laureles de las victorias pasadas. Los mayores deberían darse cuenta de ello y empezar a aprender cómo aceptar su liderazgo. Por mi parte, tengo grandes esperanzas en los jóvenes antiglobalización, un movimiento que incorpora desde el antirracismo hasta la lucha contra lo que yo llamo la industrialización del sistema carcelario. La revolución contra los efectos de la globalización del capital ha afectado a nuestras vidas en muchas maneras, y no hablo sólo de combatir al FMI o la banca mundial o el sistema judicial, sino también de comprender cómo el capital ataca nuestra existencia cotidiana, provocando la violencia contra los inmigrantes, por ejemplo.

p. ¿No es también una cuestión de miedo?

R. En efecto, el miedo juega un papel decisivo en nuestra sociedad. Y se ha hecho más palpable desde las terribles secuelas del 11-S, con la vuelta al nacionalismo más cínico y Bush proclamándose “salvador del mundo libre”, cuando la única verdad es que lo que está haciendo es terrorismo de estado. Mira las torturas en las cárceles iraquíes.

p. En su momento, usted misma fue víctima de ese terrorismo de estado por parte del Gobierno de su país.

R. Sí, durante una época de mi vida de forma evidente y también después en otros grados…

Grita libertad. El caso de Angela Yvonne Davis (Birmingham, Alabama, 1944, el segregacionismo en su apogeo) supuso un hito histórico para la causa negra estadounidense y, por ende, para los movimientos antiopresión internacionales. 
Por sus padres, profesores, comprendió que el mundo no era el lugar que debía ser, y por el marxismo (Herbert Marcuse fue su mentor mientras se doctoraba en Filosofía por la Universidad de California en San Diego, tras estudiar en París, Frankfurt y Massachusetts), que la liberación de la raza negra y la de la mujer no podían separarse de la lucha de clases.

Por eso entró en el Partido Comunista norteamericano, en 1968, al tiempo que se hacía miembro de los Panteras Negras, el principal grupo de activismo afro de su país, filiación que luego le costaría su puesto como profesora auxiliar de Filosofía en la Universidad de California en Los Ángeles. 
Era 1970 y Angela ya se había involucrado sobremanera en la campaña pro liberación de los tres radicales negros conocidos como los Soledad Brothers. 
No resultó extraño que, cuando el 7 de agosto de ese mismo año se produjo el intento de fuga y secuestro en el tribunal donde se iba a celebrar la vista de los Soledad Brothers con resultados catastróficos (murieron el juez y tres personas más, entre ellos uno de los presos), las fuerzas del orden también fueran a por ella, que nunca estuvo en la escena del crimen, con la excusa de que las armas usadas aparecieron registradas a su nombre.

Así se convirtió no sólo en una fugitiva, sino también en la tercera mujer en engrosar la lista de los 10 criminales más buscados por el FBI. “Angela, hermana, eres bienvenida en esta casa”, podía leerse en multitud de ventanas y puertas por todo Estados Unidos, mientras el entonces gobernador de California, Ronald Reagan, proclamaba que la profesora jamás volvería a dar clases en su estado. 
Cuando por fin fue capturada en un hotel de Nueva York, hasta el presidente Nixon compareció en televisión para felicitar al FBI y, de paso, condenar a la joven del pelo afro sin juicio.

Davis pasó 16 meses en una diminuta celda antes de que un jurado íntegramente compuesto por blancos la exonerara de todos los cargos. Casi un año y medio infernal, suficiente para que se forjara la leyenda gracias a una de las campañas de liberación más mediáticas conocidas y en la que tuvo mucho que ver la propia hermana de la acusada, Fania Jordan. Al grito de “¡Libertad para Angela Davis!”, las manifestaciones se sucedieron por todo el planeta dando fuerzas a su heroína, que aprovechó para fundar la Alianza Nacional Contra el Racismo y la Opresión Política. En su autobiografía, publicada en 1974, aseguraba que nunca se dejó llevar por el odio ni por el sentimentalismo, “siempre fui la revolucionaria perfecta”.

Recuperado su puesto como profesora, esta vez en la Universidad Estatal de San Francisco, desde entonces la Davis ha tenido tiempo de casarse y divorciarse, criar a una sobrina (Eisa Davis, emergente dramaturga), presentarse en dos ocasiones como candidata a la vicepresidencia del Gobierno estadounidense por el Partido Comunista, lanzarse al mundo como conferenciante y enrolarse en cuantas acciones se le han puesto a tiro, desde las protestas contra la Guerra de Irak hasta la plataforma por la libertad de Mumia Abu Jamal, periodista y activista de los Panteras Negras en el corredor de la muerte acusado de asesinar a un policía. 
Perseguida aún por la polémica (en el 94, los republicanos se opusieron a que ocupara un puesto presidencial en la universidad en la que es catedrática), ¿puede considerarse Angela Davis una afortunada?

R. ¿Por ser una superviviente? Bueno, sí, he pensado en ello. Aunque tengo claro que no ha sido por mis méritos. En cierto sentido, todos tenemos una responsabilidad con aquellos que han hecho posible que saquemos provecho de las oportunidades que nos brindan.

p. En alguna ocasión, usted ha dicho que lo que necesita su país son más políticos en el paro. ¿Pensaba en Condolezza Rice cuando lo dijo?

R. Probablemente [carcajadas]… Sí, los negros podemos acceder a puestos de poder, pero luego no sirve para nada, como en su caso…

p. ¿Nunca ha pensado en renunciar?, ¿nunca ha llegado a casa y se ha derrumbado en el sillón soltando un “¡uf!”?

R. Sí, a veces me ecuentro realmente cansada. 
Pero creo que nunca he tenido otra opción, una alternativa. Desde pequeña he tenido ese sentimiento de lucha, de combatir la injusticia, muy inculcado por mi madre.
 Ha sido parte de mi vida y no sé qué podría haber sido de ella sin él. Así que vivo mi vida, aunque me canse.

El primer ensayo en español de Angela Davis, “Mujeres, raza y clase” (Akal, Colección Cuestiones de antagonismo), ya está a la venta.

Entrevista a Angela Davies

En: Frontline

Traducida para Lospobresdelatierra.org por Gregorio Díaz-Ducca

Primavera de 1997 Su mentor, Herbert Marcuse dijo una vez, en el ‘58, según recuerdo, que una de las cosas que pasaría a medida que los negros adquirieran victorias en el movimiento de derechos civiles, sería que se crearía una burguesía negra y esta es en verdad una de las cosas que ha pasado si lo vemos desde nuestro ventajoso punto de vista de 1997. 
¿Cómo ve el papel de la burguesía negra en la lucha que continúa?

AD: En realidad hemos tenido una burguesía negra o la creación de una burguesía negra por muchos más decenios…. si vemos a uno de nuestros grandes dirigentes, W.E.B. Du Bois, estaba asociado con una burguesía negra pequeñísima en el siglo XIX así que esto no es algo totalmente nuevo, aunque la cantidad de negros que hoy se cuentan entre la burguesía negra ciertamente hace una enorme diferencia.

En un sentido la búsqueda de emancipación de la comunidad negra en los EEUU siempre ha sido una búsqueda de liberación económica que significa hasta cierto punto que el incremento de la clase media negra sería inevitable. Lo que creo que es distinto hoy es la falta de conexión política entre la clase media negra y la cantidad creciente de negros/as que están más pobres que nunca.

¿Pero eso no es inevitable? ¿Ha habido algún grupo inmigrante, que al volverse parte de la corriente principal (mainstream) estadounidense, no haya dejado atrás sus raíces, de cierta forma?

AD: Es verdad, pero creo que el problema contemporáneo es la cantidad creciente de gente negra y otra gente de color que es arrojada a un estado que los obliga a trabajar en economías alternativas y el mayor número de personas que son encarceladas. Esto es nuevo. Este no es el camino típico hacia la libertad que los inmigrantes han descubierto tradicionalmente en EUA.

Y creo que debo decir que no podemos pensar con estrechez sobre los movimientos de liberación negra y no podemos ver necesariamente esta división de clases como un simple producto o cierta estrategia que los movimientos negros han desarrollado para su liberación.
 Más bien debemos ver los cambios estructurales que también han acompañado los logros del movimiento por los derechos civiles.
 Por ejemplo, debemos ver la globalización del capital, que aumenta, el sistema completo de capitalismo de transición que ha tenido un impacto sobre las poblaciones negras hoy, que por ejemplo ha erradicado grandes cantidades de trabajos con que los/as negros/as tradicionalmente han contado y creado comunidades en las que la base de impuestos se ha perdido como resultado de las corporaciones que se mudan al tercer mundo para descubrir mano de obra barata.
 Sugeriría que a finales de los 90 es de extrema importancia ver el predicamento de la gente negra dentro del contexto de la globalización de capital.

Una de las cosas que me impactó mientras retrocedía y revisaba esta historia, es que Martin Luther King empieza este movimiento en busca de justicia económica justo antes de ser asesinado. El Partido de las Panteras Negras está apenas despegando aquí en California y en una forma que parece que hubo una marcha hacia la amalgama de estos asuntos de clase y de raza de finales de los sesenta que de algún modo se descarrilaron.

AD: Sí, creo que es muy importante reconocer que el Dr. King, precisamente en el momento de su asesinato, estaba reconceptualizando el movimiento por los derechos civiles y buscando una especia de relación de coalición con el movimiento sindical. 
Creo que es significativo el que estuviera en Memphis participando de una demostración de los obreros de sanidad que estaban en huelga. Ahora, si vemos la forma en la que ha evolucionado el movimiento obrero en el último par de decenios, vemos una cantidad creciente de negros/as que dirigen este movimiento y esto es cierto hoy.

También vemos un movimiento obrero cada vez más débil.

AD: Bueno, esto es el resultado del asalto general al movimiento obrero y el resultado de la globalización del capital. Pues sí, tenés toda la razón, pero estoy pensando en algunos avances, digamos en los 80, cuando el movimiento anti-apartheid empezó a pedir más apoyo y fuerza interna, los sindicalistas negros estadounidenses jugaron un papel muy importante en el desarrollo de este movimiento anti-apartheid en EEUU. 
Por ejemplo, aquí mismo en la zona de la bahía, uno de los primeros momentos de peso en el activismo fue la renuncia de parte de la unión de los estibadores a bajar la carga de los barcos que venían de Sudáfrica y el ILWU entonces tomó el liderazgo aquí en la zona de la bahía, particularmente como resultado de la junta negra dentro del ILWU, tomaron el liderazgo en crear un movimiento anti-apartheid que se difundió a todos los otros campus, UC Berkeley, Stanford.

Al menos desde mi punto de observación, parecía como si estuviéramos atacando estructuras e instituciones y después de cierto momento empezó a sentirse como si no fuera posible.
 Nuestros dirigentes fueron asesinados, y una de las cosas que estaba leyendo hoy: 28 Panteras fueron asesinados por la policía, pero 300 Panteras Negras fueron asesinados por otras Panteras, desde adentro.
 Guerra sanguinaria. Comenzaba a percibirse como una tarea imposible dado lo que enfrentábamos. ¿Cómo reavivamos este sentido de que una persona puede de veras hacer la diferencia de nuevo hoy? Y los niños de hoy están propensos a volver hacia Tupac y Snoop Doggy Dog como ejemplos de gente que pelea por algo.

AD: Es cierto que es dentro del reino de la política cultural que los jóvenes tienden a penetrar en los asuntos de la política, lo que creo que es bueno, pero no va a resolver los problemas. Creo que debería decir primero que nada que tendemos a volver a los 60s y tendemos a ver estas luchas y estos objetivos en una forma relativamente estática. 
El hecho es que se lograron conquistas importantes y que aún pueden verse hoy. Por ejemplo, el número de programas de estudios Afroamericanos en los campus universitarios de hoy. Estos cambios institucionales son inconcebibles fuera de ese desarrollo interior, relacionado con el Partido de las Panteras Negras y otras organizaciones. Los jóvenes empezaron a llevar estas luchas a los campus.

La última línea del ensayo que Skip Gates escribió sobre El Futuro de la Raza dice: “Sólo a veces me siento culpable de ser uno de los afortunados. Sólo a veces me pregunto por qué”. Me pregunto si alguna vez se siente culpable por haber sido una de los que sobrevivió.

AD: Bueno, pienso al respecto. Pero no sé si me siento culpable. Creo que tiene que ver con mi conocimiento de que en un sentido todos tenemos una cierta cantidad de responsabilidad para con aquellos que hicieron posible que aprovecháramos las oportunidades. 
La puerta está abierta un momento. Si algunos de nosotros podemos escurrirnos por la abertura de esa puerta, se lo debemos a aquellos que demandaron que la puerta fuera abierta para que usáramos el conocimiento o las habilidades que adquirimos no sólo para nosotros, sino también para el servicio de la comunidad. Esto es algo que creo haber decidido hace mucho tiempo.

¿Pero qué hay de aquellos que fueron arrestados al mismo tiempo que usted, y que siguen en la cárcel? Usted salió. Pudo salir en cierto modo porque se convirtió en una causa célebre, pero hay otros que no.

AD: Sé que eso es verdad pero estoy contestando tu pregunta sobre la culpa, y trato de sugerir que quizá hay otras formas de lidiar con eso que con la culpa. Así que en vez de sentirme culpable lo que he hecho es continuar la labor. 
Apenas salí de la prisión, apenas terminó mi juicio, primero que nada, durante el tiempo que estuve en prisión, había una organización llamada El Comité de Unión Nacional para liberar a Angela Davies, e insistí en que se llamara El Comité de Unión Nacional para liberar a Angela Davies y a todos los presos políticos.

Tan pronto acabó mi juicio, traté de usar la energía que se había desarrollado alrededor de mi caso para crear otra organización, a la que llamamos la Alianza Nacional contra la Represión Política y Racista. ¿Y qué? En junio se cumplirán 25 años desde el final de mi juicio. 
Y aún lucho por la libertad de los prisioneros políticos, Mumia Abu Jamal, los presos políticos de Puerto Rico, como Dinci Pargan, por ejemplo, Leonard Pelletier. 
Estoy involucrada en los trabajos a favor de los derechos penales en general. Creo que la importancia de hacer trabajo como activista es precisamente que te permite devolver y considerarte no como un individuo que pudo haber alcanzado cualquier cosa, sino ser una parte de un movimiento histórico en marcha.
 Entonces no creo que sea necesario sentirse culpable. Porque sé que estoy haciendo el trabajo que va a ayudar a más hermanas y hermanos a desafiar a todo el sistema de justicia criminal, y trato de usar todo el conocimiento que pueda obtener para continuar con la obra en nuestras comunidades, que nos hará avanzar.

Uno de los problemas, cuando llegamos a los años 70 es que parecía que peleábamos en contra de instituciones y estructuras tan grandes, que al parecer lo que una persona podía hacer al respecto era casi nada… ¿Cómo recuperamos ese sentido de una clase de poder para ser lo suficientemente osado para enfrentarse a esas estructuras?

AD: No sé si el movimiento fracasó como resultado del carácter abrumador de las instituciones que nos propusimos cambiar. Creo que la represión tuvo mucho que ver con el desmantelamiento del movimiento, y también el alcanzar algunas victorias tuvo algo que ver con la incapacidad del movimiento de tomar esas victorias como el punto de partida para buscar nuevos objetivos, y desarrollar nuevas estrategias.

Pero creo que es extremadamente importante reconocer los logros que conquistaron el movimiento por los derechos civiles, el movimiento del poder negro. No creo que hiciéramos lo suficiente. Las transformaciones institucionales ocurrieron directamente como resultado de los movimientos que la gente, la gente anónima, organizó, y por el cual dieron su vida. ¿Cómo cuál?

AD: Pienso en el momento en que se acabó la segregación en el sur, por ejemplo, y el hecho que algunas negras decidieran boicotear el sistema de buses y esto en verdad se hizo y eventualmente esas leyes fueron transformadas o cambiadas.

Lo que también pasó, por supuesto, es que la lucha ya no se desarrolla tanto en los campus universitarios, se desarrolla en los salones de los consejos corporativos o dentro de la estructura corporativa y los que estamos ahí somos ambos, es algo muy extraño.
 Por un lado somos más reticentes para referirnos a estas cosas racistas que vemos que pasan en ese entorno, pero por otro lado nos estamos volviendo más afrocéntricos al mismo tiempo. Es casi como si sintiéramos que si aparecemos con nuestro traje kente eso es todo, ya luchamos. ¿A qué se debe eso? ¿De dónde viene?

AD: Creo que surge de una tendencia común a unir la negritud cultural con el antiracismo. Creo que este es otro caso del cual podemos aprender algo. 
Durante el periodo de los 60, cuando nacieron organizaciones como el Partido de las Panteras Negras, había otras organizaciones nacionalistas culturales como la Organización EEUU (US Organization), como la organización que Amiri Baraka desarrollo y por supuesto Amiri OK, estaba el movimiento de las artes negras que era de gran importancia, pero también estaba la organización política de Baraka en Newark que tomó una posición cultural nacionalista que asumió que si éramos capaces de conectarnos con la cultura de nuestros antepasados africanos, de una u otra manera estos vastos problemas que nos rodeaban: el racismo en la educación, en las escuelas, en la economía, en la salud, etc., desaparecerían. 
Hubo conflictos y debates muy interesantes entre grupos como el partido de las Panteras Negras y los grupos culturales nacionalistas en los sesenta.

¿Cuáles fueron esos debates? ¿Cuál era la naturaleza de ese debate entre las Panteras Negras y digamos un grupo como US?

AD: El debate a menudo se enfocaba en lo que debían hacer los jóvenes negros que desearan asociarse con un movimiento de liberación, si debían inmiscuirse en campañas contra la violencia policial, por ejemplo, o si debían enfocar su energía en usar ropa africana y cambiarse el nombre y efectuar rituales. Uno de los nombres que los miembros de las Panteras Negras usaban para referirse a los que se enfocaban en África y en los rituales africanos era nacionalistas chuletas de cerdo.
 Algunos de nosotros decíamos que sí, que necesitamos desarrollar una conciencia cultural de nuestra conexión con África particularmente desde que las estructuras racistas habían confiado en una especie de genocidio cultural que tenía sus raíces en los tiempos de la esclavitud, por lo que muchos de nosotros argumentábamos que también podíamos afirmar nuestra conexión con nuestros antepasados africanos con modos políticos, siguiendo por ejemplo la visión de Pan Africanismo del Dr. Du Bois, que era una noción antiimperialista del Pan Africanismo, en vez del Pan Africanismo que proyectaba una imagen muy idealizada, romántica, de África, una noción ficticia de África, y asumía que todo lo que teníamos que hacer era volvernos africanos, por decirlo así, en lugar de involucrarnos en luchas antiimperialistas organizadas. Por lo que pienso que el debate sobre el Pan Africanismo al principio, tras las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, en el que había participado el Dr. Du Bois, tomó un carácter diferente pero recapituló algunos de los conceptos y problemas de los años sesenta


¿Y qué le dice que estemos en 1997 y que la agenda Pan Africanista/nacionalista cultural es a la que se ha enganchado el lado comercial, a la que se ha unido Wall Street? Ese lado parece que ha triunfado y que el movimiento antiimperialista, no se ha retirado, pero en verdad no se le ha oído mucho.


AD: No me sorprende que ese aspecto del movimiento nacionalista negro, el lado cultura, haya triunfado porque ese es el aspecto del movimiento que era más útil, y cuando vemos esa utilidad de la negritud estamos viendo un fenómeno muy lucrativo y creo que su conexión con el ascenso de una clase media negra es muy obvio. Y con respecto a la tradición de lucha y la tradición de lucha del antiimperialismo y el anticapitalismo es una que tiene que ser peleada y rediseñada continuamente. No va a ocurrir sola, no será tomada por las corporaciones capitalistas y presentada como algo que es lucrativo y además agradable para las masas.


Encuentro interesante, en cierta forma, que Kwanzaa -usted conoce las ideas de Karenga que aparentemente fueron financiadas por el FBI, al menos en parte- sean quienes reciben mayor adhesión de parte de los negros, y no los ideales del Partido de las Panteras que hablaban de supervivencia, al menos en cierto modo, de una supervivencia económica.


AD: Hasta cierto punto creo que ambas tradiciones han sobrevivido. La tradición cultural nacionalista ha sido utilizada y por tanto ha penetrado en la institución completa del capitalismo de un modo que no han conseguido las tradiciones de luchar contra la violencia policial, pero esas tradiciones aún tienen mucha vida. De hecho creo que la respuesta al juicio de O.J. Simpson estaba basada en una especie de sensibilidad que emergió de las muchas campañas para defender a las comunidades negras contra la violencia de los policías. Y al final una figura como O.J. Simpson fue quien se benefició de esas sensibilidades, pero creo que es importante afirmar el hecho que la sensibilidad sigue existiendo, y una especie de deseo de movimientos negros sigue existiendo, incluso, creo, entre los/as negros/as de clase media.


Esto explica, me parece, el éxito de la Marcha del Millón de Personas, porque la gente negra tiende a considerarse un pueblo en lucha. Esta ha sido nuestra historia dentro de este país (EEUU), y hay una especie de nostalgia por esos momentos cuando la lucha se vuelve dramática, visible y poderosa, aunque la Marcha del Millón de Personas no fue tan importante, diría, porque no hubo demandas políticas que se refirieran a los problemas de peso que las comunidades negras estaban confrontando, pero se dieron las imágenes de lucha, las imágenes de masas de personas que creo que afectaron, conmovieron y le trajeron placer a mucha gente negra. 
Ahora quizá podamos usar eso. Quizá podamos confiar en eso a medida que construimos movimientos que se refieran al empobrecimiento de las masas negras, el complejo prisión/industria. Tengo que mantener la esperanza de que es posible. Pero al mismo tiempo creo que es importante reconocer el punto al que la gente negra de clase media tiende a confiar en una especie de lucha imaginada que se proyecta en comodidades como la ropa kente por ejemplo, e imágenes como la Marcha del Millón de Personas.

¿Ya había criticado la Marcha del Millón de Personas? ¿En qué basa su crítica?

AD: Desarrollamos esta crítica con base en diversos asuntos. Primero, el fallo en integrar el género en la visión de lo que la comunidad negra necesitaba, la exclusión de las mujeres de la marcha misma, aunque creo que finalmente alguien dijo que estaba bien que las negras se unieran, que no tenían que quedarse en la casa cuidando a los hijos como se les pedía antes. 
Pero mi crítica también se basa en la política conservadora de la Marcha del Millón de Personas, la política conservadora, la tendencia a confiar en el voluntariado, la manera en la que las políticas de la marcha coexistían armoniosamente con las políticas de Newt Gingrich, por ejemplo, el enfoque en los valores familiares que de nuevo unían la marcha con unos de los desarrollos más conservadores en la sociedad de EEUU hoy, el ataque a los derechos reproductivos de las mujeres, etc. 
Si esta marcha del millón de negros hubiera planteado problemas como el ataque al sistema de bienestar, el ataque a los derechos de reproducción de las mujeres, si hubiera habido un sentido de cómo referirse a esta vasta problemática de la violencia contra las mujeres, en vez de asumir que una estructura familiar patriarcal en la que los negros hubieran….
Expiado.

AD: Expiado pero también asumido su papel como los patriarcas de la familia, porque de eso es de lo que se trataba la expiación. Los negros no eran los padres que tenían que ser, no tomaban el peso de la familia de la forma que tenían que hacerlo. Encuentro eso muy problemático porque creo que es importante que reconozcamos que aunque históricamente las comunidades negras han sido muy progresistas con respecto a los problemas de raza y con respecto a las luchas por la igualdad racial, pero eso no necesariamente se traduce en posiciones progresistas en asuntos de género, condiciones progresistas en asuntos de sexualidad y a finales de los noventa tenemos que reconocer la intersección, la interconexión que tienen todas estas instituciones y actitudes.

Ahora que la Marcha del Millón de Personas terminó, ¿considera que no fue correcto hacerla?


AD: Los que criticamos la Marcha del Millón de Personas no decíamos que no pasaría. Decíamos que los debates alrededor de los problemas encarados por la marcha debían permitirse particularmente dentro de las comunidades negras. Supongo que lo que hoy critico es la tendencia a unir este momento dramático con un movimiento.

La nostalgia en el interior de las comunidades negras por este movimiento masivo que involucra la reunión de vastas cantidades de negros/as es algo que a menudo puede llevarnos a direcciones improductivas. Porque en el pasado las demostraciones en las que pensamos, la marcha de 1963 en Washington, por ejemplo, esa marcha no fue tan importante, estaba organizada sin nada más de fondo.

Era una demostración de la organización que se había estado dando por años y años, y asumir que uno puede convocar a una marcha en Washington y que eso sea un movimiento en los 90 creo que es un tremendo error. Diría que tal vez la importancia de la Marcha del Millón de Personas es que estimuló una buena cantidad de discusión. Tal vez le hizo pensar a la gente que necesitamos empezar a regenerar una aproximación a la organización de los cimientos, que nos ayudará a dirigir un movimiento masivo.

Había una tendencia entre la gente de clase media que creo que participaron en esa marcha a identificarse apasionadamente con el hermano en las calles, sin encargarse de la clase de problemas políticos que se requieren para mover a los negros de la pobreza a una posición de progreso.

Por supuesto los hermanos en las calles se están identificando con los raperos mafiosos o al menos sí lo hacen los hermanos menores en las calles, que es un nivel totalmente distinto de identidad simbólica.


AD: Y no sólo los hermanos en las calles sino también los hermanos de clase media se identifican con los raperos mafiosos por el alcance que tiene esta música. Y es posible para los jóvenes de clase media, y no sólo para ellos, sino también para los jóvenes blancos de clase media y jóvenes de otras comunidades raciales identificarse con la misoginia del rap mafioso.


Bueno, no es sólo misoginia. Ahora parece mover sólo hacia un torpe materialismo. Los más recientes son sólo, sólo nombran marcas. Esa es su progresión ¿Cómo hemos alcanzado un punto donde en 1997 la ética de ser negro significa que no vas a la escuela a estudiar, que el estudio equivale a ser blanco y que de algún modo eso es malo?


AD: Bueno, o es la aproximación que se le fomenta a los niños negros que hagan o la que deciden hacer. Porque tenés este incremento de la clase media y tenés a los hermanos y hermanas jóvenes que se dirigen hacia la arena corporativa y que se les apoya para que hagan esta arena desde que son muy jóvenes. Creo que este es uno de esos momentos en que tenemos que hablar sobre el deterioro de las instituciones.


Y en verdad no puedo culpar a los montones de hermanas y hermanos jóvenes que creen que la educación tiene algo qué ofrecerles. Porque de hecho, no tiene nada qué ofrecerles. Suponé que obtienen un diploma de secundaria que sea significativo. ¿Qué clase de trabajo les espera? Los trabajos que solían estar disponibles para los obreros ya no existen como resultados de la desindustrialización de esta economía.


Por tanto, a menudo los jóvenes negros se vuelven hacia las economías alternativas. Se vuelven hacia la economía de las drogas… las economías que van a, que aparentemente les producirán algún tipo de ganancia material. No podés criticar a la gente por querer una vida decente o por querer vivir decentemente. Mientras que creo que es cierto que hay mucho qué hacer con respecto a las ideas que circulan entre los jóvenes en áreas como el hip hop. Al mismo tiempo, no podemos olvidarnos del deterioro de las instituciones y la influencia estructural sobre los jóvenes.


Devolvámonos a la globalización del capital. ¿Cómo se moviliza alrededor de un tema como la globalización del capital.


AD: Bueno, te movilizás alrededor de la globalización del capital de formas locales. Obviamente hay algunas organizaciones que salen a la calle y dicen que queremos acabar con el sistema capitalista. Pero obviamente eso no va a pasar como resultado de sólo asumir esa postura. Creo que en las comunidades negras de hoy necesitamos fomentar mucha más organización interracial. Por ejemplo, vemos el ataque a los inmigrantes. Tanto los legales como los indocumentados. ¿Y en dónde está la comunidad negra con respecto a ese problema? Creo que es importante reconocer que hay una conexión entre el predicamento de los pobres negros y el predicamento de inmigrantes que llegan a este país buscando una mejor vida. La desindustrialización de la economía estadounidense que se basa en la migración de corporaciones al tercer mundo donde la mano de obra es muy barata y por tanto más lucrativa para estas compañías crea, por un lado condiciones en esos países que alienta a la gente a emigrar a los EEUU buscando una vida mejor. Por otro lado, crea condiciones aquí que envían a más negros/as a las economías alternativas, las economías de la droga, las mujeres a la economía de los servicios sexuales, y los envía al complejo industrial de las cárceles.

Por esto tenemos que descubrir cómo formular temas que nos va a reunir a todos los que estemos afectados de una u otra forma por la globalización del capital…. Cuando consideramos cuánto desea pagar o estaría dispuesto a pagar un joven negro por un par de [Tenis] Nike, ¿verdad? y luego pensamos en las condiciones en las que se hacen esos zapatos en Indonesia, o donde sea, al mismo tiempo que esa hermanita o hermanito será tratado en el mercado laboral de acá como indispensable y tal vez como alguien que puede ser arrojado al sistema penitenciario. 
Entonces hay razones para unirnos si podemos descubrir alguna clase de estrategias y tácticas que permitan lograrlo. Creo que este es el verdadero desafío de esta era, lo que significa que tenemos que alejarnos de una concepción limitada de la negritud. No podemos hablar de la comunidad negra.

Ya no es una comunidad homogénea, nunca fue una comunidad homogénea. En un momento, tenía sentido hablar de la comunidad negra porque estábamos luchando contra el profundo impacto del racismo en la vida de la gente de diversas formas. Aún tenemos que luchar contra el impacto del racismo, pero no ocurre de la misma manera. Creo que hoy es mucho más complicado que nunca.

El hecho de que los negros son ahora una comunidad heterogénea nos absuelve de la obligación de seguir retrocediendo, todos retrocediendo, cada uno, alcanzar a cada uno?

AD: Creo que tenemos que insistir en cierta responsabilidad que tiene la gente, en especial los que han llegado a ser de la clase media porque como el Dr. Ling dijo hace muchos años en un sentido han escalado y salido de las masas sobre los hombros de sus hermanas y hermanos y por tanto, tienen cierta responsabilidad.

Pero depende de la gente si asumen o no esa responsabilidad. No podemos dar por sentado que esa gente, por virtud del hecho de que es negra, va a asociarse con las luchas políticas progresistas. Tenemos que despojarnos de las estrategias que asumen que la unidad, que la unidad política negra es posible.

¿Cuál es la coalición?

AD: Coalición política. Coaliciones basadas en la política. Creo que debemos enfocarnos con ganas en los temas mucho más de lo que lo hayamos hecho en el pasado. Creo que tenemos, como dije antes, que buscar crear estrategias de coalición que vayan más allá de las líneas de las razas. Tenemos que unir comunidades negras, comunidades chicanas, comunidades puertorriqueñas, asiáticas.

Nota de la redacción de Frontline: En 1969, Davies figuró en los encabezados cuando fue expulsada de la UCLA (Universidad de California en Berkeley) por el entonces gobernador Ronald Reagan y el Consejo de Regentes debido a su afiliación al Partido Comunista. Fue incluida en la lista del FBI de los “Diez más buscados” al año siguiente, cuando varias armas registradas bajo su nombre fueron usadas en la toma una corte dejando cuatro muertos. Posteriormente fue absuelta de todos los cargos. La entrevista fue llevada a cabo en la primavera de 1997.

Angela Davis, la eterna indómita (Entrevista por Michel Muller)

“La edificación del nuevo Estado que antepone a todo la seguridad y que se funda en la fábrica del miedo constituye una nueva erosión de los vestigios de democracia en nuestro país. Hemos entrado en la era más conservadora de nuestra historia, más conservadora incluso que en la época de MacCarthy”.

La legendaria militante comunista y antirracista norteamericana, antigua discípula del filósofo Herbert Marcuse, anuncia la aparición de un próximo libro.

—¿Cuáles son las razones que han llevado a establecer este conjunto de disposiciones de seguridad a ultranza?

—La Patriot Act (Ley Patriota) fue promulgada inmediatamente después del 11 de septiembre de 2001. La Administración Bush halló en este ataque la oportunidad para explotar el miedo al terrorismo como fundamento del conjunto de su política de guerra mundializada. La Patriot Act integra nuevas formas de maccarthismo y de racismo… 
La edificación del nuevo Estado que antepone a todo la seguridad y que se funda en la fábrica del miedo constituye una nueva erosión de los vestigios de democracia en nuestro país. Hemos entrado en la era más conservadora de nuestra historia, más conservadora incluso que en la época de MacCarthy.

“La Patriot Act fue adoptada casi por unanimidad. Incluso las fracciones más progresistas (como, por ejemplo, el Black Caucus, el colectivo de los representantes negros) rechazaron en ese momento cualquier toma de posición contra las decisiones de Bush. De hecho, una sola persona —la representante de mi circunscripción, en California— tuvo la fuerza y el coraje suficientes para decir no. 
Una combinación de racismo, particularmente frente a las gentes de fe musulmana, y de miedo arteramente manipulado ha acabado creando una situación tal, que lo que nos queda de democracia está en proceso de rápida erosión. Eso se ve, por ejemplo, con el uso de la pena de muerte: hace poco tuvimos la milésima ejecución, y el mismo día, la número mil uno.
 Esa auténtica rutinización, esa banalización, se ha instalado en el derecho hijo de la guerra de Iraq, de la guerra planetaria contra el terrorismo y de la creación de un Estado ampliamente fundado en nociones erróneas de seguridad”.

—La Patriot Act ha concedido al FBI unos derechos exorbitantes, como la Carta de Seguridad Nacional (National Security Letter)…

—El FBI tiene ya el derecho, por una simple carta, y sin mandato judicial, de exigir a instituciones, organismos o personas poseedoras de ficheros de clientes o usuarios, informaciones sobre cualquier ciudadano pretendidamente sospechoso de actividades terroristas. Los destinatarios de la Carta son, por lo demás, mantenidos en el más absoluto de los secretos. 
De manera que, sin haber sido nunca informado, uno puede ser objeto de una investigación policial sobre su cuenta bancaria, sus compras o sus actividades culturales, incluidos los libros tomados en préstamo de una biblioteca.

—La Patriot Act, ¿autoriza el encarcelamiento sin mandato ni inculpación por parte de un juez, sin asistencia letrada y sin notificación de la causa de la detención?

—Así es. Esos procedimientos se practican bajo el pretexto de que habría problemas específicos de seguridad inherentes al hecho de que los actores de la llamada guerra terrorista carecen de vínculos particulares con algún país determinado. 
Dicho esto, todas las discusiones giran actualmente en torno a la cuestión de la capacidad del gobierno para violar derechos, tanto de los nacionales como de los extranjeros. Uno de los puntos esenciales es el de la tortura en los centros de detención norteamericanos y en los países de Extraordinary Renditions (transferencias extraordinarias). Se ve cada vez más que la Admnistración Bush-Cheney, con su programa de guerra contra Iraq y de guerra planetaria contra el terrorismo, empuja al país en una dirección de extrema derecha.

“La cuestión principal, en mi opinión, es saber cómo desarrollar un movimiento capaz de protestar contra ese proceso. La revelación a todas luces de la abyecta y absoluta pobreza, en particular de los negros, en Nueva Orleans, ha mostrado la incapacidad del Gobierno Federal para reaccionar frente a una urgencia particular creada por la conjunción de un desastre natural, del racismo y de la pobreza.
 Desde entonces, la popularidad de Bush ha experimentado un notable deterioro. Razón por la cual esperamos que se abra una posibilidad de contestación y protesta popular contra la Administración Bush”.

—A finales del año, en mitad del mandato presidencial, habrá elecciones al Senado y a la Cámara de representantes. ¿Ve Usted posibilidades de una verdadera alternativa en ese marco rígido del sistema bipartidista.

—Es el principal problema. Sin duda, lo mejor será poder lanzar una campaña, a fin de obtener el impeachment (destitución) de Bush, lo que permitiría ejercer cierta presión sobre un eventual candidato demócrata para que nos sacara de la actual tendencia. El problema es que los demócratas, en no menor medida que los republicanos, han estado implicados en la guerra y en la política interior.

—En su próximo libro Usted define el sistema de detención estadounidense como un complejo industrial-carcelario. ¿Cuál es su función política y social?

—El complejo militar-industrial se desarrolló en el curso de la guerra de Vietnam. La industria armamentista y las instituciones militares se convirtieron en elementos centrales de la economía y de la cultura estadounidense, con vínculos estrechos con las empresas, los medios de comunicación, los representantes electos y la alta jerarquía militar. 
En ese proceso, las cárceles han acabado convirtiéndose en un dato esencial de la economía norteamericana y, cada vez más, de la economía mundializada. 
Y cuando se observa que los políticos, las empresas y los medios de comunicación tienen interés en la expansión continua de la industria punitiva (punishment industry), no se puede menos que constatar una gran similitud entre el complejo industrial-carcelario y el complejo militar-industrial.

—¿Cuántos detenidos hay actualmente en las cárceles de los EE.UU.?

—Hay dos millones de personas en las cárceles norteamericanas. Y si añadimos los condenados en situación de libertad condicional o bajo control judicial, nos acercamos a la cifra de cinco millones.

—¿Puede esto considerarse un medio de controlar las tensiones sociales?

—¡Desde luego que no! Al contrario: se constata un incremento de las tensiones, así como un fenómeno nuevo, el de la conexión entre el sistema punitivo y la institución militar. Esta última practica la tortura, al tiempo que se ha convertido en la única vía que permite a los pobres, esencialmente a los negros, evitar la cárcel. Si, por otra parte, constatamos que cerca de un 70 por ciento de los detenidos en nuestro país son gentes de color, se ve claramente una fuerte correlación entre la destrucción del Estado social y la utilización creciente del racismo, un resultado directo del capitalismo mundializado.

—En vísperas de su pasada visita a Europa, Condoleezza Rice afirmó que los europeos tendrían que tomar decisiones difíciles, porque, según ella, la guerra contra el terrorismo es una nueva forma de guerra y porque, en consecuencia, las reglas del pasado han dejado de tener validez. ¿Hay una estrategia a largo plazo en este proceso?

—Condoleezza Rice representa lo más reaccionario de la Administración Bush. Exige que un Estado prive a la gente de sus derechos, que los Estados Unidos ignoren totalmente capítulos enteros del derecho internacional. Es terrorífico: yo no suelo usar el término “fascismo” cuando no es necesario, pero creo que estamos aquí en presencia de tendencias fascistas muy netas representadas por Bush, Condoleezza Rice y Cheney.

—En la presentación de su libro, Usted declara que los criterios de la democracia son la existencia, para los ciudadanos, de derechos concretos. ¿Pueden esos derechos ser ejercidos y desarrollados en un mundo de capitalismo globalizado bajo la hegemonía del más poderoso?


—El creciente deslizamiento hacia la derecha en los EE.UU. y en Europa refleja, en el período actual, la tendencia dominante del capitalismo. Así, la democracia, en la formulación de la Administración Bush, se confunde con el capitalismo… Cuando hablo de nuevas formas de democracia, hablo de socialismo, de una democracia que no se funde únicamente en derechos formales como el derecho al sufragio, sino también en derechos concretos como los derechos sociales: el de vivir al abrigo de toda violencia, el derecho al trabajo, a la vivienda, a la atención médica y a una educación de calidad, al derecho de cruzar libremente las fronteras… 
Si se observa la manera en que los EE.UU. han tratado de regular lo que se llama el problema racial, resulta claro que se necesitan soluciones nuevas. 
Habría que citar aquí a Marx, quien decía que el capitalismo crea problemas que es incapaz de resolver. El nacionalismo negro no es, ciertamente, una respuesta, como hemos podido constatar en los EE.UU. 
Es necesario crear nuevas instituciones con, por ejemplo, un mejor sistema educativo, lo que significaría ya un gran cambio, o también una forma de sistema gratuito de salud, cosas, todas estas, que resultan tan necesarias en nuestro país…

—¿Ve Usted signos de una nueva solidaridad internacional?

—Es la cuestión esencial. Sobre todo en los EE.UU., que no tienen buena reputación internacionalista. Una de las consecuencias más graves de la política de guerra mundializada es el hecho de que ha resultado fácil persuadir a la gente de que tenemos necesidad de una nación multicultural, en detrimento de una solidaridad que se proyecte más allá de la nación. 
Ha sido mucha la gente de color que ha acabado replegándose en el nacionalismo, percibido como la única respuesta posible a una agresión procedente del exterior. En la misma onda, la solidaridad con el pueblo de Afganistán o con el de Iraq no ha sido considerada como uno de los medios efectivos para salir de la situación.

Yo digo que tenemos necesidad de explorar y desarrollar nuevas vías de solidaridad internacional. 
Tenemos que estudiar cómo crear líneas de comunicación, de solidaridad, especialmente después del hundimiento de la comunidad de países socialistas, la cual, de hecho, constituía un espacio que permitía la producción de solidaridad internacional. (Tomado de sinpermiso.info)

Related Posts

Subscribe Our Newsletter