Mientras la diáspora cubana y venezolana vive una de las etapas migratorias más complicadas de los últimos años, los tres congresistas cubano-americanos —los mismos que se llenan la boca hablando de “libertad”, “patria” y “ayuda humanitaria”— han decidido darle la espalda a las mismas comunidades que los pusieron donde están.
Cada ciclo electoral repiten el mismo libreto: recorren Florida, aparecen en emisoras, prometen ayuda y juran que lucharán por las familias cubanas y venezolanas.
Pero cuando llega el momento de defender a esas familias, callan, se esconden o miran para otro lado.
Las medidas de Trump NO afectan a las dictaduras… afectan a la diáspora
La más reciente decisión del Presidente Trump —que ha provocado el caos migratorio en miles de hogares— no golpea ni debilita al castrismo ni al chavismo.
Los verdaderos golpeados fueron:
• Personas que ya esperaban su cita final de ciudadanía.
• Familias que llevaban años cumpliendo todos los requisitos migratorios.
• Residentes legales permanentes que tenían su sueño a días de hacerse realidad.
Todo eso quedó en pausa, cancelado o retrasado indefinidamente. Mientras tanto, las dictaduras de Cuba y Venezuela ni se enteraron, porque nada de estas medidas las toca a ellas.
La única consecuencia real es el sufrimiento de quienes escaparon justamente de esos regímenes.
¿Y dónde están nuestros congresistas?
Los congresistas cubano-americanos —que deberían ser la primera línea de defensa cuando se afecta a su gente— no han levantado la voz.
No han criticado la decisión.
No han exigido excepciones humanitarias.
No han peleado por los miles de cubanos y venezolanos inocentes que quedaron atrapados en un limbo injusto.
Ellos sí saben pedir votos.
Ellos sí saben buscar cámaras.
Ellos sí saben repetir discursos vacíos.
Pero cuando el golpe llega al corazón de nuestra comunidad, simplemente no hacen nada.
Hipocresía en su máximo nivel
Es una traición clara:
• Traición a quienes trabajaron años para ser ciudadanos.
• Traición a los padres que quieren traer a sus hijos legalmente.
• Traición a los profesionales que se esfuerzan, pagan impuestos y cumplen la ley.
Mientras estos congresistas juegan política con la vida de su propia gente, la comunidad cubana y venezolana es la que paga el precio.
La realidad es dura, pero debe decirse
Las cancelaciones de citas, las demoras masivas y la incertidumbre que viven tantas familias no ayudan en nada a tumbar a Maduro ni al castrismo, como algunos quieren hacerle creer al público.
Pero sí destruyen los sueños de miles de inmigrantes que aman este país, que trabajan duro y que lo único que piden es una oportunidad justa.
Es hora de exigirles cuentas
La comunidad cubana y venezolana tiene derecho a señalar a quienes:
• Se benefician políticamente del dolor de sus pueblos.
• Hablan de libertad, pero fallan en defender a quienes buscan una vida libre.
• Prometen, pero no cumplen.
• Representan, pero no defienden.
Porque un representante que solo aparece en campaña y desaparece cuando más se necesita, no merece ese asiento.
Este no es un ataque político:
Es un reclamo justo.
Es un grito de indignación.
Es un llamado a todos los que fueron afectados.
Los congresistas cubano-americanos y el propio Presidente Trump deben explicar por qué las únicas víctimas de estas decisiones son los mismos inmigrantes que ellos dicen defender.
La comunidad ya despertó.
Y no olvidará quién estuvo callado cuando más se necesitaba una voz.

