El presidente Díaz-Canel se dirige a los delegados en La Habana sobre el creciente papel de la inteligencia artificial en la guerra de información imperialista.
Una conferencia internacional celebrada en La Habana el 15 de octubre —el tercer Encuentro Internacional de Publicaciones Teóricas de Partidos y Movimientos de Izquierda— reunió a fuerzas comunistas y progresistas de todo el mundo.
Entre las delegaciones se encontraban el Partido Comunista de la India, el Partido Comunista de Grecia, el Partido de los Trabajadores de Bélgica, el Partido de los Trabajadores de Hungría, el mayor sindicato de Irlanda y decenas de otras organizaciones. Organizado por el Partido Comunista de Cuba, con la participación del presidente Miguel Díaz-Canel en varias sesiones, el encuentro se centró en una cuestión crucial: ¿Cómo puede la clase trabajadora ganar la guerra de la información?
Un país dominó las discusiones: Venezuela. Los participantes latinoamericanos enfatizaron que Venezuela se encuentra en la primera línea de la agresión imperialista estadounidense, lo que la convierte en un campo de pruebas tanto para la ideología neofascista de Trump como para las nuevas formas de guerra informativa.
Las perspectivas compartidas por los oradores cubanos y venezolanos, en particular el presidente Díaz-Canel, Ignacio Ramonet (biógrafo de Fidel Castro) y Miguel Pérez Pirela, el filósofo venezolano que lidera la Red en Defensa de la Humanidad, exigen una seria atención por parte de la izquierda estadounidense.
Su argumento central era claro: las plataformas de redes sociales son herramientas de guerra de clases, y la izquierda en Estados Unidos ha entendido fundamentalmente mal cómo usarlas.
La IA de Google: generando consentimiento a gran escala
La inteligencia artificial se ha convertido en la última arma propagandística del imperialismo.
Díaz-Canel describió cómo los resúmenes de IA de Google presentan rutinariamente a Cuba a través de una lente distorsionada y hostil. Cuando la gente común busca información sobre Cuba, incluidos los propios cubanos, la IA de Google genera una breve "perspectiva general" que presenta a la isla como una dictadura sin derechos ni libertades fundamentales. Estos resúmenes aparecen en la parte superior de los resultados de búsqueda con un brillo autoritario.
El sistema no inventa información nueva; sintetiza las narrativas dominantes ya producidas por los medios occidentales y las fuentes oficiales estadounidenses. Las investigaciones sobre el comportamiento de los motores de búsqueda muestran que la mayoría de los usuarios nunca van más allá del primer bloque de información breve que ven, lo que otorga a estas instantáneas generadas por IA una enorme influencia.
Cuba ha respondido reuniendo equipos de programación para desarrollar herramientas alternativas de búsqueda asistidas por IA que potencien las fuentes progresistas.
Al mismo tiempo, los presentadores explicaron que los investigadores cubanos intentan inundar los sistemas de IA de Google con información correctiva para contrarrestar las distorsiones más extremas.
Como enfatizaron Díaz-Canel y Vasuki Umantha, del Partido Comunista de la India: la tecnología sirve a la clase que la controla. La cuestión no es si la IA es "objetiva", sino si promueve los intereses de la clase trabajadora o el poder de la clase dominante.
¿Por qué la bandera de One Piece ondea mientras la imagen del Che se desvanece?
Ignacio Ramonet planteó una pregunta provocadora sobre la imaginería política en la era digital.
¿Por qué ciertos símbolos, como la bandera pirata de One Piece, que se ha convertido en un emblema de rebelión y aventura en la cultura juvenil, se propagan viralmente en revoluciones de colores en múltiples países, mientras que símbolos progresistas como el rostro del Che Guevara, la hoz y el martillo o el puño del Poder Negro circulan mucho menos hoy en día?
Ramonet afirmó que la respuesta reside en el funcionamiento de los algoritmos de las redes sociales.
Estos sistemas aceleran y amplifican el contenido que se alinea con los intereses de la clase dominante.
Las imágenes genéricas "anticorrupción" —a menudo desprovistas de cualquier análisis de clase y utilizadas como arma por los movimientos de derecha— se propagan con mucha más facilidad que los símbolos arraigados en la lucha socialista. Las plataformas promueven lo que desestabiliza a los gobiernos en la mira de Estados Unidos y reprimen lo que fortalece a los movimientos de la clase trabajadora.
Esto no es mera coincidencia. Refleja el carácter de clase inherente al diseño de las propias plataformas.
El error fundamental: adaptar el contenido a plataformas hostiles
Miguel Pérez Pirela, cuyo vuelo a La Habana se retrasó debido a un avión militar estadounidense que operaba cerca del aeropuerto de Caracas, presentó el análisis más completo de la conferencia sobre redes sociales. Si bien tiene más de un millón de seguidores en X (anteriormente Twitter) y utiliza la plataforma eficazmente, argumenta que las redes sociales corporativas son fundamentalmente hostiles a la política antiimperialista.
Venezuela y otros movimientos de izquierda cometieron un grave error estratégico: intentar adaptar contenido sólido de izquierda (artículos periodísticos, trabajos teóricos, análisis políticos profundos) a formatos breves para redes sociales, suponiendo que llegarían a las masas. Este enfoque trata las plataformas como herramientas neutrales que simplemente necesitan el contenido "adecuado". Fracasa.
Meta, X y plataformas similares no pueden construir movimientos revolucionarios ni siquiera una comunidad real. Crean la ilusión de conexión mientras aíslan a las personas en silos controlados por algoritmos. Sus sistemas ocultan el material de izquierda y priorizan la propaganda del gobierno estadounidense, los medios corporativos y los actores de extrema derecha.
Estas no son plazas públicas. Son máquinas de propaganda privadas, controladas por multimillonarios.
La guerra por la atención
Pérez Pirela enmarcó la lucha por la información como fundamentalmente una «guerra por la atención».
La batalla entre el imperialismo y la clase obrera global no se trata solo de ideas, sino de lograr que la gente se fije en ellas.
Las fuerzas de derecha dominan este terreno. Trump dice algo escandaloso y las plataformas lo magnifican al instante. Se desata una crisis dramática —la explosión de un barco en el Caribe, un discurso incendiario, una provocación orquestada— que inunda todas las noticias. Incluso cuando la cobertura mediática es negativa, la atención se centra en las narrativas de la clase dominante.
Para cuando la izquierda ofrece una respuesta sustancial, la manguera algorítmica ya ha moldeado la percepción pública.
Las redes sociales solo resultan útiles cuando el movimiento que promueven sirve a los intereses de la clase dominante: revoluciones de colores, levantamientos callejeros de derecha, organizaciones neofascistas. El intento de golpe de Estado del 6 de enero se propagó fácilmente a través de Facebook y plataformas similares.
El intento estadounidense de 2019 de instalar a Juan Guaidó como líder títere lo demostró claramente. La oposición venezolana aprovechó el diseño de Facebook —un sistema creado para priorizar el extremismo de derecha— para difundir afirmaciones falsas y generar confusión.
La crisis obligó a los revolucionarios venezolanos a reevaluar radicalmente su enfoque de la guerra de información digital.
Una reorientación estratégica
Los revolucionarios cubanos y venezolanos han aprendido con la dura experiencia que las redes sociales tradicionales sirven al enemigo de clase. La tarea no es abandonarlas por completo, sino comprender su propósito estrictamente limitado.
La estrategia emergente utiliza las redes sociales con moderación: imágenes impactantes y lemas concisos que alejan a la gente de estas plataformas y la acercan a fuentes antiimperialistas: manifestaciones, libros de izquierda, sitios web revolucionarios, estudios políticos, trabajo de organización, peticiones, campañas, escribir para publicaciones socialistas.
La Red Venezolana en Defensa de la Humanidad ha desarrollado innovaciones prácticas.
Los libros incluyen códigos QR que enlazan a videos de la lectura, creando una vía de acceso audiovisual que saca a los lectores de lo que Pérez Pirela llama el "pozo negro de las redes sociales". No se trata de una simple metáfora, sino de una descripción de plataformas diseñadas para atrapar a los usuarios en un consumo interminable y aislado.
El objetivo es que las personas pasen del desplazamiento pasivo a la educación y la lucha política colectiva. TikTok e Instagram pueden servir como puntos de contacto iniciales, pero el trabajo político serio debe desarrollarse en otros ámbitos.
El manto de Silicon Valley
Durante décadas, las principales herramientas de la guerra de información imperialista estadounidense fueron los medios corporativos y Hollywood.
Hoy, ese manto ha sido asumido por Silicon Valley. Las grandes corporaciones tecnológicas funcionan como el nuevo brazo ideológico de la clase dominante, moldeando narrativas globales a una velocidad y escala sin precedentes.
El movimiento progresista estadounidense debe dejar de adaptar material político sustancial a plataformas diseñadas para reprimirlo.
Debemos esperar que Silicon Valley ejerza su poder agresivamente, porque estas herramientas fueron creadas por capitalistas para defender el dominio capitalista.
La política revolucionaria debe construirse en las calles, en los círculos de estudio, en los lugares de trabajo y mediante la organización directa.
Las redes sociales dominantes fueron creadas por los imperialistas para funcionar en nombre del imperialismo. Cuba y Venezuela están desarrollando nuevos métodos de educación política precisamente porque reconocen esto.
Podemos aprender
La izquierda estadounidense se enfrenta a una disyuntiva.
Podemos seguir tratando las redes sociales como una herramienta neutral que simplemente necesita mejor contenido, y ver cómo nuestro mensaje desaparece en el circo controlado por Musk y Zuckerberg.
O podemos aprender de nuestros camaradas en la primera línea de la guerra de la información.
Esto implica pensar críticamente sobre la tecnología y el poder de clase. Implica usar las redes sociales de forma estratégica y mínima.
Implica priorizar la organización presencial, los medios físicos, la educación política y la lucha colectiva sobre las publicaciones virales y el número de seguidores.
Los pueblos cubano y venezolano nos ofrecen lecciones aprendidas con mucho esfuerzo. Es nuestra responsabilidad analizarlas y actuar.
Adaptado de los comentarios pronunciados en una reunión de miembros del Partido Lucha por el Socialismo.
https://mronline.org/2025/11/21/you-cant-build-a-revolution-on-instagram-cuba-and-venezuela-explain-why/#

