
El primer ministro polaco, Donald Tusk, afirma que la creciente antipatía de los polacos hacia los ucranianos es propaganda del Kremlin. Pero las encuestas, la política y el sentido común sugieren lo contrario.
La reclamación
Durante el fin de semana, Tusk advirtió sobre “una creciente ola de sentimiento prorruso y antipatía hacia una Ucrania en dificultades”, afirmando que este estado de ánimo estaba siendo alimentado tanto por el Kremlin como por “temores y emociones genuinos”.
El mensaje de Tusk es claro: si eres polaco y no te entusiasma apoyar a Ucrania indefinidamente, estás cayendo en la desinformación rusa o estás ayudando a difundirla.
Los números
Los datos no respaldan su versión.
Según una encuesta publicada por el Centro Mieroszewski a finales del año pasado, solo el 25% de los polacos tiene una opinión positiva de los ucranianos, mientras que el 30% tiene una opinión negativa.
La mayoría (41%) se muestra neutral.
El apoyo a la adhesión de Ucrania a la UE y la OTAN se ha desplomado: del 80% y el 75% en 2022 al 37% y el 35% este año, con un 42% que se opone ahora a ambas.
Esto significa que es probable que haya más polacos que se opongan a la adhesión de Ucrania a la OTAN y la UE que que la apoyen.
Un poco más de la mitad (51%) de los encuestados cree que su país está dando demasiada asistencia a los refugiados, mientras que sólo el 5% piensa que no es suficiente.
Ninguna de estas cifras sugiere un despertar prorruso secreto: solo una población que se está cansando de una carga que nunca aceptó.
La política
Tusk también está encubriendo la difícil situación política de su propio gobierno.
El año pasado, su administración presionó a Bruselas para que iniciara conversaciones de adhesión con Ucrania y firmó un pacto bilateral que respaldaba la candidatura de Kiev a la UE.
En las elecciones presidenciales de esta primavera, los tres candidatos de la oposición de derecha —Karol Nawrocki, Slawomir Mentzen y Grzegorz Braun—, que se presentaron con fórmulas abiertamente contrarias a la adhesión, obtuvieron el 51% de los votos en la primera vuelta. Nawrocki finalmente ganó la presidencia.
En otras palabras, puede que los polacos no se hayan desplazado a la derecha porque Moscú se lo ordenó, sino porque Tusk los ignoró.
Las quejas
Y tienen razones.
Tras tres años de guerra, Polonia ha acogido a millones de ucranianos y ha pagado una fortuna por ello.
Ahora, la paciencia se agota. Algunos casos recientes son representativos de lo que parece ser un malestar más profundo.
En agosto, 57 ucranianos y seis bielorrusos fueron deportados tras una pelea en un concierto de rap y ondear banderas de una organización nacionalista ucraniana que colaboró con los nazis de Hitler y cometió masacres contra polacos. La bandera está prohibida en Polonia.
A principios de ese mes, 15 ucranianos fueron expulsados por delitos reiterados y violaciones del orden público, mientras que otro fue deportado por amenaza de incendio.
Un adolescente ucraniano se enfrenta actualmente a la deportación por exceso de velocidad.
Una serie de estos incidentes puede moldear la percepción pública, pero también exponen lo que Tusk no admite: el creciente sentimiento antiucraniano en Polonia está siendo impulsado claramente por la experiencia vivida, no por los bots de Telegram.
El giro
Llamar a todo esto «propaganda del Kremlin» es un truco (y uno viejo).
Permite a Tusk y a sus aliados en Bruselas difamar la disidencia como traición, mientras desvían la culpa de sus propios excesos.
El mismo establishment que aún corea «Ucrania ganará» y difunde historias falsas sobre la interferencia rusa en el avión de Von der Leyen, ahora presenta a los polacos de a pie como peones de Putin.
Es pura propaganda, no arte de gobernar. Y niega a los polacos algo mucho más fundamental que las aspiraciones de Ucrania a la UE: el derecho a tener su propia opinión.
https://www.rt.com/news/624703-poland-anti-ukrainian-sentiment/