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Cuba en el pecho de un hombre, Ricardo Cabrisas Ruíz

A Cuba, este miércoles, uno de sus mejores hijos se le convirtió en poesía. Ricardo Cabrisas Ruíz, quien se entregó a la Revolución hasta el último de sus instantes, había dejado el plano terrenal; y la noticia en las redes desató un aluvión de emociones, de evocaciones, de despedidas que parecieron encadenarse con el simbolismo natural de torrenciales lluvias que cerraron el bregar de un día triste.

En más de un espacio de las redes digitales, un post del Presidente Díaz-Canel Bermúdez compartía el suceso a muy poco de que el ejemplar revolucionario hubiese dejado de respirar: “Muy triste noticia -había escrito el dignatario- para Cuba el fallecimiento del querido compañero Ricardo Cabrisas Ruíz, un hombre ejemplar que dedicó toda su vida a la Revolución. Lleguen a sus familiares y amigos nuestras más sentidas condolencias y un fuerte abrazo en este difícil momento”.

Muy temprano este miércoles, en el recinto de entrada del Consejo de Ministros de la República de Cuba, que tantas veces vio entrar al experto luchador, se alistaron los detalles para rendir merecido tributo. Allí, en una urna pequeña, estaban las cenizas, y al fondo del espacio había ofrendas florales armadas con flores blancas. La primera, dedicada por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, quien ya había enviado sentidas condolencias a los familiares del compañero Ricardo Cabrisas.
Las otras ofrendas habían sido dedicadas por el Presidente Díaz-Canel; por el miembro del Buró Político y Primer Ministro de la República de Cuba, Manuel Marrero Cruz; por el Partido Comunista de Cuba; por la Asamblea Nacional del Poder Popular; por el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y por los trabajadores del Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (Mincex). 

A lo largo de la jornada de tributo seguirían llegando adornos florales; y entre los presentes -los que desfilaban, o los que permanecían en el recinto, o quienes harían Guardia de Honor-, podían avistarse flores blancas que se irían colocando a modo de homenaje.

Al filo de las nueve de la mañana, mientras se ajustaban detalles para el inicio del tributo, el Presidente Díaz-Canel Bermúdez dio un sentido abrazo a la familia del compañero Cabrisas. Desde temprano, Manuel Marrero Cruz estuvo presente; y, poco a poco, compañías entrañables como la del viceprimer ministro y Comandante de la Revolución, Ramiro Valdés Menéndez, se hicieron visibles.
Cuando frente a la pequeña urna, frente a las medallas y a las ofrendas florales, comenzó el desfile de quienes trabajaron con Ricardo Cabrisas Ruíz, fue hermoso ver a mujeres y hombres de diversas profesiones y oficios: pasaban dirigentes de varias entidades con las que el viejo luchador tuvo vínculos; y también desfilaban auxiliares de limpieza, cocineros, cubanos que llevaban en el corazón alguna anécdota relacionada con la vida de un hombre gentil.

Desde la emoción, la viceprimera ministra Inés María Chapman Waugh, quien fue abordada por los reporteros, expresó, que “Cabrisas era un gran hombre, un gran combatiente, un gran revolucionario. Un hombre leal, fiel a la Revolución”. Destacó que él siempre estaba “pensando en cómo dar solución a los problemas”, que siempre andaba gestionando desde lo práctico, y que solía ser “muy dinámico”.

Ella compartió, estremecida, su sentir: “Yo creo que siempre tenemos que recordarlo así, recordarlo trabajando mucho, trabajando por Cuba, por todos los cubanos, buscando soluciones y salidas a los problemas, como él lo hacía”. Inés María no olvidará -y así lo hizo saber- que el compañero Cabrisas hablaba siempre de “trabajar con prioridades dentro de las prioridades”, y que tenía la convicción de que “siempre había solución para los problemas”.

La viceprimera ministra recordó que “hasta el último momento, aun enfermo, ahí estaba combatiendo. Y ese es el ejemplo que tenemos que seguir todos. Todos nosotros estamos aquí trabajando siempre por la Revolución, como parte del pueblo, y ese es el legado que él nos deja, ese ejemplo, ese ejemplo que nunca vamos a olvidar”.

Un testimonio valioso ofreció a los periodistas Elida Valle Fernández, una mujer que, luego de trabajar junto al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, comenzó una etapa de labor junto a Cabrisas que duró 16 años. Con más de 40 años de entrega profesional, ella confesó: “Para mí es un honor y un dolor muy profundo esta oportunidad que tengo de hablarles y decirles sobre el hombre que yo conocí”.

Elida describió “al hombre ejemplar, trabajador, disciplinado, incansable, buen amigo, buen consejero”. Afirmó que él tenía muchas virtudes y que “incuestionablemente vamos a sentir mucho su partida”.

Para Elida, Cabrisas “es un hombre de estos tiempos, con su fidelidad, con la fidelidad absoluta a la Revolución, a Fidel, al General de Ejército, al Presidente Díaz-Canel. Luchó hasta el último momento de su vida”.

Ella contó que “hace 15 días estuve en su despacho y tuve el privilegio de atenderlo”. Preguntó a él cómo se sentía; y la respuesta de Cabrisas no se hizo esperar: “Bien, porque estoy trabajando hasta el último momento”.

Ese es Cabrisas, dijo Elida. Y recalcó: “Ese es el legado que nos deja. Y en estos momentos en que el país requiere de tantos hombres valientes y valiosos, ese es Cabrisas, ese es su legado: continuar trabajando, disciplinado, y defendiendo esta Revolución al precio que sea necesario, y hasta el último momento de nuestras vidas”.

El joven Carlos Luis Jorge Méndez, viceministro primero del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, comentó a los reporteros: “Hoy venimos a rendirle homenaje a una persona que es un gran ejemplo para todos los que tenemos que ver con la actividad del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera; bueno, con la economía en general, y con las relaciones de Cuba con el exterior”.

“Cabrisas no solo es una persona que se distinguió por sus conocimientos, por su dominio de los temas, por ser una persona altamente respetada en Cuba y en el extranjero, sino que fue, hasta el último momento, un ejemplo de consagración, de compromiso, de Fidelidad al Comandante en Jefe Fidel, al General de Ejército Raúl Castro, a la Revolución, y que cada día se preocupó por brindarnos su experiencia, por darnos enseñanzas”.

“Creo que nos queda un compromiso muy grande, con la figura del compañero Cabrisas, de seguir trabajando, de seguir su ejemplo, de seguir sus ideales, y de seguir defendiendo por siempre toda la trayectoria de su vida y todos los resultados y el empeño y su compromiso con la Revolución”.

Este miércoles Sabina Clavel, la compañera que limpiaba la oficina donde Ricardo Cabrisas trabajaba, contó que él “era muy servicial, muy cariñoso. Cada vez que llegaba por la mañana me daba un beso, dos”. Ella no olvidará que en tiempos de COVID-19 el dirigente seguía saludando doble, chocando los puños, o chocando los pies. Cada mañana, al entrar al recinto, si Sabina estaba limpiando, Cabrisas decía con humildad: “Estoy aquí…”; y entonces ella solía responder: “Está bien, yo voy a hacer lo que se pueda…”, para que él tuviera su espacio.

“Él no trataba como una autoridad, siempre le daba cariño y motivación a las personas cuando trabajaban con él”, recordó Sabina Clavel, quien estuvo muy cerca de Cabrisas en estos últimos cinco años.
Muy joven, Laura Soler Díaz, funcionaria del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera -a cargo de las relaciones económicas internacionales con Europa-, compartió con los periodistas un testimonio hermosísimo: “Yo conocí al viceprimer ministro Cabrisas en el trabajo diario, atendiendo los países fundamentales nuestros, y realmente para mí fue un honor que él decidiera escogerme para acompañarlo en las últimas negociaciones que hizo con los países acreedores de Cuba en el Club de París”.

“Luego de eso el trabajo fue muy arduo. Siempre nos enseñó lo que es la disciplina, lo que es el sacrificio, y fundamentalmente lo que es sentir en el pecho qué cosa significa Cuba; o sea, Cabrisas nunca dejó de pensar por Cuba: le preocupaba día a día lo que pasaba en el país, que hubiera provincias que no tuviera pan, que hubiera provincias que no tuvieran energía eléctrica, y ese era su desvelo. O sea, sus últimos tiempos fueron casi que una lucha contra el tiempo, porque necesitaba hacer mucho más. Y todo eso, para un joven, es algo digno de admirar”.

Mientras a la altura del mediodía de este miércoles rendían Guardia de Honor el Presidente Díaz-Canel, el Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular Esteban Lazo Hernández, el Primer Ministro Manuel Marrero Cruz, y el Secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Roberto Morales Ojeda, esta periodista pensaba en el testimonio que un amigo y joven traductor había escrito en estas horas tristes: trabajó con Cabrisas desde el año 2000, lo cual le permitió afirmar que fue su “maestro y formador en casi todo, desde vocabulario y conocimientos económicos financieros, hasta en (asuntos) de porte y aspecto”.

La reportera que ahora escribe estas líneas y que ha visto tantas emociones, tanta admiración y amor en torno al gran cubano que ha partido, puede dar fe -por algunos momentos de encuentros con el compañero Ricardo Cabrisas Ruíz- de su gentileza, de su elegancia, de su lenguaje impecable, de su admirable hábito de siempre saludar, y de ese cariño sincero, pedagógico, que solo saben prodigar los grandes seres humanos.

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