Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Infamia criminal imperial en la destrucción del San Juan de Nicaragua.

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***A 170 años de “diplomacia de las cañoneras”.

A mediados del siglo XIX la pequeña comunidad de San Juan del Norte de Nicaragua, llamada por los ingleses Greytown, asentada en la margen izquierda de la parte sur de la bahía de San Juan, al extremo sur de la Mosquitia nicaragüense, estaba entrampada entre las desmedidas ambiciones imperialistas que confabularon Estados Unidos y Gran Bretaña, quienes el 19 de abril de 1850 firmaron –promovido, entre otros, por Vanderbilt-, el Tratado Clayton-Bulwer estipulando que ninguno “obtendrá ni mantendrá para sí solo control exclusivo del canal” y que allí “ninguno de los gobiernos construirá ni mantendrá fortalezas”. 
Ambos imperios, en el apogeo de la revolución industrial y la expansión comercial vieron las potencialidades de un canal interoceánico por Nicaragua cuya entrada y curso natural había sido imaginado desde el inicio de la Conquista española y era ansiado por las viejas y emergentes potencias coloniales y capitalistas las que, con inescrupuloso interés de dominación expansionista, pusieron sus garras en la privilegiada ubicación geopolítica de Nicaragua.

El 13 de julio de 1854 la corbeta Cyane de la Marina de Guerra de los Estados Unidos, al mando de George N. Hollins, bombardeó, previo aviso a la población, San Juan del Norte y al día siguiente desembarcó a un contingente de marinos al frente de los tenientes Pickering y Fauntleroy, para pegarle fuego a los escombros de las casas de madera de los aterrorizados habitantes para completar la salvaje destrucción del pequeño pueblo nicaragüense.

Fue el primer bombardeo despiadado desde el mar perpetrado por la Armada norteamericana para agredir a una nación extranjera y con el que inauguraron la “diplomacia de las cañoneras” bajo el “Destino manifiesto”, instrumento y doctrina del naciente imperio. 

Fue una operación bélica vergonzosa e injustificable contra un objetivo civil sin resistencia que los agresores ejecutaron como escarmiento al presunto desaire y daño en contra de ciudadanos norteamericanos y la Compañía del Tránsito de “El Comodoro” Cornelius Vanderbilt, uno de los más acaudalados, el mayor empleador de Estados Unidos, que había creado un imperio naval y ferroviario con más de cien barcos de vapor, y abierto, desde el inicio de la fiebre del oro en California, la ruta canalera de tránsito por Nicaragua según concesión obtenida del gobierno de Nicaragua en agosto de 1849 para trasladar viajeros desde Nueva York a California, del Atlántico al Pacífico, cruzando el río San Juan, el lago y el istmo de Rivas. 

La Compañía instaló en un banco de arena –isla de San Juan- de la desembocadura o “punta de espolón llamada Punta de Castilla” (La ruta de Nicaragua, p. 57) o Punta Arenas, la infraestructura básica para recibir embarcaciones y viajeros que navegarían la nueva vía de comunicación fluvial.

La nave de guerra fondeó la bahía desde el 11 y se retiró el 18 después de lanzar un fuego masivo de 210 cañonazos durante seis horas y el capitán de la embarcación, al considerar que todavía no estaban suficientemente castigados, ordenó incendiar casa por casa. 

La criminal misión naval fue ejecutada con inusitada prepotencia para exigir “reparar las injurias hechas a sus ciudadanos”. Se estima que la villa tendría unas 160 familias, el 60% misquitos y mestizos nicaragüenses, y el resto eran de diversas nacionalidades, principalmente ingleses, norteamericanos, franceses y alemanes.

Para “justificar” el ignominioso acto, la salvaje destrucción de San Juan, dos circunstancias se confabularon.

 Por un lado, el gobierno conservador de Nicaragua que presidía el director supremo Fruto Chamorro, exigía a la Compañía Accesoria del Tránsito el pago de lo acordado en el contrato de concesión

El 20 de julio de 1853 el ministro de Relaciones Exteriores Mateo Mayorga, dirigió ultimátum a la Junta Directiva para designar los árbitros en busca de un arreglo. 

William L. Marcy, Secretario de Estado de los EE.UU., designó como ministro en Nicaragua al médico, periodista y político Solon Borland (18.04.1853 – 30.05.1854). Joseph L. White, socio y representante de la Compañía gestionó en Washington el apoyo político y Borland advirtió, al igual que sus antecesores: “Estados Unidos habrá de intervenir para proteger los derechos de sus ciudadanos”

 White, cuando regresaba a Nueva York a su paso por San Juan del Norte, pretendió imponer una negociación a las autoridades para “zanjar las diferencias entre el municipio y la Compañía”, pidió le donaran los terrenos que ocupaba y la exención a perpetuidad de aranceles, pero, debido a las enmiendas que el consejo de Greytown planteó, el acuerdo fue rechazado por el empresario e intentó nombrar en el gobierno municipal a empleados de la Compañía. 

Al no lograrlo “apareció en las calles del pueblo…, vociferando: ¡Greytown será destruida!” … decía que “hará llegar una cañonera que los volará a todos al infierno”.
Por otro lado, ocurrió un “incidente casual” el 16 de mayo de 1854: el vapor H. L. Routh de la Compañía Accesoria del Tránsito, a cargo del Cptan. Smith, portugués, navegaba por el río próximo a San Juan del Norte con pasajeros de California y el ministro americano, cuando, al toparse con el bonguero nicaragüense, originario de Granada, Antonio Paladino que limitaba el paso, le disparó y echó el vapor contra el bongo para destrozarlo.

Según los viajeros, el capitán de la nave fue azuzado por Borland para ejecutar tal acción a sangre fría. 

En la bahía, las autoridades de Greytown intentaron arrestar a Smith por asesinato lo que fue impedido por el diplomático americano, quien amenazó con un arma y que si se acercaban: “En muy corto tiempo tendré aquí una cañonera para que arregle el asunto”. 

Al desembarcar, estando en casa del agente comercial de EE.UU., Mr. J. W. Fabens, los vecinos armados se levantaron exigiendo su detención por obstaculizar la justicia, una botella lanzada lo hirió levemente en la cabeza. 

 A la mañana siguiente en el Northem Light zarpó para Nueva York dirigiéndose a Washington para denunciar el “ultraje del que había sido víctima”. El 30 de mayo ante el Secretario de Estado afirmó: “esos piratas y forajidos deben ser castigados y exterminados por quien sea capaz de hacerlo”.

El incidente coincidió con los intereses de la Compañía Accesoria del Tránsito, por lo que White acompañó a Borland a Washington y urgieron al presidente Franklin Pierce, -antiabolicionista y esclavista-, que propinara un ejemplar castigo a Greytown

El gobernante, en evidente contubernio corrupto, instruyó a la Marina para ejecutar la acción. Tras la misión estuvo Mr. White quien escribió desde Nueva York al agente comercial Fabens en San Juan (16.06.1854) sobre el próximo zarpe de Hollins: “espero que no ejercerá para mostrar misericordia a Greytown ni a sus habitantes… podremos tomar posesión del lugar y desarrollarlo como sitio comercial. Pondremos nuestras propias autoridades, traspasaremos la jurisdicción, y ya usted sabe el resto”.

El salvaje acto de destrucción en contra de San Juan por la cañonera al mando de Hollins fue aprobada por el Departamento de Marina de los Estados Unidos, el Secretario de Estado Marcy y el presidente Pierce, y desató una enorme ola de protestas en la prensa norteamericana e internacional por la descarada e inexplicable acción militar. 

El oficial norteamericano George Nicholas Hollins (1806-1860) en su reporte dice: “A las 9 A.M. del 13 de los corrientes, abrimos nuestras baterías sobre la ciudad, lloviendo sobre ella balas y metralla…”

El extenso editorial del New York Herald publicado el 11 de agosto de 1854, con el título: “El veredicto público del asunto de San Juan”, dice: “De la infamia de la destrucción de San Juan, ésta administración está tratando de escapar revistiendo el acto con un disfraz de negación práctica y arrogante por el pretendido protectorado británico. Pero esto es un mero disfraz superficial… San Juan pertenece a Nicaragua…”.
Para Nicaragua, la nación más agredida por los Estados Unidos, fue el primer ataque militar directo norteamericano. 

El apetecido puerto de San Juan del Norte fue el primero en ser bombardeado y destruido desde el mar. 

Unos 130 años después fueron atacados por lanchas rápidas para ejecutar acciones terroristas dirigidas y financiadas por los Estados Unidos: Puerto Sandino (13.09.83), Puerto Corinto (11.10.83), la base naval de Potosí en el Golfo de Fonseca (4.01.84) y otra vez en el Caribe, San Juan del Norte (9.04.84).

La sentencia de la Corte Internacional de Justicia de la Haya del 27 de junio de 1986 condenó a los EE.UU. por agresión y violación al derecho internacional en contra de Nicaragua y mandó a indemnizar a la pequeña nación centroamericana.

Sobre el primer bombardeo y destrucción de San Juan del Norte en 1854, se habló de una Convención para arreglar los reclamos. 

En nota del 20 de enero de 1871, el ministro americano Carl N. Riotte insistió ante Tomás Ayón, ministro de Relaciones Exteriores, en resolver “los reclamos de ciudadanos americanos contra el Gbno. de Nicaragua, por injurias inferidas en sus personas o propiedades por individuos a las órdenes de ese Gbno. o por sus empleados”, y sobre la violencia de las autoridades americanas, el bombardeo e incendio de San Juan que Nicaragua reclamaba dice: “El Gbno. de los EE.UU. enérgicamente declina aceptar tales arreglos; i teniendo conciencia, de haber cumplido tanto con los estatutos de los EE.UU. como con las leyes internacionales con relación a la espedición de Walker, no permitirá se le haga responsable por los hechos de éste”

Agrega: “la opinión entonces espresada por el señor Srio. Seward -(William H. Seward, secretario de Estado del presidente Abraham Lincoln, 5.03.61-4.03.69)-, a saber: “que este Gbno. no piensa acceder a ningún reclamo, que Nicaragua pueda suponer originarse del Bombardeo de San Juan del Norte”, y Riotte afirma: “que tal pensamiento no se ha tenido desde entonces ni se tiene actualmente. El Gbno. de los EE.UU. jamás supuso que el de Nicaragua pudiese considerarse seriamente como acreedor de los EE.UU. por esa causa”, y concluye que el puerto de San Juan del Norte “no estaba bajo la suprema jurisdicción de la República, sino en poder de aventureros sin lei ni responsabilidad, cuyos actos, origen constante i perenne de disturbios i quejas de este Gbno., demostraron que el bombardeo era un acto necesario i justificable”. (Vega Bolaños, 1970, doc. No. 29, pp. 190-191).

El experto en derecho internacional Manuel Madriz Fornos, en su libro “La necesaria apertura de la vía de comercio del rio San Juan de Nicaragua” (Managua, feb. 2024), recuerda la destrucción de San Juan del Norte, y afirma que los cambios ocasionados en el acceso a la bahía fueron el propósito real del bombardeo de 1854. 

Dice: “No se puede entender cómo una bahía y un puerto considerados como muy buenos por más de 300 años (1538-1862), en el correr de unos cuantos años se cierra súbita e inexplicablemente”

El jurista insiste que “el objetivo militar del bombardeo no era en realidad la población civil, ni tampoco destruir el pequeño poblado de San Juan del Norte…Todo parece indicar que el objetivo militar de la corbeta norteamericana era destruir el puerto de San Juan del Norte y de Punta Arenas, ubicado en el interior de la bahía,… era la destrucción de los caños del río San Juan que naturalmente forman la bahía y el puerto de San Juan del Norte y el puerto de Punta Arenas, motivados por intereses ocultos…” Insiste que “tanto Estados Unidos como Inglaterra formaron parte de la destrucción de la bahía, el puerto de San Juan y Punta Arenas para desalentar los planes de ocupación de piratas y otras potencias. Las intenciones no fueron destruir la vía de comercio del río San Juan, sino “esconderla para retomarla en el futuro” (pp. 91-95).

Aunque las evidencias oficiales y no oficiales disponibles, los reportes y correspondencias del oficial Hollins, el ex ministro Borland, el socio y representante de la Compañía White, el agente comercial de EE.UU. en el puerto Fabens, el secretario Marcy y el presidente Pierce y otros, las informaciones publicadas en la prensa, las posteriores conversaciones entre el gobierno norteamericano y nicaragüense no muestran ningún indicio de lo afirmado por Madriz, lo cierto es que, a pesar de las dificultades naturales que representaba la navegación sobre el río, el empresario Vanderbilt comprobó que la ruta de tránsito natural por Nicaragua era la más corta y factible según el recorrido por la bahía, el rio, el lago y el istmo de Rivas hasta salir por San Juan del Sur. 

El influyente empresario llegó en su primera visita a San Juan del Norte el 26 de diciembre de 1850 para explorar la ruta e identificar los arreglos pertinentes para la navegación regresando a Nueva York en febrero de 1851. 

Volvió en el viaje inaugural que zarpó de Nueva York el 14 de julio de 1951, llegó a San Juan del Norte diez días después: “Un largo y angosto espolón de arena, que desde la margen meridional del San Juan entraba en el mar, daba forma a la bahía, dejando solo una estrecha entrada para los vapores” (La ruta de Nicaragua, p. 57), ello muestra que el acceso a la bahía era “estrecho” y por lo tanto frágil de afectar por fenómenos medioambientales o quizás por el bombardeo que tres años después sufrió.
Diversas fuentes confirman que el ingreso por la bahía era bueno –al menos factible-, hasta antes de 1862, sufriendo, después cambios inexplicables y dramáticos que la llevaron al cierre. 

Es posible que se conjugaron múltiples factores, los huracanes y tormentas del Caribe, el aumento del caudal de las aguas por el río Colorado que se desvía e interna en territorio costarricense y quizás algunas de los centenares de bombas lanzadas contra el pueblo que cayeron en la bahía – ¿fue el propósito? -, socavaron las orillas, anegaron y fracturaron el fondo y el caudal de la bahía de la salida del rio, generaron sedimentación y formaron bancos de tierra que, unos años después, terminaron por empeorar o impedir el acceso.

 Madriz recurre a los gráficos del geógrafo alemán Gerhard Sandner -publicados por Augusto Zamora Rodríguez-, para demostrar la progresión de los cambios en la bahía y la súbita desaparición de los caños en su parte baja.

Es una verdad histórica que San Juan del Norte de Nicaragua fue destruido e incendiado en el primer bombardeo perpetrado por un barco de guerra norteamericano. 

Es posible que el ataque injustificado y violatorio al derecho internacional también produjo daños en la bahía de la desembocadura del río dificultando, desde la década del sesenta del siglo XIX la navegación comercial.

 El pequeño pueblo del extremo sur-este de Nicaragua fue de nuevo atacado y destruido con lanchas rápidas dirigidas y financiadas por EE.UU. 

A esos incidentes y las consecuencias históricas, políticas, económicas y sociales que conllevan, se suman múltiples y diversas agresiones durante casi dos siglos, y que, a pesar de la sentencia de 1986 del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, de la desproporcionalidad de la potencia agresora con respecto a la nación víctima, de la violación flagrante y reiterada al derecho internacional, el agresor de siempre se niega a reconocer y asumir la responsabilidad por el daño causado y se empeña en continuar con su decadente y anacrónica política injerencista, de desestabilización y usurpación del derecho a la autodeterminación de los pueblos soberanos de Nuestra América.

Principales fuentes bibliográficas

Bolaños G., Alejandro. (1993). El predestinado de los ojos grises. Tomo III: Nicaragua. (dokumen.pub_william-walker-el-predestinado-de-los-ojos-grises-iii-nicaragua-1877926094).

Bolaños G., Alejandro. Diplomacia de cañoneras: https://sajurin.enriquebolanos.org/docs/ABG-T3-%20C%209%20-%20Diplomacia%20de%20Canoneras.pdf y https://sajurin.enriquebolanos.org/docs/ABG-CP-C10-Diplomacia%20de%20canoneras.pdf
Bombardero de Greytown. Consulta Wikipedia: 08.2024. Link: https://es.wikipedia.org/wiki/Bombardeo_de_Greytown

Folkman J. David I. (2001). La Ruta de Nicaragua. El Tránsito a través de Nicaragua. Fundación Vida. Colección Cultual de Centro América. Serie histórica No. 8.; 3ra. edición, 2001. Imprelibros S. A., Colombia.

Madriz Fornos, Manuel Antonio. (2024). La necesaria apertura de la vía comercial del Río San Juan de Nicaragua. Primera edición, febrero 2024. Gutenberg Impresiones, Managua, Nicaragua.

The New York Herald. U.S.A. (1854). Morning edition. Friday, August 11, 1854. Edición No. 6560, p. 4. Biblioteca digital del Congreso de los Estados Unidos. (consulta 23.08.2024).

Vega Bolaños, Andrés. (1970). 1854. Bombardeo y destrucción del puerto de San Juan del Norte. Nicaragua. Managua, D.N. (https://catalogosiidca.csuca.org/Record/UCR.000346814).

https://franciscobautista.com/2024/09/03/infamia-criminal-imperial-en-la-destruccion-del-san-juan-de-nicaragua/


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