«Lenin», del poeta nacional de Cuba, Nicolás Guillén
¿Sabes tú que la mano poderosa que a un César arrancó del trono, era suave como la rosa?
La mano poderosa ¿sabes tú de quién era?
¿Sabes tú que la voz de agua encendida, terrestre impulso en que se ahogó tu dueño, cantó siempre a la vida?
De esa voz encendida ¿sabes tú quién fue dueño? ¿Sabes tú que aquel viento que bramaba como un toro nocturno, también era onda que acariciaba?
El viento que bramaba ¿sabes tú de quién era?
¿Y sabes tú que el sol de rojo manto, de duras flechas implacable dueño, secó Nevas de llanto?
Del sol de rojo llanto ¿sabes tú quién fue dueño?
Te hablo de Lenin, tempestad y abrigo, Lenin siembra contigo,
¡oh campesino de arrugado ceño!
Lenin canta contigo,
¡oh cuello puro sin dogal ni dueño!
¡Oh pueblo que venciste a tu enemigo,
Lenin está contigo,
Como un dios familiar simple y risueño,
Día a día en la fábrica y el trigo, uno y diverso universal amigo, de hierro y lirio, de volcán y sueño!