Palestina: Masacre de Hebrón de 25/02/1994

Palestina: Masacre de Hebrón de 25/02/1994

Nicaragua: Ganaremos y seguiremos construyendo


El 26 de febrero de 1990, sin reponernos del durísimo golpe recibido el día anterior (que aún hoy nos duele), los sandinistas nos dispusimos a convertir la derrota en nuevas victorias, de ser posible, definitivas.

La derrota electoral de una Revolución que llegó al poder por vía armada impactó como noticia a todo el mundo, teniendo como telón de fondo el desmoronamiento de la URSS y los países europeos, donde hasta entonces dominaba el llamado “Socialismo real”.

La “Guerra fría” llegaba a su fin, con victoria para el Imperialismo yanqui, mientras la izquierda mundial entraba en un tétrico ciclo de reflujo, saltando a escena el nefasto experimento del neo- liberalismo, con el cual el Capitalismo pretendía exterminar no sólo al Socialismo, sino a los movimientos de liberación nacional y campear en solitario en un mundo también dominado por su ideología y subculturas.

Una estampida llegada de debajo de todas las piedras (conformada principalmente de somocistas, líderes contras hambrientos de revancha, de antiguos políticos libero-conservadores, oligarcas y aventureros empobrecidos y ávidos de riqueza fácil) arribaba al poder y empezaba a clavar sus garras en un país al que creían botín de guerra y de paso entregando -otra vez- nuestra soberanía a sus amos yanquis.

A lo interno del FSLN también se inició una estampida.

La política de desgaste y chantaje político impuesta por el nuestros enemigos, la guerra contrarrevolucionaria, la perdida de nuestros aliados europeos, y siendo autocríticos reconocemos también que la falta de un modelo político definido y nuestros propios errores hicieron que las elecciones del 90 se convirtieron (según palabras premonitorias del Comandante Fidel Castro) en un “plebiscito” sobre si la guerra y el bloqueo yanqui debieran continuar o no. 

Sin embargo, esta derrota electoral también hizo salir a flote ocultas hasta entonces indefiniciones e inconsistencias ideológicas, clasistas y ambiciones de un grupo de individuos a lo interno del FSLN, una organización político-militar que transitaba entonces hacia la conformación de un partido revolucionario.

Se quitaban la careta los quintacolumnistas y traidores agazapados en la estructura del Frente Sandinista. 

Empezaron pactando con el desgobierno de los Chamorro, luego intentaron quitarnos las estructuras, historia y espacios de poder y cuando no pudieron, se fueron a “hacer tienda parte” o simplemente se sumaron a las filas enemigas de la Revolución.

Pero también en medio de estos avatares, vimos el surgimiento de un nuevo liderazgo dentro del FSLN, la conducción del Comandante Ortega. 

En tiempos tan complejos y de grandes definiciones él tomo la estafeta de Carlos Fonseca y Oscar Turcios y lo vimos recontando las fuerzas para el combate, organizando a los que quedaban, reorganizando al partido en aquellas importantísimas asambleas de cuadros y sobre todo (siendo la cara de nuestra organización, orientando, movilizando y moralizando a la militancia) en grandes convocatorias como la de la “Plaza de los No-alineados”.

Varios autores sandinistas, entre ellos los compañeros Orlando Núñez y Carlos Fonseca Terán, han escrito sobre las causas y consecuencias de aquella dolorosa derrota que trascendió la pérdida misma del poder político y gubernamental y que también tocó asuntos muy profundos y relevantes para una revolución popular, tales como el aspecto ideológico, partidario, de formación revolucionaria, la calidad de los cuadros, la definición de la estrategia, el modelo político, etc.

 Pues como dice el compañero Fonseca Terán “…apreciar los aspectos positivos de una derrota o los aspectos negativos de una hipotética victoria no significa que una derrota pueda ser más beneficiosa que una victoria.”

Y en realidad, aquella derrota -de manera dialéctica- ayudó al FSLN a calibrar mejor sus fortalezas y debilidades, a identificar el lastre que significan los desleales o no aptos, para construir el proyecto revolucionario, para definir el modelo socio-económico, la forma de gobierno, las alianzas, repensar y construir una superestructura que posibilite el empoderamiento popular y otros asunto torales que han de ofrecerse al pueblo nicaragüense mientras llegan tiempos de definición y maduración para avanzar y dejar atrás al modelo democrático-liberal que por necesidad habíamos adoptado.

El compañero Fonseca Terán también nos recuerda que en aquellas difíciles jornadas no aptas para pusilánimes el Comandante Daniel “…planteó tres cosas fundamentales: de que las elecciones se habían organizado con la seguridad que pondrían fin a la guerra; que el resultado adverso era la oportunidad de demostrar al sandinismo su vocación democrática y reivindicar como un logro suyo; y consecuentemente con ello, que el FSLN reconocía la derrota se disponía a entregar el gobierno.”

Es decir que el Comandante valoraba ya entonces “…la paz como un logro de la política del sandinismo a través de la defensa de la soberanía y la realización de las elecciones, la reivindicación de la democracia como una conquista revolucionaria, la defensa de las conquistas sociales y políticas de la Revolución-incluyendo la democracia- y gobernar desde abajo.”

Es innegable que el periodo neoliberal que siguió a la derrota del 90, trajo consecuencias nefastas para el pueblo nicaragüense, incluso para aquellos que por chantaje electoral o decisión consiente votaron a favor de la derecha.

Fueron desmontadas la mayoría de las conquistas revolucionaras, privatizada las industrias y empresas del área de propiedad del pueblo, destruido el movimiento cooperativo, perseguida las organizaciones de masas y gremiales afines al sandinismo; se intentó destruir el legado nacionalista y popular de las Fuerzas Armadas y nació una “izquierda social” (léase, ONG), donde , como dice el compañero Orlando Núñez ...algunos organismos de esta “izquierda social” se autodenominaron como los representantes de la sociedad civil, se convirtieron en núcleos coaptados por el nuevo gobierno neoliberal…abandonaron al FSLN pero también abandonaron la lucha.”

Luego, los traidores pactaron también con el gobierno neoliberal y al poco tiempo fundaron su propio partido político, llevándose con ellos a una parte importante de cuadros intermedios del FSLN, demostrando que su militancia nunca fue consecuente "hasta el final" como lo demandaban la Revolución y la clase trabajadora nicaragüense. 

Pero el FSLN no solo resistió y luchó desde abajo, sino que volvió al poder 16 años después.

La mayoría de las lecciones de la derrota electoral del Sandinismo en el 90, han sido tomadas en cuenta por el FSLN ahora de nuevo en el poder. 

Desde el 2006 el gobierno encabezado por el Comandante Daniel, la política de gobierno, sus obras, planes y programas han sido ejecutados y pensados sido no solamente para satisfacerlas urgentes necesidades actuales de la población y el país, sino como base y punto de partida de un desempeño posterior que profundice la Revolución Sandinista.

El FSLN y su dirigente máximo, el Comandante Daniel Ortega, teniendo en cuenta las lecciones de la historia reciente, muy claros de las condiciones objetivas y subjetivas en que se desenvuelve hoy nuestro país, sin perder la vista de los objetivos máximos del Frente Sandinista plasmados en su Programa Histórico, con mucho trabajo y visión han gobernado al país exitosamente en sus diferentes aspectos, centrándose en el desempeño económico, social y político:

- La enorme y diversificada inversión en infraestructura económica y social llevada adelante durante estos tres periodos consecutivos de gobierno sandinista, da continuidad a lo que se hizo y lo que no nos dejaron hacer en la década de los ochenta, pero también es la visionaria plataforma sobre la que se cimienta el desarrollo inmediato, mediato y a largo plazo de nuestro país y de nuestra sociedad, teniendo en cuenta, los errores y omisiones propias y el descarrilamiento de nuestro proyecto revolucionario por causa de la guerra y la política agresiva de los yanquis durante la primera etapa de la Revolución y su nefasta continuidad en este nuevo contexto histórico.

- Los innegables logros de la política social del gobierno sandinista en esta etapa, han mejorado la calidad de vida de los sectores populares del campo y la ciudad en base a inversión pública en salud, educación, seguridad, políticas para el desarrollo humano sostenible, solidaridad, apoyo al emprendimiento y MIPYME, entre otros.

Pero para nuestra dirigencia eso no basta, pues respetando las formas asociativas, la cultura, religión y cualquier otra particularidad sociológica, étnica o de género, el FSLN y el Comandante Daniel comprenden que lo más importante es alcanzar unidad nacional en la diversidad y conseguir enrumbarnos hacia objetivos más concretos que nos acerquen y consoliden como nación y más adelante, promover el empoderamiento, como clase social, de los trabajadores del campo y la ciudad y sus aliados.

- Debido las condiciones internas y al entorno mundial, durante un largo periodo seguiremos conviviendo con el sistema liberal burgués y sus instituciones. 

Sin embargo, tendremos que ir poco a poco construyendo un sistema político y de gobierno que se acerque más a la democracia participativa o cualquier forma de gobierno autóctona, nicaragüense, que tome en cuenta a la verdadera mayoría y nos conduzca a un sistema alternativo al Capitalismo salvaje y su liberalismo burgués.

El FSLN aprendió de la derrota del 90, que la prisa en política es mala consejera y que todo tiene su tiempo. 

En estos años se ha venido construyendo paso a paso (a veces imperceptiblemente) una superestructura política conducente al fortalecimiento del proceso revolucionario, sus conquistas y del modelo socio-económico y político transitorio.

El Frente Sandinista ha dejado de ser una organización político-militar, abriendo sus puertas a todos los nicaragüenses patriotas y dignos, ampliando su base social con miras no solo a ganar elecciones, atrayendo a los jóvenes a sus filas, pero conservando como su núcleo ideológico a las viejas generaciones de militantes que por efectos del tiempo, van siendo cada día menos.

- En política internacional seguirá siendo norma del gobierno sandinista el respeto al derecho Internacional, el no-alineamiento y la búsqueda del consenso, la paz y las relaciones económicas de mutuo beneficio entre las naciones.

El FSLN seguirá siendo un partido cohesionado, altamente organizado, de izquierda, que respeta y estimula el cambio generacional y la igualdad entre sus militantes y simpatizantes, siempre revolucionario y anti-imperialista.

Aunque competir conlleva la posibilidad de perder, este próximo siete de noviembre tal posibilidad es inexistente, sobre todo por la lealtad de la militancia sandinista, la voluntad del pueblo trabajador y la ciudadanía patriótica nicaragüense; el enorme trabajo desarrollado por el gobierno y la militancia, las perspectivas de desarrollo inclusivo y paz del próximo periodo de gobierno sandinista y la calidad de los candidatos del FSLN, encabezados por la fórmula presidencial de Daniel y Rosario.

Edelberto Matus.

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