La diplomacia se dice o se decía es la rama de las relaciones internacionales llamada a generar negociaciones para alcanzar acuerdos y procedimientos “pacíficos” entre los países, pero no solo se ciñe a los Estados, sino con organismos y organizaciones.
La definición se pinta como interesante porque supone un campo para dirimir o apaciguar conflictos entre estados desde lenguajes refinados y conductas protocolares de alta etiqueta que practican las cancillerías o secretarías de estado a través de un cuerpo diplomático cuyo componente humano está impolutamente distinguido por la alta capacidad de negociación como embajadores o representantes que pudiendo ser damas o caballeros están metidos en una burbuja de tolerancia, de paciencia, de paz y tranquilidad tan, pero tan marcada, que cuando uno los llega a tratar personalmente no nos parecen lo humano que ellos creen ser.
La diplomacia de nuestros tiempos ya no es tan diplomática.
Antes por lo menos, quizá 50 años atrás, seguramente bajo la influencia de la temerosa atmósfera que dejó la Segunda Guerra Mundial que terminó en 1945, el lenguaje áspero menguo para recomponer a un mundo que a pesar de sus dictaduras y golpes de estado era más respetuoso del derecho internacional que ahora porque comenzó a contar con un instrumento como la Corte Internacional de Justicia que terminó decidiendo por aquellos vencedores que después de haber acabado con Europa se repartieron con cuchara grande lo que quisieron.
Hoy sin embargo veo a un mundo amenazado por quienes ya ni uso de la Haya hacen para lanzarse sobre quien les ronque y son los mismos que han hecho de la diplomacia rollos de papel higiénico para limpiarse el trasero y lo hacen, que es lo peor, a nombre de la democracia, de la paz, la libertad y la justicia, aunque la verdad, verdad, todos ellos no tengan autoridad moral para avasallar a naciones pequeñas a las que muy colonialmente les pretenden decir qué o qué no hacer.
La diplomacia es una rama importante de las relaciones internacionales y supuestamente tienen como raíz la paz como un valor fundamental de su existencia y bajo ese fin es que surgió la Organización de las Naciones Unidas y desde ella otras sociedades de países continentales como la Unión Europea, la Organización de la Unidad Africana y en nuestro hemisferio la Organización de Estados Americanos.
Por un tiempo y como consecuencia de los devastadores efectos de la Segunda Guerra Mundial, con la finalidad que no existiera una tercera, que Dios quiera no estalle, aunque en la atmosfera se respira un olor a pólvora muy fuerte, la diplomacia pretendió ser efectivamente mediadora, pero en la medida que Europa se recuperaba y Estados Unidos se armaba hasta los dientes para dominar el mundo, en esa misma medida la diplomacia se convirtió en el medio facilitador para desestabilizar a aquellas naciones que se tomaron en serio su independencia de manera que los organismos de seguridad y espionaje de Estados infiltraron a sus agentes para derrocar gobiernos legítimamente electos.
Traigo el tema a colación porque Nicaragua, a través de sus máximas autoridades e instituciones que lo respaldan dio un paso al frente y épicamente decidió enfrentar al imperio como titiritero y a quienes vergonzosamente hacen de marionetas del Tío Sam para levantar la voz de la resistencia y la dignidad y al tomar al toro por los cuernos, exponer como lo mentirosos y calumniadores que son a todos esos que escudados en la diplomacia se les ocurrió inventar una realidad que no existe en Nicaragua y que con la delicadeza de elefantes entrando a una tienda de cristalería, pretenden despedazar y hacer añicos el esfuerzo de la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país que juntos, en paz y reconciliación, hasta que el imperio nos declaró la guerra, habíamos construido la mejor nación que hemos conocido a lo largo de toda nuestra historia, repito la mejor nación a lo largo de toda nuestra historia y esta es una verdad absoluta, innegable, constatable porque la transformación no solo ha sido infraestructural, sino que ha sido moral, social y política porque esa voluntad de hacer patria nos devolvió la esperanza que nos quiso arrebatar el corrupto y el vende patria.
Hay lomos que se sienten choyados por la actitud digna asumida por el gobierno de Nicaragua contra la diplomacia hipócrita de países como Italia, Colombia, Costa Rica y fundamentalmente España.
A estos se les ocurrió que son quienes gobiernan en Nicaragua, que pueden decirnos qué debemos hacer o qué no debemos hacer y entonces cuando se les ubica y se les dice que aquí decidimos los nicaragüenses, entonces responden comprando a la servidumbre nacional que ya conocemos, que a cambio de los dólares que se infiltran a través de las famosas “valijas diplomáticas”, son capaces de vender a sus madres, tal es la inmoralidad que distingue a los mercenarios que consumaron su más alto delito cuando traicionaron a la patria.
¿Qué clase de diplomático puede ser aquel que desayuna, almuerza y cena con terroristas que disfrazados de opositores lo que pretenden es derrocar, ante la incapacidad política que les distingue, al gobierno ante quien presentaron en su momento cartas credenciales para fortalecer relaciones entre países no para fomentar la sedición?
¿Qué clase de diplomático es aquel que protege y sale en defensa del delincuente que se lanza mercenariamente contra un pueblo empobrecido precisamente por quienes desde la colonia o del neo colonialismo nos han querido negar a vivir con la dignidad de quienes nos soñamos grandes?
Yo apoyo la claridad con la que el gobierno de la república ha respondido a todos esas ideas anacrónicas, injerencistas, interventoras y hasta invasionistas que haciendo el papelón de ofendidos llamaron a sus embajadores a consultas por una situación que ellos provocaron y que generaron el más indignado basta ya contra sus mentiras.
El cinismo de estos que más que diplomáticos son en realidad agentes de los servicios de espionaje del imperio es molestarse por la reacción que generaron sus canalladas. Es decir estos creyeron que aquí íbamos a pasarnos el tiempo recibiendo una y otra vez sus bofetadas y que por ello no deberíamos ni retorcerles los ojos porque lo nuestro era aceptar la difamación y la calumnia que todos los días nos inventan.
Pues no, se enredaron con nosotros, porque todo tiene su límite y llega el momento en que la tolerancia fue superada por la indignación acumulada que simplemente reaccionó contra la estupidez de los que se imaginaron que aquí seguirían haciendo por sus pistolas lo que el imperio y sus marionetas quisieran.
El costo político más alto que tendríamos que pagar los que queremos futuro para Nicaragua es cruzarnos de brazos, no decir nada, seguir de mensos poniendo una y otra vez la mejilla, dejar como en el 2018 que nos asesinen, que nos torturen, que nos incendien vivos, que nos saqueen con el concurso criminal de empresarios de maletín, que dijeron que la economía no era importante cuando estaba jugando con fuego y de demonios que bajo una sotana bendijeron el fallido golpe de estado y que pretendieron sin éxito reeditar en el contexto de estas elecciones que sí o sí se realizaran como manda la constitución a pesar de que está pintado el alto interés de los verdugos que nos difaman para deslegitimarlas y que después la incompetencia, como lo ha hecho antes, salga con la cantaleta del fraude porque es lo único que sabe decir.
Que maravilla la “diplomacia” de los nuevos tiempos, quiere exigirnos que nos sumerjamos en el inframundo de su propia podredumbre, seremos únicamente buenos para ella en la medida que aceptemos que se metan a nuestra casa, que abusen de nuestra mujeres, que comamos de las sobras que decidan darnos y si se nos quedan con el hogar pues a la calle y entonces a callar porque solo así podremos estar a la altura de sus falsas democracias, las mismas que le han arrebatado a nuestros pueblos la paz y la vida.
¿Y nosotros qué les hicimos, que argumentos de peso tienen para negar la realidad que tenemos aquí y a base de qué realmente fundamentan la difamación criminal que todos los días repiten todos esos muñecos manipulados por el ventrílocuo al que sirven?
En la misma medida que la hipócrita diplomacia falsea nuestra verdad, en esa misma medida hay instrumentos de medición económica que aseguran que nuestra vilipendiada Nicaragua será una de las pocas naciones en crecer a pesar del fallido golpe de estado de 2018, de la pandemia, del Iota, del Eta e idiotas.
En la misma medida que nos disparan misiles calumniosos, en esa misma medida nos reconocen como una de las naciones con más transparencia en el hemisferio.
En la misma medida que aquí se dice que nuestras mujeres sufren por la tensión interna que nos han inventado, en esa misma medida hoy el planeta entero nos aplaude porque somos el número uno en el mundo en materia de igualdad de género.
Y en la misma medida que la cobardía nos ha querido poner el cartel de que aquí estamos bajo una “dictadura” en la misma medida el pueblo responde a los infames andando plenamente libre por las calles, gozando de una seguridad y estabilidad que nos la envidian otros porque es lo que nos permite el tesonero trabajo de todos los días a través del cual logramos la paz en nuestros hogares porque aquí sí vivimos en paz y democracia.
Por: Moisés Absalón Pastora.