Disfruto mucho cuando los viejos y jóvenes y jinotepinos comentan acerca de anécdotas sucedidas en el barrio más emblemático de la Cabecera departamental de Carazo: El Barrio San Felipe.
Sin ánimo de matizar esas historias, si no de “balancear la información” (como suelen decir los periodistas) y de subrayar los aspectos positivos que mi barrio ha sumado a la linda historia de la ciudad, quiero contarles lo siguiente.
San Felipe es uno de los barrios más viejos de Jinotepe.
Nació con los tendales de ladrillos y tejas de barro y los jornaleros de los cañaverales dónde doblaban sus espaldas los últimos indígenas de la Meseta y más tarde, como asentamiento de los cientos de constructores, obreros, artesanos, jornaleros agrícolas, aguadores, empleadas domésticas, pequeños comerciantes, que con sus manos y su honesto trabajo ayudó a construir la ciudad en la pujanza de la siembra de caña y posteriormente, la riqueza que trajo para las “grandes” familias locales, el cultivo del café.
Signada por la pobreza, las duras faenas y la ausencia de sano esparcimiento, una parte de su población masculina, por décadas consumió sus pocos ingresos en cantinas, peleas de gallos y juegos de “taba”. Tal vez de ahí surgió la extendida fama, de que los sanfelipeños éramos sinónimo de pendencieros y borrachines.
La verdad es que la doble moral del resto de la ciudad (sobre todo sus “clases altas”), fue creando este mito. En mi niñez fui testigo de profesionales, finqueros y hombres ricos del pueblo, visitaban disimuladamente esos antros, alquilaban en las muchas cuarterías del barrio, habitaciones para sus amantes jóvenes y pobres o simplemente hacían uso de la profesión más antigua del mundo en casas de famosas proxenetas locales.
Pero este lado oscuro del barrio nunca envolvió a la totalidad de sus habitantes, si no que fue segregado a un par de sus calles y uno que otro “negocio” disperso.
San Felipe ha enriquecido a Jinotepe con grandes personajes ajenos a esos “famosos” dipsómanos y enfermos mentales que tanto han divertido al resto de sus habitantes: Músicos, pintores, médicos, agricultores; la familia González , especialistas en transformar la madera en finos muebles y “pipas” que calmaron la sed de los jinotepinos de antaño; los Vega, virtuosos albañiles y decenas de familias de honor y trabajo.
Quién no se acuerda de Humberto “El Siglo” y su esposa, que casi cubrían toda la demanda de carne de cerdo de la ciudad, o las panaderías de doña Herminia, la “Sin Rival” o la de don Mundo Vega, que aun hoy en día siguen compitiendo con el pan industrial importado de Guatemala; Quién no se acuerda de las Industria “Bambi” de los Lewites Rodríguez, la Industria de pescado y fabricación de lanchas de Toni´s Fish (en el mismo lugar que luego ocupó más tarde la fabrica de bicicletas “Tierra”), la fábrica de hielo de don Julio Guevara; la más grande industria arrocera de Nicaragua propiedad de la familia Leyva ,las incipientes empresas metal-mecánicas, antes llamadas herrerías, del maestro Carranza y el maestro e ilustrado jinotepino, don Itamar Vázquez ( uno de los primeros comunistas del Departamento), donde sus forjas no se apagaban de día o de noche,…
Si hablamos de cultura y deporte, estamos obligados a mencionar ese establecimiento dónde se acrisoló el carácter de unidad y patriotismo del espíritu jinotepino, como es la Escuela anexa a la Normal,” Profesor Elías Serrano” ,donde estudiamos pobres y ricos y la única distinción era la inteligencia y el único privilegio, tener a los mejores maestros que el Departamento ha visto; El Cine “Cora” que trajo alegría a todos los cinéfilos, por sus modernos equipos y sus películas mas atrevidas y la casa de don Colacho, que era como la casa-club del equipo Carazo, donde cualquiera podía conversar con Vicente López ,Denis Laguna o Mc Klean.
Cuna de guerrilleros sandinistas como nuestros mártires Israel Lewites, Arlen Siu, Mario Álvarez, Favor Chevez y muchos otros compañeros que ya no están entre nosotros o que aún viven y militan en el FSLN, como los miembros de la familia Valerio ( cariñosamente, " los mediomillón"), don Carlos Barboza y otros hermanos y hermanas.
Poetas, escritores, músicos, maestros (Eliseo Carranza, el Bachiller Zúñiga, Martin Aguilar G., el maestro Sotelo -que vive y expone en NY-, Carlos Navarro, los hermanos Castillo Guevara, don Mundo Aguilar, las hermanas Lau Serrano, doña Amandita Luna y un larguísimo etc.), guerrilleros, militares y pilotos (de ambos bandos), políticos y maestros de la vida como los hermanos Carranza (Un poeta y filosofo, un maestro herrero y un maestro barbero que forjó a un campeón nacional y a toda una generación de ajedrecistas jinotepinos), pero sobre todo gente humilde y anónima, como mi Madre, que hicieron de estas calles un altar al trabajo, eso son los sanfelipeños que yo recuerdo y admiro.
Edelberto Matus.