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Nicaragua: ¿Quién salva realmente al pueblo?


Hay una frase, de la cual se quiso apropiar la derecha en 2018 de forma oportunista, que es: "Solo el pueblo salva al pueblo". Más allá de dónde se originó la frase o cuándo (que no fue en Nicaragua ni en el 2018), quiero comentar sobre el sentido de la misma.


Me resulta interesante la frase debido a que tiene un fuerte sentido de clase. Pese a que el término "pueblo" es amplio y por ello suele ser instrumentalizado por diversos actores de acuerdo con su agenda e intereses; si atendemos a su espíritu, el mismo hace alusión a un colectivo de personas que tienen valores, hábitos, costumbres y demás elementos comunes que forman una identidad. En el caso particular de Nicaragua uno de esos valores comunes es la solidaridad.

Esa solidaridad del pueblo, aunque es practicada con cotidianidad, se evidencia, de forma especial, en circunstancias difíciles como la que vivimos actualmente producto de los dos huracanes que han impactado nuestro país en categoría 4 y 5 respectivamente. Huracanes que han causado hasta el momento 2 y 6 muertos respectivamente y casi 200 millones de dólares en daños materiales, mientras que los daños del segundo siguen en proceso de ser estimados.

En medio de esta terrible situación, la solidaridad del pueblo ha sido una constante, sin embargo, dicha solidaridad no ha sido anárquica, sino que ha sido organizada y vanguardizada, como otras muchas veces en nuestra historia, por el Frente Sandinista.

 El Frente, ahora como Gobierno, y desde sus organizaciones, ha cumplido y sobre cumplido de forma eficiente y eficaz con sus obligaciones de salvaguardar la vida de las familias y contener y mitigar los efectos negativos de los fenómenos naturales que hoy nos afligen.

Lo anterior, pese a toda la buena disposición, liderazgo (valor que en el ámbito político solo se demuestra dentro del Frente) y capacidad de organización, no podría ser posible sin la solidaridad del pueblo. 

Del pueblo que se ha organizado desde sus Unidades de Victoria Electoral (UVE), distritos, instituciones y colectivos para formar parte de los más de 41000 brigadistas voluntarios organizados para enfrentar al Iota; pueblo que se organiza también desde sus instituciones como el Ejército de Nicaragua, que aporto más de 10000 efectivos y la Policía Nacional con más de 8000 efectivos, que realizaron labores previas de evacuación de más de 60000 nicaragüenses para evitar pérdidas humanas.

Es importante destacar la solidaridad que en el ejercicio de sus funciones y fuera de ellas, han mostrado los miembros del  Ejercito Nacional (E.N.) y la Policía Nacional (P.N.) quienes arriesgando sus vidas y dejando a sus familias para movilizarse a lugares lejanos, poco accesibles y afectados por los huracanes han cumplido con su labor de servicio.

Pero, ¿por qué hacen estos los miembros de la P.N. y del E.N.?

 ¿Por su salario? ¿Porque son sapos? ¿Por salir en la foto? Aunque evidentemente carentes de sentido estas preguntas son necesarias para de construir el mito que la derecha, maliciosamente, ha venido construyendo entorno a nuestras instituciones y que muchas y muchos hermanos nicaragüenses hoy siguen creyendo. No, los miembros del E.N. y de la P.N. no cumplen con su servicio por los motivos esgrimidos por la derecha, sino por uno más sencillo: porque son pueblo, porque tienen sus raíces en el pueblo y comparten sus valores, entre ellos el de la solidaridad. 

El E.N. y la P.N. son organizaciones únicas en el mundo debido a que tienen su origen en una revolución popular siendo en un principio Ejército Sandinista y Policía Sandinista. Señalo que son únicas debido a que la mayor parte de organizaciones de ese tipo en el resto del mundo surgieron y se han desarrollado en función de ser un instrumento útil a los intereses de las élites. Es por ello que tanto E.N. como P.N. son objetivos "militares" de la derecha en Nicaragua que siempre ha tratado de erradicarlos, instrumentalizarlos, corromperlos o al menos disminuir su poder.

Evidentemente la derecha nicaragüense propagadora de chismes y "fake news" no puede comprender a la P.N. y al E.N. y mucho menos al Frente, porque ellos mismos no son pueblo, no se identifican con nuestra cultura y valores sino que viven con el cuerpo en Nicaragua y la mente en Miami. Dicha falta de identificación como pueblo se evidencia en su falta de solidaridad frente a los problemas de los que si son pueblos. Es así que, mientras vemos al Frente, fuera o dentro del Gobierno, contribuyendo, las élites, dueñas de la riqueza material en Nicaragua, han hecho muy pocos esfuerzos, por no decir ninguno, por manifestar su supuesta solidaridad. 

La solidaridad no se muestra a través de lánguidos comunicados o en colectas promovidas por actores de dudosa reputación, quienes no se sabe cómo administraran los recursos.

 La solidaridad se muestra con hechos concretos, como la labor que realiza una chavala o un chavalo de la JS ayudando en Monseñor Lezcano; o una alcaldesa en silla de ruedas en plena correntada dirigiendo a los brigadistas (mención especial a las mujeres revolucionarias que han dirigido este proceso); o un oficial de la DOEP ejecutando, junto a su grupo, una excepcional maniobra de rescate para salvar la vida de un infante y su madre. Esa es la solidaridad.

 Y la solidaridad, hay que dejar claro, solo puede venir del pueblo; pueblo que solo puede ser salvado desde y por el pueblo mismo que en nuestro país de forma histórica es organizado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Aclarado y restituido el concepto puede usarse ahora en su sentido original:

¡Solo la solidaridad salva al pueblo!

¡Solo del pueblo viene la solidaridad!

¡Solo el pueblo organizado salva al pueblo!

¿Y por qué no? Para el caso de Nicaragua, y también de Honduras, en el particular de la lucha contra Iota:

¡Solo el Frente salva al pueblo!

Por: Frank Matus.

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