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Nicaragua: Basta de abusos


Hay tres de pandemias que indudablemente afectan de manera directa al nicaragüense.

 La primera es el COVID-19 y contra él un ejército de grandes y heroicas voluntades dan la batalla para no permitir que nos rebase y demostrarle que con responsabilidad y sabiduría la vamos a saber cómo esquivar la fuerza de su embate.
La segunda es el oposicionismo, puede ser muy reducido pero su carga de odio es letal porque aterroriza tratando de llegar a la psiquis del ciudadano para que este sea arrastrado al cementerio del fracaso y la tercera pandemia es la de los oportunistas y especuladores que aprovechándose de la amenaza global que afecta al planeta explota las necesidades de los que menos tienen en nuestro país desatando una ola alcista a la que hay que buscar cómo poner freno porque ya más que un abuso es un desenfreno delictivo abierto y descarado que siempre encuentra una salida para justificar, a nombre de las reglas del libre mercado, lo que nos hacen.

Uno no puede ignorar el inmenso daño que a la economía familiar causan los que aprovechándose de cualquier situación que sea y más aún con esto de la pandemia afectan no solo la economía familiar, sino que amenazan la vida misma de cada uno de los nicaragüenses.

Allá por comienzos de marzo, cuando aún no había un solo caso de Covid en el país y consciente que su llegada era inminente, pues siempre he sido previsor, logré comprar en Granada 100 mascarillas quirúrgicas a cinco córdobas cada una, pero ya a finales del mismo mes de marzo esas mismas mascarillas, en el mismo lugar donde compré las primeras, ya costaban 25 córdobas cada una.

Aquella alza del 400% me dejó perplejo y al tratar de buscar en la misma farmacia las razones de tan descomunal disparo entonces argumentaron reglas económicas propias del llamado “libre mercado” como por ejemplo el peso que tiene la oferta y la demanda, es decir hay muy pocas mascarillas, pero hay muchos que las quieren y eso eleva naturalmente el costo, pero la verdad es que el producto solo faltó artificialmente.

Lo de las mascarillas en realidad fue la punta del iceberg porque después, una combinación de varios factores entre los cuales intervinieron los irredentos oposicionistas, las redes sociales, el terror por la peste y los acaparadores propiamente dichos, hicieron posible una tendencia alcista que a la fecha ha sido denunciada, pero no controlada y creo que hay que comenzar a poner freno a esos abusos.

Es increíble cómo las campañas de especulación colocan en el momento preciso, los detonantes para que el terror te haga pensar, a propósito del COVID-19, lo que no significa que podamos minimizarlo, que llegó el apocalipsis y aquí sectores oposicionistas, interesados en el caos te hicieron creer que el gobierno decretaría la cuarentena y entonces los súper, los mercados, las farmacias, vieron multiplicados como nunca sus ingresos y muchos de esos negocios, tras la primera oleada de consumo indiscriminado evacuaron de sus estantes los productos que tenían en venta para aducir después que se habían acabado, que ya veían más, pero eso únicamente para sacarlos después pero con precios inalcanzables.

La desesperación fue tal que como se dijo que en Estados Unidos la gente se estaba llevando todo de los almacenes de abarrotería, en Centroamérica pasó igual y aquí en Nicaragua entonces eso se copió tanto que era ridículo ver a la gente comprando más papel higiénico que comida, detalle al que aún no le encuentro la más mínima lógica y eso es algo que todos recordaran, sobre todo ahora que sabemos que estamos plenamente abastecidos y que se reconoce que la cuarentena en otros países fue un error y que nosotros no nos podíamos dar ese lujo porque como en su oportunidad dijo el Presidente Ortega eso hubiera significado asesinar al país.

Pero bueno lo que quiero decir es que estamos siendo víctimas de abusadores que sin consideración alguna se están aprovechando de la situación y quieren, como si se tratasen de vampiros insaciables sacar sangre de donde no hay, amparados en que creen que son intocables, que no se les puede denunciar con nombres y apellidos y que por ello abiertamente actúan amenazantes contra la salud pública, como si lo conducente en estos momentos, no fuese la solidaridad humana.

Pero además del abuso con los precios, hoy el negocio no es solo a costo de la salud de los nicaragüenses, sino también de la estafa de que estamos siendo víctimas. Hoy se venden en farmacias, supuestamente autorizadas, medicamentos falsificados en presentaciones bien parecidas a las que distribuyen los laboratorios que supuestamente las producen; Hoy el tal alcohol gel lo producen por barriles hasta con Mombacho, Mombachito y Ron Plata y te lo etiquetan como si estuviera al 70% como debe ser y la verdad es que nada que ver.

Yo me alegré cuando el Ministerio de Fomento Industria y Comercio dijo que comenzaría a supervisar a ese montón de farmacias que se están aprovechando de las circunstancias, pero me alegraría aún más hoy viendo los nombres y los lugares donde despachan esas farmacias sancionadas para no comprarles porque muchas de ellas actúan criminalmente y eso que la moda en muchos de esos negocios de medicinas es que supuestamente te dan descuentos y te facturan un súper precio y para colmo tienes que sentirte más agradecido por el gesto pero en la neta todo es una estafa.

Vean a esos aprovechados que desde las redes sociales te andan vendiendo tanques de oxígenos y hay gente que al ver algo parecido, por ejemplo, un extinguidor, cree que es un tanque de oxígeno, a lo mejor es acetileno y con tan de salvarle la vida a un ser querido empeña hasta el alma para comprarse un tanquecito que lo adquieren hasta por 600 dólares y cuando los tratan de usar se dan cuenta que son para otra cosa o que están dañados y eso señores chorrea sangre.

Hace ya un tiempo compré un oxímetro, que te mide el porcentaje de oxígeno que viaja a través de la sangre y se de manera rápida con la ayuda de este aparato que en su momento compre en 30 dólares, pues hace poco pregunté por el en varias farmacias pues escaseaban y me encontré con que el más barato hace quince días estaba a 80 dólares y el más caro, uno que coticé en Granada, estaba en 160 dólares y si lo quiere en córdobas me dijo, muy amablemente me dijo la dependienta son 5,520 pesitos. 

Yo quisiera encontrar una palabra menos dura que precisara ese abuso, pero para mí eso es criminal y lo menos que procedería es el cierre temporal del establecimiento porque lo cierto es que mientras aquí no se establezca un precedente lo suficientemente contundente aquí vamos a continuar en las mismas.

Por ejemplo, y me hago eco de los comentarios y quejas legítimamente hechos por quien padece los abusos, el petróleo ha bajado considerablemente, está lejos de aquellos 160 dólares que alcanzó en su pico más alto y por la crisis pandémica llegó a caer a menos de 20 dólares, algo increíble y aquí en Nicaragua, los precios del combustible bajaron a cuenta gotas hasta por nueve semanas consecutivas, pero bajaron y nos alegramos, pero después de todo ese tiempo ya llevamos más de 12 domingos negros subiendo y subiendo y vamos rumbo a romper otra vez la barrera de los 30 córdobas por litro de la gasolina regular y todo eso se hace a nombre del libre comercio y bajo esa figura el costo de la energía eléctrica no solo no se reduce, sino que hay mucha queja de recibos alterados que van más allá de lo racionalmente aceptable, del uso de abanicos por los tremendos calores que seguimos padeciendo, amén de que la mayoría de los reclamos son fallidos.

Pero lo último de lo último de estos abusos es lo que refiere al precio de los frijoles

En algunos lugares rebasó los treinta córdobas por libra y que nadie aduzca que hay escases porque no hay. Ha sido natural por estos tiempos que los frijoles, dado que la próxima cosecha sale en agosto, sufran pequeños aumentos, -pequeños aumentos de cinco córdobas por libra-, pero no la barbaridad de los abusadores de ahora que sin duda son los mismos que avalaba para que nos rempujara el tristemente célebre e ingrato de Enrique Bolaños en cuyos tiempos nuestro granito rojo llegó a costar los 50 córdobas por libra.

No abusen de la gente ustedes productores, empresarios, comerciantes, farmacéuticos. Acuérdense de aquello que con la misma vara que miden serán remedidos. Estamos en tiempos que unos tenemos que ser solidarios con otros y que nadie debe aprovecharse de la necesidad de los demás. 

Si trato de hacer un negocio lo hago para ganar, es lógico, pero de eso a robar es otra cosa y lo recomendado en estos casos es que, desde el espíritu del llamado libre mercado, le compremos a quien nos haga la mejor oferta y no quedarnos callados cuando sepamos que en un determinado lugar hay un vivían que nos quiere robar o estafar. 

En la medida que no lo denunciemos en esa misma medida seguirá llenándose los bolsillos con el dinero que tanto está costando conseguir.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

Moisés Absalón Pastora.

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