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Nicaragua: Universidad, Golpe de Estado y Justicia


En homenaje al anunciado y justo reconocimiento del Estado nicaragüense a Tomás Ruíz Romero ( primer centroamericano y nicaragüense de origen indígena graduado con un título universitario, uno de los fundadores de la Universidad de León, primera en nuestro país y prócer de la Independencia centroamericana), como Héroe nacional.


Tomás Ruiz Romero fue un sacerdote y abogado nicaragüense, de origen indígena, considerado como prócer de la independencia de Centroamérica.
Fecha de nacimiento: 10 de enero de 1777, Chinandega, Nicaragua
Fallecimiento: 1819, San Cristóbal de Las Casas, México

En tan solo diez mil años, la especie humana logró erigirse sobre el Reino Animal, conquistar todo el Planeta y poner a su servicio los enormes recursos naturales del mismo y asomarse a las estrellas, gracias al trabajo y la razón, habilidad y conocimiento, tecnología y ciencia.

Transitando la Historia de paradigma en paradigma, del empirismo y las artes al conocimiento científico, sobre las ruedas del Saber se creó la Sociedad Humana y para consolidarla, se contaron historias, se escribieron libros, se fundaron sociedades e instituciones del conocimiento y educación y de allí (lógica y necesariamente) nacieron las Universidades. 

Si tomamos como referencia Centroamérica, a Nicaragua la Universidad llegó con un siglo de retraso. 

Fue la última de las treinta que fundó la Corona española en el Continente, cien años después de fundada la Universidad de San Carlos en Guatemala y doscientos sesenta y un años después de la de San Marcos en Lima.

La universidad de León, muy pronto (como las fundacionales en el Norte de África, Irán o la Europa medieval) se posicionó como el más importante instrumento para crear el núcleo intelectual provincial, que dio impulso a la lucha independentista, la fundación de la República, transmitir el Enciclopedismo y las ideas de avanzada; el conocimiento cartesiano, la teorías de Newton, Franklin y los grandes científicos, que coadyuvaron a superar el oscurantismo medieval. 

Y lo más importante: Esta Universidad creó las bases para una educación amplia e incluyente en la incipiente población nicaragüense, ayudando a estructurar la conciencia nacional, anclada en el humanismo, la solidaridad y ciudadanía.

El apoyo de la Universidad nicaragüense (como una virtuosa mitosis), fue definitivo para la fundación de las primeras universidades nacionales en Honduras y Costa Rica. 

La Universidad apertrechó de conocimiento y necesidad de transmitir y crear nacionalismo y ecumenismo a mentes ansiosas y brillantes.

 Las ciudades y pueblos empezaron a contar con bachilleres, licenciados, doctores e ingenieros autóctonos que transformaron paulatinamente el provincialismo en auge de saber, en provecho del progreso social y económico de sus comunidades y el país.

La evolución y la revolución tecnológicas es imposible concebirlas sin las Universidades, pero también el desarrollo social, la consolidación del pensamiento democrático (tanto burgués como la Democracia popular, participativa), la libertad de pensamiento y libre albedrío, no serían posible sin una Universidad critica, participativa y autónoma.

En Nicaragua, la lucha por la Autonomía duró más de ciento cuarenta y seis años, hasta que 1958 el Estado nicaragüense le reconoció mediante un decreto ejecutivo ese estatus, pero es en 1985 que la Revolución Popular Sandinista le da rango constitucional y fija el seis por ciento del Presupuesto General de la Republica anual para las Universidades públicas ( Ley que sería interpretada finalmente en 1992, luego de grandes y sangrientas protestas estudiantiles frente a los gobiernos liberales que se resistían a cumplirla cabalmente), además de incluir a cuatro universidades privadas, atendiendo la situación de guerra del país y el interés superior de la educación gratuita para toda la población.

Como todo producto humano las Universidades también han sido permeadas por intereses propios de gobiernos y élites del poder a través de la historia y en todo el mundo. 

Así, las Universidades de Oriente resistieron la influencia nociva del islamismo extremo y excluyente y en la época medieval estas instituciones se vieron en lucha constante con el fundamentalismo religioso del Vaticano, Reyes católicos fanáticos e incluso de la “santa” Inquisición. 

En la época contemporánea, las Universidades ultraconservadoras del llamado “Primer mundo”, han diseñado y apoyado políticas de intervención, dominio, enajenación, de sus Estados para con otros más débiles.

En ciertos países donde los conflictos sociales, políticos o ideológicos han llevado a situaciones críticas, también algunas Universidades (es bueno enfatizarlo) se han puesto al lado del fascismo, por ejemplo España, durante el franquismo o en Chile, durante la dictadura de Pinochet.

En Nicaragua, durante el intento de golpe de Estado ya derrotado, las Universidades públicas y algunas privadas han sufrido, por parte de los golpistas, tomas de sus instalaciones, destrucción, saqueo, obstaculización de sus funciones cotidianas, amenazas a sus autoridades, en una escala sin precedentes, todo para completar un cuadro de caos que sirviera a sus intereses mezquinos y antipatrióticos enfilados a la toma del Poder por la fuerza y en contra de la Constitución política de la Republica. 

Triste. Pero más triste y odioso ha sido la participación de una de esas Universidades privadas (la Universidad Centroamericana, propiedad de la Orden de los jesuitas), miembro del Consejo Nacional de Universidades (formada por diez instituciones, cuatro públicas, cuatro privadas y dos comunitarias caribeñas) que ha sido y sigue siendo parte del liderazgo del intento de golpe de Estado. Su rector, sin ningún rubor, ha exigido la renuncia de un gobierno constitucional, ha cerrado los ojos ante la destrucción y los crímenes cometidos por los golpistas y continúa colaborando con el plan de desacreditar internacionalmente y conseguir sanciones políticas y económicas contra nuestro país. 

Los jesuitas son famosos por su pragmatismo cínico y su gran olfato para determinar hacia qué lado oscila el péndulo del Poder (en las épocas somocista, sandinista, neoliberal y nuevamente sandinista, siempre se han “acomodado” y sacado provecho a las circunstancias), sin embargo, esta vez su dirección fallo de cálculo y dio por hecho el triunfo relámpago del golpe de Estado.

Decía mi mama que todo acto tiene consecuencias y eso es válido, digo yo, para los individuos, como para las Instituciones. 

En Nicaragua solo existen cuatro Universidades públicas que cumplen con el mandato constitucional de promover la educación gratuita, con compromiso social y para ayudar a construir un país moderno, desarrollado y en paz, pero debe de compartir el presupuesto con cuatro Universidades privadas religiosas, ¿Por qué?

Estas Universidades cobran altos aranceles a los estudiantes y enmascaran su cuota del seis por ciento en becas “a jóvenes de escasos recursos”, pero en realidad cubren sus nóminas de pagos, construyen edificios, aumentan su patrimonio y recetan a sus ejecutivos altos salarios en comparación con el pago mísero a sus maestros (casi todos en régimen temporal) y lo que es peor, reciben financiamiento externo para reclutar a jóvenes que luego serán utilizados para intentar pervertir el Estado de Derecho.

José Alberto Idiáquez, S.J

El rector de la UCA y el dueño de la UCATSE de Estelí (Padre Idiáquez y el obispo Abelardo Mata, respectivamente), en ambas Universidades receptoras de un porcentaje del seis por ciento del Presupuesto de la Republica, abiertamente conspiran contra el país y contra los principios universitarios.

Ninguna Universidad privada del mundo recibe subvención directamente del Presupuesto nacional de país. Eso atenta contra “el principio” del Capitalismo mismo, crea competencia desleal, corrupción y sobre todo le roba recursos a las Universidades públicas y limita el presupuesto de los otros sub-sistemas de Educación pública


Un país pobre como el nuestro no puede permitirse el lujo de mantener los bolsillos de empresarios privados (la Educación- negocio) en detrimento de todo su Sistema educativo. 

Nuestras autoridades, el pueblo de Nicaragua, la comunidad universitaria y el estudiantado en general debe pensar en cómo cambiar este anómalo estado de cosas.

¿Por qué, por ejemplo, no reformar la Ley 89, Ley de Autonomía de las Instituciones de Educación Superior, para asignar el seis por ciento constitucional solamente a las Universidades públicas y comunitarias del país ya establecidas ,siempre y cuando sean gratuitas

¿Acaso no es más justo, efectivo, a tono con las necesidades del país, de la población, las tareas del desarrollo y las propias Universidades?

Esta conmoción social que produjo el intento de golpe de Estado de la derecha y sus aliados, debe de promover un cambio de mentalidad y prioridades en la nación,sus ciudadanos y sus autoridades. 

Debemos extraer las lecciones correctas de la tragedia provocada, que deben de enseñarnos quiénes merecen ser nuestros aliados, quiénes sirven a los intereses de la Nación, qué debemos de cambiar o preservar para evitar tragedias parecidas y cuál es el camino del Progreso, la Justicia y la Paz verdadera.

El camino, la ruta donde la Educación y valores que enseña la Universidad, son y serán luz y guía para todos los ciudadanos nicaragüenses de hoy y mañana.

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