Muchas personas esperaban con gran expectativa la sentencia de Paul Manafort, el que fuera un poderoso operador de empresas extranjeras y aliado de un presidente estadounidense.
Según los comentaristas que atascan los canales de noticias por cable, el señor Manafort enfrentaba una formidable sentencia de casi un cuarto de siglo [por evasión de impuestos, fraude bancario y otros crímenes financieros].
Pero con un golpe de martillo, un juez federal dictó una sentencia de cuatro años.
Con esto se hizo claro su reino de dinero, poder y posición social.
Manafort, según el juez, había vivido una vida relativamente irreprochable; por eso redujo la dura sentencia que pudo haber llevado sobre sus hombros.
Como un hombre en prisión, no seré yo quien recomiende sentencias carcelarias duras y pesadas.
No es lo que hago.
No cabe la menor duda que nos asedia la más fuerte fiebre carcelaria jamás vista en el mundo.
En el sistema del encarcelamiento masivo, la gente que viene del lado pobre de la ciudad tiene poca posibilidad de encontrar jueces serviciales, sentencias leves o murmullos de compasión.
A final de cuentas, Paul Manafort es de los de arriba.
Es del club de los ricos: adinerado, bronceado, con derecho por nacimiento a ventajas de las que los pobres ni siquiera pueden soñar.
Así están las cosas.
Desde la nación encarcelada, soy Mumia Abu-Jamal.
--©'19maj
10 de marzo de 2019
Audio grabado por Noelle Hanrahan, www.prisonradio.org
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumia, México
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=253854