Ha sido durante décadas un enigma para el mundo científico: dónde y cómo desaparecen los bordes de las placas tectónicas después de su colisión con otras y el posterior proceso de subducción, o sea, cuando no se convierten en montañas.
Hay más enigmas: ¿qué impide un movimiento más activo de estas placas, como el que la Tierra experimentó en el pasado?
En las últimas décadas los geofísicos han desarrollado la teoría de que las losas de las placas se hunden en el manto terrestre y se disuelven.
Pero una nueva investigación descubre que no todas llegan a ese destino y algunas evitan absorberse completamente en el viscoso líquido del manto. En su lugar, se estancan, algo que puede detener también el movimiento tectónico.
Concretamente, los estancamientos parecen ocurrir en torno a la costa de Asia, en el océano Pacífico, pero no en las Américas, detalla un comunicado de la Universidad de Colorado Boulder. Precisamente este ente educativo estadounidense cobijó a dos investigadores de origen chino que han llegado a estas conclusiones a partir de la información sismológica recabada y un modelo digital de la convección del manto.
Según establecieron Wei Mao y Shijie Zhong, los trozos de roca firme se hunden cientos de kilómetros en el interior del planeta, pero en algún momento se detienen y, alrededor de Asia, "simplemente no descienden".
En cambio, estos márgenes se extienden de manera horizontal cerca del límite entre el manto superior e inferior.
El motor y la llave que lo enciende
Zhong compara la convección del manto con "un gran motor que impulsa todo lo que vemos en la superficie de la Tierra: terremotos, construcción de montañas, placas tectónicas, volcanes e incluso el campo magnético de la Tierra".
En este sentido, la existencia de losas estancadas es una especie de llave que desengancha el "motor" en algunas áreas. De alguna manera eso afecta las erupciones volcánicas, especialmente en Asia oriental, piensa el científico.
La única manera de explicar el estancamiento, en su opinión, es que una capa fina de roca menos viscosa se incrustara entre las dos mitades del manto. Si bien nadie ha observado directamente una capa con estas propiedades, los investigadores solo predicen que existe, al estudiar los efectos del calor y la presión sobre la roca.
"Si introduces una capa débil a esa profundidad, de alguna manera la viscosidad reducida ayuda a lubricar toda la región", explicó Zhong. "Las losas se desvían y pueden seguir avanzando horizontalmente". O sea, esta capa actuaría como un charco grasiento en las entrañas del planeta.
No obstante, los investigadores no creen que dichas losas vayan a quedarse atascadas eternamente.
El resumen del ensayo, publicado el 1 de octubre en la revista Nature Geoscience, sugiere que lo más probable es que rompan la parte resbaladiza del manto y continúen su avance hacia el núcleo del planeta.