Italia: Elecciones generales con la ultraderecha como favorita

Hace unos días, concretamente el pasado 21 de febrero, Marco Minniti, Ministro del Interior italiano, advirtió: “Existe el riesgo de que las mafias de Italia condicionen las elecciones generales del 4 de marzo en algunas áreas”.

¿Que no dirían los medios occidentales, si esa frase la hubiera pronunciado el ministro del Interior en Venezuela o Rusia? Pero estamos en Europa y aquí este tipo de alarmas dan color a los comicios y carnaza a las Sectas periodísticas. Pelillos a la mar.

Al parecer, el signore Minniti no solo aludía a la centenaria Cosa Nostra (la Mafia siciliana) o a su hermana la Camorra, mayoritaria en la región de Campania, sino también a la menos popular Ndraghetta, que desde 1860 se instaló en Calabria.

Existen otros colectivos que practican estrategias muy similares en las democracias neoliberales, con el objeto de dominar no sólo las áreas de influencia comercial, sino el amplio campo de la política nacional.

LA MAFIA DE SILVIO, SI LLEGA A FORMAR GOBIERNO, NO TENDRÁ QUE SOPORTAR UN “MAIDÀN”, MONTADO POR EEUU Y LA U.E., PORQUE ESTA CLASE DELINCUENTES CONVIENEN A LOS INTERESES DE BRUSELAS Y WASHINGTON

Su capacidad de penetración en el tejido social es variable y su poder oscila a la hora de cometer toda clase de tropelías, dependiendo del número de aliados con que cuente en la Mafia judicial.

Se las conoce como empresas multinacionales, madrinas y concubinas de todo aquel que brille en el circo de los partidos político, entre los que destaca, por la propaganda de que disfruta en los medios periodísticos, la coalición que el delincuente Silvio Berlusconi y su Forza Italia ha formado con Lega (ex Liga Norte), liderada por Matteo Salvini, Fratelli d’Italia (hermanos de Italia), que comanda Giorgia Meloni, y Noi con l’Italia (Nosotros con Italia), amén de otros ultramontanos de menor calado.

LA DERROTA ANUNCIADA DEL GOBIERNO DE GENTILONI, PODRÍA RESUCITAR A LA ULTRADERECHA DE BERLUSCONI, UNA ESPECIE DE RAJOY A LA ITALIANA.

Italia podría votar mayoritariamente a este conglomerado mafioso, de la misma forma que en España el PP todavía gobierna en el reino borbónico e incluso en las comunidades autónomas, por la vía del artículo 155 y la complacencia del Ibex-35.

Las encuestas suelan errar, pero la masiva alarma que se ha desplegado ante la reaparición del Cavaliere (que aunque no pueda ocupar cargo alguno, por estar inhabilitado para ejercerlo, sí podría gobernar en la sombra) ha levantado de sus poltronas a quienes creían que el partido de Mateo Renzi y sus aliados (socialdemocracia en coma) eran imbatibles.

Y por otro lado, tras el mutis de Beppe Grillo a un segundo plano, tenemos al Movimiento Cinco Estrellas (al que se augura un arco entre el 20 y el 30% de los votos totales) que necesitaría de un aliado, al menos, para intentar la formación de un gobierno de izquierda-centro-derecha (eso que el Club de Fans de Pablito llama “transversal”) dado el programa político que defiende su líder actual, Luigi Di Maio, en el que combina el ecologismo o la renta básica, con un canto al neoliberalismo y un NO rotundo a la inmigración.

Lo alucinante es que a estos comicios legislativos se presentan 75 formaciones, aunque la ley determina que sólo gozarán de presencia parlamentaria aquellas que superen el 3% de los sufragios.

Se espera una participación cercana al 75%, pero el escepticismo no abandona a un amplio sector del electorado. Cuando una presunta izquierda actúa como la llamada derecha, el castigo a los farsantes no tarda en aparecer.

Mi amigo Amedeo, camarero del acogedor “Bar del Fico”, en el centro de Roma, sentencia: “¿Y a mi qué más me da, si al final los que mandan no están en el Parlamento, sino en Nueva York y Tel Aviv?”.