El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, excluyó que el objetivo del país sea abrir bases militares en el exterior con el mero fin de proyectar fuerza.
"Para nosotros no es un fin en sí mismo el abrir bases en el exterior, incluida América Latina, en aras de proyectar fuerza", dijo Lavrov a RIA Novosti.
El diplomático recalcó que, a diferencia de otros Estados, Rusia no es partidaria de la expansión militar.
En ese sentido, Lavrov cuestionó a los países occidentales, en concreto a los Estados que integran la OTAN que aproximan su maquinaria bélica a las fronteras de Rusia.
Además puso de manifiesto la preocupación de Moscú por el despliegue del escudo antimisiles de Estados Unidos en Europa.
"Estos pasos destructivos socavan el principio de la indivisibilidad de la seguridad, llevan a un aumento de la tensión en el espacio euroatlántico y profundizan las líneas divisorias en el continente europeo", advirtió el ministro de Exteriores.
En este contexto, aseguró, Rusia toma medidas razonables para incrementar su capacidad de defensa y proteger sus intereses nacionales.
La OTAN aprobó en julio de 2016 un incremento sin precedentes de su presencia militar en el este de Europa, al decidir emplazar cuatro batallones multinacionales, de más de 1.000 soldados cada uno, en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia.
Paralelamente, el bloque militar sigue desplegando elementos del escudo antimisiles de EEUU en Europa.
En mayo de 2016 entró en servicio el sistema estadounidense Aegis Ashore —parte del escudo antimisiles de la OTAN— en la base de Deveselu, en Rumanía, a unos 600 kilómetros al oeste de la península rusa de Crimea.
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El Pentágono está construyendo otra instalación similar con radares y misiles interceptores en la localidad polaca de Redzikowo, a unos 180 kilómetros del enclave ruso de Kaliningrado.
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