El 3 de diciembre hubo elecciones judiciales en Bolivia. Por segunda vez -la primera fue en 2011-, el voto popular eligió a miembros de diferentes Tribunales. Este es un hecho histórico y de máxima trascendencia, considerando el carácter elitista que han adquirido los Poderes Judiciales a lo largo y ancho de América Latina, carácter que, entre otras consecuencias, les permite hoy implementar operativos de persecución política y guerra jurídica sin precedentes (a excepción de aquellos perpetrados durante los gobiernos cívico-militares).[1]
Sin embargo, la oposición al gobierno del MAS en Bolivia, en sintonía con “la comunidad internacional”, comprende la situación desde un ángulo muy diferente.
La prensa y los “expertos” internacionales, recuperaron los argumentos contra el “populismo”, afirmando que Evo Morales está obsesionado con mantenerse en el poder, sin importarle las normas y procedimientos de la democracia, acercándose “peligrosamente” a otras experiencias como la de Venezuela.[2]
Desde esta postura, el gobierno boliviano tiende a ser catalogado como un “régimen autoritario competitivo”, al igual que clasificaron al gobierno de Hugo Chávez expertos del Journal on Democracy (2002) (auspiciado por la National Endowment for Democracy ).[3]
Lo que preocupa a la comunidad internacional, con EE. UU. a la cabeza, y a la oposición local, es “la democracia” como procedimiento.
En efecto, el 29 de noviembre, el portavoz del Departamento de Estado de EE. UU., anunció que: “Estados Unidos está profundamente preocupado por la decisión del Tribunal Constitucional de Bolivia (…) [y pide] al actual gobierno boliviano que respete el resultado de [los] referéndums, como la voz del pueblo, de conformidad con sus requisitos constitucionales”.[4]
Pero, ¿qué es la democracia?
Desde la perspectiva arriba mencionada, la democracia es definida (ante todo) por el procedimiento, más que por su sustancia.[5]
Por ejemplo: es más importante que se cumplan las elecciones periódicamente (incluso aunque predomine el abstencionismo, como en el caso de EE. UU.),[6] que lograr participación política con inclusión económica y social –como es el caso de Bolivia, según indicadores de Instituciones Financieras Internacionales[7]–.
Pero también en Bolivia, durante la gestión del MAS, se han celebrado numerosas instancias de votación, incluidos los referéndums y la reciente (¡y única a nivel regional!) elección judicial, dando cuenta de que al proceso de cambio “sí le importa” la voluntad popular (en once años de gobierno del MAS se celebraron cinco procesos electorales, a los que deben sumarse las instancias de elecciones cooperativas, a la vez que se llevaron a cabo cuatro referendos)[8].
Considerando la predilección de la derecha neoliberal por defender las “normas” y el procedimiento, llama la atención que la oposición al gobierno del MAS haya convocado a la anulación del voto en estas últimas elecciones (acción que deslegitima el procedimiento eleccionario en sí mismo), argumentando que lo que se votaba no eran los representantes del Poder Judicial, sino que se trataba de un “plebiscito” para Morales –en el marco de la reciente repostulación del actual presidente a las próximas elecciones, habilitada por el Tribunal Constitucional–.
En efecto, en las elecciones judiciales se contabilizaron (al igual que en el 2011)[9] una importante cantidad de votos nulos y en blanco, con una participación del 75% de la ciudadanía en los comicios[10].
Esto fue celebrado en las calles de ciudades como Santa Cruz de la Sierra (uno de los bastiones de la oposición), como una victoria de “la democracia”.[11]
Los medios internacionales[12] reprodujeron rápidamente la opinión de la oposición, calificando las elecciones como una farsa que no ocultará el intento de Evo Morales por mantenerse en el poder. Como citas de autoridad, retomaron las declaraciones del ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga (uno de los líderes de la oposición y la derecha boliviana), o del Secretario General de la OEA, Luis Almagro, quienes aseguran que Morales estaría avasallando la voluntad popular, pues lo único que desea es perpetuarse en el poder.[13]
Debe recordarse que este argumento fue utilizado para perpetrar y legitimar el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en 2009,[14] quién había propuesto un plebiscito para convocar a una Asamblea Constituyente a los fines de reformar la constitución.[15]
El vínculo no es casual. Jorge “Tuto” Quiroga es el líder de la comisión de la OEA que aprobó las reciente elecciones fraudulentas en Honduras, que dieron la victoria al oficialista Juan Orlando Hernández –JOH– (evitando que llegara al gobierno la alianza de izquierdas encabezada por Nasralla).
Vale destacar que ni Quiroga, ni la OEA, se muestran sorprendidos por el impune fraude, pues tampoco cuestionaron el proceso mediante el cual JOH logró modificar la constitución para presentarse a elecciones nuevamente, reforma de dudosa legitimidad.[16]
Asimismo, ni en el momento de la reforma constitucional, ni en la coyuntura de fraude actual se ha culpado a JOH de querer “perpetuarse en el poder” (cuando hace casi diez años este argumento le costó el gobierno a un presidente). Esto ayuda a visibilizar que, en los hechos, la derecha es guardiana de una democracia de fachada, muy lejana a la justicia social, incluso cuando esa “fachada democrática” está cada vez más desgastada y vulnera los procedimientos elementales –como lo muestra la situación en Honduras–.
En Bolivia hubo un proceso de Asamblea Constituyente serio (con múltiples intentos de boicot por parte de la oposición),[17] que puso en vigencia la Constitución del Estado Plurinacional, pautando una democracia con inclusión económica, política y social, Constitución que, entre otras cuestiones, incluyó varias vías para la reelección de presidente y vicepresidente.[18]
Sin embargo, la prensa y los “expertos” observan que se trata de una democracia autoritaria. El gobierno de EE. UU. pide al gobierno boliviano que “escuche a su pueblo” ¿quiénes serán el pueblo desde la visión de las agencias del gobierno estadounidense?
A mediados de 2008, tal como lo revelaron copiosos documentos filtrados por Wikileaks , el gobierno estadounidense estuvo implicado en el proceso de desestabilización violenta perpetrada por los líderes de la oposición de los Estados de la denominada “medialuna” boliviana,[19] una élite blanca que repudia el proceso de cambio desde su inicio y que procura mantener estrechos lazos con la derecha neoliberal regional e internacional.
Si estos son “los guardianes de la democracia” ¿qué es lo que entienden por democracia?
Probablemente algo muy diferente al proceso de cambio en Bolivia, y a la vez, algo muy parecido a la Honduras post-2009, uno de los ejemplos más acabados de democracia a la medida estadounidense en América Latina.
Notas:
[5] Boron, A (2000) Tras el Buho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo . Buenos Aires: CLACSO-Fondo de Cultura Económica, p. 159
[18] Ver: Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, Quinta Parte, artículo 411.
Silvina M. Romano es investigadora del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG)
@silvinamceleste