“Con el hambre y el plomo
el Gobierno civilista
asesina al proletariado”
(Bandera Roja, Santiago, 25-12-1931) Navidad
Volodia Teitelboim en “Un Muchacho del Siglo Veinte” escribió: “Un compañero nortino del Central entró de súbito, anunciando que había llegado la noticia de una matanza en Copiapó y Vallenar: la represión no cesaba…
El relato del compañero nortino, que entró sin aviso en aquella noche de Pascua a la casa, era enredado y tremendo. Detalló la provocación.
Un plan sintético para asaltar el batallón del Regimiento Esmeralda de Antofagasta apostado en Copiapó, a fin de atribuirlo a los comunistas que pretendían establecer en Chile el régimen proletario. Tramaron el asalto jefes de carabineros, que dirigieron a los conspiradores. Embaucaron a dos o tres entre los pobres y trataron de comprometer al doctor Osvaldo Quijada Cerda, un intelectual con simpatías marxistas…
Así a las dos de la mañana del 25 de diciembre, dos grupos llegaron hasta la guarnición.
Un soldado les abrió la puerta. Entraron y los recibieron amablemente con fuego de artillería. Por orden del capitán Villouta detuvieron a varios ‘conspiradores’ y los mataron.
Se inventó una batalla. En aquella noche se calcula que fueron disparados entre 6 a 8 mil tiros de fusiles y ametralladoras… ”
¿QUÉ OCURRÍA EN CHILE A FINES DE 1931?
Los resultados de las elecciones presidenciales, realizadas el 4 de octubre de 1931, dieron holgado triunfo a Juan Esteban Montero, candidato de la coalición conservadora-radical-liberal que obtuvo 183.000 votos.
Arturo Alessandri recibió 100.000; Manuel Hidalgo (que se presentó como comunista, a pesar de haber sido expulsado del Partido Comunista el año anterior), 3.000 y Elías Lafertte, 2.434 (el 0,86% del total de los sufragios).
El 3 de agosto de 1931 se inició el gobierno de Juan Esteban Montero. Durante su administración -sostiene Luis Corvalán, en ‘Ricardo Fonseca combatiente ejemplar’- “el país siguió sumido en la crisis.
Las paralizaciones industriales continuaron. El ejército de los sin trabajo era mucho más grande.
Desde las pampas del salitre se habían venido, hacia el sur, decenas de miles de familias que deambulaban por las calles con sus niños harapientos y famélicos, solicitando en cada casa un poco de comida.
Centenares de seres humanos, sucios, piojosos, se agolpaban en las puertas de los regimientos o de los internados educacionales, haciendo filas con sus tarros oxidados, para recibir las sobras del almuerzo…”.
FEDERACIÓN DE LAS IZQUIERDAS
En el periódico “La Provincia de Tarapacá”, de Iquique, se publicó fechada en Santiago 26 de diciembre de 1931, la siguiente información: “Se verificó en esta capital una importante reunión de políticos quedando solemnemente constituida la Federación de las Izquierdas, la que ha sido integrada por los partidos Radical Socialista, Demócrata, Liberal Democrático, Socialista y numerosas entidades
De profesionales, obreros, empleados, Sociedades Mutualistas y otros valiosos elementos independientes. De orientación ibañista-alessandrista, nació con el objetivo de hacer dura oposición al gobierno de Juan Esteban Montero.
Se firmó al efecto un Acta Programa firmada por el doctor Manterola, señor Enrique Barboza, José Dolores Vásquez, Oscar Cuadra, Ramón Briones Luco y otros destacados políticos”.
PROVOCACIÓN DE DERECHA
En Copiapó, tres días después, en la madrugada del 25 de diciembre, elementos alessandrista-ibañistas, de la Federación de las Izquierdas, que lograron incorporar a parte de los muchos cesantes existentes en esa ciudad nortina, llevaron a cabo un absurdo asalto al cuartel del batallón Esmeralda.(Batallón del Regimiento Esmeralda de Antofagasta, apostado en Copiapó)
Entre los conspiradores que prepararon el ataque, estaba infiltrado el capitán Guillermo Villouta Ruiz, Comandante del Cuerpo de Carabineros de la localidad. Éste, en vez de impedir la acción, dejó seguir su curso, para tender una trampa a los complotados.
El Intendente de Atacama, Víctor Manuel Igualt, había comunicado al Ministro del Interior del Presidente Montero “rumores de un levantamiento comunista para los primeros días de diciembre”. La respuesta desde la capital fue: “esperar y estar a la expectativa”. Otro tanto hizo el comandante de carabineros a sus jefes en Santiago. Recibió instrucciones concretas: “Infiltración y preparación contra el levantamiento”.
El asalto se inició a las 2:10 de la madrugada. Hubo un nutrido fuego de fusilería. Cayeron 3 militares y 4 civiles, más dos mujeres que nada tenían que ver en la acción.
Posteriormente el capitán Villouta en carta al Intendente de Atacama, Igualt, le decía: “Se me acusa de que en lugar de evitar lo que pasó (en Copiapó) hubiera facilitado los medios para que el ataque se realizara? Puede que éste sea mi única falta pero esto eta sencillamente lo que quería.
Si con lanzar tropas a la calle los complotadores no hubieran realizado esa noche su plan seguramente, no hay duda alguna, que habrían buscado otra ocasión.
Y no es posible vivir eternamente con el arma al brazo, sacrificando la tropa y teniendo siempre encima un enemigo invisible pero cierto”
EL OBJETIVO: INCULPAR AL PC
Las autoridades, que conocían el complot desde comienzos de diciembre, responsabilizaron cínicamente de los sucesos al Partido Comunista, a pesar de que éste no estaba organizado en Copiapó.
Los conspiradores intentaron involucrar en los hechos al médico comunista Osvaldo Quijada. Fue detenido a primeras horas del día 25, pero posteriormente quedó demostrada su inocencia.
A las autoridades locales se les presentó, al alentar la aventura, una doble oportunidad, por un lado llevar adelante una nueva y sucia maniobra contra los comunistas y, al mismo tiempo, la de neutralizar la acción política de alessandristas e ibañistas, opositores del gobierno de Montero.
SE PREPARA LA MASACRE
Donde sí estaba funcionando el Partido Comunista, era en Vallenar; situada a unos 200 kilómetros de Copiapó. Su accionar preocupaba a las autoridades. El gobernador de Huasco, Aníbal de Las Casas, había oficiado al Intendente de Atacama desde Vallenar, el 25 de diciembre de 1931:
“La propaganda comunista se hace a diario, en público y en privado, y si se añade a esta situación una multitud mal o deficientemente alimentada, tendrá U.S. el cuadro perfectamente delineado. Y en verdad esto no es muy halagador.
“Un desfile -agregaba el comunicado- de 150 hombres y más de 100 personas entre mujeres y niños dio margen a que en las calles de Vallenar se viera el penoso espectáculo de esa multitud que pedía aumento en comida y trabajo”.
En otro oficio del mismo funcionario, fechado en Vallenar el 3 de septiembre de 1931, informaba:
“Conforme a sus deseos, le indico los nombres de los dirigentes comunistas que existen en Vallenar, y que son: Oscar Paredes Paredes, Bonefacio Castro Castillo, Silvestre Guerra, Gallardo, Pablo Reyes Vega, Luis Fuentes González, Arturo H. Zabala Zavala, Luis Jofré Araya, Carlos Santander Jorquera, Samuel Pizarro, Arturo Guevara Guevara, Aníbal Cuadra.
La mayoría de esas personas estuvo entre los asesinados posteriormente en esta ciudad.
LA MATANZA
Apenas ocurrido lo de Copiapó, se puso en marcha el plan previamente preparado para Vallenar. A las 2,25 de la madrugada del 25 de diciembre, el jefe nocturno de la Estación de Copiapó comunicó a su colega de Vallenar el comienzo del asalto y tiroteo.
Éste informó de esto al Gobernador Las Casas y al capitán de carabineros, Bull.
Estos se trasladaron al cuartel policial y se dirigieron a los albergues, donde habían sido destinados los cesantes. Tomaron las medidas para nadie saliera y entrara a ellos. Esa noche transcurrió sin mayor novedad.
Carabineros asaltaron la casa Seura, usando dinamita, acción que posteriormente el Intendente de Atacama calificó de “exceso de celo por parte de carabineros”. También se detuvo a dirigentes obreros y comunistas, posteriormente fusilados y enterrados en una fosa común. El operativo estuvo a cargo del Capitán Bull de carabineros.
“El capitán informó –dice Volodia Teitelboim en “Un Muchacho del Siglo Veinte’- de un enfrentamiento en que perecieron todos.
Tal combate no existió, pero los muertos sí. Luego el capitán fue a un local de la calle Serrano donde doce personas prolongaban el festejo de Navidad. También cayeron. En la mañana siguiente 17 fueron fusilados en las inmediaciones.
Cuando se les desenterró aparecieron no 17 sino 23, maniatados, mutilados, con fracturas de huesos. Hubo quienes dijeron que fueron más de medio centenar los que desaparecieron. Se había cumplido con el plan”.
ABOGADOS PONEN LAS COSAS EN SU LUGAR
En un comienzo se intentó responsabilizar a las víctimas, a los comunistas, de los sucesos de Vallenar. Pero los magistrales alegatos de los abogados David Schweitzer y de Jorge Neut Latour pusieron las cosas en su lugar.
Fue en el Consejo de Guerra que se siguió en Copiapó para juzgar a los injustamente acusados, donde se logró establecer la verdad. Papel fundamental lo jugó el abogado Jorge Neut Latour, quien defendió al doctor Osvaldo Quijada y otros detenidos.
Demostró la inocencia de éstos y comprobó que los verdaderos culpables eran las autoridades y dos capitanes de carabineros. En Copiapó, Guillermo Villouta; en Vallenar, Bull.
Fue posiblemente el día del Año Nuevo.
El teatro estaba lleno. Se adelantó Neut Latour y dijo: “Ruego al tribunal que tome nota de lo que voy a decir, porque soy Jorge Neut Latour, abogado, titulado, casado.
Pido al Consejo de Guerra que ordene la prisión, porque yo acuso, voy a acusar de asesinato, aquí al señor Intendente de la Provincia, sentado en primera fila, Víctor Manuel Igualt ( -oiga, lo apuntó con el dedo…), lo acuso formalmente con la responsabilidad que ya he dejado constancia; que se tome preso y se incomunique al capitán Villouta y al capitán Bull de Vallenar…”
UN FISCAL MILITAR QUE CONTÓ LA FIRME
El Fiscal Militar, Mayor de Ejército José María Santa Cruz Errázuriz, en su documentado Informe ante el Consejo de Guerra realizado en Copiapó, entre fines de diciembre de 1931 y comienzos de enero de 1932, relató como se llevó adelante la matanza de comunistas en Vallenar:
“A las 5,30 de la mañana del 25 de diciembre, a la llegada del tren de Copiapó a Vallenar, pocos metros antes que se detuviera en la Estación, descendió de él el conocido comunista de apellido Cuadra, que fue asesinado por el agente Luis Sepúlveda. Allanado dicho obrero, no se le encontró armas.
A las 9,30 horas, el capitán Bull designó al brigadier Rafael Huerta con el sargento Belmar y cuatro carabineros para ir a la búsquede de ciertos individuos que esperaban en los alrededores de la ciudad la llegada de armamentos de Copiapó. Sorprendida esa gente, que estaba sin armas y en número de siete, fue traída al cuartel, pasando a los calabozos.
“En el parte del capitán Bull se hace aparecer un combate ficticio sostenido por ellos y en el cual habrían perecido todos los que fueron detenidos y llevados al cuartel.
“Los detenidos que habían sido recogidos en sus domicilios, fueron sacados entre las 2 y 4 de la madrugada en número de 17, sin habérseles siquiera interrogado. Se les fusiló uno a uno, en las inmediaciones de la ciudad, haciéndoseles más tarde aparecer como caídos del combate en donde sólo habían sucumbido cuatro personas.
Todos los cadáveres fueron llevados a la morgue, y de ahí al cementerio, sin practicárseles autopsia, sin identificación y sin permitirse que fueran visitados por sus deudos. Posteriormente y para justificar estos asesinatos, se falsearon los hechos, se le obligó a la tropa a declarar en sentido determinado y se falsificó el libro de guardia”
LOS RESPONSABLES
En ese Consejo de Guerra, efectuado en el Teatro de Copiapó entre fines de diciembre de 1931 y comienzos de enero de 1932, fueron acusados el Intendente de Atacama, Víctor Manuel Igualt, y los capitanes ya citados. Sólo se condenó a los dos últimos.
El Capitán Guillermo Villouta fue castigado con 10 años y un día de cárcel; el Capitán Bull, con presidio perpetuo. Este murió en la Casa de Orates de Santiago.
LAS VÍCTIMAS
En el cuaderno de documentos pertenecientes al Acta del Consejo de Guerra de Copiapó de 1932, se encuentra el Criptograma de Vallenar al Intendente Igualt, de fecha 26 de diciembre de 1931, emitido a las 10:55 horas:
“Situación completamente dominada. Reina tranquilidad. Vuelta calma a población. Vengo de visitar morgue en donde hay 20 cadáveres comunistas”.
Sobre el número de víctimas a consecuencia de la masacre de los carabineros de Vallenar, hay diferentes apreciaciones. Por ejemplo, el abogado Jorge Neut Latour calculó que éstas llegarían a cerca de cien.
Volodia Teitelboim, en su obra “Un muchacho del Siglo Veinte”, afirma: “Los hechos se confirmaron con la exhumación de los cadáveres, pero pronto el fiscal fue reemplazado por otro que rechazaba los requerimientos de investigación ‘por no llevar firma de abogado’.
Sólo reconocieron como asesinados en Vallenar los obreros desenterrados por orden del fiscal Santa Cruz. Los demás se dieron simplemente por desaparecidos”.
El historiador Germán Palacios Ríos, que escribió en 1994, un documentado libro que tituló “Estar fuera de la Historia. 1931: Pascua Trágica de Copiapó y Vallenar”, llega a la siguiente conclusión:
“Hasta hoy, hay desaparecidos en Copiapó y Vallenar. Hoy, ya no son reclamados, pues sus familiares directos ya no existen. Y, es muy posible que los nietos no conozcan esta historia”.
ANTICOMUNISMO
El dramático episodio del 25 de diciembre de 1931 en Vallenar fue parte de la represión, a veces muy violenta, que ha sufrido el Partido Comunista desde su fundación en 1912.
Pero nada detuvo la lucha de los trabajadores. El 11 de enero de 1932 tuvo lugar una huelga general. Los portuarios paralizaron sus labores. Campesinos-mapuches y huincas- realizaron tomas de tierra en los alrededores de Temuco.
También en el sur, masas hambrientas asaltaron molinos, bodegas y panaderías. Los comerciantes minoristas exigían una moratoria para el pago de sus obligaciones.
Las acciones de la población contra la miseria, la cesantía y los bajos salarios alcanzaron gran desarrollo.
Al comenzar junio de 1932, la crisis golpeaba duramente al pueblo y éste se movilizaba.
El gobierno de Juan Esteban Montero había perdido toda base de sustentación y estaba desprestigiado.
Este Presidente reaccionario, creyó que con la pirata bandera del anticomunismo podía salvar su Gobierno. Pero se equivocó.
No pudo tapar la cesantía y el hambre que azotaba al pueblo ni desviar a la opinión pública de esos problemas.
Fue así como el 4 de junio de 1932, cuando sólo llevaba 9 meses y 4 días en la Presidencia, fue derrocado por un golpe cívico-militar encabezado por Marmaduke Grove, que dio paso a la llamada “República Socialista”, un interesante capítulo de nuestra historia.
Pero ello, es harina de otro costal, que contaremos más adelante…
http://elporteno.cl/2017/12/24/navidad-tragica-la-matanza-de-comunistas-en-vallenar/