Un nuevo libro publicado este mes en Estados Unidos aporta –30 años después– el dato de 300 mil dólares `perdidos` de los casi dos millones que recibió El Mercurio directamente de la CIA.
Además, documenta otros U$S 100.000 de cantidades mayores todavía no determinadas provenientes de corporaciones que colaboraron con la agencia, como International Telegraph and Telephone, ITT.
Además, documenta otros U$S 100.000 de cantidades mayores todavía no determinadas provenientes de corporaciones que colaboraron con la agencia, como International Telegraph and Telephone, ITT.
`¡El Mercurio miente!` rezaba a fines de los años 60 una célebre pancarta instalada en la casa central de la Universidad Católica por los estudiantes que impulsaban la reforma universitaria en esa casa de estudios. En algún lugar debió ponerse después otra que dijera `El Mercurio conspira`... conspira contra su propio país, con EE.UU., Nixon, Kissinger y la CIA. Los sufrimientos que comenzaron hace 30 años, y todo lo que se resume hoy en la expresión ¡Nunca más!, se deben en gran parte al desvelo del capitán de empresas y dueño de periódicos Agustín Edwards Eastman.
Edwards también supo sacar ventajas de los gringos en favor de su empresa, para variar en crisis también cuando asumió Salvador Allende -por mala gestión endémica. O sea, mató dos pájaros de un tiro: entre 1970 y 1973 convenció a la Administración Nixon para intervenir en Chile y obtuvo de la CIA U$S 1.965.000, unos 8,5 millones de dólares de hoy.
Edwards no sólo promovió actividad militar directa y estimuló a los estadounidenses para lanzar una rápida y agresiva `acción encubierta en Chile`. El Dunny` -así lo llamaban sus íntimos- también fue hábil en sacarles plata, dinero fresco para El Mercurio, mientras su diario lideraba un potente proyecto CIA de propaganda anti-Allende aprobado al más alto nivel en Estados Unidos, con editores y periodistas financiados generosamente por los contribuyentes del país del norte.
El archivo Edwards
¿Para qué tanto dinero? Para desestabilizar al gobierno legítimo de su propio país y promover un golpe de Estado. Hay muchos ejecutores presos y procesados, pero a este `intelectual` instigador de la violencia y el crimen político, desde las páginas de su diario El Mercurio, `no le salió ni por curao`. Más bien ahora combate la delincuencia y asesora al gobierno en políticas públicas a través de la Fundación Paz Ciudadana, su nueva fachada cívica.
Los esfuerzos de Edwards por entusiasmar a los gringos para impedir que Allende asumiera el mando de la nación el 3 de noviembre de 1970, y luego para derrocarlo, una vez instalado en la Presidencia, absorben el capítulo `The El Mercurio File` del libro `The Pinochet File`, publicado este mes en el país del norte, contribución del académico Peter Kornbluh por desenmascarar las intrigas y conspiraciones secretas de Estados Unidos en Chile y América Latina. En el mundo de habla castellana también apareció este mes `Salvador Allende: cómo la Casa Blanca provocó su muerte`, de Patricia Verdugo. Todas estas investigaciones recrean y complementan información sobre la escandalosa corrupción intervencionista sacada a luz en 1974 por el informe `Acción Encubierta en Chile: 1970-1973`, del senador de Idaho Franck Church, presidente de un comité de 11 senadores de Estados Unidos que investigó ese año la intervención en Chile Ver bibliografía).
Kornbluh consiguió `documentos confidenciales que aportan nuevas luces sobre cómo la CIA utilizó un diario para fomentar un golpe`. El autor anima el `Proyecto Documentacion Chile` en los Archivos Nacionales de Seguridad que recopila la Universidad George Washington (http://www.gwu.edu/~nsarchiv/), dedicada por años a publicar y clasificar -en el buen sentido del término- documentos secretos `desclasificados` de todas las agencias del gobierno de Estados Unidos. También es académico del Instituto Watson para Estudios Internacionales y coautor de `Políticas de Ilusión: Re-examen de la invasión de Bahía de Cochinos`, entre otros textos.
La clave del interés Edwards
Según Seymour Hersh, en su libro `El Precio del Poder`, un día antes de elegido Allende el embajador Edward Korry cablegrafió desde Santiago que Edwards le dijo `haber invertido todo sus ganancias de años en nuevas industrias y modernización que se estropearían si Allende ganara`. Korry apostaba a que al día siguiente vencería Jorge Alessandri, pero ganó la Unidad Popular con el 36,3%. Días después, Edwards llamó al jefe local de la CIA en Santiago, Henry Hecksher, para obtener una reunión más privada con Korry, fuera de la embajada. Korry evoca `... quiso hacerme sólo una pregunta: `Militarmente, ¿hará algo el gobierno de EE.UU. -directa o indirectamente?`` Hacer algo militar directamente significa invasión. Korry dice hoy que `mi respuesta fue ¡No!`.
Para que sus lectores estadounidenses visualicen mejor a Edwards, por esos años uno de los más ricos de Chile -con negocios bancarios, seguros, bebidas y una larga lista de empresas-, Kornbluh lo llama `el Rupert Murdoch chileno`, un clon del dueño de la cadena Fox y de grandes medios de comunicación entre la media docena corporaciones que controlan la prensa de EE.UU., con presencia en Australia e Inglaterra. Pero este émulo criollo del Williams Randolf Hearst de comienzos del siglo 20 -`El Ciudadano Kane` de la película de Orson Welles- ahora está `empobrecido` por su crisis endémica de mala gestión. La Concertación y el Banco del Estado lo salvaron de otra crisis terminal al comenzar `la democracia` con Patricio Aylwin, con un perdonazo millonario. Lo último que perdió fue su banco, pero sigue controlando 14 diarios y ha ganado influencia desde que Ricardo Lagos le abrió la puerta del ministerio del Interior a su `Fundación Paz Ciudadana` para que participe en el diseño de las políticas de gobierno contra el delito.
Con la desclasificación de miles de archivos secretos de la CIA y de la Casa Blanca ahora existe un valioso banco de datos para comprender mejor cómo el dueño del pretendido émulo latinoamericano del The New York Times colaboró en fomentar el golpe y `en influir a la opinión pública chilena en favor del nuevo régimen militar, a pesar de la represión brutal de Pinochet`.
Hitos del `Proyecto Mercurio`
Edwards comenzó a cabildear `preventivamente` en EE.UU. antes que Allende fuera elegido -el 4 de septiembre de 1970- como jefe de estado. Abogó por una intervención estadounidense agresiva. En marzo de 1970 le dijo al magnate David Rockefeller que `los Estados Unidos deben prevenir la elección de Allende`, según su autobiografía publicada en 2002.
Antes que Allende asumiera -el 3 de noviembre de 1970- discutió con la CIA `el cronograma para una posible acción militar` que impidiera la asunción.
El gobierno de Nixon autorizó casi dos millones de dólares para fortalecer El Mercurio, una suma estratosférica en el mercado negro de la época.
Un cable secreto de la CIA de mediados de 1973 identifica a El Mercurio como `el partidario más ferviente de la oposición` de una intervención militar para deponer a Allende.
Con ese dinero, El Mercurio exaltó el `éxito económico` de la dictadura y minimizó su cruel represión. Hoy tampoco resulta creíble su propaganda de TV en que se presenta como un observador centenario imparcial, más allá del bien y del mal, que ha llegado hasta a `sentir dolor` por sucesos `dolorosos` de la historia chilena registrados en sus páginas. Al igual que hace más de 30 años, `El Mercurio miente` ...y le hace a la hipocresía. Por sus páginas de negocios en estos días desfilan los ex dirigentes empresariales golpistas del tipo León Villarín (camioneros), Rafael Cumsille (comerciantes), Alfonso Márquez de La Plata (agricultores) y Orlando Sáenz (Sofofa) para aclarar que actuaron `solos`, `n`a que ver` con EE.UU.
Edwards voló a Estados Unidos en cuanto ganó Allende -su hermana Sonia (izquierdista) quedó a cargo del diario- para dedicarse al lobby en la Casa Blanca. anotó En sus memorias `Años de la Casa Blanca`, Henry Kissinger anotó que fue frecuentado por Edwards y Donald Kendall, presidente de Pepsi Co., amigo de Edwards y uno de los más íntimos de Nixon, generoso contribuyente de sus campañas.
Ablandando a Nixon
El 14 de septiembre, Kendall visitó a Nixon en la Casa Blanca para relatarle sus conversaciones con Edwards. Kissinger, entonces consejero de seguridad nacional, y John Mitchell, fiscal general, desayunaron con Edwards y Kendall al día siguiente, a instancias de Nixon, para escuchar sus propuestas ante la amenaza que significaba Allende. Kissinger llamó también al director de la CIA, Richard Helms (`timón` en inglés), para que escuchara `la visión de Edwards` sobre Allende. Se encontraron en un hotel de Washington.
Lo que Edwards le dijo al director de la CIA fue `top secret` durante 30 años. Pero ahora, desclasificado el memorándum CIA `Discusión sobre la Situación Política chilena`, el nombre de Edwards aparece tachado, aunque el texto deja claro que no pudo tratarse más que de una reunión Helms-Edwards por las alusiones al cónclave con Kissinger, asegura Kornbluh. El memorándum revela que Edwards promovió operaciones encubiertas estadounidenses orientadas a un golpe militar para detener a Allende antes de asumir la presidencia.
El memorándum registra que el chileno informó por qué Alessandri perdió la elección y `la posibilidad de una solución constitucional` -esquema inicial de la embajada de EE.UU.- mediante sobornos CIA a diputados chilenos que proclamarían a Alessandri, el segundo, en lugar de Allende, el ganador, posibilidad permitida por la Constitución de 1925 y factor desencadenante del asesinato del comandante en jefe del Ejército, general René Schneider, partidario de la tradición de respeto al veredicto de las urnas. Alessandri renunciaría, habría nuevas elecciones y ganaría el democristiano Eduardo Frei Montalva, presidente saliente pero habilitado legalmente porque no sería una `re-elección`.
El memorándum también registró probables riesgos de las `tesis edwardianas`
1. Si el esquema no funcionaba, entonces ¿que?...
2. Algunos diputados podrían actuar demasiado rápido o anunciar prematuramente su intención, gatillando `manifestaciones callejeras de los comunistas`.
3. El general jubilado Roberto Viaux, cabecilla del intento de golpe de octubre de 1969 (contra Frei Montalva) [hay otro nombre tachado] o `algún otro prospecto` podría intentar un golpe y abortar cualquier esfuerzo por otro en serio.
El memo CIA registró también que Helms/Edwards consideraron otras opciones en el `Cronograma para una posible acción militar`. Así se gestó la reunión de 15 minutos en la Oficina Oval, la tarde del 15 de septiembre, en que Nixon emitió su ahora célebre orden para fomentar la acción militar que impediría a Allende llegar a La Moneda, registrada para la historia en los garabatos manuscritos de las notas de Helms: `¡Quizás, 1 en 10 oportunidades, pero hay que salvar a Chile!... No importan los riesgos involucrados... U$S 10.000.000 disponibles, y más si es necesario. Trabajo a tiempo completo -con nuestros mejores hombres. Hacer chillar la economía`. Años después, cuando testificó bajo juramenteo ante el Comité investigador del senador Church, Helms declaró: `Tengo la impresión que el presidente llamó a esta reunión, en que yo escribí mis notas a mano, debido a la presencia de Edwards en Washington y eso... Edwards estuvo informándonos sobre las condiciones en Chile`.
Financiando a El Mercurio
El 24 de octubre, el Congreso (ambas ramas) ratificó a Allende como Presidente, a pesar del asesinato Schneider y de los esfuerzos frenéticos de la CIA/Edwards por fomentar el caos y crear un clima conducente a un golpe militar en esa primavera chilena de 1970. Tres días después de instalado Allende en La Moneda, Nixon emplazó -6 de noviembre- a su Consejo de Seguridad Nacional a discutir una mejor estrategia para herirlo. ¡`Derróquelo!` recomendó su secretario de Estado, William Rogers. Kissinger presentó cinco puntos diseñados por la CIA para desestabilizar la capacidad de Allende de gobernar. El número 4 se titula `Asistencia a ciertos periódicos usando a los medios de comunicación de Chile capaces de criticar al gobierno de Allende`.
La ayuda a los medios de comunicación del grupo Edwards empezó antes que asumiera Allende. Una tarde de septiembre de 1970 altos funcionarios de la Administración Nixon cabildeaban en secreto ante las compañías estadounidenses y las instituciones financieras `para hacer chillar la economía de Chile`, según las instrucciones del Presidente. El embajador Korry intercedió ante uno de los acreedores gringos de El Mercurio, First NCB, para que fuera indulgente con las deudas de Edwards. `He hablado de nuevo [a] aquí con el gerente de First NCB`, informó Korry en un mensaje Top Secret/Eyes Only del 25 de septiembre. `¿Por qué están poniendo a El Mercurio contra la pared?. Le dije que no me gustaría informar a la Casa Blanca de esta acción extraña que podría tener sólo el efecto de amordazar a la única voz libre de Chile`. Korry aseguró que el gerente `cambiaría rápidamente su melodía con El Mercurio`.
Para variar, El Mercurio estaba en dificultades financieras con sus acreedores. Las instrucciones de Nixon de `hacer chillar la economía` (15/9/70) y de un asedio invisible contra las transacciones económicas bilaterales y multilaterales en Chile también afectaban la salud financiera de los grandes negocios. La fortaleza del sindicato izquierdista del diario y el recorte del flujo de publicidad del gobierno -a consecuencia de una ley aprobada por un Congreso controlado por la oposición- inspiraron a Edwards para `denunciar` inexistentes intentos de cerrar deliberadamente los medios de comunicación de oposición. La libertad de prensa fue entonces el tema número uno en los ataques de la propaganda de la administración de Nixon contra Allende.
A comienzos de septiembre de 1971, un emisario de El Mercurio se acercó a la estación de CIA -al parecer en Santiago- a pedir fondos. El día 8, la CIA pidió un millón de dólares al Comité de los 40 -la agrupación secreta de altos funcionarios liderada por Kissinger para vigilar las `operaciones encubiertas`. El Mercurio podría así sobrevivir uno o dos años. La CIA aseguró que `sin ese apoyo financiero el diario cerraría antes de fin de mes, aunque este cierre sería por razones económicas`. También afirmaba que `no hay ninguna duda que estos problemas financieros han estado inspirados políticamente`.
`Subiéndose por el chorro...` de dólares
Las demanda de la CIA encendieron un debate interno la cerrada fábrica de la política estadounidense. Otro papel presentado a Kissinger como `Secret/Sensitive/Eyes Only`, ahora desclasificado, propuso dos `opciones básicas`:
1: Proporcionar urgentes 700.000 mil dólares iniciales a El Mercurio `para asegurarle el papel`, fabricado entonces por La Papelera del grupo Matte y Jorge Alessandri y falsamente amenazado por Allende y `las obstrucciones obreras`.
2: Cerrar El Mercurio (unilateralmente) y aullar al máximo por la libertad de la prensa, con `denuncias` a nivel mundial contra `el régimen marxista`.
Para la CIA, la segunda opción era muy arriesgada porque `Allende podría demostrar que el cierre se producía por la ineptitud financiera de El Mercurio`, o sea, la vieja historia de mala gestión Edwards. El jefe de la estación CIA y el embajador Korry votaron porque se diera plata, mientras otros burócratas creían que U$S 1 millón era `un precio muy alto por tan poco tiempo de sobrevivencia` porque nunca pusieron en duda el cuento de que Allende iba a cortar el papel.
El Mercurio, efectivamente, dejó de salir un par de días, alegando `falta de papel`, pero por su propia decisión. Entonces pareció una maniobra más en la campaña internacional CIA en favor de `la libertad de prensa`, cuando el entonces monopolio del papel -Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones- lo detentaban Eleodoro Matte Ossa y Jorge Alessandri Rodríguez, ambos allegados y `protectores` de Edwards.
Cualquier día `La Papelera`, o la CMPC, amanece como dueña de El Mercurio por la deuda sempiterna de su diario favorito. El gobierno Allende nunca tuvo nada que ver con la CMPC, que siempre fue privada, aunque abusó de su posición monopólica protegida o tolerada por todos los gobiernos, incluso el de la UP. Pero hoy los papeles ex secretos hacen vislumbrar una segunda intención de Edwards en la movida de la auto clausura: ablandar y presionar a los gringos para que soltaran más dinero. La sabia técnica de `dos pájaros de un tiro`.
Los documentos muestran que Nixon autorizó personalmente los primeros fondos encubiertos por U$S 700.000, el 14 de septiembre de 1971. Kissinger le dijo a Helms que el Presidente estaba dispuesto a más, con tal de `sostener el periódico`. La fuerza de la decisión presidencial estimuló a Helms a autorizar a la División CIA Hemisferio Occidental a `exceder los U$S 700.000, incluso por encima de U$S 1.000.000, para garantizar el almacenamiento de papel supuestamente escaso. En otra decisión, al parecer, guardada confidencialmente por los investigadores del Senado en 1974-75 y tachada cuando la CIA y el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) la desclasificaron, Kissinger aceptó personalmente una entrega adicional por U$S 300.000.
Tanto dinero no era suficiente para saciar la voracidad del diario de Edwards. En abril de 1972, la CIA pidió otro `adicional` de U$S 965.000 con el argumento mendaz de que Allende seguía amenazando el flujo de papel, cuando el problema real era la insolvencia financiera de la empresa. Otro memorando `top secret` informó a Kissinger que se trataba de `un préstamo` para cubrir el déficit mensual de la publicación hasta marzo de 1973 y `mantener un fondo de contingencia para [tachado], emergencias como requisitos del crédito, nuevos impuestos y otras deudas bancarias que podrían conocerse a corto plazo`.
Según los argumento CIA, ese dinero era `esencial` para que El Mercurio favoreciera a los candidatos de oposición respaldados por la agencia en las elecciones legislativas de marzo de 1973, donde Allende obtuvo más del 40% del apoyo popular. El nuevo jefe de la división Hemisferio Occidental, Theodore Shackley, insistió en que debería asegurarse `la existencia continua del pape para los propósitos políticos`.
Un memorando de conversación, del 15 de mayo de 1972, entre el CIA Jonathan Hanke y el ITT Hal Hendrix, da cuenta de un depósito por 100.000 dólares a favor de Edwards. [Hendrix ]`me dijo que el dinero para el grupo Edwards pasó por una cuenta suiza`, informó Hanke a sus superiores. Los agentes de la CIA lo escribían todo.
Flujo de plata (documentada) a El Mercurio
1970
MARZO, 25: El `Comité de los 40` aprueba 125.000 dólares para `operación de descrédito de la Unidad Popular`.
JUNIO, 27: Se acuerdan 300.000 dólares adicionales.
SEPTIEMBRE, 9: Se aprueban 700.000 dólares para El Mercurio.
1972
ABRIL, 11: Otros 965.000 dólares para El Mercurio.
MAYO, 15: III deposita U$S 100.000 en Suiza.
1973
ABRIL 11: Se acuerdan 300.000 dólares adicionales para El Mercurio.
(Fuente: Hernán Uribe, Morir es la Noticia, pp 23-32, Ernesto Carmona Editor, 1997).
El Mercurio encabezó el trabajo sucio de preparación psicológica y mediática del golpe de estado patrocinado por los civiles y ejecutado por los militares. Además del respaldo internacional de la CIA, la campaña `por la libertad de prensa` contó con el apoyo entusiasta de la Sociedad Interamericana de Prensa, que agrupa a los dueños de periódicos de la región. Por ejemplo, el diario democristiano La Prensa `denunció` que en Chile se instalaría una base de submarinos soviéticos. Se publicaba toda clase de mentiras, disparates ridículos y toda clase de barbaridades, tal como ocurre hoy en Venezuela.
Conflicto ético
Como Agustín Edwards pertenece al Colegio de Periodistas, Manuel Cabieses, director de la revista Punto Final, introdujo hace tres una acusación en el tribunal de ética de nivel metropolitano. Tardaron en contestar, pero lo hicieron hace algunas semanas en una decisión absolutoria emitida un mes atrás. Cabieses insistió en la instancia superior, el tribunal nacional, que acogió el trámite actualmente en curso.
La acusación no se dirige a sus ideas políticas, como entendió equivocadamente el tribunal metropolitano, que alegó en su favor `derechos prevalecientes desde la `Revolución Francesa,` sino a su trabajo poco ético trabajo de hace 30 años en Estados Unidos, al fomentar un golpe militar que derrocara al gobierno elegido de Salvador Allende e impulsar al poder al general Augusto Pinochet. Peter Kornbluh recogió en su libro este conflicto y lo valoró como un gesto totalmente simbólico para la contabilidad moral del periodismo chileno.