La reacción de Lituania a la reciente entrevista del embajador ruso en Vilna, Alexandr Udaltsov, ha sido muy agitada.
A las acusaciones del país europeo sobre una supuesta 'ocupación soviética' el diplomático declaró que Moscú podría presentarle una cuenta por valor de 72.000 millones de dólares por las inversiones hechas en los tiempos soviéticos.
© SPUTNIK/ ALEXEI FILIPOV
Vilna afirma que el balance financiero de la URSS no estaba a su favor y sigue insistiendo en la 'ocupación soviética'. El diario ruso Vzglyad señala que Vilna, al mantener tal postura, olvida varias circunstancias importantes.
El ministro de Exteriores lituano, Linas Linkevicius, calificó de 'absurdas' las declaraciones de Udaltsov y lamentó que, según su opinión, se hagan a pesar de que "se reconoce por todos el hecho de que Lituania fue ocupada (por la URSS)", sin precisar ese 'todos'. A causa de ello, continuó, Lituania "perdió su independencia" y "sus ciudadanos sufrieron daños".
Según el diario Delfi, el historiador letón, rector de La Escuela Superior de Vidzeme (Letonia), Gatis Krumins, respaldó la opinión del canciller lituano y presentó sus argumentos.
"Los documentos de Lituania también muestran que el desarrollo social económico del territorio no figuraba entre las prioridades de la URSS. En los años 40, tras la Segunda Guerra Mundial, la URSS gastaba en Lituania más en mantener su poder que en la economía nacional", asegura.
Por su parte, el presidente de la Asociación Rusa de Investigaciones Bálticas, Nikolái Mezhévich, explica que la cifra, anunciada por el embajador Udaltsov, no está lejos de la verdad.
"Lituania entró en la URSS como país agrario, lo que no se puede decir sobre Letonia donde se fabricaban aspiradoras, cámaras fotográficas, e incluso su propio avión.
En Lituania, al revés, no había nada más serio que una fábrica de bicicletas y producción de simple maquinaria agrícola", dijo.
Además, recordó al menos dos empresas construidas por la URSS las cuales ahora son pilares importantes de la economía del país: el puerto de Klaipeda y la planta de refinación de petróleo Mazeikiai.
"La fábrica de refinería fue la última, construida en los tiempos soviéticos.
Aquí se hacía la refinación de petróleo más profunda, aparecieron las mejores tecnologías y maquinaria extranjera.
El puerto llegó a ser el que tenía más inversiones. (…)
Hoy día, según mis estimaciones, estas dos empresas otorgan entre el 25% y el 30% de los ingresos presupuestarios de Lituania", explicó al añadir que, entre otras, las empresas construidas en aquel período son muchas más.
El medio ruso indica que la guerra destruyó la república casi por completo.
Los daños se estimaban en 30.000 millones de dólares.
"La Unión Soviética no solo recuperó Lituania sino que también creó una infraestructura y una industria desde cero.
Apareció la fabricación de maquinaria, de industria ligera, alimentaria, química, fábricas de fertilizantes y fibras.
Se construían edificios, carreteras, ferris, puertos.
El puerto reconstruido de Klaipeda, la central hidroeléctrica de Kaunas, la central termoeléctrica de Elektrenai y la central nuclear de Ignalina son patrimonio soviético", añade el periódico.
Además de ello, se invertía en medicina, cultura, deporte, construcción de carreteras y otros tipos de infraestructura.
Además de las necesidades industriales, hubo un factor político para el asunto ya que los países bálticos se consideraban la 'fachada' de la URSS para los países vecinos, recuerda el investigador.
Mucho de ello sigue formando parte de la vida cotidiana de los lituanos hasta hoy día, a los 13 años de Lituania como miembro de la UE.
Por supuesto, Europa también hace inversiones en Lituania.
"Los subsidios europeos son otra fuente de ingresos del país, mientras el país como tal no puede ofrecer nada excepto el turismo y el sector agrícola", mencionó Mezhévich.
La central nuclear de Ignalina, un enorme proyecto industrial 'regalado' por la URSS, se construyó en el país báltico en los ochenta.
En la actualidad, la central se cerró por orden de Bruselas lo que obliga al país a importar energía pagando sumas considerables.
"El proyecto producía electricidad para toda Letonia, y los excesos se exportaban a Lituania y Bielorrusia.
Hoy en día, Vilna padece de déficit energético mientras gasta un montón de fondos para desmantelar la central", manifestó.
Así, el país con uno de los mayores niveles de bienestar en la URSS ahora ha pasado a ser entre los peores de la UE.
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