El 2013 marcó una pauta histórica respecto de la manera en que se aborda el mundo de las drogas, más como un asunto de salud pública que de seguridad.
Sabemos que la criminalización de las drogas ha significado jugosos negocios para la industria armamentista, así como para para los actores infiltrados en el lavado de dinero; la historia siempre lo ha dictado: ahí donde hay prohibición, habrá mafia.
Ese año, Uruguay se convirtió en el primer país que permitió el cultivo de la marihuana para autoconsumo en el hogar. Luego de este caso se avivó el debate en Estados Unidos al respecto, California aprobó el cultivo y uso de la marihuana tanto con fines medicinales como recreativos, y hoy, en dicho país 29 estados ya aprobaron su uso medicinal, ocho de ellos también con fines recreativos.
En México, el debate en torno a la marihuana se propulsó enormemente gracias a una lucha ciudadana, sobre todo cuando en el 2015 la familia Elizalde, del norte del país, emprendió una batalla legal con el fin de que su hija Grace (quien desarrolló el trastorno conocido como Lennox-Gastaut) pudiera hacerse legalmente de un jarabe de cannabis. Con su lucha consiguieron que la Cofrepis permitiera la importación de este producto (iniciaron, además, una petición que consiguió mas de 150 mil firmas).
Gracias a este caso, en el 2016 el presidente Enrique Peña Nieto presentó una iniciativa ante el Congreso con el fin de legalizar el uso medicinal de la marihuana. Luego de 1 año, hace unos días la Cámara de Diputados aprobó finalmente esta medida que permite que la Secretaría de Salud regule el uso de estos medicamentos. Uno de los puntos más progesistas al respecto es el que dicta lo siguiente:
La siembra, cultivo o cosecha de plantas de marihuana no serán punibles cuando estas actividades se lleven a cabo con fines médicos y científicos en los términos y condiciones de la autorización que para tal efecto emita el Ejecutivo federal.
En esta lucha, también destaca el movimiento del colectivo Smart, quienes interpusieron ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) un recurso con el cual obtuvieron el fallo que los autorizó a cultivar, poseer y consumir la planta, también con fines recreativos.
La reciente aprobación se trata de un enorme paso en la comprensión cultural del uso de estupefacientes; desde una perspectiva integral, las expectativas en esta decisión apuntan hacia un cambio de paradigma tan urgente como esperanzador.