Escribe un artículo en el portal Infobae (forúnculo habitual por el que supuran sus ‘posverdades’ los servicios extranjeros, particularmente los de Israel y Estados Unidos) con el propósito de insuflarle algún hálito de vida a una denuncia –la de Nisman contra Cristina y su canciller– que nació muerta.
Para eso, procura reemplazar la ecuación granos x petroleo (que no sólo jamás siquiera se intentó sino que además ya fue ampliamente refutada por imposible, ya que el crudo persa no puede refinado en Argentina) por una reanudación de la colaboración entre ambos países en materia nuclear… una trampa caza-bobos ya que, si bien los orígenes del plan nuclear iraní datan de la época del Sha y son inequívocamente argentinos, a esta altura de la soiree las capacidades iraníes superan ampliamente las argentinas por lo que mal podrían requerir nuestro asesoramiento.
“Entre 2’11 y 2013, época en que las diplomacias de embos países negociaron el Memorandum de Entendimiento, los norteamericanos negociaban en riguroso secreto con los iraníes el acuerdo en materia nuclear que se cerró en 2015.
Los persas perseguían este acuerdo hacía mucho tiempo y es por eso que no habían fabricado ninguna pedorra bomba A, no porque no tuvieran la capacidad técnica de hacerla.
La tienen Pakistán, la India y Corea del Norte, que es una nación con un desarrollo tecnológico mucho menor. En fin, que Irán no fabrica la bomba porque los ayatolás saben perfectamente que,de hacerlo, los halcones de Israel convencerían a Washington de atacarlos”, razona José Petrosino, que sigue el tema con tenacidad de sabueso.
Para él no cabe duda de que Cristina buscó un acuerdo con Irán en sintonía con Barack Obama, tal como ella mismo contó en los primeros minutos de la entrevista que le hizo Gustavo Sylvestre (recomiendo enfátcamente volver a escucharla, sobre todo hasta el minuto 16.20).
Petrosino reecuerda que el sorteo del juzgado encargado de ver si se podía reflotar la denuncia de Nisman se truchó luego que recayera en el de Sebastián Casanello, a fin de que fuera a parar a las amables manos del juez Julián Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano.
Por fin, intervino el fiscal Gerardo Pollicita que puso por escrito que las victimas de la AMIA fueron… ¡israelíes! (no hubo un solo israelí muerto en el derrumbe de la mutual judía).
“Buscan donde saben que no hay nada porque no pretenden mas que mantener en el tiempo la falacia del asesinato disfrazado de suicidio de Nisman”, dice Petrosino.
Y agrego yo: y mantener en tercer o cuarto plano los atentados, cosa que no se vea quienes fueron los autores materiales, ni que no sólo estuvieron implicados allegados a Menem, policías federales y agentes de la SIDE sino también los servicios israelíes, y particularmente el Shin Bet o Shabak.
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