Desde que Rusia aniquiló la unipolaridad, en agosto de 2013, tras el minué de al-Ghutta, uno de los momentos más críticos de la guerra Siria, en que Barack Obama, intentó utilizar una operación armada contra el presidente Bashar al-Assad, acusándolo de utilizar armas químicas contra la población civil del barrio damasquino de al-Ghutta, en que murieron cerca de 2500 civiles.
Obama entonces, amparado en el santo derecho de los pueblos, mandó a alistar una vez más su aviación, para aniquilar toda resistencia del gobierno sirio a la embestida de los miles de terroristas que habían invadido su país.
Ese acto desesperado del premio Nobel de la Paz 2009, que puso al mundo al borde de un holocausto nuclear, no solo generó la inmediata y taxativa respuesta de Moscú, de que iba a impedir que esos ataques se concreten, sino también provocó que el Reino Unido, por primera vez en la larga historia de alianzas militares con Estados Unidos, desistiese de acompañarlo a una nueva aventura bélica.
Por entonces, como siempre Francia en su eterno papel de segundón, se lanzó a acompañar a Obama, pero la operación al-Ghutta, ya se había desmontado, se supo que las armas tóxicas usadas contra la población civil, habían sido robadas de los arsenal del coronel Gaddafi, una vez derrotado, además de que se había denunciado la presencia de 15 agentes del Mossad en el lugar de los hechos, de quienes nunca se supo más nada.
En al-Ghutta, Obama vivió uno de los mayores papelones de la historia de Estados Unidos; y habilitó a Putin a ocupar el centro de la escena mundial; Francia, como siempre desde la Conferencia de Yalta, fue nuevamente condenada a observar la gran Historia desde afuera.
El fin de la unipolaridad, tampoco ha impuesto, como muchos analistas insisten una multipolaridad.
Seamos realistas, en el mundo solo tres países tienen voz y son obviamente: Estados Unidos, Rusia y China, los demás empezando por el descoyuntado bloque de la Unión Europa, son corifeos y muchos de ellos cada vez más desafinados.
Tras la irrupción de Moscú en el conflicto sirio, irrupción cada vez más comprometida, y más allá de los ingentes esfuerzos de Occidentes, las monarquías sunitas del golfo, Israel y Turquía, estamos presenciando el milagro de Aleppo, y aunque sin dudas la muerte seguirá campeando por los campos sirios, el terrorismo ha recibido un golpe tan demoledor, que de no mediar un gigantesco apoyo económico y militar de sus patrocinadores, la suerte definitiva está echada
El Presidente Bashar al-Assad, fundamentalmente, acompañado por Vladimir Putin, el presidente iraní Hasán Rouhaní y al secretario general del grupo libanés chií Hezboláh, el mítico Hassan Nasrallah quedan como los grandes triunfadores de una de las más pavorosa guerras de los últimos treinta años.
Sin duda los think tank de occidente había tenido muy en cuenta la posibilidad de que las estrategias de Occidente contra Siria, para intentar luego golpear a Irán podían fracasar y que de ese fracaso Putin, pudiera beneficiarse políticamente a nivel interno y por sobre todo, a nivel internacional.
El golpe de estado en Ucrania de 2013, y el inicio de un conflicto en una geografía muy cara para el imaginario ruso, fue una buena manera de abrir una herida y mantenerla sangrante todo el tiempo posible y necesario.
Occidente, no solo intentó golpear a Rusia en Ucrania, desde hace años y particularmente, desde su decidida acción para terminar con la guerra en Siria, las operaciones y las provocaciones contra Moscú se multiplican desde los territorios o bien de la ex Unión Soviética, o de los pertenecientes a el Pacto de Varsovia. Intentando limitar la influencia rusa en esos territorios ya sea en lo político, económico y militar.
La reconquista de Crimea por parte de Rusia, fue lo que terminó de poner los pelos de punta a la OTAN, y a la Unión Europea, por lo que se hizo llover más sanciones económicas contra Moscú, acompañando a las ya aplicadas por su “injerencia” en las nuevas republicas del este ucraniano, Donetsk y Lugansk.
La reactivación del frente oriental
Los enemigos del Presidente Putin, no permitirán que la demoledora victoria de Aleppo, se pueda disfrutar a pleno, más allá de la campaña mediática, con que intentan convertirlo en vez de un libertador en un genocida, en esta última semana se ha reactivado en el este ucraniano la guerra que parecía mantenerse en estado vegetativo.
Desde el 18 de diciembre en las cercanías de Svetlodarsk, en la región de Donetsk, fuerza de Kiev, han comenzado a movilizarse, lo que provocó la rápida acción de los separatistas, que provocaron, según las fuentes, entre una veintena y más de 300 bajas.
A finales de noviembre, en Minsk la reunión entre Ucrania, Rusia, Francia y Alemania, en la procura de un plan de discusiones para la solución pacífica del conflicto, fracasó como ya han fracasado todas las búsquedas de una salida pacífica del conflicto.
El frente de guerra a las puertas de Rusia, sigue activo y sin duda se continuará expandiendo, según las necesidades de Occidente.
El gobierno del presidente Petro Poroshenko, se ahoga en la crisis económica, corrupción y el empantanamiento de la guerra.
Ya ni siquiera controla a los grupos neo nazis que lo llevaron al poder y que en estos días han realizados varios pogromos, contra la importante comunidad judía de Kiev incluso, contra uno de los sitios más sagrado de la comunidad judía en Ucrania la tumba del rabino hasidí Najman de Bratslav, al sur de Kiev, visitada cada año por miles de judíos.
El reciente escándalo, tras la difusión de documentos que compromete al presidente Poroshenko, lo pone cada vez más cerca del despeñadero.
Alexander Onishchenko, un rico empresario ucraniano que ha debido escapar de su país, difundió documentos que señalan los intereses económicos de Poroshenko, detrás de las incursiones del ejército ucraniano en Donbass.
El informe devela los contratos militares de las empresas del presidente ucraniano con el ejército.
Esta situación obliga al Fondo Monetario Internacional (FMI) a callar a pesar de que ese dinero fue prestado a Ucrania con otro destino, pero la ligazón entre el FMI y la OTAN, hacen que su directora la cuestionada Christine Lagarde, se mantenga en un sigiloso silencio, ya que Poroshenko garantiza el conflicto en la frontera rusa.
Sin duda, occidente no perdonara a Putin haber roto la unipolaridad y con ellos los planes de expansión planetaria de empresas tanto estadounidenses, como europeas.
Por ello será perseguido, quizás el asesinato del embajador ruso en Ankara, Andrei Karlov la semana pasada o la remota posibilidad de que el avión Tupolev-154 caído en el Mar Negro, con 91 personas, que se dirigía a Siria, pueda haber sido un acción terrorista, los convierta también víctimas de las muchas guerras contra Putin.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=220968