La última visita de Barack Obama como presidente de Estados Unidos a Europa demostró una división profunda tanto en Washington como en los países europeos en relación con Rusia, escribe Time.
El más reciente ejemplo es la recepción del buque patrulla de la Flota rusa del Mar Negro, Smetlivi, en Grecia, que es parte de la Unión Europea y miembro de la OTAN.
A finales de octubre, el buque llegó a un puerto griego para participar en eventos cross-culturales entre los dos países.
Por supuesto, algunos políticos en Washington han dicho que el comportamiento de Grecia es "inaceptable" y "no corresponde al comportamiento de un miembro de la OTAN".
Sin embargo, todo lo que destacó el presidente de Estados Unidos es "la importancia de mantener las sanciones", escribe el periódico.
Pero a pesar de que Occidente se muestra dispuesto a prolongarlas, durante la visita de Obama no se expresó ninguna protesta a Atenas.
La reacción de Obama puede ser explicada, según el periódico, por el hecho de que los dos principales países que se oponen a Rusia — EEUU y Alemania — no están en su mejor forma. Donald Trump ganó las presidenciales y se comprometió a mejorar las relaciones con Moscú.
Pero incluso antes de su victoria la Unión Europea estaba demasiado dividida y apasionada por "enfrentamientos" internos, para centrar su atención en Rusia, dice el artículo.
Los medios occidentales escribieron que Obama "va a pasar el testigo" a la canciller alemana, Angela Merkel.
Sin embargo, en realidad, la situación es mucho más complicada:
Alemania no es tan influyente como Estados Unidos, y no es capaz de unir a Occidente especialmente en medio de Brexit, informa Time.
A pesar del hecho de que durante la reunión los principales países europeos han anunciado la continuación de la política de sanciones, muchos estados miembros de la UE no están de acuerdo con esta situación.
En particular, Grecia, Italia, Hungría, Eslovaquia y Chipre han declarado en repetidas ocasiones que es necesario debilitar las sanciones, ya que sólo perjudican a la economía europea.
En muchos sentidos, estos países dependen de los préstamos de la UE, lo que los mantiene cerca de Merkel, pero las finanzas no es la "forma más saludable" de gestionar "la familia europea", dice el artículo.