Merkel insta a los ciudadanos a hacer acopio de víveres, agua, medicamentos y dinero en efectivo. Se plantea, además, resucitar el servicio militar obligatorio.
Hay quien cree ya que el país sabe algo que no nos está contando
Víveres para diez días y agua para cinco. Medicamentos, dinero en efectivo, ahorro de energía.
¿Qué está pasando para que Merkel active ahora todas las alarmas?
¿Qué nos está ocultando Alemania?
Tras los ataques del pasado julio en el tren de Wurzburgo y en la ciudad de Ansbach, el país empezó a asumir que tenía al enemigo en casa. Reforzó primero los cuerpos de seguridad, endureció las leyes de extranjería y se dispuso a revisar el concepto de defensa civil.
El diario Bild tuvo acceso a principios de este mes al borrador que será debatido mañana.
En sus 69 páginas, el Ministerio del Interior alemán propone aumentar las reservas de vacunas y antibióticos, proporcionar energía en caso de emergencia, crear una unidad especial para combatir la delincuencia cibernética y, entre otras medidas, establecer un servicio para alertar a los ciudadanos de peligros inminentes a través de la radio, la televisión, sirenas, altavoces, anuncios en los trenes, mensajes de texto e Internet.
Ahora, sabemos también a través del diario Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung que los responsables del país contemplan instar a los ciudadanos a hacer acopio suficiente de comida y agua para 14 días. Según la Oficina de Protección del Ciudadano y de Ayuda en Catástrofes, se recomiendan 5 kilos de pan, pasta y patatas, 3,5 kilos de harina y fruta en conserva, decenas de huevos, 2 kilos de pescado en conserva y carne y 28 litros de agua. Por lo que pueda pasar.
Pero, ¿qué podría suceder? ¿Se prepara el corazón de Europa para un ataque terrorista de grandes dimensiones o se avecina alguna catástrofe, natural o nuclear, de la que no tenemos constancia? ¿Planea alguna potencia mundial invadir Alemania?
¿Estamos a las puertas de otra gran guerra?
La situación pinta seria.
El plan incorpora también preceptos a seguir por el Gobierno para garantizar la defensa y el abastecimiento del pueblo alemán en caso de una agresión a gran escala, un posible envenenamiento del agua corriente o un apagón energético.
No parece casualidad que vea la luz justo ahora.
El ministro del Interior Thomas de Maiziére lleva días sugiriendo que el país debería implementar tecnologías de reconocimiento facial en lugares públicos y prohibir acceder a eventos con bolsos o mochilas, el ejército alemán comenzará a entrenarse específicamente para combatir ataques terroristas y el Gobierno estudia la posibilidad de resucitar el servicio militar obligatorio, suprimido hace cinco años.
El plan sugiere esta reactivación en circunstancias extraordinarias y el «apoyo a las fuerzas de combate» por parte de civiles en el caso de que Alemania deba defender sus fronteras.
Este despliegue de medidas para garantizar la seguridad de los alemanes ha levantado todo tipo de sospechas. Aquellos que viven pensando que el mundo está al borde del colapso andan ya con la mosca detrás de la oreja.
Los movimientos de Merkel y sus socios, poco tranquilizadores, alimentan ya teorías conspiratorias para dar y regalar con un planteamiento común: que el país germano maneja algún tipo de información privilegiada. Y que tiene de todo menos buena pinta.
Publicado por Enrique Sierra Mendoza