Fuerzas israelíes penetraron en el campo de refugiados de al-Fawar, al sur de Hebron, mataron a un civil palestino, hirieron a otros 32, y entraron en las casas y dañaron lo que había en ellas.
El Centro Palestino por los Derechos Humanos (PCHR) condena el ataque israelí al campo de refugiados de al-Fawar, al sur de Hebron, el maltrato a sus habitantes, el daño intencional de todo lo que había en las casas y el uso desproporcionado de la fuerza contra civiles.
El resultado del ataque es el asesinato de un civil palestino y heridas a otros 32. PCHR destaca que el mencionado ataque se trata de una acción política de castigo colectivo prohibida por las leyes que protegen los derechos humanos.
Además, PCHR hace un llamamiento a la comunidad internacional para que proteja a los civiles que viven en los territorios ocupados de Palestina (OPT, por sus siglas en inglés) y asegure la aplicación de sus procedimientos.
Según investigaciones del PCHR, aproximadamente a las 01.30 del 18 de agosto, una unidad de infantería de Israel con un efectivo de unos 500 soldados y oficiales penetró en el campo de refugiados de al-Fawar desde una zona vecina al asentamiento Beit Hagai y la aldea de al-Rihiya, donde hay un campo militar de las fuerzas israelíes.
Cuando la unidad llegó a al-Fawar y se desplegó en la vecindad, llegó a la zona un apoyo militar compuesto por más de 50 jeeps, vehículos armados de transporte de personal y un bulldozer.
Después de ello, cerraron las entradas oriental y occidental del pueblo e impidieron cualquier movimiento de los civiles.
De inmediato, rodearon el campo de refugiados y otras dos aldeas vecinas, al-Hadeb y al-Riyhiya, cuyos residentes usan la carretera principal para ir a Dura y Hebron.
Los soldados israelíes asaltaron las casas y ocuparon algunas de ellas para transformarlas en alojamientos militares.
Después de eso, se dedicaron a dañar sistemáticamente todo lo que encontraban dentro de ellas, ante el miedo y el horror de sus residentes. Más aun, encerraban a los civiles en una habitación y les quitaban su teléfono móvil. Mientras tanto, algunos jóvenes palestinos se reunieron para arrojar piedras a los soldados israelíes, que respondieron con potentes bombas de estruendo y botes de gas lacrimógeno.
Los soldados dispararon también con munición real y balas metálicas cubiertas de goma contra los civiles a través de agujeros que hicieron en las paredes de las casas junto a caminos secundarios en el pueblo; como resultado de ello, 32 civiles fueron heridos de bala. Después, los heridos fueron trasladados a una clínica de la UNRWA y a otra de la Luna Creciente Palestina (PRCS, por sus siglas en inglés) en el mismo campo.
El registro de las casas incluyó la destrucción de las baldosas de los suelos y de los tabiques internos. Durante esos ataques, los soldados confiscaron ordenadores portátiles y cámaras en la casa de Ahmed Abu Warda que pertenecían a su hijo Khalid, de 22 años. Khalid contó a un trabajador de campo del PCHR que los soldados rompieron los tabiques de madera y levantaron las baldosas en una habitación de la casa de su tío. También confiscaron varias laptops que él estaba reparando.
Además, lo llevaron consigo a varias casas mientras le hacían preguntas acerca del campo. Más tarde, los israelíes lo liberaron y le devolvieron los ordenadores portátiles, aunque se quedaron con el disco duro de todos ellos.
PCHR tiene los nombres de los dueños de las casas atacadas.
A eso de las 16.50, mientras los militares israelíes permanecían en la casa de Bajes Mahmoud Ahmed al-Hamouz y mantenían encerrados en una habitación a siete miembros de la familia, los soldados abrieron un agujero de unos 30 centímetros en la pared que da al este de la casa. Desde ese agujero y a una distancia de unos 40 metros, un soldado disparó con munición real a Mohamed Yousef Saber Abu Hashash, de 19 años. Resultó herido mientras salía de la casa de su abuela y tíos. Entonces, Mohamed fue llevado al PRCS, donde recibió los primeros auxilios; sin embargo uno de los paramédicos se dio cuenta de que su herida era muy seria. Más tarde, el joven murió por una hemorragia interna.
Rawan ’Ayed al-Hamouz de 16 años relató lo que sigue a un trabajador de campo de PCHR: “Yo estaba mirando lo que pasaba.
Más o menos a las 4 de la tarde vi que unos cuantos soldados israelíes asaltaban la casa de Bajes Mahmoud Ahmed al-Hamouz después de que abandonaran el edificio de tres plantas perteneciente a la familia de Abu Hashash, que está a apenas cuatro metros de nuestra casa. Abrí un agujero en la pared exterior en una habitación que da a la calle.
Oí a Mahmoud Abu Hashash, que estaba en el apartamento de su abuela, gritando ‘Cuidado, los soldados han hecho un agujero en la casa’. Entonces vi que de ese agujero salía un fusil. Después de eso, Mahmoud saló por la puerta principal del edificio y se dirigió hacia la izquierda.
Oí un disparo y un grito de Mahmoud mientras caía al suelo. No había enfrentamiento alguno ni lanzamiento de piedras; el vecindario estaba muy tranquilo.
Mi padre y mi hermana, que es paramédica en el PRCS, corrieron hacia Mahmoud. Trataron de reanimarlo, pero fue en vano; su respiración era muy débil. Un rato más tarde, llamó mi padre para decirnos que Mahmoud había muerto”.
El Centro Palestino por los Derechos Humanos (PCHR) condena el ataque israelí al campo de refugiados de al-Fawar, el maltrato a sus habitantes, el daño intencional de todo lo que había en las casas y el uso desproporcionado de la fuerza contra civiles. Además:
1. Apela a Naciones Unidas para que proporcione protección internacional a los civiles que viven en los territorios palestinos ocupados;
2. Apela a las partes comprometidas en la Convención de Ginebra para que garanticen que Israel, como parte comprometida en esa Convención, aplique en los territorios palestinos ocupados todo lo que ella manda;
3. Apela a las partes comprometidas en la Convención de Ginebra para que cumplan con su obligación de asegurar su aplicación, incluyendo la ampliación del ámbito de su jurisdicción con el fin de que se procese a los criminales de guerra sin que se tenga en cuenta su nacionalidad ni el sitio donde se perpetren los crímenes, de modo de allanar el camino que conduzca a la rendición de cuentas de los criminales de guerra israelíes y el final de su impunidad; una impunidad de la que han disfrutado durante décadas.
El original (en inglés) de esta nota está disponible en: http://www.pchrgaza.org