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La privatización de la RDA: ¿Un ejemplo para Grecia?


En 2011, el Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, por aquel entonces presidente del Eurogrupo, ya comparaba la situación de Grecia con la de Alemania del Este después de la reunificación. 

En la revista alemana Focus, explicó que “la soberanía de Grecia se verá muy restringida ” a causa de “la ola de privatizaciones que vendrá” que ascenderá a 50 mil millones de euros. 

Hace falta, dijo, una agencia para gestionar la privatización, dirigida por expertos europeos y basada “en el modelo de la Treuhand alemana”, la organización que había vendido 14.000 empresas de Alemania del Este desde 1990 hasta 1994. 

Dijo que estaba convencido que medidas adoptadas “resolverán la cuestión griega.”[ii]

El fondo de privatización mencionado por Juncker y que es exigido por Alemania, se llamaTAIPED (Fondo de Desarrollo de Activos República Griega). 

Y en realidad retoma los métodos utilizados durante la reunificación alemana.

En 1990, hace exactamente 25 años, apenas un año después de la caída del muro, el gobierno demócrata cristiano de Helmut Kohl creó una empresa para organizar la privatización de la economía de la antigua RDA, la República Democrática Alemana.

 Como el fondo de privatización griego, era una agencia que tenía las manos libres para vender rápidamente los activos de la Alemania del este con el fin del obtener miles de millones pra las arcas del Estado alemán.

1990: La gran expropiación de la población de la RDA



El 9 de noviembre de 1989, con la caída del Muro de Berlín, se abre el camino para la reunificación alemana. 

Lo que puso encima de la mesa la siguiente pregunta: ¿cómo adaptar todo el sistema de producción de la República Democrática Alemana (RDA) e integrarlo en la economía alemana? 

La RDA tenía una industria y una agricultura bastante desarrolladas y completas. 

El problema central era la falta de capital para modernizar el envejecido aparato productivo. 

Pero las empresas, la tierra y todas las actividades económicas pertenecían al Estado, y por lo tanto, a los ciudadanos. 

Los activistas de las ONG que estaban en la base de la revuelta de 1989 organizaron la “Mesa Redonda Central”, y presentaron al primer ministro Hans Modrow una “propuesta para formar rápidamente una Agencia fiduciaria (Treuhandgesellschaft, en alemán) responsable de salvaguardar los derechos de los ciudadanos RDA sobre la propiedad pública de la RDA”. 

Consideraron que la transferencia de dichos bienes al estado sería una “desposesión de los ciudadanos.”

 Temían que en el caso de “anexión de la RDA a la República Federal de Alemania, la propiedad de las personas se perdería” si todo pasaba a pertenecer al estado alemán. 

La Treuhand debía emitir de inmediato acciones y distribuirlas entre los ciudadanos de la RDA en forma de participaciones en el capital de la RDA. En realidad, proponían una especie de “capitalismo popular”.

El Gobierno Modrow, una coalición de todos los partidos existentes en la RDA, creó la Treuhandanstalt el 1 de marzo de 1990.

“Capitalismo popular”

Pero unos días más tarde, el partido alemán CDU gana las elecciones en el este. 

El 17 de junio 1990, la nueva Cámara popular de la RDA adopta la Treuhandgesetz: la ley sobre la privatización y la reorganización de los activos del Estado. 

Esta ley establece que “el patrimonio del Estado debe ser privatizado”. 

Esta disposición fue impuesta por el Gobierno de la República Federal Alemana (RFA). 

El canciller Kohl había prometido durante la campaña electoral a los ciudadanos de la RDA que nadie saldría perdiendo – con la unificación-. 

Según él, la RDA estaba en bancarrota, su economía totalmente desgastada. Gracias a la labor de la Treuhand, Alemania Oriental conocería “un paisaje floreciente” en unos pocos años.

Esta ley ponía fin a los sueños del “capitalismo popular” de los movimientos ciudadanos que contribuyeron a la caída del muro. 

Los nuevos líderes políticos y un ejército de profesores de Alemania Occidental aparecían día tras día en la televisión para explicar que la privatización de la RDA salvaría a los ciudadanos de la catástrofe. 

De hecho, dijeron, la economía de la RDA no valía nada, sólo tenía deudas. 

Los ciudadanos tenían que estar agradecidos de que no se les diesen títulos de propiedad. 

Por lo menos no se serían responsable de las deudas. 

Como no eran propietarios, no era necesario involucrar a los ciudadanos en las operaciones de privatización.

Esta decisión obviamente satisfacía los deseos de los empresarios de la RFA, que exigían una privatización masiva y rápida. 

El día previo a la reunificación alemana, el 2 de octubre de 1990, el escritor Günter Grass hizo un discurso sobre “Un buen negocio llamado RDA.”

 Los empresarios también tenían una visión muy diferente a la de los ciudadanos del valor del aparato productivo de la RDA. 

Un equipo de investigación del Banco Schröder, Münchmeyer, Hengst & Co., compartía su opinión. 

Los expertos comentaban su informe en el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung el 7 de febrero 1990: 

“Los participantes en este viaje de investigación están entusiasmados. 

Tres cuartas partes de los participantes tienen la firme intención de comprar empresas en la RDA. 

Piensan que en diez años como máximo, el negocio será muy rentable.”


“La Fiebre del oro”

La Treuhand es transformada por la Ley de 17 de junio de 1990 en la agencia de venta al sector privado de los bienes de la antigua RDA. 

Rohwedder, el presidente de la Junta de Hoesch AG y miembro otras muchas juntas en grandes empresas alemanas, se convirtió en su primer presidente. 

André Leysen, ex presidente de la Federación de Empresas de Bélgica (FEB) es el único extranjero que forma parte de la dirección de la Treuhand. 

Cuando Rohwedder es asesinado, Birgit Breuel, la hija de un banquero y varias veces ministra de Finanzas regional, le sucede.

Se asiste a una verdadera fiebre del oro. 

Industrias, bancos y grupos de presión acuden en masa hacia el Este, en ausencia de todo marco legal. 

El primero en llegar, es el primero en quedarse con el trofeo. 

Van tan rápido en 1992, apenas 2 años después de su creación, Birgit Breuel anuncia que pronto “el papel de su organización se limitará a garantizar el cumplimiento de los compromisos asumidos por los compradores occidentales, en términos de inversión y mantenimiento empleo.“[iii]

La Treuhand estaba encargada de vender los activos del Estado obteniendo beneficios, pero cerró sus cuentas con un astronómico déficit de 270.000 millones de marcos (118.400 millones de euros). 

Poco antes del final de la Treuhand, a finales de 1994, es la hora hacer balance:

 “Cuando comenzamos, teníamos un registro de alrededor de 8.500 empresas. 

Hoy, después de una amplia reestructuración, nuestra cartera asciende a unas 13.000 empresas. 

Hasta la fecha, hemos privatizado 12.300 empresas y partes de empresas, y hemos cerrado 2.500. 

Unas mil están siendo privatizadas. 

Solo nos quedan 800 empresas por privatizar.“[iv]

Privatización, privatización, privatización

La privatización fue la máxima prioridad. La Treuhand prácticamente nunca consideró consolidar empresas para crear las empresas públicas eficaces. 

La Treuhand Anstalt 1 liquidó el 30% de las empresas y ofreció el resto por un precio simbólico de 1 marco a sociedades y especuladores de Alemania Occidental. 

En el sector agrícola, la gran expropiación se llevó a cabo entre 1990 y 1992. 

Hoy en día, los agricultores se ven obligados a comprar o alquilar su propia tierra.

 El 87% de las empresas privatizadas se vendieron a grupos de Alemania Occidental. 

En el mejor de los casos, se convirtieron en filiales de empresas de Alemania Occidental. 

En muchos otros casos los alemanes occidentales estaban comprando barato para cerrar y eliminar a los competidores o para especular con las tierras o edificios.

Las principales plantas de acero de Brandeburgo fueron completamente desmanteladas. 

La fábrica de tractores y la empresa textil de la ciudad ya no existen. 

Los 5.000 trabajadores de Pentacon Dresde ya no producen cámara alguna.

 No se construyen camiones. KruppStahl compró, con subvenciones estatales, la acería de Oranienburg, y la cerró en 1993. 

La empresa berlinesa de instalación de calefacción, que empleaba a 1.850 trabajadores y era un gran exportador de centrales eléctricas, va a la quiebra en 1993.

Incluso las empresas modernas, como mina de potasio de Bischofferode, se cierran y los trabajadores son despedidos debido a que BASF quería eliminar la competencia en Alemania del Este.

 A menudo venden grandes empresas por el precio simbólico de un solo marco, y luego se rembolsa a los nuevos empresarios los costes de limpieza de supuestos sitios contaminados y se les otorgan ayudas a Inversión y compensaciones por sus pérdidas. 

Muchos compradores estaban exentos de los controles de rutina habituales en materia comercial y de personal.

La agricultura aseguraba el suministro básico de todos los habitantes de la RDA. Después de la unión monetaria – el 1 de julio de 1990, el marco alemán se convierte en la moneda oficial -, las grandes cadenas de distribución de la Alemania Occidental eliminan del mercado los productos agrícolas de Alemania del Este. 

Los agricultores apenas reciben la mitad o incluso un tercio del antiguo precio de sus productos. Muchos agricultores pierden sus empleos o tiran la toalla: de los 850 000 agricultores de la RDA, apenas quedan 170.000.

El área cultivable se redujo en un 20%, las población de ganado bovino se redujo en un 50%, la de cerdos en un 65% y la de ovejas un 70%.

La mayor destrucción de riqueza social


Los bancos occidentales podían comprar bancos del gobierno de la RDA por la ridícula suma de 412 millones de euros. 

A cambio, recibieron préstamos corporativos, préstamos inmobiliarios (10.000 millones) y de Cooperativas Agrícolas (4.000 millones). 

El Deutsche Bank se hizo con las dos terceras partes de las filiales del Banco del estado de la RDA.

Resultado: la mayor destrucción de riqueza social jamás vista en tiempos de paz. 

El 19 de octubre de 1990, el Presidente de la Treuhand, Rohwedder, estimó el valor de la propiedad a privatizar en 300.000 millones. 

Cuando la Treuhand cerró sus puertas en 1994, presentó un saldo negativo de 128.000 millones de euros. 

Más de 400 mil millones fueron destruidos. 

A finales de 1991, la industria del Este apenas producía un tercio de su producción previa a 1989.

Las exportaciones se derrumbaron y se redujeron a la mitad en dos años, sobretodo las destinadas a los países de Europa del Este y la URSS.

 Pero no todos salieron perdiendo.

 Las exportaciones de las empresas de Alemania Occidental a estas regiones prácticamente se duplicaron.

Un desierto social

En dos años, de 1989 a 1991, el producto interno bruto (PIB) cayó un 44% y la producción industrial un 65%. 

El número de personas empleadas se redujo de 8,9 millones a 6,8 millones en el mismo período.

En promedio, la tasa de crecimiento fue del 1% entre 1990 y 2004. 

En 1959, el PIB per cápita en el Este era la mitad del de Alemania Occidental. 

En 1991, era de un tercio. En 2009, 20 años después, apenas llega a las dos terceras partes.

A menudo gozando de una situación de monopolio, los nuevos propietarios llevaron a cabo despidos masivos y chantajearon al Estado, exigiendo subvenciones para invertir. 

Un director de Treuhand explicó más tarde que “ningún gran banco alemán ha arriesgado un solo marco. 

Todo estaba garantizado por el Estado, por el conjunto de los ciudadanos “. 

Y añade otra perla: 

“A nadie le molesta, y nadie tiene reparos en robar de las arcas del Estado, porque de eso precisamente estamos hablando.”

El Este también será el que financie la modernización del aparato productivo, y el cierre de las empresas menos rentables que no encontraron compradores.

Cuatro millones de alemanes estaban empleados en las compañías que cayeron en brazos de la Treuhand en 1990.

 Cuando la agencia cierra en 1994, sólo quedaban 1,5 millones trabajando. 

Las empresas privatizadas habían prometido recontratar a 1,5 millones de trabajadores.

 Incluso Birgit Breuel reconocía en 1994 que al menos el 20% de los inversores no había mantenido sus compromisos, que había inversores que compraban empresas para deshacerse de ellas y especular con los edificios y el terreno.

Pero incluso si las empresas se hubiesen hecho cargo de los 1,5 millones de trabajadores que habían prometido, la Treuhand habría destruido 2,5 millones de puestos de trabajo.

Los trabajos a tiempo completo, estables, fueron reemplazados, en su gran mayoría, por trabajos a tiempo parcial y temporales.

 En 2008 la antigua RDA tenía una sexta parte de la población alemana, pero contaba con la mitad de los desempleados alemanes.

Entre 1989 y 2006, 4,1 millones de alemanes orientales emigraron. 

En las viejas ciudades industriales se estima que hay 1,3 millones de viviendas vacías.

 ¿La solución? La demolición.

A fin de cuentas, quienes soportaron la carga de la reunificación fueron los ciudadanos. 

La quiebra de la Treuhand y su ideología de la “terapia de choque” estaba cerca. 

El 1 de enero de 1995, desapareció dejando una montaña de deudas en la Alemania reunificada.

Hoy en día, siguen persistiendo diferencias entre la antigua Alemania Oriental y Alemania Occidental (antigua RFA). (Ver mapa).



El poder de compra en Alemania en 2014. 

Las áreas más claras son aquellas donde asciende a menos de 18.000 euros por habitante. 

Las zonas más oscuras, a 25 000 euros o más. 

Vemos claramente una diferencia entre Oriente y Occidente …

Algunas conquistas siguen perdurando

La mayoría de los residentes de la antigua RDA en el año 2012 tenían un ingreso por debajo de 17.800 euros por persona.

 La mayoría de los alemanes occidentales por su parte llegaban a los 23.700 euros, incluso a los 26.700.

En 2013, el PIB per cápita (con la excepción de Berlín) era un 50% más alto en el oeste de Alemania. 

En los años 2000, el desempleo había disminuido en toda Alemania, pero las diferencias no se han reducido entre los viejos y nuevos Länder. 

Mientras el desempleo baja entre 2006 y 2014 de un 10 a un 6% de en el antiguo territorio de la RFA, en la Alemania el paro desciende desde el 20 hasta el 12%.

Sin embargo algunas conquistas sociales de la antigua RDA siguen perviviendo.

 Los alemanes orientales siguen teniendo un mejor cuidado de sus hijos. 

Hay zonas donde hasta el 63% de los niños (de 2 años o menos) están al cuidado de guarderías o de otras instituciones heredadas de la antigua RDA. 

En Occidente esta tasa con frecuencia cae por debajo del 25%.

Corrupción y asesinato

Todo tipo de criminales y especuladores fueron capaces hacerse con inmuebles o terrenos de empresas bien situados en Berlín o alrededores por el precio simbólico de un marco alemán. 

Para revenderlos tiempo después a precios elevados. 

El ex jefe del departamento jurídico de la Treuhand ya explicaba en septiembre de 1992 que el daño total a la Treuhand por estafas de todo tipo “podría ser razonablemente estimado en más de 4.300 millones de marcos.” [v]

Esta es la razón por la que la Treuhand, que se supone que se iba a autofinanciar – en teoría los ingresos de la privatización se destinarían a amortiguar las reestructuraciones -, terminó con un déficit de 140.000 millones de euros.

El deseo de hacer recaer una parte de los costos de la anexión a los sistemas sociales (seguridad social, pensiones, desempleo) pronto condujo a una crisis de ingresos y recortes.

Un párrafo de la ley otorgaba impunidad a los líderes de la Treuhand en la gestión de sus asuntos. 

El ministro de Hacienda de la época, Theo Waigel, les concedió “la posibilidad de no observar la habitual precaución en la implementación de la gestión empresarial.” 

Se trataba de actuar con rapidez. 

Esto llevó a que la Treuhand actuase en un clima de escándalos, corrupción, chantaje y, habitualmente, de impunidad. 

Las transacciones de la Treuhand nutrieron la caja B de la CDU de Kohl.

 Con el escándalo Elf Leuna. 

Los líderes de Siemens, Höchst, Daimler y Thyssen, en calidad de “expertos” en la gestión del organismo, se repartieron por un precio increiblemente bajo los mejores trozos del pastel de la Alemania del Este.

¿La RDA estaba en bancarrota en 1989?

Incluso hoy en día, muchos alemanes occidentales asocian la antigua RDA con dictadura y ruina económica. 

Con un país que sobrevivió gracias a las generosas remesas de Occidente, a cuenta de los contribuyentes de Alemania Occidental.

Los cierres de las empresas después de la reunificación son considerados en Occidente como una consecuencia de la mala gestión en la RDA.

Es cierto que muchas cosas estaban anticuadas y necesitaban ser modernizadas, y, en comparación con Alemania Occidental, la productividad era baja, pero no se puede hablar de quiebra.

De acuerdo con el informe del Bundesbank de agosto de 1999, en 1989 la RDA tenía reservas monetarias por un monto de 29 mil millones de marcos alemanes. 

Esta cantidad cubría el 59% de la deuda externa. 

La deuda per cápita era de aproximadamente 7.000 marcos alemanes.

 Esto ni siquiera representaba el 50% de la deuda de Alemania Occidental, que ascendía a 15.000 marcos por habitante. 

Con un producto interno bruto de más de 16.000 marcos alemanes por habitante, la RDA en 1.988 era el noveno país más rico entre los países de la Comunidad Europea, detrás de Inglaterra pero por delante de España. 

En materia de exportaciones (90% de los productos de la industria) la RDA estaba en la 16ªva posición en Europa. [vi]

Detlev Rohwedder, el primer presidente de la Treuhand, evaluó el capital de la RDA en 600.000 millones de marcos alemanes.

Una unión monetaria demasiado rápida dio el golpe de gracia a la economía de la antigua RDA. 

De la noche a la mañana se decretó que un marco en el Este valía lo mismo que uno en el oeste, sin transición. 

En realidad la tasa en vigor era de 4.44 frente a 1. 

El entonces presidente del Banco Central alemán dijo: “Fue un remedio drástico, ninguna economía habría sobrevivido.”

En un solo día, las empresas orientales perdieron los mercados de Alemania Occidental y Europa del Este. 

El comercio con los países del Este se regulaba hasta entonces en rublos.

 Pero con el nuevo marco alemán, los productos de la RDA eran tan caros que ya no eran competitivos.

 El 70% de las empresas se declaró en quiebra provocando la eliminación de 2 a 2,5 millones de empleos, lo que equivalía a una tasa de desempleo del 30%.

La prensa escribió que se gastaron 1.000 millones de marcos alemanes en estos nuevos Länder desde 1990.

 En realidad, la suma asciende a 400 mil millones de marcos.

Y como con Grecia, este dinero vuelve en su gran mayoría a las arcas de los accionistas de las grandes multinacionales del Oeste. 

La anexión de la RDA y de sus mercados de antes de 1989 abrieron un mercado de más de 16 millones de nuevos consumidores, sólo en Alemania del Este. 

Los bancos se hicieron con el mercado, los Lidl, Aldi y demás se hicieron con la provisión de bienes de consumo. 

La competencia era comprada y eliminada cerrando sus empresas.

 La construcción de carreteras y edificios, la rehabilitación de ciudades enteras y la creación de nuevas industrias, de acuerdo con el Primer Ministro de Mecklemburgo-Pomerania Occidental Harald Ringstorff, “benefició en un 80% a las empresas de Alemania Occidental.”

 La economía de Alemania Occidental, sobre todo en los años 1990 a 1992, se lucró enormemente con la reunificación. 

Creció un 4% y ganó casi 1,8 millones de nuevos empleos.

Como de costumbre, los trabajadores de Oriente y Occidente pagaron los platos y los accionistas se llevaron los ingresos. 

Con la ayuda de sus amigos en el gobierno, por supuesto.

[i]ARD Milliarden-Deals mit Grecia: Wer sind die Profiteure der Privatisierung, 23 de julio 2015


[ii]Le Monde, Pour Juncker, la Grèce devra se résoudre à perdre une grand epartie de sa souveraineté, 3 juillet 2011

[iii]Le Soir, 31/10/1992

[iv]Vladimiro Giacché: Anschluß – Die deutsche Vereinigung und die Zukunft Europas. Laika-Verlag, Hamburg 2014

[v]Frankfurter Allgemeine Zeitung 7/9/1992

[vi]Siegfried Wenzel. Was war die DDR wert? Und wo ist dieser Wert geblieben? Versuch einer Abschlussbilanz. 7. Auflage, 2006, ISBN 3-360-00940-1

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