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Todo lo que tienes que saber sobre las islas Kuriles


Las islas Kuriles son el último límite y bastión natural ruso en el Lejano Oriente. La región donde se entremezclan la historia y la cultura de dos civilizaciones de una belleza incomparable. 

Ya desde hace 70 años el área es motivo de litigio fronterizo entre Rusia y Japón. Sputnik ha recopilado todo lo que tienes que saber sobre este archipiélago.

¿Dónde están las islas y quiénes las habitan?

El archipiélago, compuesto por 56 islas, está ubicado en la parte más oriental de Rusia, separando el mar de Ojotsk y el océano Pacífico. Al norte limita con la península de Kamchatka, al sur forma parte de la frontera con Japón. Las islas del sur se encuentran solo a un par de decenas de kilómetros de la isla japonesa de Hokkaido.

Las islas administrativamente pertenecen a la región rusa de Sajalín. Según los datos oficiales, la población está cifrada en unas 18.000 personas.

El nombre del archipiélago proviene del idioma ainu —la lengua del pueblo aborigen de las islas— de la palabra ‘kuru' que significa ‘hombre'. De allí provino el segundo nombre para los ainu —los kuriles— y luego el nombre de las islas.

Los ainu son el pueblo autóctono de las Kuriles, la isla Hokkaido, al sur de la isla de Sajalín, y la parte norteña de la principal isla japonesa, Honshu. En Rusia viven algo más de un centenar de ainu. En Japón, unas 15.000 personas cuentan con uno o dos parientes pertenecientes a esa etnia.

La superficie de las islas es de más de 10.000 kilómetros cuadrados, pero el relieve de la tierra es fundamentalmente montañoso ya que son de formación volcánica.

Las Kuriles están localizadas en las mismas latitudes que, por ejemplo, el sur de Francia o el norte de España. Sin embargo, el clima del archipiélago es más duro. El margen de las temperaturas durante el año es pequeño. Según los datos climáticos de la isla de Shikotán, el verano es bastante frío, con una temperatura media en julio de +12 °C, mientras el invierno, en comparación con el resto del Lejano Oriente ruso, es relativamente cálido con una media en febrero de —5 °C.

Las islas tienen una amplia variedad de recursos naturales. También, las aguas alrededor del territorio poseen un gran número de recursos pesqueros. Además, las Kuriles cuentan con yacimientos de metales no ferrosos, mercurio y gas natural. También existe la posibilidad de extraer petróleo. La isla de Iturup alberga el mayor yacimiento mineral de renio del mundo.

La crónica de las islas

Durante varios milenios los ainus —un grupo supuestamente aislado o, según otras teorías, relacionado con los pueblos austronesios— habitaron el enorme territorio que va desde las islas Ryukyu hasta la península de Kamchatka, incluido el de las islas Kuriles, y practicaron la caza, la pesca y la recolección.

Distintos grupos de ainus vivieron de una manera dispersa en dichos territorios, y con el paso del tiempo emigraron al norte bajo la presión de los migrantes provenientes de la parte continental de Asia.

Para el siglo XVII los ainus fueron desalojados por los antecesores de los japoneses modernos, y habitaban solo Sajalín, Hokkaido y las islas Kuriles.

Los siglos XVII y XVIII señalaron el punto de inflexión en la historia de las Kuriles. En este período los primeros exploradores rusos y japoneses entraron en esas tierras. Pese a la resistencia y la oposición del pueblo autóctono, en el siglo XIX las islas acabaron dentro de dos imperios: el ruso y el japonés. La zona fue objeto de tensión entre los dos estados ya que ambos pretendían establecer su control sobre todo el archipiélago.


En 1855 las dos partes firmaron el denominado Tratado de Shimoda, que delimitó el control de los países sobre los islotes y estipuló que las Kuriles del sur —islas Kunashir, Shikotán, Iturup y Jabomai— formarían parte de Japón, mientras que Rusia obtuvo el control sobre el resto del archipiélago. Sajalín fue proclamado de dominio conjunto.

Tras la firma del tratado, las partes siguieron con la creación de asentamientos en estos territorios. Esto provocó de nuevo la necesidad de aclarar las fronteras.

Según el siguiente acuerdo bilateral sobre el archipiélago, el Tratado de San Petersburgo de 1875, la isla entera de Sajalín fue proclamada una parte integral de Rusia a cambio del resto de las Kuriles, que pasaron a ser de propiedad japonesa.

Durante las siguientes tres décadas la situación permaneció relativamente tranquila hasta que los intereses de Japón y Rusia se enfrentaron nuevamente en 1904, cuando se inició la guerra ruso-japonesa.

La mayoría de los combates tuvieron lugar en Manchuria y en el mar Amarillo. El conflicto duró un año y medio y terminó en agosto de 1905 con la capitulación de Rusia, debida a las dificultades logísticas y la escasez de infraestructura bélica moderna en el Lejano Oriente ruso en aquella época.

Al final de la guerra, las tropas japonesas capturaron la isla de Sajalín. Con el nuevo Tratado de Portsmouth que concluyó la guerra, Rusia cedió la parte sur de Sajalín a Japón.

Durante su dominio en los Kuriles y Sajalín, los japoneses intentaron desarrollar las infraestructuras y poblar estos territorios. Estas tierras permanecieron como parte de Japón casi hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Las raíces del litigio

El 8 de agosto de 1945, en cumplimiento de sus obligaciones ante los Aliados, la URSS declaró la guerra a Japón. El conflicto soviético-japonés duró menos de un mes. A lo largo de los enfrentamientos, las tropas del Ejército Rojo restablecieron el control ruso sobre Sajalín y las Kuriles, procediendo a crear las infraestructuras administrativas necesarias en el territorio.

El Tratado de San Francisco, que marcó el final de la guerra contra Japón, fue oficialmente firmado el 8 de septiembre de 1951 por las Fuerzas Aliadas y Japón, pero no por la URSS.

El tratado declaró la pérdida de Sajalín y las Kuriles por parte de Japón, precisando que el país cedía todos sus derechos sobre los territorios recibidos según el Tratado de Portsmouth 1905. Al mismo tiempo, la resolución del Congreso de EEUU proclamó que el acuerdo de paz no iba a poner las Kuriles bajo la jurisdicción de la URSS. Por lo tanto, la delegación soviética renunció a firmar el acuerdo.

Casi de inmediato las autoridades japonesas se lanzaron a exigir la devolución de los territorios perdidos.

En 1956, la URSS ofreció a la parte japonesa acabar con el estado de guerra y la disputa territorial. La proposición soviética fue conceder las islas Jabomai y Shikotán a Japón a cambio de firmar un acuerdo de paz y reconocer la soberanía de la URSS sobre Iturup y Kunashir.

Bajo la presión de EEUU, que amenazó de privar a Japón de la isla de Okinawa, el país nipón se negó a firmar el tratado.

Durante el resto del siglo XX Japón debatió sobre a quién pertenecían las islas pero el gobierno soviético rechazó negociar sobre este asunto. Entonces, la URSS consideró las islas Kuriles como parte del país.

La situación actual

Tras la disolución de la URSS, Rusia reconoció todos los acuerdos anteriores con Japón así que subrayó su compromiso con los acuerdos que terminaron la guerra soviético-japonesa. Por lo tanto, Rusia sigue considerando las Kuriles su territorio, y al mismo tiempo no descarta la posibilidad de negociar con Japón sobre la base de la propuesta soviética hecha en 1956. Sin embargo, la parte japonesa sigue insistiendo en la devolución de todas las islas Kuriles.

A día de hoy no se puede decir cuándo las partes podrán solucionar el litigio ya que los políticos japoneses llaman a las islas "las tierras históricas de Japón" y aún no reconocen la soberanía de Rusia sobre el sur de Sajalín y las demás islas del archipiélago de las Kuriles.

Las autoridades rusas señalan la irreversibilidad de los resultados de la Segunda Guerra Mundial y se niegan a debatir la pertenencia de estos territorios.

Para disuadir a Japón de un conflicto directo, Rusia mantiene una guarnición de tropas en el archipiélago, que pueden también recibir apoyo desde Sajalín. Estas unidades cuentan con decenas de tanques, varios helicópteros, misiles antiaéreos y antibuque, así como otro armamento. La Flota del Pacífico rusa cuenta con una decena de submarinos y otras decenas de buques de guerra.

Sin embargo, es poco probable que Japón decida solucionar la disputa por la vía militar porque el país nipón, de acuerdo con el artículo 9 de su Constitución, rechaza participar en actos bélicos.

Al mismo tiempo, EEUU —el culpable del fracaso de las negociaciones de 1956— apoya la soberanía japonesa sobre las islas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Cabe destacar que en 1945 los aliados prometieron reconocer la soberanía de la URSS sobre las islas si el país soviético entraba en guerra contra Japón.

A pesar del estado jurídico de los tratados entre Tokio y Moscú, Japón continúa refiriéndose a la "pertenencia histórica" de las Kuriles y hace la vista gorda al hecho de que los japoneses no son el pueblo autóctono de esta región, así como a que Japón fue vencido en la Segunda Guerra Mundial.

El 7 de febrero de cada año Japón celebra el denominado Día de los territorios del norte, durante el cual la población se manifiesta por el regreso de las Kunashir, Shikotán, Iturup y Jabomai. Las autoridades rusas en varias ocasiones lamentaron el revisionismo de los resultados de la Segunda Guerra Mundial por parte de Japón, dada la lamentable historia del militarismo del país nipón que llevó a la nación isleña a la derrota en la guerra.

Hoy en día Japón condiciona el acuerdo de paz con Rusia a la devolución de la totalidad de las cuatro islas, una demanda que Rusia rechaza frontalmente.


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