El cinco de mayo, un grupo de 27 ciudadanos divulgó un manifiesto a la nación. Su título es: “No permitamos que una minoría secuestre a la Nación”.
· El grupo procura posicionarse en un contexto histórico, emular a otro “Grupo de los 27” que se pronunció en contra de la dictadura de Anastasio Somoza Debayle en 1974. En ese entonces, los “27” denunciaron que “Tachito” Somoza, el déspota de turno, les cerraba los espacios a la ciudadanía en el “camino electoral” y sentenció que esto era “una abierta provocación al pueblo” que lo obligaría a buscar “legítimamente… sus propias soluciones.”
· Los “27” de 1974 concluyeron que el gobierno de Somoza Debayle sería responsable de las consecuencias de haber cerrado los espacios electorales.
· Ese manifiesto resultó ser profético.
En 1978 ocurrió lo que en la política criolla se llama un imponderable. Somoza Debayle tuvo que ausentarse del país por un serio problema cardíaco y los sandinistas aprovecharon su enfermedad para lanzarse militarmente contra el régimen.
Con el apoyo de la vasta mayoría de la población –que estaba harta de la dinastía– y de la comunidad internacional, los sandinistas botaron a Somoza Debayle y posteriormente lo ajusticiaron en el Paraguay poniéndole, así, un punto y final enfático a los Somoza en Nicaragua.
Los de ahora
· ¿Quiénes son los miembros de la actual versión de los “27”? Casi los mismos de entonces. Unos cuantos políticos activos como los diputados Carlos Langrand y Enrique Sáenz y otros que ya deberían estar retirados.
· En su mayoría son líderes vitalicios de los ONGs, poetas y escritores. Muchos de ellos fueron militantes del sandinismo, del que ahora son disidentes, como el exembajador y exministro del FSLN Edmundo Jarquín.
No olvidemos que Mundo votó en contra de su suegra en 1990, quizás por su fanatismo orteguista o, más probablemente, porque tenía la convicción que Daniel continuaría en el poder y que eso le convenía más a él personalmente que la victoria de doña Violeta.
· Uno por uno, aquellos de los nuevos “27” que se habían arrimado a Daniel Ortega encontraron su “camino a Damasco”. Se pasaron del lado oscuro de la dictadura orteguista después de haber descubierto las bondades de la democracia que Nicaragua vivió por una generación después de la victoria de Doña Violeta.
Largo y tedioso
· El manifiesto de los “27” es largo, demasiado largo, son 24 párrafos y unas 2,000 palabras. Cuenta con un estilo elevado para el nivel del pueblo y su estilo no logra ocultar el hecho de que es un documento vacío.
Es más ruido que nueces.
No tiene un plan de acción, en la jerga política, no es operacional. Consiste de algunos planteamientos nobles, pero generales, de observaciones académicas tomadas de las ciencias políticas y unas aspiraciones democráticas que aquellos “27” que firman el manifiesto, y que acompañaron a Daniel Ortega durante los años ochenta, olímpicamente ignoraron durante esa década que para ellos fueron años de vacas gordas.
· Enfatiza exaltados principios políticos, una de las grandes debilidades del manifiesto, y demuestra ampliamente lo que las encuestas dice de este “puré” político que puede ser el pan de cada día para personas como Violeta Granera y Gioconda Belli, pero que poco le interesa a la población.
· Los nicaragüenses quieren soluciones prácticas, sencillamente expresadas, sobre sus problemas cotidianos como el desempleo y el alto costo de la vida.
Quieren que se les dé respuesta a los “temas de inmediatez” que el manifiesto de la semana pasada explícitamente desestima.
Planteamiento divisionista
· Hacia el final del manifiesto, pensamos que encontraríamos la parte operativo del manifiesto cuando sus autores tocaron el tema de la “cuota de responsabilidad” de los nicaragüenses para revertir la situación actual del país. Pero no fue así.
· Más bien lo que el manifiesto ofrece es un confuso llamado a que la ciudadanía participe en las elecciones pero con el “garrote” listo para criticarlas si llegan a ser amañadas y hasta plantean la posibilidad de no votar para no legitimarlas.
Y, al igual que el manifiesto de 1974, amenaza que si no hay elecciones libres en noviembre, el gobierno tendrá que cargar con la responsabilidad de ¿qué? ¿Una nueva guerra civil como las muchas que han manchado a nuestra historia?
· Estos pensamientos confusos revelan que sus signatarios tienen opiniones encontradas, o “contradicciones” usando la dialéctica marxista del MRS, en cuanto a la estrategia electoral a seguir.
· Otras grandes debilidades del manifiesto son su ingenuidad y su retórica divisiva.
Es ingenuo porque insta, por ejemplo, al gobierno a reformar y hacer creíble al proceso electoral para asegurar transparencia en las elecciones del seis de noviembre.
También pide la unidad de la oposición. Ambas tareas son misión imposible.
Es pedirle peras al olmo. Y es divisivo porque es bien sabido que esta unidad no prevé, en las mentes de los nuevos “27”, incorporar en la gran coalición opositora al partido más grande y mejor organizado de la oposición, el PLC.
Final desafortunado
· Otro elemento divisivo es que el manifiesto implícitamente fustiga a los empresarios por su alianza con el gobierno y por haber ayudado a crear la desigualdad de ingresos que, según sus autores, existe en Nicaragua.
· Con esto, el manifiesto critica a uno de los aspectos de nuestra realidad política que es más admirado internacionalmente y obviamente antagoniza a uno de los grupos más importantes de la familia nicaragüense.
· En resumen, el manifiesto demuestra las debilidades de los líderes sempiternos de las ONGs, los escritores y algunos intelectuales que pretenden guiarnos hacia su versión del futuro. Esa es que no comprenden las realidades del pueblo ni la política criolla.
Quizás algunos de los “27” scouts pueden ser bien intencionados, pero este manifiesto confirma que desconocen el contexto nacional.
Y que, por consiguiente, son irrelevantes para éste.
http://www.trincheraonline.com/?p=92022