Según la tradición católica, durante una misa oficiada en 1263 en Bolsena (Italia) manó sangre de la hostia. ¿Tiene una explicación científica?
En 1512, Rafael pintó un inmenso fresco de más de seis metros y medio de ancho conocido como La misa de Bolsena. La obra, que hoy se encuentra en la Sala de Heliodoro, en el Vaticano, ilustra un supuesto hecho milagroso ocurrido en 1263.
La tradición católica sostiene que ese año, en el transcurso de una misa oficiada por el sacerdote Pedro de Praga en la localidad de Bolsena, una pequeña población italiana a orillas del lago homónino, manó sangre de la hostia.
El hecho parecía una señal dirigida al propio religioso bohemio, pues este, según parece, dudaba de la existencia de la denominada transubstanciación.
En esencia, esta doctrina mantiene que durante la consagración se produce la conversión del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo.
El milagro de Bolsena llevó al papa Urbano IV a instituir al año siguiente la fiesta del Corpus Christi, que celebra la Eucaristía y la presencia física de Jesucristo en ella.
No obstante, algunos investigadores mantienen que, de ser cierto, tal fenómeno podría tener una explicación científica. De hecho, podría haber sido obra de un microorganismo.
En 1994, la revista New Scientist se hizo eco de un estudio impulsado por la investigadora Johanna C. Cullen, de la Universidad George Mason, en Virginia, en el que sostenía que la inclusión en la Sagrada Forma de la bacteria Serratia marcescens originaría un efecto similar.
Su ensayo, publicado por la Sociedad Americana de Microbiología, venía a mantener que, aplicado en una oblea, este patógeno causa en pocos días la aparición de unas manchas de color rojo sanguinolento similares en apariencia al líquido vital.
En 1998 y en 2000, otros dos estudios llevados cabo por expertos en química orgánica y microbiología de las universidades de Pavía, en Italia, y Tulane, en EE. UU., respectivamente, confirmaron los resultados obtenidos por Cullen.