MADRID.- ¿Cuántas mueres hay en la santísima trinidad? Exacto, ninguna.
¿Y si entre Dios padre, hijo y espíritu santo no hay espacio para ellas, por qué habría de haberlo en la sociedad?
Ellas, las de la maldita manzana, las del pecado original, las mujeres han sido desde siempre algo así como la zona cero de todos los males de la tierra.
Seamos sinceros, desde que éramos unos garrulos con taparrabos hasta hoy, con nuestros sofisticadossmartphones y nuestra conexión ultra rápida a Internet, las mujeres a los hombres nos han importado mas bien poco.
Y sí, en todas las épocas ha habido algunos que han defendido sus derechos y piden más igualdad, pero así, en líneas generales, como humanidad, las hemos fallado.
Y es que la historia la hemos escrito nosotros a nuestra conveniencia.
Nos hemos comportado como ese niño despreciable que hace un montón con sus juguetes y no te deja tocar ninguno.
Es más, hemos hecho del desprecio al género femenino todo un arte, toda una forma de sentir, de vivir, de entender la vida… el machismo lo hemos normalizado hasta tal punto que ya ni nos damos cuenta cuando les faltamos al respeto o cuando las relegamos a un segundo plano y le robamos derechos que si tenemos nosotros solo por haber nacido hombres.
Y lo peor no son aquellas situaciones en las que se evidencia su práctica, sino las que permanecen invisibles, asimiladas por todos.
La masculinidad de la sociedad está tan arraigada en nuestro ADN que hasta algunas de ellas asumen su papel, y adoptan conductas que claramente van en contra de sus propios intereses, ya no como mujer, sino como persona.
¿En qué momento de la historia de la humanidad el hombre tomó la batuta y envió al ostracismo los derechos de nuestras compañeras? No se sabe, y es probable que nunca se sepa.
Lo que sí sabemos es que mucho de ese papel que juega la mujer en la sociedad se lo debemos a la religión.
No a la cristina, ni a la hinduista o al Islam.
A todas las religiones.
La actriz Rosalía Castro y el director Germán Torres han querido arrojar algo de luz a este enigma. Por medio del teatro han tratado de responder a la pregunta de hasta qué punto la religión ha intervenido en el rol que tiene la mujer a lo largo de la historia.
Lo han hecho reflexionando sobre la figura de Pandora, en La primera mujer en la tierra, obra que se representa en el Off de la Latina todos los viernes hasta el 27 de mayo.
“Usamos el mito para hablar de por qué en casi todas las religiones la mujer es la mala.
Queremos hablar de lo que ella representa en la mitología para que la gente sepa de donde viene esta mujer y qué personajes la rodean.
A lo largo de la función hacemos un recorrido de su vida hasta el presente”, explica la intérprete.
En la mitología griega, el titán Prometeo desafió a Zeus robando el fuego del carro de Helios para calentar a su más preciada creación, los humanos, en las noches más frías.
Cuando el padre supremo se enteró de la ofensa ordenó a Hefesto que hiciera una mujer de arcilla a la que llamó Pandora.
Fue entregada a Prometeo con una caja que portaba plagas, pobreza, dolor, crimen… con la que quería castigar a la humanidad.
Cuando Pandora abrió la caja liberó todas las calamidades que en ella contenían y dejó encerrada solo la esperanza.
De ahí viene la muy usada frase, la esperanza es lo último que se pierde.
“Partiendo de esa idea, de que soy como un ser maligno”, reflexiona Castro, “vengo a explicar un poco quien soy, porque la gente no sabe en realidad quien es esta mujer.
En la obra, a Pandora le conceden la inmortalidad (cosa del autor) para que pueda transitar a lo largo de las diferentes épocas y viese un poco la decadencia del ser humano.
Es el testigo de todas las mujeres de todas las épocas”.
La función trata de explicar el papel que tiene la mujer hoy desde la posición de culpabilidad que le ha ido otorgando cada una de las religiones.
“Investigando te das cuenta que ese papel es siempre el mismo, se basa en el concepto de la culpa.
En la religión cristiana Eva coge la manzana y por su culpa se desatan los pecados.
Escogimos el mito de Pandora porque ha sido siempre un personaje un poco castigado, parecía la chica tonta que abre la caja y se queda descolgada.
Pero su historia continúa, tiene una hija que se llama Pirra y de ahí nace toda la descendencia de féminas.
Sabiendo que la historia la ha escrito el hombre observamos que la mujer siempre ha sido objeto de culpa y pecado, corrupción y cualquier elemento que fuese castigo”, observa Torres.