Tres días y dos noches de intensos combates bastaron para derrotar en 1961 la invasión mercenaria por Playa Girón, el proyecto más poderoso encargado a la CIA por la Casa Blanca para derrocar a la naciente Revolución cubana.
Por Ernesto Vera Mellado*
En Prensa Latina –public.
La aventura militar ordenada por al presidente Eisenhower involucró a más de mil 500 mercenarios entrenados, armados y equipados por la CIA y el Pentágono, agrupados en siete batallones -cinco de infantería, uno de paracaidistas y otro de armas pesadas- y el apoyo directo del Ejército estadounidense.
El propósito fue ocupar una cabeza de playa donde establecer un gobierno provisional que solicitaría inmediatamente el reconocimiento y la intervención de Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos.
Previamente al desembarco por ese punto del centro sur de la isla, ocho aviones B-26 camuflados con falsas insignias de la Fuerza Aérea Revolucionaria atacaron simultáneamente la base aérea de San Antonio de los Baños y la pista de Ciudad Libertad, en La Habana, y el aeropuerto de Santiago de Cuba.
El 16 de abril de 1961, en el sepelio de las víctimas de esa agresión efectuada en la mañana del día anterior, el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución cubana, la "de los humildes, por los humildes y para los humildes".
Desde ese momento, miembros del Ejército Rebelde, la unidad de tanques de Managua, las milicias obreras, campesinas y estudiantiles, el Batallón de la Policía, integrantes de la Escuela de Responsables de Milicias, y de la Fuerza Aérea Revolucionaria, acudieron a sus trincheras para defender la Revolución Socialista.
Un día después se iniciaron los combates que culminaron el 19 con la primera gran derrota del imperialismo estadounidense en América Latina, lo cual profundizó la fisura en sus intereses hegemónicos regionales, abierta con el triunfo de la Revolución, en 1959.
El fracaso de la agresión mercenaria, por tanto, no detuvo sino que incrementó la agresividad que Washington mostró desde la promulgación de las primeras leyes revolucionarias, y se manifestó en numerosas acciones encubiertas, sabotajes, y planes de asesinato contra la dirigencia cubana.
La vergonzosa derrota en tiempo record exacerbó el interés de asfixiar la economía de la isla y restar apoyo popular al proyecto socialista emprendido y, con ese objetivo, el presidente John F. Kennedy, heredero de esa aventura bélica, promulgó en 1962 las leyes del bloqueo.
Esa política restrictiva en los terrenos financiero, económico y comercial, se recrudeció progresivamente y adquirió carácter extraterritorial en momentos en los que, con la caída del campo socialista en Europa, en los años 80, Cuba perdió su principal apoyo.
El proyecto socialista cubano tuvo entonces que adaptarse a la nueva situación, apelando a su autoctonía para, sin abandonar su esencia y sus logros, superar un profundo período de crisis cuyos efectos prevalecen.
CONGRESO PARA EL SOCIALISMO
Al cumplirse 55 años de la proclamación del carácter socialista de la Revolución, Cuba se empeña en otra batalla formidable, por su complejidad y urgencia, con el propósito superior de lograr un sistema económico y social sostenible, atemperado a la realidades actuales, nacional e internacional.
En esta ofensiva, la aplicación efectiva y oportuna de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en 2011 en el sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba tras un amplio proceso de debates populares, tiene un significado primordial para asegurar la prosperidad y sostenibilidad, y también para consolidar la legitimidad del sistema.
El VII Congreso de esa organización rectora del proyecto cubano, asumirá del 16 al 19 próximos el reto de analizar sin cortapisas la aplicación de dicha política en medio de obstáculos como la crisis económica internacional y la permanencia del bloqueo de Washington, pero también, seguramente, de factores internos.
Las premisas inviolables para la ejecución de estas transformaciones cardinales a escala social son no aplicar las socorridas terapias de shock, típicas de naciones capitalistas, ni dejar desamparado a ningún ciudadano.
Esos cambios tienen como propósito impactar favorablemente a la economía e incidir en el mejoramiento del nivel de vida de la población en un plazo perentorio, y consolidar el camino socialista defendido por Cuba bajo todas las circunstancias desde hace más de medio siglo.
* Periodista de la redacción Nacional de Prensa Latina
Colectivo Acción Directa Chile -Equipo Internacional