La filtración de Panamá Papers se presentó ante la opinión pública global como una supuesta demostración del rigor investigativo e "independiente" del más alto nivel del periodismo mundial.
Detrás de la costura de la filtración y sus conexiones está Estados Unidos a través de: El Departamento del Tesoro, el Departamento de Estado y sus instrumentos de desestabilización, George Soros y el clan de los Rockefeller, así también una serie de espías 'resucitados', colaboradores de la CIA y jefes de la inteligencia saudita.
Siendo Vladimir Putin el blanco directo de esta megaoperación y extendida por los medios masivos de comunicación que le pertenecen al Sistema: Bloomberg, Financial Times, The Economist y The Wall Street Journal.
Aunque, a diferencia de otros líderes mundiales, el nombre de Vladímir Putin no aparece en los documentos filtrados, numerosos medios occidentales abordan el escándalo centrando la atención en el presidente ruso.
El ataque fue selectivo de esta operación de propaganda contra países que han jugado en llave con Putin para enfrentar al Estado Islámico en Siria e Irak, y que además forman parte de un importante polo de poder en la región, refleja los intereses geopolíticos que hay detrás y las razones de fondo de la saña judicial y mediática que están aplicando aquellos que fueron pateados por Putin y sus aliados.
La operación #PanamaPapers se soporta en el espejismo del "periodismo imparcial y objetivo" para promover acciones específicas de la Guerra contra la Corrupción, (la nueva mampara de Washington para el intervencionismo), con la cual se busca asaltar selectivamente incluso a países aliados como México o Argentina.