“Siempre lo impuesto es vano y lo libre es vivífico”
José Martí
Si antes, siendo coordinador del Comité por Ana, escribía siempre a título personal, ahora casi que escribo como “electrón libre”.
Por suerte, tenemos una directiva nueva en esta campaña, mucho más capacitada, y que hará las cosas mejor a favor de la compañera, tanto en Cuba como en Puerto Rico.
Pero aunque soy un activista de filas más por esa prisionera tan cubana como yo (tenga la ciudadanía que tenga), también soy alguien que se siente con el deber/derecho de opinar alguna que otra vez.
Pienso que este movimiento ha sido un rotundo éxito. No me refiero a una suma incontable de miembros, aunque ya haya miles de simpatizantes. No creo en “muchedumbres” movilizadas para aclamar ninguna causa, sea humana o Divina.
A mi entender, uno de los peligros sistémicos que acompañan a los socialismos históricos, es que su psiquis social confía demasiado en ciertas estadísticas: “a tal marcha asistieron tantas personas”, “en tal lugar se manifestaron tantos ciudadanos” y luego se añade victoriosamente una enorme cifra de “miles de presentes”.
Ese triunfalismo se ve en los que desfilan a favor de la Patria siguiendo orientaciones superiores, y no por puro deseo espontáneo.
Luego, bastantes de éstos podrán ser vistos haciendo declaraciones en Miami.
Esto mismo ocurría en tiempos soviéticos en Rumanía, Polonia, Checoslovaquia.
Y no hay que ir muy lejos para notar, sabiendo algo de Historia, que aquellos “mitin-monstruo” eran un espejismo auto-engañoso.
No veo razón en el hoy cubano, para perder mi desconfianza hacia ellos.
En el caso que nos ocupa sobre la campaña por Ana en Cuba, sin tener “millones de solidarios en nuestras filas”, que para nada los hay, sí hay certeza de algo: cada “adepto” aquí lo es estrictamente voluntario y movido por su conciencia.
Si alguien entró en esta solidaridad creyendo que esto era una suerte de “operación secreta de Estado” (como ha dicho alguno que otro en la prensa de derechas), pues desengáñese.
Esto es obra de ciudadanos libres, de personas que se guían por principios éticos. ¿Y el Estado?
Pues sus funcionarios deben ser considerados representantes y defensores de los ciudadanos de la nación, nunca dueños y señores de ésta.
Esa mentalidad cuasi-religiosa que aún hoy se arraiga en muchos cubanos, y la cual venera a priori como sacrosanto todo lo que proceda de cualquier magistrado estatal; así como también considera “contrarrevolución” cualquier crítica constructiva; y que se irrita (cual ante un sacrilegio profano) si alguno expresa su criterio sincero ante algo socialmente incomprensible, no ayuda en nada a la preservación de un proyecto revolucionario siempre amenazado por enemigos astutos y poderosos.
Que ahí siguen.
Es útil que no se subvalore la peligrosidad del momento actual para la soberanía nacional. Tras medio siglo de intrigas y saboteos, los espías y agentes pro-yanquis que han operado dentro de la Isla para penetrar al gobierno y a la sociedad, no van a detenerse precisamente ahora. Su historia es conocida: muchos (bien confirmados en su pertenencia a la CIA) han estado vinculados a incontables tentativas de magnicidio. Ha habido penetración en esferas del Gobierno mismo, y en los servicios de Inteligencia de La Habana.
Casi todas las décadas, las autoridades cubanas han descubierto espías o agentes o tramas de sabotaje vinculados a Miami (como el último del 2014 que pretendía atacar bases de las FAR). Ha habido financiamiento a grupos armados antigubernamentales, y a la vez una cantidad insólita de asesinos vinculados a este tipo de actividades, han encontrado asilo político en USA y aún hoy viven en paz y tranquilidad, tramando nuevas aventuras contra este pueblo y olvidándose de sus muertos.
Que por desdicha éstos suman miles (incluyendo los caídos en aviones civiles estallados en pleno vuelo; los diplomáticos secuestrados y asesinados; los niños perecidos en quemas de escuelas, etc.).
Víctimas que no han de ser olvidadas, aunque sean demasiadas para recordarlas nombre por nombre.
Y aunque no haya perspectivas de juzgar a cada criminal glorificado y responsable de derramar la sangre de nuestros compatriotas.
Nada de esto debe perderse de vista ahora que, obviamente, la apertura de una embajada en Cuba facilitará aún más el que los espías y agentes de EEUU intensifiquen sus actividades en nuestro país.
Ante esto se necesita iniciativa, imbuirse bien de los “qués” y “por qués” del patriotismo, para enunciarlos desde el fondo del corazón y no por un dictado externo. La Unión Soviética tenía millones de “fieles súbditos”, y busquen hoy a la URSS en el mapa. Cuando un pueblo bajo asedio no sabe tener opinión propia, tarde o temprano, muertos sus líderes históricos, aquellos nobles logros obtenidos tras tanta sangre buena derramada, irán abajo.
En lo personal, me siento un hombre totalmente libre; y si algún día ya no puedo decir lo que piense y crea, me consideraré oprimido, y por supuesto que ejerceré el Derecho de luchar contra la opresión, que me concede la Declaración Universal de los Derechos Humanos (de la cual la República de Cuba es signataria oficial), y el cual por suerte no considero necesario invocar contra ningún funcionario de mi país.
Desde que tengo uso de razón, siempre he dicho y hecho lo que he considerado justo y correcto, aunque así pueda equivocarme y ganarme un buen número de enemigos de diverso cuño; y talmente pienso seguir obrando hasta el fin de mis días.
¿Que yerro? Pues no hay hombres infalibles.
Los desaciertos son y serán cosa natural e inherente a todo lo que hace nuestra especie, desde el Adán cromosómico y la Eva mitocondrial prehistóricos, hasta el último Homo Sapiens del futuro. Pero sólo mediante la prueba y el error se hace camino al andar, nunca con la inacción timorata.
¿Por qué he hecho este preámbulo? Porque gracias a la más libre de las “Tres Prensas” existentes en Cuba, se ha promovido acá una campaña igualmente libre por Ana Belén Montes. A diario nos llega “del patio” alguna muestra de solidaridad con aquella. Hoy un poema, mañana un artículo, pasado mañana alguna carta desde alguna importante facultad universitaria, o una declaración solidaria en algún evento. Eso se ha logrado debido a la Tercera Prensa cubana, a nuestra Prensa Libre. Y explicaré en qué consiste ésta, en mi criterio.
El primero de los tres sistemas publicitarios aquí, es la gran prensa concentrada en “Granma”, NTV y “Mesa Redonda”.
Pudiéramos agregar Tele-Sur. ¿Para qué abundar en el silencio de tales medios, respecto a la trayectoria de Ana Belén? Todo lo que podría decirles ya se publicó el 24 de febrero del 2016 en “Rebelión”. Basta con aquel largo artículo y… Alea Jacta Est – “La suerte está echada”.
El segundo es la prensa “acreditada-opositora”. Poco hay que discutir sobre los periodistas extranjeros, que a fin de cuentas sólo cumplen con la línea editorial de los grandes capitales. Al menos REUTERS y AFP se han interesado en este tema de la campaña por Ana en Cuba.
No creo que nadie pueda censurarles el no ser “partidarios” de ningún movimiento izquierdista local, pues ésa no es la misión por la cual las grandes corporaciones de la información les pagan a sus corresponsales.
De paso, hacemos notar que hay aquí quien ha entrevistado y luego no ha publicado… ¿Libertad? Depende del dueño del periódico.
En cuanto a la “prensa de oposición”, enfocándonos en lo escrito por gente inteligente (y obviando los vulgares comentarios en las redes sociales: frenéticos y en “Guerra Santa” tanto contra Ana y sus simpatizantes, como también contra la inocente ortografía de la lengua española), pues aquella ha actuado muy coherentemente.
El colmo sería que ellos apoyaran a Ana Belén. Además, deben preservar el jugoso financiamiento verde (del que por suerte hemos carecido al 100% los campañistas por esa prisionera), ya que sin dicho financiamiento, sencillamente tal prensa opositora no existiría.
El dólar la funda. Y la esclaviza.
Por último, llamo “Tercera Prensa” a la blogosfera y red virtual revolucionaria. En un país donde muy pocos tienen acceso a internet, parecería que la contrarrevolución, tan bien auspiciada, iba a controlar totalmente las redes sociales. Pues resulta que no es tan así. Tenemos una muy rudimentaria, casi prehistórica tecnológicamente, pero también eficaz infraestructura de “Prensa Libre”.
Sin “ordeno y mando” de ningún tipo, ya se ha hecho campaña por Ana, pese a que el hermetismo oficial la circunda.
Sea publicando en ciertos blogs y sitios web de intramuros (prácticamente sin impacto a nivel nacional, dada la escasa conectividad), o también enviándose correos a nivel de centro de trabajo; o mediante actividades espontáneas y dedicadas, que van desde imprimir un volante y distribuirlo a los visitantes de un local, o también cantarle algo a Ana en un concierto (que si se filma, aunque luego se censure en el ICRT, tozudamente se retrata y más tarde se divulga por e-mail), o también mediante otras actitudes independientes, se ha ido dando a conocer lentamente el caso de nuestra presa en estos últimos cinco meses, tras 15 años de “ocultación bilateral”.
Ni un centavo ha sido dado para esto por ninguna institución de este mundo; y no hace falta. La voluntad humana y los sentimientos de solidaridad hacia el necesitado, son más fuertes que las cuentas de banco. Hemos trabajado sin salarios; sin dueños privados que nos censuren; sin Embajadas que nos dicten pautas y estrategias; sin ideólogos que nos den el Imprimatur, sino funcionando sólo sobre la base del voluntarismo más puro y altruista.
Y eso nos hace ser, incluso con nuestra pobreza, la Prensa más libre de Cuba; una a la que el visitante Barack Obama no tiene nada que enseñarle en materia de libertad de expresión.
Pues el ser libre es una posibilidad infinita para el revolucionario cubano (sólo que tal estado no es cosa que se reciba por decreto, sino que nace de una íntima concepción de la vida).
Somos voz de la democracia popular, ésa que existe sin que el “Poderoso Caballero Don Dinero” la dirija a escondidas.
Y que por supuesto, es patriota por naturaleza.
En fin: gracias a la “Tercera Prensa”, y felicidades por su tarea. Lo ha hecho todo en contra de barreras bien sólidas, pero a expensas de un mito que puede entrar en franca decadencia: el de Cuba como “una inmensa cárcel donde el Partido Comunista piensa por ti”. Tendremos aquí mil problemas, pero ésa no es nuestra realidad.
Repito aquí, como ejemplo ilustrativo de ambas mentalidades en pugna (la del revolucionario automatizado y la del patriota libre), tanto las palabras que se me dijeron con horror el mismo día en el que me anoté en el Comité Por Ana Belén Montes fundado por Néstor García Iturbe, como mi respuesta:
- ¡Ojo, que vas a terminar detenido en la Seguridad, allá en Villa Marista!
- Pues iré tranquilamente y les comentaré a los oficiales que me interroguen, que sólo estoy defendiendo a una agente cubana, en gran medida compañera de ellos. Y de paso les invitaré a que se nos sumen en este empeño.
Ha pasado medio año y aún sigo en libertad, sin visitas a Villa Marista, habiendo dicho todo lo que he pensado, criticando a galgos y a podencos, expresándome abiertamente, ganando enemigos y amigos a granel (tanto en La Habana como en Miami), y sintiéndome noche por noche bien feliz a solas con mi conciencia, como también agradecido por ese don maravilloso que es el no depender de voluntades ajenas, para manifestar los deseos más sanos de la voluntad propia.
Por demás, tampoco sé de otras personas enviadas a calabozos por decir junto a nosotros sobre Ana su criterio revolucionario, solidario y anti-imperialista, allí donde por sus propios motivos se calle el Gobierno Cubano. Nadie ha sido penado.
¿Dónde están esos fantasmas genocidas de Stalin y Beria reencarnados, quienes supuestamente dirigen el PCC? ¿Dónde los sanguinarios Gulags para todos quienes se atrevan a emitir su criterio autónomo? ¿Alguien ha visto dichos campos? ¿Están en Cayo Coco, quizás? ¿O en un subterráneo bajo la Plaza de la Revolución? Nada: sólo están en la mente de “Vicente, ése que va adónde va la gente”.
En esencia, ese auto-terror es sólo un mito más. (Uno que muy mala imagen da de los órganos de la Seguridad cubana, creados para proteger al pueblo de agresiones imperiales, y no para vigilar o reprimir a patriotas en misión humanitaria.)
Por suerte, para los que defendemos a nuestra compañera presa, aquél también es un mito de menos. Pues la auto-represión que tanto daño le hace a nuestra sociedad, ha ido perdiendo entre nosotros su efigie aterradora, y quedando al descubierto como lo que es: cobardía e inercia social, en personas para quienes el fervor patrio aflora sólo a modo de reflejo condicionado.
Cuba es más democrática de lo que muchos, incluso varios aquí, se piensan. Pero la salvaguarda de todos los Derechos inalienables del hombre, se establece y escolta primariamente en la trinchera del raciocinio y convicción individuales.
Bien dijo el Apóstol: “no hay trono que se parezca a la mente de un hombre libre”. Y en Cuba, sólo personas que disfruten plenamente de su libertad, pueden luchar para romper las cadenas de otra persona cautiva en los Estados Unidos.