En la mitología romana, Minerva es la diosa de la sabiduría, las artes y las técnicas de la guerra. Se le representa con casco, pica en una mano y escudo en la otra: indudable aire guerrero, pero con un soplo de nobleza en su rostro.
Por estos días varios medios de prensa se han referido a un proyecto del Departamento de Defensa de Estados Unidos, que exhibe los mismos atributos de guerra que la diosa romana, pero nada de nobleza y sí evidencias de pretender fines sombríos.
Al servicio de la futura guerra
Se dice que el tal Proyecto de Investigación Minerva fue impulsado en 2008 por el entonces secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, cuando asignó un presupuesto inicial de 50 millones de dólares, para lo que definió entonces como “[…] financiar la investigación académica sobre diferentes temas de interés para las fuerzas armadas estadounidenses”.
Su objetivo, de acuerdo con lo que publican sus promotores en el propio sitio web del proyecto, es lograr una mayor comprensión de las dinámicas políticas, sociales y culturales que rigen en las regiones de interés estratégico para Washington en todo el mundo, “[…] lo que permitirá a Estados Unidos tomar decisiones políticas más eficaces en el nivel operacional y estratégico”.
Un vistazo a los títulos de las “investigaciones” más recientes permite, incluso a un lector no especializado en temas militares, comprender que el “muy académico proyecto” lo que pretende en esencia es dotar al mando político-militar norteamericano, a la luz de los nuevos tiempos, de una herramienta eficiente y renovada en la implementación de los, sí inalterables, intereses hegemónicos de Estados Unidos a nivel mundial.
Se citan, por ejemplo: Demografía en insurgencia. ¿Una era post heroica para la guerra de guerrillas?; La vía estadounidense de Guerra Irregular; Modelación del discurso y dinámicas sociales en regímenes autoritarios; Disuadiendo amenazas complejas: Efectos de la Asimetría, la Interdependencia y la Multipolaridad en la estrategia internacional; Exploraciones en las relaciones internacionales en el ciberespacio y una amplia relación que, inexorablemente, conduce a reafirmar que la Guerra No Convencional será la forma en que Estados Unidos priorizará, a corto y mediano plazos, su participación en venideros conflictos.
Trasluce de esta relación el enfoque “multiagencias”, no únicamente militar, que Estados Unidos concede a la Guerra No Convencional y que se refrenda tácitamente en documentos doctrinales norteamericanos, tales como la Circular de Entrenamiento 18-01 “La Guerra No Convencional”, de las Fuerzas Especiales del Ejército, que en su epígrafe 1-49 deja claro: “Teniendo en cuenta la naturaleza política y militar de la Guerra No Convencional, resulta vital la participación interagencias de Estados Unidos para lograr un enfoque gubernamental y el éxito a largo plazo. En varios momentos de un conflicto no convencional resulta necesaria la integración de las comunidades multinacionales, intergubernamentales e interagencias”.
El terreno humano
El Comando de Operaciones Especiales, encargado directamente de ejecutar la Guerra No Convencional, es quizás el que mayor atención presta a este tema, a partir de los requerimientos propios de sus operaciones –en gran medida encubiertas– y su presencia hoy, con diferentes pretextos, en más de ciento veinte países. Ese mando, al hacer su proyección para el venidero año fiscal 2015 (que comienza el 1º de octubre de 2014), dijo que centrará su atención en “[…] conocer todo lo relacionado con el ambiente físico, cultural y social; que influye en la conducta humana; en un conflicto centrado en la población”.
Además de facilitar el conocimiento por las fuerzas propias de las normas a tener en cuenta para conducirse en los respectivos escenarios de guerra, estos estudios facilitan –tal como establece la ya referida Circular de Entrenamiento 18-01– identificar y luego explotar convenientemente “[…] las vulnerabilidades sicológicas, económicas, militares y políticas de un país adversario”.
En un artículo para la conocida revista estadounidense Foreign Affairs, Robert Gates; además del gestor del Proyecto Minerva, férreo defensor del empleo de todas las herramientas del poder estadounidenses, más allá de la fuerza militar únicamente; escribió “[…] nadie debe nunca rechazar las dimensiones humanas, políticas, sicológicas y culturales de la guerra”.
Sobre este propio tema, en un discurso en la Academia Militar de West Point, en febrero de 2011, Gates señaló “[…]a cualquier secretario de Defensa que aconseje al Presidente enviar nuevamente un gran ejército de tropas terrestres al Medio Oriente, Asia o África, deberían examinarle la cabeza”.
Pudiera parecer, acabáramos, una paradoja: el Pentágono destina millones de dólares en este proyecto de investigación –y quién sabe en cuántos otros por el estilo– en medio de la crisis financiera que atraviesa Estados Unidos.
La respuesta está en que, tras la búsqueda de una pretendida mayor comprensión de las dinámicas políticas, sociales y culturales en regiones de interés estratégico, Washington trata de ajustarse a los cánones que impone la Guerra No Convencional, al aplicar de conjunto todo su poderío – económico, diplomático, mediático, político y militar– en la consecución de sus intereses imperiales.
En fin, que este proyecto del Pentágono, al igual Minerva –la diosa a la que robó su nombre–, tiene mucho de guerrero, pero nada de nobleza.
Por David Ignacio Martí
Fuente: Cubadefensa
Tomado de Sin Trauma
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