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Además de militar y diplomática, la guerra contra el yihadismo en Siria tiene un componente político importante que siempre ha existido de hecho pero que sólo ahora, cuando el ejército regular avanza, aparece con mucha más claridad.

El gobierno de Damasco no combate en soledad sino que ha creado una alianza con fuerzas nacionales (kurdos) y religiosas (cristianos).

La principal milicia kurda YPG (Unidades de Protección del Pueblo Kurdo) ha formalizado una alianza con el gobierno con el nombre de “Fuerzas Democráticas Sirias”, en el que también se ha integrado el grupo Burkan Al-Furat, mayoritariamente árabe.

En Siria está apareciendo un nuevo escenario que repercutirá más allá de la guerra, en las negociaciones de paz, en la transición y, en definitiva, en una nueva correlación de fuerzas interiores, hasta ahora oculta detrás de una agresión internacional.

Los protagonistas no volverán a ser los mismos, como ha reconocido Federica Mogherini, la responsable diplomática de la Unión Europea. La creación de las Fuerzas Democráticas Sirias “cambia el dato”, dijo ayer, añadiendo que hay que coordinar “las intervenciones en el conflicto”. No aclaró qué es lo que hay que coordinar ni quién se va a encargar de ello, seguramente porque no lo sabe.

No obstante, el uso del plural ya pone de manifiesto que en Siria empiezan a aparecer actores de los que nadie ha hablado antes y, por lo tanto, son posibles muchas combinaciones, que van más allá de la guerra.

Como es característico en Oriente Medio, esas combinaciones recurren a padrinos foráneos, por lo que quienes, como Turquía, han apostado por el caballo perdedor, pueden quedarse fuera de juego, salvo que las próximas elecciones saquen a Erdogan del gobierno de Ankara. Hasta la fecha Erdogan ha apostado por promover el yihadismo en Siria y por catalogar a YPG como la sucursal siria del PKK, es decir, como una organización terrorista.

Erdogan es la versión yihadista de la Audiencia Nacional. Tiene tal paranoia con Bashar Al-Assad y con los kurdos, al mismo tiempo, que ve terroristas, brazos, tentáculos y “entorno” por todas partes. Está tan desesperado por acabar con el terrorismo que no hace otra cosa que promocionarlo.


Va a acabar muy mal. Será el cazador cazado. Culpar al Califato Islámico por el último atentado de Ankara, que ha costado casi 100 vidas, es como culparse a sí mismo.

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Publicado por Odio de Clase e

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