La sobreexplotación pesquera y la falta de medidas de protección marina han hecho que en 40 años algunas especies hayan desaparecido en un 75%.
“En una sola generación, la actividad humana ha dañado gravemente el océanocapturando peces más rápido de lo que pueden reproducirse, mientras destruye sus zonas de alimentación.
Se necesitan cambios profundos para garantizar una vida marina abundante a las generaciones futuras”, dice Marco Lambertini, director de WWF Internacional sobre el informe Planeta vivo: Océanos (Living Blue Planet), que la ONG presenta hoy en Quito.
El documento concluye que las poblaciones de peces claves para la seguridad alimentaria humana están disminuyendo de forma preocupante en todo el mundo, con algunas de ellas en riesgo de colapso, pero también insiste en que gran parte de los problemas que amenazan el océano se pueden evitar y aún es posible actuar para evitar una emergencia.
El estudio actualizado de mamíferos marinos, aves, reptiles y peces muestra que las poblaciones se han reducido, como promedio, a la mitad a nivel mundial en las últimas cuatro décadas, llegando las poblaciones de algunos peces a disminuir 75%.
Los últimos hallazgos suponen un problema para todas las naciones, especialmente para quienes habitan en países en vías de desarrollo, como Colombia.
“Se está haciendo una presión sin precedentes sobre nuestros mares en Latinoamérica. Extraemos de ellos más atunes, jureles y sardinas de lo que es sostenible, afectamos complejos ecosistemas y paisajes marinos como nuestros manglares y corales, y contaminamos sus aguas”, dijo Roberto Troya, director de WWF Latinoamérica y el Caribe.
Mientras la sobreexplotación se identifica como la mayor amenaza para la biodiversidad del océano, el estudio señala que el cambio climático está causando cambios más rápidos que en cualquier otro momento en millones de años.
El aumento de las temperaturas y de la acidificación provocada por el dióxido de carbono agrava los impactos negativos de la sobrepesca y de otras amenazas más importantes, incluyendo la degradación del hábitat y la contaminación.
Más allá del evidente daño a la naturaleza, las amenazas al océano ponen en riesgo al menos US$2,5 billones y una base de activos global de al menos US$24 billones.
A principios de este año, un estudio independiente de WWF reveló que cada dólar invertido para crear áreas marinas protegidas podría producir el triple de beneficios a través de factores como el empleo, la protección de la costa y la pesca.
Ese análisis mostró que el aumento de la protección de los hábitats críticos podría producir beneficios netos de entre US$490.000 millones y US$920.000 millones entre 2015 y 2050.
Al finalizar este mes los gobiernos acordarán formalmente la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con prioridades como la reducción de la pobreza y el aumento de la seguridad alimentaria, que tienen vínculos directos con la salud del océano, así que para WWF es esencial que el desarrollo político y financiero de la agenda de desarrollo sostenible aborde la destrucción del hábitat, la sobrepesca, la pesca ilegal y la contaminación marina.
Las decisiones adoptadas en la conferencia climática de la ONU en París impactarán directamente sobre el futuro de la salud de los océanos. WWF advierte que los compromisos internacionales actuales están muy lejos de lo necesario para detener los niveles de calentamiento y la acidificación, problemas catastróficos para los sistemas oceánicos y todas las personas que dependen de ellos.
“La buena noticia es que existen soluciones y sabemos lo que hay que hacer.
El océano es un recurso renovable que puede abastecer a las generaciones futuras si abordamos estas presiones de forma efectiva”, dijo Lambertini, director de la ONG internacional.
(Con información de El Espectador)
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