El Desconcierto
Con el tema del aborto pasa algo particular. Aunque es un tema de derechos, el debate tiene la tendencia a instalarse en el ámbito de las creencias. Aunque no todos creamos igual.
En términos generales, una creencia es la actitud de considerar una afirmación como verdadera.
En este sentido, todas y todos tenemos creencias, pero la idea de que todos somos creyentes, sólo porque aceptamos algunas proposiciones, esconde una diferencia más o menos evidente.
Por ejemplo, hay una diferencia significativa entre creer que María concibió y dio a luz a un niño siendo virgen y creer que la Tierra demora 365 días en dar la vuelta al Sol. La creencia de los días, horas y segundos que componen nuestro año calendario deriva de nuestra capacidad, aun limitada, de conocer el Universo. La virginidad de María es una creencia “revelada” y deriva de la confianza dada por la fe, un dogma.
Un dogma también es una creencia que acepta como verdadera una afirmación, pero no acepta argumentos ni necesita ningún tipo de comprobación para creer que es verdad lo que afirma. Un dogma es un conocimiento o una opinión que parecen verdaderos aunque no se puedan probar. Se cree en un dogma porque sí.
Es posible creer de muchas formas y a veces nos confundimos creyendo que todos los modos de creer son iguales. De hecho no lo son. La diferencia está básicamente en la creencia y en el modo cómo nos relacionamos con ella.
Creemos que la Tierra se demora aproximadamente 365 días 6 horas y 9 minutos en dar la vuelta al Sol porque consideramos verdaderas las hipótesis presentadas por el modelo heliocéntrico; primero por Copérnico y más tarde probadas por Galileo. Si en algún momento sospecháramos que algunas de estas premisas son falsas, tendríamos los medios de comprobar los resultados y estando equivocados, dejamos de aceptar esta hipótesis como verdadera. O sea, como no somos fieles a esta creencia en particular, dejamos de creer en ella, aceptando la nueva hipótesis que se nos presente como válida.
La creencia en la virginidad de María no se preocupa en buscar los exámenes ginecológicos necesarios que comprobarían su “pureza” en la concepción. Este tipo de creencia no está condicionada, es una creencia categórica. Se cree y se imagina que todos y todas debemos creer (sin pruebas) de igual manera. No tenemos los medios ni las herramientas para comprobar la virginidad de la deidad.
Para dar un ejemplo, algunos creen que abortar traumatiza a las mujeres. Otras no creemos que sea el aborto lo que provoca el trauma, entonces buscamos comprobar las premisas que sustentan las creencias y, entre los muchos estudios y libros que hay sobre el tema, destacaremos los que confirman una u otra teoría, recordando que al creer damos como verdadera una afirmación, ya sea porque la podemos confirmar o simplemente porque si, como un dogma.
En este estudio1 muestran que a las mujeres a las que se les negó la posibilidad de abortar, manifestaron más rabia y pena que aquellas que tuvieron la oportunidad de interrumpir un embarazo. Hubo algunas que también relataron tristeza por haber abortado pero que se mostraron seguras de haber tomado la decisión correcta.
Los autores2 del segundo artículo que escogimos, realizaron una revisión de estudios que consideraron metodológicamente adecuados sobre la respuesta psicológica de las mujeres después de un aborto legal. Llegaron a la conclusión que, aunque si aparecen respuestas de arrepentimiento, culpa y tristeza, es el sentimiento de angustia el que más aparece antes del aborto y que la incidencia de respuestas como ansiedad, depresión o síntomas de estrés son “raras” y estas mismas respuestas se pueden gatillar ante cualquier otro evento estresante de una vida considerada “normal”.
El estudio más reciente que refuta la creencia de que el aborto provoca algún tipo de daño emocional en las mujeres fue publicado en julio de 2015 en la revista PlosOne3. En la investigación fueron acompañadas, durante tres años, 667 mujeres que se habían realizado un aborto. Durante estos años, las participantes respondían encuestas semestrales sobre su sentir con relación a la decisión de abortar; emociones como tristeza, rabia o culpa, así como emociones de alivio y felicidad.
En los tres años posteriores al aborto la inmensa mayoría de las mujeres, sintieron que la decisión había sido la correcta. Las emociones y la frecuencia en que pensaban en el aborto, fueron disminuyendo con el tiempo y en general tendieron a afrontarlo bien emocionalmente. No obstante, la conclusión del estudio recomienda, un acompañamiento para las mujeres que no se sienten muy seguras en la decisión de abortar y esfuerzos para combatir el estigma que existe en relación al aborto, como un modo de proporcionar más bienestar a la mujer. Esto, porque el estudio evidenció que hay una relación directa entre estigma social sobre el aborto y los sentimientos negativos (tristeza, rabia, culpa) que las mujeres relataban.
Otra investigación4 que es bastante citada por aquellos sectores que sí creen que el aborto provoca síntomas de estrés es la que muestra algunas cifras comparativas de mujeres en EEUU y Rusia. Es un estudio interesante, con una muestra amplia de mujeres que han sufrido varios tipos de pérdidas. De los datos se puede concluir que el aborto aumentaría el estrés y disminuiría la capacidad enfrentar “la situación de aborto”, en particular, para las mujeres que cuentan con un historial de eventos adversos en sus vidas o traumas de infancia.
Como el estudio Induced abortion and traumatic Stress el de Priscilla K. Coleman5 también busca probar la creencia sobre los problemas psicológicos post aborto, ya que relaciona cuantitativamente diversas investigaciones que mencionan el tema, y concluye que el aborto puede ser un “factor de riesgo, entre muchos otros, que pueden aumentar la probabilidad de problemas de salud mental”. Dice también en su conclusión, que no es posible determinar una “única causa”, para los problemas de salud mental, en un estudio cuantitativo.*
El recorrido por estos estudios científicos muestran por qué la discusión sobre el derecho de una mujer o de una niña a abortar, aunque esté en riesgo su vida, haya sido violada o el embrión no tenga posibilidad de sobrevivir, muchas veces o quizás la mayoría de la veces, se detiene en creencias que no verifican sus premisas, perpetuando dogmas sobre nuestros cuerpos. Es más importante la fidelidad con la creencia que el respeto y la dignidad con el ser humano; por qué si, las mujeres también somos seres humanos.
Las mujeres son humanas con derecho a decidir independientemente de un estudio, por más científico que este sea. Somos seres conscientes que creen y capaces de tomar decisiones, sin que estas nos afecten “mentalmente” o nos traumaticen, como concluyen estos y muchos otros estudios.
La dignidad de las mujeres no puede continuar esperando estudios que busquen causas para nuestros problemas mentales, mientras otros deciden por nuestros cuerpos basados en creencias que no admiten argumentos ni discusiones. Nuestra psiquis no es objeto de estudios para decidir lo que nos es en derecho.
La tristeza, el dolor, la culpa o la rabia que un aborto puede provocar en las mujeres no se comparan con el dolor y la rabia que provoca que nuestra dignidad sea violentada por la falta de libertad de decidir. Existe evidencia científica suficiente que respalda lo que nuestra dignidad viene exigiendo. Si quienes legislan aún no la aceptan, es porque este tema pasa por nuestro modo diferente de creer. Algunas creemos que es legítimo que todos y todas tengan el derecho a creer, aunque sus creencias sean diferentes de las nuestras y se basen en dogmas o fe. Lo que no es legítimo, y no está en su derecho, es que nos impongan sus dogmas por ley.
Notas
Women’s Emotions One Week After Receiving or Being Denied an Abortion in the United States
By Corinne H. Rocca, Katrina Kimport, Heather Gould and Diana G. Foster
Psychological factors in abortion: A review.
Adler, Nancy E.; David, Henry P.; Major, Brenda N.; Roth, Susan H.; Russo, Nancy Felipe; Wyatt, Gail E. American Psychologist, Vol 47(10), Oct 1992, 1194-12
Decision Rightness and Emotional Responses to Abortion in the United States: A Longitudinal Study Corinne H. Rocca , Katrina Kimport, Sarah C. M. Roberts, Heather Gould, John Neuhaus, Diana G. Foster
Induced abortion and traumatic stress: a preliminary comparison of American and Russian women. Rue VM1, Coleman PK, Rue JJ, Reardon DC.,2004
Abortion and mental health: quantitative synthesis and analysis of research published 1995–2009 Priscilla K. Coleman The British Journal of Psychiatry Aug 2011, 199 (3) 180-186; DOI: 10.1192/bjp.bp.110.077230
* STUDY PURPORTING TO SHOW LINK BETWEEN ABORTION AND MENTAL HEALTH OUTCOMES DECISIVELY DEBUNKED Journal’s Editor Agrees that Priscilla Coleman’s Conclusions Are Not Supported By Her Analyses (Refutan el estudio de Coleman)
A comparison of depression and anxiety symptom trajectories between women who had an abortion and women denied one
G. Fostera1, J. R. Steinberga2, S. C. M. Robertsa1, J. Neuhausa3 and M. A. Biggs
Induced First-Trimester Abortion and Risk of Mental Disorder
Trine Munk-Olsen, Ph.D., Thomas Munk Laursen, Ph.D., Carsten B. Pedersen, Dr.Med.Sc., Øjvind Lidegaard, Dr.Med.Sc., and Preben Bo Mortensen, Dr.Med.Sc.
N Engl J Med 2011; 364:332-339January 27, 2011DOI: 10.1056/NEJMoa0905882